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Agua vital para la crisis del Cuerno de África

Por María Sánchez-Contador Escudero

En marzo, con motivo del Día Mundial del Agua, tuve la oportunidad de viajar a Somalilandia, para conocer la situación del país y cómo la población afronta la extrema sequía que padecen. En esos días miraban al cielo con cierta esperanza, estaba a punto de empezar la temporada de lluvias, pero todo indicaba que se aferraban a esa esperanza que nunca se pierde. Conscientes, continuaban preparándose para prevenir un desastre mayor.

En Garadag, participamos en un taller de reducción de riesgos: 17 hombres y 12 mujeres, representando diferentes sectores (autoridades del Gobierno, comerciantes, pastoralistas y agricultores, personas desplazadas y ONG) discutían sobre los desafíos a los que se enfrentan y cómo llegar a compromisos para actuar, de manera conjunta y coordinada, ante las alertas de sequía y evitar así desastres mayores. Reseñable una representación casi paritaria, con verdadera participación de las mujeres y recogiendo sus necesidades específicas como recomienda el primer informe sobre gap de género en Somalilandia.  

© Pablo Tosco/ Intermón Oxfam

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Un día señalado para rendir homenaje a la vida

Por María Sánchez-Contador             Maria Sanchez-Contador

Hoy se celebra el Día Mundial de la Ayuda Humanitaria. Un día como hoy, 19 de agosto, de 2003, 22 trabajadores humanitarios fueron asesinados en un atentado en la sede de la ONU en Bagdad. Años más tarde, en 2008 se decidió designar este día para que el público tome mayor conciencia de las actividades de ayuda humanitaria en todo el mundo.

Quiero aportar mi granito de arena recordando a compañeros de Sudán del Sur. Recientemente viajé allí para conocer de primera mano los proyectos que Oxfam está realizando gracias al apoyo de la Comisión Europea. El país está devastado por la guerra, la violencia, el hambre. Debo reconocer que tenía cierto temor; es distinto leerlo o  escucharlo que verlo con tus propios ojos. Y lo que vi renovó la convicción de lo necesaria que es la ayuda humanitaria y la admiración por los compañeros por su abnegada dedicación.

Me gustó compartir una semana con el equipo de prevención, preparación y respuesta a emergencias en la provincia de Tonj East. Me encantó que todo el equipo fuera local, sur sudanés, y que fuera realmente un equipo mixto.  Conocí así a Mariana, Juan Joyce y Kiden, mujeres comprometidas y entusiastas que viven con pasión su trabajo.

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Juan Joyce se siente orgullosa del trabajo que realizan como equipo, sobre todo cuando ve resultados palpables en las comunidades que aplican las formaciones. (C) Gabriel Pecot / Oxfam Intermón

La provincia de Tonj East es fronteriza con  el Estado de Unity, donde el conflicto armado se recrudeció en el pasado abril. La guerra entre el Gobierno y la oposición, la escasez de alimentos y la crisis económica en la que está sumergido Sudán del Sur han provocado un incremento de la violencia y el vandalismo. Los ataques se sucede: arrasan pueblos, roban ganado y las pocas pertenencias de sus habitantes, queman las casas y en la lucha se llevan vidas por delante. Los supervivientes solo tienen una cosa: miedo. Esta zona además está muy castigada por la naturaleza y llevan dos años padeciendo sequías e inundaciones consecutivas, lo que agrava la situación de inseguridad alimentaria.

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Descargando kits de higiene del coche: cubos, jarras y jabón para transportar el agua en buenas condiciones y usarlo como lavamanos. (C) Gabriel Pecot / Oxfam Intermón

Gracias al apoyo de la Comisión Europea, desde  Oxfam estamos impulsando el trabajo de  Emergencia, Preparación y Respuesta.  Un equipo de respuesta rápida es capaz de ir directamente a las zonas más afectadas, por lo general muy remotas, y asistir inmediatamente con agua limpia o comida, antes de que el resto de la comunidad humanitaria pueda responder. Durante un periodo corto, de 3 a 5 meses, se cubren las necesidades más básicas y se trabaja junto a la población para que pueda afrontar la crisis. En esta ocasión, el equipo tiene la misión de reparar pozos e instalaciones de agua en la provincia -casi todos inutilizados-, antes de que las lluvias los hagan inaccesibles y facilitar a la población el acceso a agua limpia y la promoción de higiene que mejore sus condiciones de vida e impida contraer enfermedades.

Pregunto a las compañeras que es lo que más les gusta de su trabajo: “Me gusta lo que hago porque ayudo a la gente a que consigan agua ¡agua limpia! Aquí en Sudán del Sur la gente no tiene acceso a agua y aquí en Tonj East la situación es muy mala. Me hace sentir bien; puedo ayudar a la gente y me hace sentir feliz”, me dice Mariana, ingeniera técnica de higiene pública. A sus 31 años ha tenido que superar muchas barreras para lograr estudiar, en el contexto de guerra que vivía el país, con mayores retos al ser mujer, y ahora, al vivir alejada de su familia para trabajar en lo que cree.

