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Contra la pobreza: sostenibles e iguales

Por Almudena Díaz Pagés Almudena Díaz Pagés

Hoy día 17 de octubre, con motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, vale la pena prestar atención a una de las mayores iniciativas a nivel global para erradicarla: los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y lo que se espera venga después, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Sostenibilidad e igualdad tienen que formar parte de la lucha contra la pobreza. Imagen: Environment Gender Index.

Sostenibilidad e igualdad tienen que formar parte de la lucha contra la pobreza. Imagen: Environment Gender Index.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible nacieron en la Conferencia de Río+20 celebrada en el 2012, en la que los líderes mundiales y las principales ONG internacionales, se reunieron para establecer una Agenda de Desarrollo Post-2015 (fecha tope fijada, para cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio). En esta conferencia se trazó una hoja de ruta para desarrollar los que serán los nuevos objetivos, que ha ido evolucionando hasta un primer borrador con 17 propuestas, centradas en la erradicación de la pobreza extrema bajo las dimensiones social, ambiental y económica.

En este marco de evolución para erradicar la pobreza, la agenda de la igualdad de género y del pleno cumplimiento de los derechos humanos de las mujeres, ha estado y continua estando en el centro del debate pues la experiencia de los Objetivos de Desarrollo del Milenio ha servido como alerta contra las acciones parciales o aisladas.

En este sentido, los Objetivos de Desarrollo Sostenible han recogido tres de las principales demandas realizadas por la sociedad civil en cuanto a igualdad de género se refiere:

  • Recogen como objetivo en sí mismo el cumplimiento de la igualdad de género (Objetivo 2: ‘Empoderar a niñas y mujeres y lograr la igualdad de género’).
  • Establecen que el acceso universal a la salud y a los derechos sexuales y reproductivos son un componente esencial de una sociedad saludable (Objetivo 4: ‘Garantizar Vidas Saludables’).
  • Desarrollan indicadores específicos de igualdad de género para medir y estimular el cumplimiento de estos objetivos.

Sin embargo lo que estos nuevos objetivos propuestos, no recogen y ha sido por ello fuertemente criticado por las principales organizaciones de defensa de los derechos humanos de las mujeres en el mundo, se resume en 5 puntos:

  • La falta de un enfoque transversal de igualdad de género para todos los objetivos; la falta de un enfoque integral de los derechos de las mujeres, entendidos como derechos humanos. Y en esta línea: la falta de medidas concretas a aplicar por los gobiernos nacionales, para cumplir con su compromiso de acabar con la violación de los derechos humanos de las mujeres.
  • La falta de un enfoque que profundice en las causas económicas, sociales, culturales y políticas que generan la desigualdad y la discriminación de género y en consecuencia, la feminización de la pobreza. Se establece un objetivo de igualdad en sí mismo, pero no se lo vincula a sus causas estructurales como son: el matrimonio precoz, la falta de acceso a la educación, la violencia contra las mujeres, la falta de acceso a los recursos, la violencia institucional, las leyes discriminatorias etc.
  • La falta medidas para hacer frente a la problemática del trabajo no remunerado, y en particular de la economía del cuidado, que tradicionalmente recae en las mujeres y genera grandes brechas en el acceso a la educación y al mercado laboral.
  • La falta medidas para asegurar la financiación e implementación de sistemas de recogida de datos sobre indicadores de igualdad de género a nivel nacional, para contar con estadísticas que den visibilidad a las problemáticas que afectan a las mujeres.
  • La falta de medidas concretas para asegurar el acceso universal a la salud reproductiva y sexual de las mujeres, así como el acceso a la planificación familiar. Además, se teme que éste será uno de los temas que traerá más desacuerdo entre países.

Mirando a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, merece la pena remarcar que uno de los objetivo con peor desempeño en los últimos 20 años ha sido el de “Mejorar la Salud Materna” (ODM 5). En 2013 casi 300.000 mujeres murieron en el mundo como consecuencia del embarazo y durante el parto. Sólo el 50% de las mujeres embarazadas recibieron atención prenatal y 40 millones de partos no fueron atendidos por personal sanitario (32 de ellos en zonas rurales). Además, el embarazo adolescente sigue siendo muy alto en regiones como África subsahariana y América Latina y el Caribe, lo cual incide directamente sobre la feminización de la pobreza.

Y es que, tal y como remarcan los estudios sobre igualdad de género respecto al futuro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la posibilidad de decidir sobre el propio cuerpo y tomar decisiones autónomas acerca de la maternidad, representa una ventaja decisiva para acceder a la educación superior y al mercado laboral, y de tener la oportunidad de participar plenamente en la vida pública y en la toma de decisiones. Especialmente en el caso del embarazo juvenil, pues su reducción puede influir en el logro de otros objetivos en lo que respecta a la pobreza y la mortalidad infantil.

Por tanto, entre muchas otras cosas, si los líderes mundiales quieren que los nuevos objetivos para erradicar la pobreza contribuyan a la igualdad de género, asegurar el acceso universal a la salud reproductiva y sexual, pasando por el derecho al aborto seguro y legal, debería ser considerado una prioridad en la Agenda de Desarrollo Post-2015. Esperemos que lo tengan en cuenta.

Almudena Díaz Pagés es politóloga y especialista en Relaciones Internacionales. Editora de Género de la plataforma United Explanations.