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La discriminación debe de ser esto

María Pazos Por María Pazos Morán 

El otro día estuve en la proyección de cortos organizada por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA). Quedé muy agradablemente sorprendida por la alta calidad y por los interesantísimos contenidos. Quedé también algo deprimida por el hecho de que la sala no estuviera a rebosar. En el coloquio, todas las directoras corroboraban las dificultades con las que se encuentran cada día, sobre todo para realizar largometrajes que sí exigen presupuestos elevados.

mujeres cine

Mujeres en cine. Imagen de TrasTando

Una de ellas contaba su experiencia y sus reflexiones. Un productor le dijo que era una chica guapa y simpática, y entonces ella se preguntó si eso le daría más o menos posibilidades de conseguir realizar su proyecto que a un hombre feo. Después, otro le dijo que su proyecto era muy interesante, pero que mejor fuera a Atresmedia, porque allí había muchas mujeres que la iban a comprender mejor. Entonces ella se dijo: ‘la discriminación debe de ser esto… hasta ahora no la había experimentado’.

Me enterneció este relato de toma de conciencia. ¿Cómo van a comprender los hombres, cómo les va a doler lo mismo, si nunca se ven en esas situaciones que hacen despertar a las mujeres? Porque, compañera, no es que no hubieses experimentado la discriminación antes; es que aún resultaba invisible para ti.

A la salida fui con unas amigas a tomar algo y una de ellas nos contó sobre las actividades de un centro municipal para la igualdad de género: yoga, seminarios sobre el deseo, sobre otras formas de amor….  Yo dije que a otros niveles ocurre lo mismo, y que no comprendo que no se de prioridad a los problemas acuciantes ni se dediquen los esfuerzos de las unidades de igualdad a potenciar medidas efectivas para acabar con las discriminaciones.

En realidad, expliqué, sí lo comprendo; lo que pasa es que a esas unidades, institutos, centros… «de la igualdad», se les dan cuatro perras para que hagan lo que puedan, siempre con la condición de que no den la lata, o sea que dejen al estatus-quo tranquilo.

Por ejemplo, respecto al tema que teníamos reciente, ¿cuáles son las medidas para que las cineastas puedan progresar sin encontrarse con estos escollos insalvables? ¿Qué revisión de la política de subvenciones? ¿Se han planteado comisiones de evaluación paritarias, por ejemplo? ¿Se revisará el problema de que para conseguir un 25% de subvención tienes que tener el otro 75% ya conseguido?  No creo; lo más que he oído ha sido que iban a poner ‘discriminación positiva‘, o sea que a igualdad de calidad iban a dejar pasar caballerosamente a la mujer solo por ser mujer.

No hace falta aclarar que esa medida introducida en la Ley del Cine es una trampa. Varios años más tarde seguimos en la misma situación. O peor, porque ahora se dirá que, a pesar del favoritismo hacia las películas de mujeres, es imposible avanzar. Y es que esta medida les hace quedar muy bien pero no tiene ningún efecto, porque siempre pueden alegar que exactamente igual, lo que se dice exactamente igual, no eran los dos proyectos presentados. Por supuesto, lo han adivinado: el proyecto del feo era  mejor.

Mi amiga me dijo que estaba dolida por lo que yo había dicho. Luego que era broma y que yo no tengo sentido del humor. Me quedé pensando… mira que a mí me encanta reírme pero, ¿debería tomarme estas cosas a broma? No es la primera vez que me siento así. Hace 30 años mis amigos me llamaban ‘Marujita Malos Tratos’ debido a mi preocupación por la violencia de género. Ahora ya no pasa eso, por supuesto. Ahora el diagnóstico lo asume hasta el gobierno. Pero el problema está cuando se señalan estos mecanismos que consisten en ‘hacer como que se hace’.

Por favor, que nadie se sienta aludida. No se trata de juzgar a las personas sino de comprender. Comprender para actuar. ¿Me he puesto demasiado seria?

María Pazos Morán es licenciada en Matemáticas por la UCM y máster en Estadística por la Universidad de Harvard. Actualmente trabaja en el Instituto de Estudios Fiscales (Ministerio de Economía y Hacienda, España), desde donde coordina la línea de investigación ‘Hacienda Pública e Igualdad de Género’. Una de las personas promotoras del llamamiento urgente ante la reforma fiscal que prepara el Gobierno. Su último libro publicado es ‘Desiguales Por Ley‘. Pertenece a la PPIINA y al Fórum de Política Feminista

Presupuestos Generales del Estado: ¿tacones y maquillaje?

