Entradas etiquetadas como ‘orientación sexual’

Lgtbifobia: miedo a revertir la norma

 

 

Por Natalia Pereira

Cuando tenía ocho años mi abuelo me regaló una muñeca. Una de esas que tan explícitamente incrustan en el inconsciente femenino infantil las más estrictas, y violentas, normas sobre la belleza y la expresión de género. Mi yo de ahora le habría preguntado por qué, por qué tanta resistencia a la disidencia de género. Qué es lo que les molesta que les hace insistir tanto. Regalarme una muñeca, ¡a mí! Mi yo de ocho años, con auténtica sorpresa, le entregó directamente la caja sin abrir a su prima, y ella, de también ocho años, lo entendió mejor.

Las Naciones Unidas -organismos que se supone velan por los Derechos Humanos- no se dignaron a discutir orientación sexual e identidad de género hasta 1995 en la Conferencia de Beijing, gracias en parte al movimiento feminista y el posicionamiento en la agenda política de la agencia sobre los cuerpos.

Foto: Helena Sánchez

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Escuela de madres

Por Mayte MederosMayte Mederos firma

Cuando te embarcas en la aventura de ser madre te sabes ya todos los lugares comunes sobre el tema. Al fin y al cabo vivimos en sociedad, y nos sale la información por las orejas.

Y sin embargo, la película nunca es luego como te la han contado. Y no porque el argumento varíe tanto -aunque a veces al guión habría que darle un Óscar-, sino porque no es lo mismo ver la historia desde la butaca que vivirla en tu piel.

Niños. Imagen cedida por  Mayte Mederos

Niños. Imagen cedida por Mayte Mederos

El sábado volví de pasar unas cortas vacaciones con mi tribu. Y lo que iba a ser una semana de descubrirles el mundo, ha sido en realidad un viaje al interior de mis hijos.

Creo que hay muchos tipos de madres. Y el mío es el de proveedora. Soy una tabla de excel andante,  siempre cuadrando suministros, menús y calendarios familiares. Y así ando todo el año como en el circo chino, sujetando platos que giran sobre palillos mientras rezo para que no se me caiga ninguno.

Pero en todo ese trajín me pierdo con frecuencia mirar a estas tres personitas con calma. Cada una tan suya, tan diferente. Y además, en continuo cambio. Por eso las vacaciones familiares son a veces el momento en que te haces consciente de la realidad completa de esos seres a los que adoras sin terminar de conocerlos bien.

Y en ese sentido mi exmujer y yo hemos hecho este verano dos viajes en uno. En el primero, el real, hemos recorrido con la tropa algunos rincones imprescindibles de Italia para abrirles los ojos a la historia y a la luz del Mediterráneo. Y en el segundo, en el viaje interior, han sido ellos quienes nos han quitado la venda a nosotras, porque con tanto compartir horas de tren y de barco entre juegos y charlas, nos han regalado un atisbo muy valioso de sí mismos que incluye sus preocupaciones.

Nuestra hija preadolescente y el mediano de ocho años nos han confesado que prefieren que no contemos a la gente que tienen dos madres. Que les cuesta ser diferentes.

Imagino que lo que hemos sentido ante esa revelación es parecido a lo que pasa por el corazón de otras madres y padres cuya progenie es discriminada porque sus hechuras no se ajustan a los cánones de belleza impuestos, o por ser de otra raza, o por una discapacidad. Es duro darte cuenta, además,  de que a nuestra infancia le faltan referentes que le ayuden a sobrellevar la presión de pertenecer a una familia LGBTI, lo que no ocurre en otras situaciones.

En nuestro caso vivir tan abiertamente ha sido de mucha ayuda para que nuestros hijos e hija no hayan tenido nunca que dar explicaciones en su entorno:  ya las habíamos dado nosotras primero. Pero en estas vacaciones hemos conocido a otras familias, han vivido de primera mano la salida del armario de sus madres delante de sus nuevos amiguitos y eso les ha hecho sentir vergüenza.

Yo pensaba que tenía todo hecho: me he afanado durante años en la construcción de la mujer lesbiana que soy, superando barreras, y ahora el activismo me permite aportar mi granito de arena a la sociedad. Pensé que ahí se cerraba el ciclo. Sin embargo este viaje me ha hecho tambalear los cimientos y darme cuenta de que no es así, y que tengo que empezar casi de cero en una senda en la que no hay referentes, sin luz que alumbre el camino.

Así que habrá que trabajar en una escuela de madres y padres LGBTI que permita a nuestras niñas y niños hacerse con herramientas para enfrentar su realidad en un mundo que les es hostil. Y afianzar su seguridad, tan precaria a estas edades, para que sean capaces de aceptarse en la diferencia.

Se avecinan unos años difíciles para ayudar a nuestros peques a salir airosos de este trance, que se sumará al difícil paso por la adolescencia. De repente saltamos de una etapa feliz y despreocupada  a un escalón más alto para el que la vida nunca te coge preparada. De la fase de los cuidados pasamos a la de educar en valores, en este caso con un factor de discriminación añadido. Pero sé que cuando la cuesta se haga tortuosa, recordaré la magia de los atardeceres que hemos vivido este verano con sabor a helados y a besos, y el dorado del sol poniéndose en tres cabecitas rubias que despiden su primera infancia, y esa imagen de felicidad me hará sentir que todo se va allanando.

