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Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras

Por Damaris Ruiz

Soy nicaragüense, con casi 40 años y al menos en esta etapa de mi vida me acompaña y acompaño a una niña. Una niña que quiero ver crecer en un mundo donde las mujeres tengamos derechos sin tener que pelearlos diariamente, donde podamos caminar o hablar sin temor, donde hagamos y no pidamos permiso, donde asumamos que lo correcto lo definen nuestros valores. Además, es muy importante decir que tengo varios trabajos, pero solamente uno de ellos se corresponde con aquellos en los que solemos pensar cuando mencionamos la palabra trabajo.

Manifestación del Paro de Mujeres 2017 #NosotrasParamos en Nicaragua. Imagen de Milagros Guadalupe.

Salgo con cierta frecuencia fuera de mi país y muy a menudo otras mujeres me preguntan: ¿cómo lo haces? ¿cómo quedó tu niña? Pensándolo bien, creo que los dedos de una mano me bastarían para contar cuántos hombres me hacen la misma pregunta. Son múltiples las alternativas que vamos construyendo las mujeres para poder estar donde queremos estar, la tenacidad y el diálogo con otras nos van dando las fuerzas necesarias. Y sí a veces me pregunto ¿lo estoy haciendo bien? Pero también me toca escuchar de manera recurrente ¿y no has considerado un trabajo donde tengas que viajar menos y estar más en casa?

Cuando digo que nuestros trabajos son múltiples es porque si me pongo a sacar cuentas, por un lado uno de mis trabajos me demanda entre 8 y 10 horas diarias, pero por otro lado, mientras hago este trabajo estoy pensando y conectada con la escuela, la alimentación, los pagos y en su caso, las medicinas. Por supuesto antes de salir de casa, toca hacer todo lo que ya sabemos y al regresar también. A todo esto debemos sumar el tiempo para la interacción con las personas que cuidamos, su educación y la afectividad, que es algo tan fundamental para la vida de cualquier ser humano. Todos estos son trabajos y sentimos que a veces los tiempos no dan y eso que en mi caso, el papá de mi hija asume una buena parte de lo que corresponde.

La dicotomía entre presencia y ausencia física en mi caso particular, y que estoy segura les ocurre a muchas mujeres,  la resuelvo o al menos encuentro alternativas en la solidaridad que vamos tejiendo entre las propias mujeres. Nuestras madres, hermanas y amigas, terminan siendo parte de las redes de cuidados que construimos alrededor de aquellas personas que más importan en nuestras vidas.

¿Y los hombres? ¿Y las empresas y los Estados? Sin pretender generalizar, al menos en mis entornos más cercanos algo se está moviendo. El ejercicio de la masculinidad centrada en el padre-salvador-proveedor de ciertos hombres esté cambiando, aunque aún es insuficiente. Los trabajos que sostienen la vida y que sostienen las economías no deben seguir siendo única responsabilidad de las mujeres y los hombres no pueden seguir sintiéndose como actores secundarios o que “ayudan” a las mujeres.

Por supuesto, aunque es fundamental, no es suficiente con que los hombres participen de manera plena en la corresponsabilidad de estos trabajos. Las empresas se benefician con un sistema de cuidados que exonera a los hombres de sus responsabilidades familiares: esto garantiza que una parte importante de sus tiempos sean exclusivos para el mercado. Para revertirlo, las empresas deben pagar los impuestos necesarios y asegurar condiciones para que hombres y mujeres puedan participar en igualdad de condiciones en los mercados remunerados. Los Estados que se ahorran presupuesto al dejar en manos de las mujeres y familias todas las responsabilidades de cuidados deben invertir en políticas de protección social de calidad, en la región de América Latina y el Caribe tiene deudas enormes.

Una de las consignas feministas más fuerte del Paro Internacional de Mujeres fue “Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”, da para mucha reflexión y un mensaje directo para el sistema actual es un ¡Basta! Exigimos que todo sea pensado con nosotras. Es profundamente desigual que seamos siendo las mujeres las principales responsables de los trabajos de cuidados.  #NosotrasParamos #DigamosBasta

Damaris Ruiz es Coordinadora Regional de Derechos de las Mujeres para Oxfam en América Latina y el Caribe 

Dar o no dar (la talla)

Por Nuria Coronado

Sin centímetros o arrugas. Así esculpe la sociedad occidental la imagen de la que ha de ser la mujer actual. Como si el universo femenino se redujera a un mero maniquí la proporción 90-60-90 y la juventud mandan. Tanto es así que tal y como indica el informe “Los estereotipos de género en la publicidad” elaborado por el Consejo Audiovisual de Andalucía (CAA): el 85% de las mujeres que salen en los anuncios son jóvenes. No hay ni rastro de profesionales cualificadas o de mujeres maduras. Y cuando aparece una persona en este rango de edad, la cantidad de varones dobla a la de mujeres.

