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¿Tribunales sin hombres?

Por Marisa Kohan Marisa Kohan

Imaginemos por un momento que no hubiera ningún hombre representado en los órganos de decisión judiciales. Me refiero a que ninguno o casi ninguno de los jueces que los forman sean del sexo masculino. Que todos los miembros de la Corte Interamericana de Derechos Humanos fueran mujeres. Imaginemos que la Corte Internacional de Justicia estuviera formada por juezas y que se hubiera vetado el acceso a sus colegas del sexo opuesto.

Composición actual de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Imagen oficial de la CIDH.

Composición actual de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Imagen oficial de la CIDH.

¿Por qué? Creo escuchar decirle mientras lee estas líneas. ¿Por qué? es lo que me pregunto yo mientras las escribo. ¿Es que las mujeres quieren dejar afuera a los hombres? ¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Qué medidas deberíamos adoptar para subsanar esta injusticia?.

Los seres humanos tenemos una gran capacidad de imaginación, pero muchas veces la realidad equipara o supera nuestras ficciones. La realidad es que hoy y siempre los máximos órganos de decisión (judiciales o no) han estado sobre-representados por hombres. O lo que es lo mismo: sub-representado de mujeres. Sin embargo, raramente surge la pregunta de ¿por qué? O ¿qué tenemos que hacer para remediarlo?

Esto es precisamente lo que hace la campaña Gqual (igualdad de género), que se lanzó el jueves pasado en Nueva York y que busca promover una mayor paridad en los tribunales de justicia y en los órganos de decisión internacionales. Los datos recopilados por estas organizaciones (unas 12 que promueven la campaña, entre las que está Women´s Link Worldwide), son demoledores.

Sólo cuatro de los 106 jueces que ha tenido la Corte Internacional de Justica desde que se fundó en 1945 han sido mujeres. De los 15 jueces que la forman hoy en día, sólo 3 son juezas. Más sangrante es la situación de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la  que todos sus miembros (7) son hombres, situación que cambiará ligeramente en 2016 cuando se una a ella una única mujer. Desde que comenzó a andar en 1979 sólo cuatro de sus 35 miembros han sido mujeres.

El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia tiene 17 jueces permanentes y sólo dos son mujeres; en el Tribunal Penal de Ruanda, responsable de juzgar el genocidio en aquel país del que muchas mujeres fueron víctimas por las violaciones masivas, sólo dos de sus 10 miembros son juezas.

La campaña #Gqual desvela que hasta septiembre de 2015, sólo 17% de todas las posiciones dentro de los principales tribunales internacionales estaban ocupadas por mujeres y en los tribunales regionales de derechos humanos sólo 25%. Naciones Unidas no se escapa de esta cuenta negativa. De las 52 Relatorías Especiales de la ONU, 19 nunca han sido ocupadas por una mujer.

Decenas de representantes de Estado, miembros de la sociedad civil, activistas, periodistas y juristas internacionales estuvieron presentes en su lanzamiento y se han sumado a esta campaña que pide a los Estados que cuando nominen y voten a sus miembros lo hagan con el objetivo de promover la igualdad de género y que trabajará con todos los actores necesarios para desarrollar mecanismos, directrices y normas para promover una representación más paritaria.

Cientos de personas se han unido a este llamado firmando la declaración de la campaña. Porque no sería justo que existan tribunales sin hombres y por lo tanto, tampoco lo es que sigan como hasta ahora.

Marisa Kohan es Directora de Comunicación de Women´s Link Worldwide.

¿75 años más de brecha salarial?

Por Marisa Kohan Marisa Kohan

Cuando mis hijos lleguen a la edad de jubilación (los más pequeños no han cumplido aún los cuatro años) las mujeres seguirán cobrando sueldos inferiores a sus colegas varones por desempeñar el mismo trabajo. Y no estamos hablando sólo de España, porque es una tendencia generalizada en prácticamente todos los países del mundo. Según destaca Oxfam Intermón en un informe, la brecha salarial entre hombres y mujeres tardará, al menos, 75 años en desaparecer. Este dato coincide con la estimación de la Unión Europea, que recientemente valoró en unas siete décadas el final de esta discriminación salarial.

Imagen de una escuela en India. (C) Oxfam Intermón

Imagen de una escuela en India. (C) Oxfam Intermón

Así que, aparentemente, hay consenso en dos cosas: que la discriminación salarial entre hombres y mujeres se está reduciendo y que el ritmo de los avances es tan extremadamente lento que tardaremos aún unas generaciones en conseguirlo, de continuar la tendencia actual.
¿Pero cómo se justifica que a igual trabajo unos cobren más y otros menos en función de su sexo?

Le pregunté a mi hijo mayor (11 años) que si él tuviera una empresa y contratara personal, si pagaría menos a las mujeres por algún motivo. Me miró con la misma cara que si yo me hubiera convertido en un extraterrestre con antenas verdes y me contestó: ‘¿Por qué iba yo a hacer eso? Claro que no’. Entonces le pregunté: ¿qué crees que se puede hacer para solucionar esto? ‘Creo que los presidentes tienen que echarle ganas y hacer leyes que controlen a las empresas. También habría que echar a los jefes o dueños que hagan eso. En clase hablamos de estos temas y yo no entiendo porqué alguien puede pagar menos a una mujer que a un hombre’.

Creo que en esa respuesta están todas las claves. En su informe, Oxfam reclama al G20, es decir, a los presidentes y líderes políticos que tomen cartas en el asunto de la discriminación contra las mujeres, tal como prometieron en su reunión de México en 2012. Sin embargo, la agenda de la próxima reunión que tendrá lugar en Australia a finales de años, apenas recoge compromisos sobre este tema. Los líderes parecen tener poca memoria y olvidan de una a otra reunión los temas que habían considerado prioritarios.

Sin embargo, el punto que me parece más importante de su respuesta es el que habla de la escuela. Una educación en valores y sin discriminaciones ni clichés, creará hombres y mujeres que consideren la discriminación como algo anacrónico o venido de otro planeta. Y es ahí donde está la clave. Si mis hijos (todos varones) son educados en un entorno y en una escuela con fuertes valores en ciudadanía, integración e igualdad, ellos mismos serán motor de cambio y no sería preciso esperar otros 75 años para ver desaparecer la discriminación contra las mujeres. Porque la discriminación salarial es tan sólo la puntita de un gigantesco iceberg que abarca la práctica totalidad de los ámbitos de la vida de la mujer desde que nace: derechos sociales, civiles, reproductivos, económicos…

Educación, educación, educación. No hay mejor respuesta contra la discriminación hacia las mujeres. Y cambiar el modelo de liderazgo mundial antes de que pasen 75 años.

Marisa Kohan es periodista, madre y trabaja en Oxfam Intermón.