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Más tiempo para las mujeres

Por Laura Hurtado laura hurtado

En muchos países de África subsahariana las mujeres emplean una media de 5 horas diarias a buscar agua. Según marca la tradición en las zonas rurales más pobres, las mujeres y las niñas son las encargadas de conseguir este precioso líquido. Eso significa que tienen que dedicar buena parte del día a desplazarse hasta la fuente más cercana y volver a casa con todos los litros necesarios para que beba y se lave toda la familia, así como para cocinar y limpiar la casa. A veces, como os podéis imaginar, con un solo viaje no basta. Si se necesitan muchos litros (o si la capacidad de carga es limitada) es más que probable que las mujeres realicen el mismo camino dos veces en un mismo día, ampliando el tiempo gastado en ello (¡en algunas zonas puede suponer hasta 8 horas diarias!).

Además, siempre pueden surgir imprevistos. Es bastante probable que en la fuente haya colas. O que las vasijas de barro o los bidones de plástico que emplean para transportar el agua se rompan durante el trayecto. Las mujeres también pueden ser víctimas de ataques de animales (muchas veces realizan el viaje cuando el sol todavía no ha salido para evitar el calor) o de múltiples accidentes (algo tan simple como torcerse un pie).

Las mujeres de la región de Guéra (Chad) emplean una media de 5 horas diarias a ir a buscar agua. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Las mujeres de la región de Guéra (Chad) emplean una media de 5 horas diarias a ir a buscar agua. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Ante esta situación, ONG como Oxfam Intermón trabajan en países como Chad o Etiopía para conseguir que las mujeres tengan un pozo de agua limpia cerca de casa. Con eso, las 5 o 8 horas diarias se convierten en 10 minutos. Sin duda, eso supone un gran (enorme) alivio. Me atrevería a decir que para muchas conlleva un cambio radical en sus vidas. Aunque, lamentablemente, ese tiempo que ahora les pertenece no siempre lo pueden dedicar a lo que les gustaría. En la mayoría de los casos las horas ganadas se destinan a trabajar más en casa o fuera de ella, realizando tareas informales para conseguir ingresos extra, trabajando en el campo u ocupándose aún más de niños, ancianos o personas enfermas.

Solo en contadas ocasiones, las mujeres emplean esos minutos que antes no tenían a cuidarse a sí mismas: a formarse para mejorar sus habilidades, a divertirse o simplemente a descansar. Y es una lástima porque cuando dejan de ir a buscar agua lejos de casa pierden un espacio de relación y de intercambio con otras mujeres que ya no vuelven a recuperar.

Todo ello me hace pensar que es más común de lo que parece que las mujeres nos olvidemos de nuestras propias necesidades. En nuestro rol de cuidadoras, atender a los demás puede pasar a menudo por delante de atendernos a nosotras mismas. Y sería bueno que empezáramos a defender este tiempo propio.

Laura Hurtado es periodista y participa en el proyecto Avanzadoras de Oxfam Intermón que trabaja con mujeres de África y América Latina que luchan por sus derechos.

Gaza: nacer entre bombas

Por Lara Contrerasperfil-lara-contreras

Abber Al Madhoun es una mujer que ha dado a luz a un niño sano en Hospital Al Awda, apoyado por Oxfam, el único centro de Gaza con una unidad especializada en cuidado de recién nacidos y que a pesar de las crecientes bajas, sigue siendo capaz de asistir a mujeres embarazadas.

Imagino, escuchando sus declaraciones, como se sentiría. ‘Estaba muy asustada por ser un blanco de ataque mientras venía hacia el hospital’. Pienso en la incertidumbre que vivió, en el temor que sintió en un momento que cambia la vida de una mujer y que es determinante para el niño. No es justo nacer entre bombas, no es justo ver por primera vez la carita de tu hijo mientras estás aterrorizada. Sus palabras: Durante el parto escuché bombas cayendo a mi alrededor. Tenía miedo de que mi bebé estuviera herido’.

Esta semana, Abeer Al Madhoun dio a luz a un niño sano en el Hospital Al Awda, el único hospital de Gaza con una unidad especializada en cuidado de recién nacidos que cuenta con el apoyo de Oxfam. (c) Mohammed Al Baba / Oxfam

Esta semana, Abeer Al Madhoun dio a luz a un niño sano en el Hospital Al Awda, el único hospital de Gaza con una unidad especializada en cuidado de recién nacidos que cuenta con el apoyo de Oxfam. (c) Mohammed Al Baba / Oxfam

Yo pasé gran parte del embarazo de mi primer hijo trabajando en el Territorio Ocupado Palestino. Mi hijo tiene ahora 6 años y cuando él estaba dentro de mí, yo cruzaba controles entre Israel y el Territorio Ocupado cada día. Tenía que pasar por los registros e interrogatorios de los soldados israelíes para poder entrar. Una vez allí, todos, sobre todo las mujeres, tenían palabras de cariño y alegría por mi embarazo. Podía compartir mi experiencia con mujeres palestinas que como yo estaban embarazadas. Recuerdo la tristeza que me producía tener que dejar a estas mujeres, que compartían conmigo las emociones de la espera de un hijo, en la incertidumbre de vivir bajo ocupación.

Al final del día yo volvía a mi casa, en Jerusalén Este, y podía ir a un buen hospital. De hecho, mi hijo nació en la seguridad y confort de un hospital español. Me pongo en lugar de Abber y puedo visualizar perfectamente su ansiedad, su miedo y su tristeza. Es horrible que tu hijo venga al mundo bajo las bombas y rodeado de heridos y muertos. ¿Lo podéis imaginar? Aquí lo que nos preocupa es que nuestro hijo tenga todo el ajuar y, por supuesto, nazca sano. A Abber le preocupa que no le alcance una bomba.

La cifra de muertos en Gaza ya ha superado las mil personas, de ellas 226 son niños. Un niño muere cada hora y casi 200.000 niños necesitan apoyo psicosocial por el trauma que viven. Esto es terrible, pero no menos terrible es el futuro que le espera al hijo de Abber. Mientras mi hijo vive seguro, está sano y feliz y va a un buen colegio, el niño de Abber no tiene futuro. Aunque las bombas paren, él ha nacido atrapado en Gaza, que sufre el bloqueo israelí desde hace 7 años. Para Abber, lo más terrible no es sólo el momento del nacimiento, sino pensar en el futuro que tendrá su hijo. No podrá salir de Gaza, no podrá ir al colegio que quiera, vivirá siempre asustado por las bombas, no tendrá trabajo ni suficiente comida. Traer niños a un mundo sin futuro es lo más triste que una madre puede vivir. ¿Cómo es posible venir al mundo sin esperanza?

Pero la vida de Abber y su hijo pueden cambiar, está en manos de Gobiernos como el español y en general de toda la comunidad internacional. Yo, como madre y como parte de Oxfam pido a las partes en conflicto y a la comunidad internacional, incluyendo al Gobierno español, un alto el fuego inmediato y el fin del bloqueo de Gaza. Me gustaría que Abber pudiera, como yo, darle el mejor futuro a su hijo, que tuviera la certeza de que sus derechos básicos están asegurados.

 

Lara Contreras es responsable de incidencia política en acción humanitaria de Oxfam Intermón