Lo de menos es la talla.

Lo de menos es la talla. Imagen de Dreamstime.org

Y así pasa que de tanto que nos ponen medidas, nos hacen olvidarnos de la verdadera belleza. La que todas y cada una de nosotras llevamos grabada en el adn y no entiende de tallas ni está en un rostro perfecto.

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Empresa inteligente busca mujeres directivas

Por María Solanas Cardín María Solanas

Creación colaborativa, innovación, liderazgos colectivos, diálogo, cooperación. Son algunos de los valores que requieren las nuevas organizaciones empresariales en la Sociedad Red. Y también algunas de las fortalezas que describen los perfiles directivos femeninos.

Según numerosos estudios, las empresas dirigidas por mujeres, y aquellas en las que hay una presencia de mujeres en los puestos de responsabilidad, obtienen mejores resultados económicos, en términos de rentabilidad y competitividad.

Homenaje de Eneko a la mujer trabajadora

Homenaje de Eneko a la mujer trabajadora

Y sin embargo, son muy pocas las mujeres que llegan a la dirección empresarial. En España, alrededor del 70% de las empresas españolas no tiene ninguna mujer en puestos directivos. De acuerdo con los últimos datos ofrecidos por el Instituto de la Mujer, la presencia de mujeres en los órganos de dirección de las empresas del Ibex35 es apenas de un 7,24%, y la cifra es similar en los consejos de administración, con un 7,17%. Muy lejos del objetivo establecido por la Ley de Igualdad del 2007 de llegar, en 2015, al 40% en las empresas de más de 250 trabajadores. La crisis ha agravado aún más la situación, provocando un desplome del número de mujeres directivas con respecto a 2008 (de un 20% al actual 10%). A esta brecha de presencia, hay que sumar la vergonzante brecha salarial, que en los puestos directivos puede rondar el 20%, y llegar al 30% en los puestos de máxima responsabilidad.

A pesar de que cantidad no es sinónimo de calidad, la total disponibilidad horaria y presencial -largamente impuesta como estilo directivo, y difícilmente compatible con una vida personal y/o familiar- ha sido extraordinariamente disuasoria. Asumir mayores responsabilidades suele poner a las mujeres ante una elección: renuncias en la vida personal y/o familiar; o mayor esfuerzo personal y profesional, sumando una desventaja más respecto a nuestros colegas masculinos, que generalmente no se encuentran ante esa tesitura. Menos presencia, menor salario, y, casi siempre, más esfuerzo.
Algunas medidas han contribuido a avanzar en la presencia de las mujeres en los puestos directivos. Las cuotas han mostrado su eficacia, y siguen siendo imprescindibles. Las redes (que con tanta eficacia gestionan los hombres) son otro mecanismo efectivo, que contribuye a crear vínculos, complicidades, y visibilidad. Este blog es un buen ejemplo, además de un fantástico altavoz de las narrativas de las mujeres. Pero, sin duda, la clave es la conciliación. No entendida como un asunto de mujeres, sino como aspiración de una sociedad consciente y avanzada. El gran salto se dará cuando hombres y mujeres quieran y reclamen compatibilizar su vida profesional y personal.

Las empresas más inteligentes y abiertas a la innovación practican la conciliación. Son conscientes de que necesitan nuestro talento cooperativo, nuestra habilidad transformadora, nuestra manera de resolver conflictos, nuestra capacidad de generar consensos, de gestionar con un enfoque alejado de la arrogancia, involucrando activamente a los equipos, e inspirando así la creatividad, el entusiasmo y el compromiso. Sin innovación las empresas no podrán sobrevivir, y mucho menos crecer. ¿Aprovecharán las empresas la oportunidad de contar con liderazgos femeninos? Apuesto a que las empresas inteligentes serán capaces de identificar el liderazgo inspirador de las mujeres. ¿Habrá llegado nuestro momento?

 

María Solanas es experta en public affairs y relaciones internacionales. Entusiasta del diálogo hasta la extenuación, y convencida del poder transformador de la política. Privilegiada en los afectos,  feliz madre de una hija feliz.