Por María Pazos Morán  María Pazos

Un manifiesto firmado por un centenar de asociaciones feministas analiza los Presupuestos Generales del Estado para 2015 y su conclusión aparece clara y meridiana ya en el propio título ‘A las elecciones con tacones y maquillaje. Los PGE para 2015 se quedan muy lejos de atender los nuevos problemas y desigualdades; no digamos de abordar las ya existentes antes del actual desmantelamiento de nuestro aún precario estado del bienestar.

Para este análisis no ha ayudado el Informe de Impacto de Género del Proyecto de Ley de PGE 2015, ya que no se refiere ni a una sola cifra de los PGE 2015. Sus conclusiones, que ocupan la mitad de la página 509, tampoco contienen ninguna valoración de los PGE 2015. Eso sí, en ellas se repite el “axioma o principio básico” de que “todo gasto tiene impacto de género” y se declara la intención de “seguir desarrollando las técnicas de análisis de género”. Este curioso proceder, por raro que parezca, no es un caso aislado. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Durante varias décadas, los llamados ‘organismos de igualdad’ han sido los encargados de aplicar las llamadas ‘políticas de igualdad’ con menos de un 1% de los presupuestos públicos. Mientras, los ministerios de siempre seguían (siguen) dedicando más del 99% del presupuesto a las políticas de siempre, y por supuesto cometiendo las injusticias de siempre.

En 1995, el Congreso de la ONU sobre las mujeres celebrado en Beijing llegó a la conclusión de que estas actuaciones marginales no podrán nunca llegar a compensar las desigualdades producidas por la corriente principal de las políticas públicas, y en consecuencia definió la ‘estrategia del mainstreaming de género’.  Pero ¿cómo cambiar la corriente principal? A la vista de los pobres resultados, diez años más tarde cobró fuerza la idea de que debían analizarse, y cambiarse, todos los presupuestos públicos; lo que se conoce como ‘incorporación de la perspectiva de género a los presupuestos públicos’.

 

Alternativas para la igualdad. Imagen: TrasTando.

¿Maquillando el presupuesto para que siga siendo el mismo?. Imagen: TrasTando.

Pues bien, hoy estos términos han sido adoptados por los gobiernos, pero también desactivados. Así, existen unidades de mainstreaming de género por doquier, como la del Instituto Europeo de Igualdad de Género (EIGE), que tiene como misión exclusiva ‘desarrollar métodos, herramientas y  buenas prácticas‘. También hay múltiples experiencias de presupuestos con perspectiva de género, muchas de ellas en países que conculcan los más elementales derechos de las mujeres. Como señala Mary Daly, “la tendencia más extendida es la de centrarse en herramientas y procedimientos, sin considerar la desigualdad de género como un problema estructural”.

En efecto, para incorporar la perspectiva de género a los presupuestos basta con eliminar las partidas que promueven la desigualdad e incluir las necesarias para garantizar los derechos de todas las personas, sin desdeñar los de las mujeres. Hoy sabemos cuáles son esas partidas. Sabemos, por ejemplo, que en el gasto fiscal por tributación conjunta de los matrimonios es antisocial y especialmente pernicioso para las mujeres casadas. Con la partida prevista en 2015 por ese concepto podría equipararse el permiso de paternidad al de maternidad, tal como propone la PPIINA. Naturalmente, ambas operaciones deben realizarse conforme a un plan progresivo, pero el camino puede trazarse hoy.

Otro ejemplo: la universalización de la educación infantil y de la atención a la dependencia es perfectamente posible y altamente rentable, también mediante un plan de implantación progresiva. Claro que para ello es necesaria una reforma fiscal de signo contrario a la que está a punto de aprobarse. Y así sucesivamente.

No cabe duda de que los estudios, las consultorías y los informes pueden ser necesarios, pero también pueden convertirse en una coartada para el inmovilismo. Es urgente debatir y luchar por el cambio estructural hacia una sociedad en igualdad total.