Juan Joyce, también de 31 años, hace 5 meses que trabaja como oficial de promoción de higiene pública en el mismo equipo.  “Lo que más me gusta del trabajo es cuando hago talleres de higiene en las comunidades, cuando les animas y formas en higiene personal, tratamiento de los alimentos, el agua y el entorno. Cuando ves que la gente aplica las formaciones, cambia sus hábitos. Ves que el entorno está cambiando. ¡Es muy gratificante!

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Juan Joyce revisando la lista de niñas a las que distribuirán las compresas. Algo tan básico para nosotras puede significar la diferencia de su futuro. Desde hace relativamente poco tiempo, se han introducido en el kit de higiene a distribuir. Muchas niñas abandonan la escuela durante el periodo y esta es una forma de fomentar la permanencia. (C) Gabriel Pecot / Oxfam Intermón

“Me gusta salvar a gente vulnerable. Aquí en Sudán del Sur la gente está sufriendo mucho, especialmente las mujeres, los niños y las personas mayores. Realmente necesitan asistencia. Me siento bien por poder ayudarles. Me gusta trabajar con las comunidades. En cuanto veo que las comunidades están sufriendo, veo a mi madre, a mi padre, a mi hermana sufriendo y me alegra poder hacer algo para aliviarlo. Gracias a los donantes y a la organización, que me permite trabajar aquí” añade Kiden.

Todas transmiten la satisfacción de poder ayudar y sobre todo ver los resultados palpables sin dar mayor importancia a sus vidas sacrificadas compartiendo las penurias de la población: sin acceso al agua corriente, bebiendo el mismo agua que se trata -innegable que es la mejor prueba de trabajo bien hecho-, las letrinas,.. vidas limitadas por los toques de queda y la atención permanente ante un posible conflicto.

La situación es complicada y los retos enormes. Aún así sacan las fuerza para empezar y empezar una y otra vez ante tales desafíos, adecuándose al contexto específico de cada comunidad, y además, hacerlo todo con alegría. Ante todo, mi reconocimiento a la superación de la frustración, del que apenas hablan. En estos días que he compartido con el equipo en el terreno es de los aspectos que más me ha admirado.

Notas:

  • Sudán del sur es el estado más frágil del mundo. El conflicto y el desplazamiento de la población impide que puedan cultivar, hecho que sumado a las sequías e inundaciones recurrentes, ha provocado una alarmante situación alimentaria y económica. Muchas personas no pueden comer cada día y se están viendo obligadas a vender lo poco que tienen para conseguir alimentos. El país ha entrado en una espiral de caída libre, con un constante aumento del coste de la vida.
  • Más de dos millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares a causa del conflicto y más de 4 millones pasan hambre.
  • Desde Oxfam hemos liderado, con la colaboración de la Unión Europea, la provisión de agua y saneamiento en el asentamiento de Minkaman, así como en los centros de Protección de civiles de Naciones Unidas en Bor y Juba, entre otros. Realizamos también distribución de alimentos, promoción de higiene, cobijo y protección. Desde que se inició el conflicto, hemos conseguido ayudar a más de 690.000 personas con acción humanitaria.
  • El viaje forma parte del proyecto EUsaveLIVES-Tu salvas vidas, impulsado por Oxfam y la Unión Europea para visibilizar la situación de la población refugiada y desplazada en el mundo

 

María Sánchez-Contador, publicista y RRPP, trabaja en el departamento de Comunicación de Oxfam Intermón, con el convencimiento que a partir de la comunicación es posible cambiar vidas que cambian otras vidas. Un efecto multiplicador parar conseguir vivir en el mundo justo que deseamos

Estamos acabadas

Por María Sánchez-Contador Maria Sanchez-Contador

‘Estoy acabada’. Así de rotunda fue la declaración de Maria Ayok, en el campo de desplazados de Baryar, cerca de Wau, en Sudán del Sur. Tuve la oportunidad de compartir una calurosa tarde con ella en el campo. Maria no sabe exactamente la edad que tiene. No es que la quiera esconder por capricho o por ser presumida. La mayoría de mujeres aquí no saben su propia edad. Cuando les preguntas por su edad, todo el grupo alrededor comienza a conversar y discutir hasta llegar a algún cálculo que satisface a la mayoría y entonces alguien contesta con contundencia: ‘37, tiene 37 años’.

Maria Ayoc con un hatillo de paja que quiere llevar para venderlo a la ciudad de Wau, a 10 kilómetros. Imagen: Gabriel Pecot.