Porque si algo he aprendido de la maternidad es que no hay límites para este amor, que mueve mares y montañas. Y si hay que hollar en la espesura del bosque lo haremos hasta que claree y entre la luz a raudales, y saldrán veredas en lugares imposibles.

¿O no somos las madres las mejores creativas del mundo?

Mayte MederosCoordinadora del Área de Familias Diversas de Algarabía, la asociación LGBTI de Tenerife, es madre de familia numerosa y autora del blog Avatares de una amazona.

Transgénero: jugar a ser quien soy

Por Mayte Mederos Mayte Mederos firma

Desde que tengo memoria ando a vueltas con mi aspecto. Los años 60 nos imponían a las niñas vestiditos cortos y rebecas caladas, y yo miraba con envidia los pantalones rectos y los zapatos con cordones de mi hermano. En algún momento supe que no me convenía expresar el desconsuelo que sentía hacia su pelo corto, y aprendí que no debía silbar ni caminar con las manos en los bolsillos. Otra cosa es que fuera capaz de cumplirlo.

 

'Del lazo a la corbata', una historia fotográfica. Imágenes de Mayte Mederos.

‘Del lazo a la corbata’, una historia fotográfica. Imágenes de Mayte Mederos.

De mi infancia a hoy he hecho un largo camino para reafirmar mis gustos, no siempre con éxito, luchando contra la incomprensión y dejando mucha frustración por el camino. Y lo bueno de curtirme en el activismo es que de repente he pasado de ser un ‘chicazo’ a tener ‘expresión de género’. ¡Toda una mejora!

Ironías aparte, lo cierto es que mi aspecto genera dudas en el personal. Visto con ropa masculina y llevo el pelo corto, pero luego mis maneras y mis cuerpo son de lo más ‘femme’. El momento cumbre del año es cuando en la playa, con un bañador de chico, mis pechos reconstruidos evidencian las cicatrices de las mastectomías que me dejó el cáncer. Entonces es cuando alguien llega a la conclusión de que evidentemente soy un transexual haciendo el tránsito. Hacia qué género no se sabe: pero en algún punto del camino.

A mí me divierte jugar con el género. He llegado hasta aquí porque algo dentro de mí me lo pide desde que nací, pero ahora que me permito ser yo misma, me doy cuenta de toda la construcción social que hay alrededor de esto y me encanta transgredirla, provocar, buscar mis propias sendas.

Pero al mismo tiempo me doy cuenta de que hay muchísima confusión, dentro y fuera del mundo LGBTI, con conceptos que son fundamentales si queremos entender la nueva amalgama de realidades diversas con las que convivimos.

Y esto es lo que en ningún manual nos cuentan de forma sencilla:

El primer concepto básico es el sexo, que tiene que ver con los órganos genitales y los cromosomas, que en nuestro caso nos hacen nacer hembras.

El segundo es la identidad, que está en el cerebro, y que hace que nos sepamos mujeres, ya hayamos nacido hembras (biomujeres) o machos (mujeres transexuales).

El tercero es la orientación, que está en el corazón y que tiene que ver con el sexo hacia el que te sientes atraída física, emocional, espiritual y románticamente. La orientación nos divide en mujeres lesbianas, bisexuales y heterosexuales.

Y el cuarto es la expresión del género, que basándonos en los roles tradicionales de género se refiere a nuestro aspecto externo, que puede transitar entre lo femenino y lo masculino, pasando por la androginia.

Estos cuatro aspectos son independientes entre sí. Por eso, que una mujer sea transexual no significa que no pueda ser lesbiana, porque la identidad y la orientación no van unidas.

Y por último, hay un concepto que para mi gusto da una vuelta más de tuerca, y es el transgénero: personas que no se consideran ni hombres ni mujeres, con independencia de sus características biológicas.

En este último nos englobamos quienes no nos sentimos reflejadas en lo que la sociedad asigna a las mujeres. A mí me dieron una mochila al nacer que traía vestidos rosas, sumisión, profesiones ‘femeninas’, maternidad sin cuestionamiento, ser cuidadora y ganar menos que mis compañeros hombres en el trabajo.  Así que me salí del pentagrama, y busqué otra escala en la que moverme, que casualmente coincide con la que socialmente se asigna a los hombres. Y elijo ropa andrógina, corbatas, tirantes, estar donde me corresponde en el trabajo por mi valía, sentarme sin cruzar las piernas. Pero también opto por la maternidad elegida, por mi delantal rosa de flores y por disfrutar de toda la gama del yin en mis expresiones amorosas y afectivas.

Bajarnos del carro de los mandatos impuestos es de lo más liberador. Si con los años una ya disfruta de morderse la lengua cada vez menos, aún más ilusión hace salirse del tiesto y jugar a ser cambiante como las lunas, seductora y seducida, dejando en la arena una huella que no se parece a la de ayer, ni a la de la de mañana, y a veces a ninguna otra.

Y es que soy Mayte, y soy transgénero.

 

Mayte MederosCoordinadora del Área de Familias Diversas de Algarabía, la asociación LGBTI de Tenerife, es madre de familia numerosa y autora del blog Avatares de una amazona.