 

María Pazos Morán es licenciada en Matemáticas por la UCM y máster en Estadística por la Universidad de Harvard. Actualmente trabaja en el Instituto de Estudios Fiscales (Ministerio de Economía y Hacienda, España), desde donde coordina la línea de investigación ‘Hacienda Pública e Igualdad de Género’. Una de las personas promotoras del llamamiento urgente ante la reforma fiscal que prepara el Gobierno. Su último libro publicado es ‘Desiguales Por Ley‘. Pertenece a la PPIINA y al Fórum de Política Feminista

Facebook, Apple, y los beneficios de la congelación

Por María Pazos Morán María Pazos

Facebook y Apple han anunciado un original beneficio para sus empleadas: congelarles los óvulos para que puedan ser madres cuando se queden sin trabajo. Gran consuelo: despedidas, sin sueldo pero con óvulos congelados a los 50 años. Cuando ya solo quedaban rescoldos de la hoguera en la que se ha quemado a Mónica de Oriol, esta noticia aviva la llama.

¿Beneficio laboral? Imagen de TrasTando.

¿Beneficio laboral? Imagen de TrasTando.

Está muy bien que estos acontecimientos provoquen alarma social; la discriminación de las mujeres en el empleo es insostenible. Pero ¿Qué haremos ahora? Podemos escandalizarnos una vez más, con razón, pero eso seguirá sin arreglar el problema que está sobre la mesa: las empresas perciben la maternidad como un riesgo y ello repercute negativamente sobre el empleo de todas las mujeres.

La situación es absurdamente interesante. La semana pasada pregunté a un empresario del metal qué le parecían las declaraciones de Mónica de Oriol. Su respuesta literal fue: “Ah, ¿te refieres a esa que ha hablado demasiado?” Ese mismo empresario me recordó que es perfectamente legal tener una plantilla masculina al 100%. En ese caso, ni siquiera hay obligación de tener las instalaciones que  sí exige la normativa cuando la plantilla es de ambos sexos (ya saben, las mujeres no pueden pisar vestuarios masculinos). Eso se llama segmentación ocupacional.

Naturalmente que también hay muchas empresas con plantillas mayoritariamente femeninas (entre otras la de Mónica de Oriol, según ella declara). De hecho, se señala con razón, ellas trabajan mucho y bien. Es cierto: a igualdad de remuneración las mujeres son más productivas. Eso se llama brecha salarial.

En medio de todos estos escándalos, el Gobierno sigue desaparecido. ¿Cómo es posible que la única reacción de la Ministra de Trabajo haya sido negar el problema? Sin embargo, el problema existe y la solución es única: cambiar la organización de los cuidados. Si los hombres tuvieran el mismo permiso de paternidad que actualmente tienen las mujeres, como propone la PPIINA, ellas no se verían obligadas a reducir sus jornadas o a tomar excedencias. Las empresas que ahora contratan mujeres agradecerían que sus empleadas tuvieran al lado a otra persona que asumiera la mitad del cuidado infantil. Por su parte, las empresas que ahora contratan solo hombres abrirían sus puertas a las mujeres con mucha más facilidad.

Claro que también hay que cambiar los horarios de trabajo, pero eso es muy fácil: la ley de las 35 horas semanales ha funcionado en Francia. Y por supuesto que los servicios públicos son cruciales: hay que universalizar el derecho a la educación infantil y a la atención a la dependencia.

Mientras los poderes públicos no hagan su trabajo, la realidad continuará siendo la misma por mucho que nos duela.  Así pues, dirijamos la vista a esos gobiernos y a los parlamentos que deben legislar. ¿Qué modelo de sociedad queremos y qué medidas son necesarias para alcanzarla? Para contestar a estas preguntas, la PPIINA ha convocado un debate público el 25 de octubre. Al día siguiente, 26 de octubre, saldremos a la calle para exigir los permisos iguales, intransferibles y pagados al 100%.  ¡Todas las personas están invitadas!

María Pazos Morán es Investigadora del Instituto de Estudios Fiscales y activista de la PPIINA(Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción). Autora del libro Desiguales Por Ley.  

Reforma fiscal ¿es cosa de hombres?