Esa frase, ‘Estoy acabada’, retumbó en mi cabeza y me resuena con frecuencia. Sólo tiene 37 años. Maria, mi tocaya y 10 años más joven que yo, es viuda y tuvo siete hijos de los que sólo sobreviven tres. Ella vivía en Abye, una provincia fronteriza entre Sudán y Sudán del Sur. Las milicias atacaron su pueblo por la noche mientras dormían, mataron a su marido, a niños y a animales, robaron todas las pertenencias y destrozaron la población. Desde entonces su vida dio un vuelco total. Ella huyó arrastrando su hija menor, impedida, enferma de polio. Andando de un lugar a otro, más de 200 kilómetros hasta llegar a Wau, donde pudo instalarse en 2011 en el campo de desplazados.

Es una mujer enérgica y comunicativa que lideró al grupo en una conversación animada, y de golpe, se rompió al relatarnos su vida y la situación en la que viven ella, su familia y todas las personas que han huido como ella. Se le arremolinaron los recuerdos y los pensamientos. En un momento de desesperación lo concluye claramente: ‘Mi tiempo ya ha pasado. Nací en guerra, crecí en guerra, moriré en guerra’.

Al atardecer, Maria Ayok cocina algo de sorgo y hojas silvestres que recoge por los alrededores. Imagen: Gabriel Pecot.

Al atardecer, Maria Ayok cocina algo de sorgo y hojas silvestres que recoge por los alrededores. Imagen: Gabriel Pecot.

La contundencia me cortó la respiración. La desesperación y la angustia por no poder dar un futuro a sus hijos, una educación, o ni siquiera tanto: simplemente darles de comer. Maria recuerda el tiempo en el que vivía en Abye, con sus hijos y su marido. En esa época tenían pollos, cabras, vacas, un campo que cultivar, y el marido iba a pescar y traía la leche para los niños. Aquí no tiene nada de eso, ni tiempo para descansar. Ahora para comer depende del reparto mensual del Programa Mundial de Alimentos, cuyas raciones cada vez son menores. Actualmente la ración es de 50 kilos de sorgo, 3 kilos de lentejas y 1  litro de aceite para 4 personas. Lo complementa con frutos y hojas silvestres y, cuando puede, compra algo de azúcar, sal y té en el mercado.

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Maria Ayok, en el campo de desplazados de Baryar, donde vive desde 2011. Imagen de Gabriel Pecot

No tenemos tiempo para nada‘ es una frase que se nos hace cotidiana, pero el quehacer concreto de esta mujer es bien diferente: ‘Desde la mañana hasta la noche estoy ocupada: ir a por agua, hacer las tareas de la casa, ir al bosque a cortar hierbas, cañas, ramas, traerlas aquí, llevarlas al mercado, por la tarde ir a buscar más agua, cuidar de los niños, cocinar…’· La única manera de ganarse la vida es ir a cortar cañas, que luego secan para hacer los tejados de las casas, o ramas para hacer fuego y poder cocinar. Cargan el hatillo sobre su cabeza para venderlo en el mercado, a unos 10 km. y poder sacarse así algo de dinero. Esto es todo lo que tienen.

Maria vive así, en el campo de desplazados, desde hace 4 años. Cada día luchando por sobrevivir un día más. En el campo están seguros, no hay incidentes, pero la vida se hace muy difícil, muy dura, y ella echa de menos a sus antiguos vecinos, parientes y amigos. Quizás  vuelva algún día, pero por el momento el conflicto continúa y no se atreve. Se siente parte de un rebaño sin saber muy bien qué pasa. Le cuesta tener esperanza y es incrédula sobre la paz. Sólo aspira que algún día llegue y que sus hijos no tengan que pasar lo mismo que ella.

Pide ayuda a la comunidad internacional, que puedan dar un futuro a los niños, una educación que les permita una vida mejor, que no tengan que sufrir de hambre. ‘Estábamos en un mundo difícil, y todavía estamos en él’. María es mujer de palabras claras. Se te hace un nudo en la garganta al querer darle ánimos y devolverle la esperanza. La única promesa que le puedo hacer es que contaré su historia, transmitiré su sufrimiento y sus deseos. Y aquí estoy cumpliendo mi palabra. Desde aquí podemos reclamar que realmente haya un esfuerzo internacional para llegar a acuerdos de paz en Sudán del Sur. Sólo así ella podrá volver a empezar.

Sudán del Sur consiguió la independencia el 9 de julio de 2011, tras décadas de guerra con Sudán. Dos años más tarde, en diciembre de 2013, estalló el conflicto interno. La mayoría de la población ha vivido en condiciones de guerra casi toda su vida. Actualmente, más de dos millones viven desplazadas o refugiadas en países vecinos y casi 8 millones sufren hambre. Sudán del Sur es el país más joven y más frágil del mundo. Oxfam, gracias al apoyo de la Comisión Europea, ha realizado instalaciones de agua, letrinas y organizado sesiones de sensibilización en higiene en el campo de desplazados de Baryar. Sin agua, no hay vida.

María Sánchez-Contador, publicista y RRPP, trabaja en el departamento de Comunicación de Oxfam Intermón, con el convencimiento que a partir de la comunicación es posible cambiar vidas que cambian otras vidas. Un efecto multiplicador parar conseguir vivir en el mundo justo que deseamos.