Por María Pazos Morán María Pazos

Para empezar, hace un año el Gobierno designó una Comisión de Expertos, formada por nueve hombres y cero mujeres, para que diseñara las bases de la reforma fiscal. Desde 2007 está en vigor la Ley de Igualdad, según la cual los nombramientos públicos deben atenerse al principio de que ningún sexo constituya menos del 40% ni más del 60%. ¿Cómo es posible que el propio Gobierno se la salte a la torera, habiendo tantas mujeres que trabajan en el tema? Según alguna gente, las leyes están para violarlas. Pero no saquen conclusiones apresuradas: que el Gobierno infrinja la Ley de Igualdad no tiene nada que ver con que, por ejemplo, una ciudadana infrinja la Ley Mordaza; leyes, como mujeres, las hay de dos clases.

Comité de expertos para la reforma fiscal. Imagen: minhap.gob.es

Comité de expertos para la reforma fiscal. Imagen: minhap.gob.es

Nosotras podemos hablar de cosas de mujeres, o incluso de igualdad de género. Los grandes jefes también lo harán el ocho de marzo si les invitamos a inaugurar un acto de mujeres. Su “segunda” le habrá escrito con toda dedicación un discurso que con suerte él leerá sin muchos cambios sustanciales; y en ese caso será generosamente aplaudido. Al día siguiente irá a una reunión seria.

Es que, veamos, en los temas serios no es cuestión de arriesgarse. A las mujeres se nos deja meter baza pero con precaución. Podemos  ser las “segundas”, como “las dos Sorayas”, ocupar las páginas de “sociedad” de los periódicos de gran tirada (sin olvidar las llamadas “de contactos”, “naturalmente”), etc., etc. Así nos vamos entrenando sin causar catástrofes, como cuando a un conductor novato se le deja conducir por carreteras no muy transitadas. El problema es que esto está durando demasiado tiempo, ¿no creen? Parece que este carnet no nos lo fueran a dar nunca.

¿Cómo podemos cambiar este estado de cosas? Ya en el Congreso de Beiging sobre Las Mujeres, convocado por la ONU en 1995, se realizó una reflexión fundamental: después de varias décadas de experiencia con las llamadas “políticas de igualdad”, que en el mejor de los casos tienen un presupuesto simbólico y en el peor aumentan la desigualdad, ya es hora de abandonar la marginalidad y ocuparse de la corriente principal ( “main stream”) de las políticas públicas, porque son esas las que influyen en la realidad. El mainstreaming de género (transversalidad) consiste, pues, en cambiar el curso de todas las políticas públicas para que dejen de favorecer la desigualdad. También, y sobre todo, las políticas económicas y fiscales.

Esta reforma fiscal debería preocuparnos, y mucho. Es una rebaja de impuestos que costará 9.000 millones de euros a las arcas públicas. Como siempre que disminuyen los recursos disponibles para gastar en política social, las mujeres saldrán especialmente malparadas por varias razones: en primer lugar porque son mujeres un alto porcentaje de las personas sin ingresos suficientes y de otros colectivos desfavorecidos, como familias monoparentales o personas mayores que viven solas. En segundo lugar porque son mujeres las personas que suelen suplir en la familia la falta de atención pública de las necesidades de cuidado. En tercer lugar porque la mayoría de las personas empleadas en los servicios públicos son mujeres, por lo que los recortes implican siempre una gran pérdida de empleo femenino.

Por otro lado, el Gobierno dice que esta reforma será muy importante para “La Familia”. Desde luego que será muy perjudicial para muchas mujeres que se verán aún más empujadas a cuidar sin derechos mediante las desgravaciones que favorecen la familia tipo “sustentador masculino/esposa dependiente”. Que también es cosa de hombres.

 

María Pazos Morán es licenciada en Matemáticas por la UCM y máster en Estadística por la Universidad de Harvard. Actualmente trabaja en el Instituto de Estudios Fiscales (Ministerio de Economía y Hacienda, España), desde donde coordina la línea de investigación ‘Hacienda Pública e Igualdad de Género’. Una de las personas promotoras del llamamiento urgente ante la reforma fiscal que prepara el Gobierno. Su último libro publicado es ‘Desiguales Por Ley‘. Pertenece a la PPIINA y al Fórum de Política Feminista

Prostitución: menos escándalo, más realidad

Por María Pazos María Pazos

Si todo lo que concierne a la ideología patriarcal está impregnado de emocionalidad, el asunto de la prostitución se lleva la palma. Cuando se habla de prostitución todo se desdibuja, se trastoca, se confunde, hasta tal punto que cualquier parecido con la realidad puede ser pura coincidencia.

'Si la prostitución fuera un trabajo, ¿se lo recomendarías a tu hija?' Imagen de una campaña de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, www.malostratos.org

‘Si la prostitución fuera un trabajo, ¿se lo recomendarías a tu hija?’ Imagen de una campaña de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, www.malostratos.org

Un ejemplo es esta ‘noticia’, repetida en similares términos en muchos medios: bares ofrecen felaciones ‘a cambio de copas gratis’, o incluso ‘a cambio de barra libre. Contrariamente a la imagen que sugiere el titular (chicas emborrachándose ‘gratis’), se trata de un caso de proxenetismo con luz y taquígrafos: el propietario del bar paga a mujeres por prestar servicios sexuales a terceras personas. Esto sería así aunque la forma de pago fuera en copas, cosa que además nadie en su sano juicio se tragaría si se pusiera a pensar.

El Código Penal español castiga el proxenetismo con penas de  dos a cuatro años, también para  ‘aquel que obtenga beneficio de la prostitución de la víctima, aunque esta lo hubiera consentido’. Sin embargo, ni siquiera el Instituto de la Mujer llama al fenómeno por su nombre. Si esto se hiciera, en lugar de escandalizarse, bastaría con detener y juzgar a los culpables del delito, que bien local-izables están.

Para comprender la prostitución basta con abandonar el escándalo y mirar el fenómeno en profundidad. Tenemos los informes de la Guardia Civil o de la Defensoría del Pueblo y otros muchos, así como múltiples estudios.

Así, se comprueba el aumento del flujo de trata de mujeres hacia los países en los que la prostitución se ha legalizado (Holanda, Australia). Se comprueba también el descenso radical de dicho flujo en los que, como Suecia o Islandia, han adoptado leyes que penalizan la compra de servicios sexuales y protegen a las prostitutas, que en estos países se llaman «prostituídas» porque en general son víctimas de la trata (en España al menos el 95% lo son, según la Guardia Civil).

Cuando la realidad no está presente en nuestra mente, ese vacío es ocupado por las especulaciones. Algunas personas dicen que este es un oficio como otro cualquiera, y por tanto nada más lógico que incluirlo en la Seguridad Social, como proponen  los inspectores de hacienda, o en el PIB, como exige la Unión Europea desde 2016.

Muchas otras actividades humillantes son hoy penalizadas y/o rechazadas socialmente: comprar órganos, alquilar úteros o hasta hacerse limpiar las botas a cambio de dinero. Pero la prostitución se trata con otros parámetros. De hecho, hay personas que considerarían humillante hacerse servir una copa de rodillas, pero les parecería normal pagar porque una persona se ponga de rodillas y le haga una felación. Es cuestión de sensibilidad social, que se tiene o no se tiene. Se ve o no se ve a una persona humillada detrás de esa chica.

Yo tengo una amiga que trabajó hace muchos años en un antiguo Top-less (su ‘trabajo‘ consistía en conseguir que el cliente pagara el máximo número de copas, aunque en realidad ella bebía agua coloreada). Mi amiga, que hizo esto mientras no tuvo otro remedio para mantener sola a su hijo pequeño, me contaba que para ella lo peligroso, a lo que se negaba, era quedarse a solas con el «cliente». Así que hacer felaciones en público ni siquiera es lo peor de la prostitución.

Lo peor, si cabe, es el horror que se esconde detrás de los anuncios de contactos en periódicos supuestamente respetables o en esos clubs que vemos por las carreteras, que sin embargo visitan nuestros vecinos y amigos. Cuando la sociedad reconozca a las mujeres el estatus de seres humanos con derecho a la dignidad, nos solidarizaremos con esas mujeres y nos horrorizará que se usen sus cuerpos a cambio de dinero.

María Pazos Morán es licenciada en Matemáticas por la UCM y máster en Estadística por la Universidad de Harvard. Actualmente trabaja en el Instituto de Estudios Fiscales (Ministerio de Economía y Hacienda, España), desde donde coordina la línea de investigación ‘Hacienda Pública e Igualdad de Género’. Una de las personas promotoras del llamamiento urgente ante la reforma fiscal que prepara el Gobierno. Su último libro publicado es ‘Desiguales Por Ley‘. Pertenece a la PPIINA y al Fórum de Política Feminista.