Entradas etiquetadas como ‘maltrato’

Teatro necesario para abrir los ojos ante el maltrato

Por Nuria Coronado

Hay veces que la vida te regala conocer a mujeres que admiras y que son el bálsamo del mundo. Así me paso con Marina Marroquí, una luchadora y superviviente de la violencia de género a quien la primera vez que entrevisté me dijo una frase que se me quedó clavada para siempre. “La mayor venganza que se le puede hacer a un maltratador es ser feliz”. ¡Qué verdad más inmensa y más empoderante! Ella, como tantas otras, hablaba a sabiendas de lo que son los golpes físicos y emocionales, de lo que es dejar de sonreír y ser persona porque alguien le decía que no valía nada o que bastante suerte tenía con tenerle a él. Ese “él” que a los ojos de cualquiera es “el hombre perfecto”. Ese él que le hizo bajar al infierno, desaparecer de sí misma, marchitarse, dejar de existir.

Marina creyó después de tanto escuchar a la voz de su amo y maltratador que no merecía nada. Hasta que un día dijo basta. Se levantó de sus cenizas y se demostró que valía oro, que era la mejor en todo lo que se propusiera y que necesitaba respirar de nuevo. Se apoyó en su familia, y dejándose la piel de sus manos y de su alma, tuvo los ovarios de empezar a subir por la cuerda del pozo en el que había caído. Y el milagro se hizo. Salió de ese territorio que ninguna mujer se merece y puso en marcha el contador de la vida en mayúsculas.

Los actores Cecilia Sarli y Chema Coloma.

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Con la poca fuerza que me quede

Por Charo Mármol

Quedamos una tarde lluviosa. Llega con su dos hijos de 19 y 5 años. El mayor la ha acompañado pero se va, porque ha quedado con unos amigos. La pequeña está enferma. Viene dormida y la echa en un par de sillas a descansar, pero no deja de toser y acaba tomándola en brazos preocupada porque siente que la fiebre le va subiendo. Aún así, saca fuerzas para contar las incertidumbres, el dolor y la soledad que ha sufrido en los últimos diez años de su vida.

Sheyla (nombre ficticio) vino como tantas mujeres de su país caribeño, para trabajar de ‘doméstica’. ‘Desde muy joven tenía ilusión por viajar y conocer otros lugares. En mi país hemos tenido épocas muy difíciles y poco esperanzadoras. Muchas personas hemos tenido que salir. Yo tuve la suerte de venir con papeles y contrato de trabajo… Los contingentes que estaban entonces eran  para “doméstica” aunque yo no había trabajado nunca en eso.  Soy Graduada en Psicología General y vine  con estudios homologados.’

Liberación. Imagen del concurso de estereotipos. Fundación Luz Casanova.

Sheila dejó a su hijo de  seis años con su madre y con sus hermanas. Era madre soltera. El padre nunca se ocupó del hijo ni le pasó ningún tipo de ayuda. Comenzó a trabajar primero en casas y luego en restaurantes. Y entonces se enamoró de un hombre mayor que ella.Conocí a mi pareja que en un principio era una maravilla de persona. Me hice ilusión porque creí que era el amor de mi vida y no fue así. Las cosas fueron cambiando muy pronto y las máscaras fueron cayendo’. Control, falta de valoración, exigencia en el hogar, indiferencia ante sus expectativas o deseos… Eso fue lo que año tras año Sheila vivió junto al hombre al que había unido su vida y sus esperanzas.

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¿Los hijos varones de parejas divorciadas están más sensibilizados ante la violencia machista?

Por Dori Fernández Hernando 

El pasado 7 de septiembre se celebró en más de 25 ciudades una manifestación en apoyo a todas las madres que, como Juana Rivas, intentan cada día proteger a sus hijas e hijos de situaciones de violencia por parte de sus exparejas, una violencia de la que ellas mismas han sido víctimas en primera persona.

La de Sevilla, convocada y organizada por el movimiento estudiantil, en concreto por la Plataforma Feminista del Sindicato de Estudiantes y la Izquierda Revolucionaria ‘Libres y combativas’ llevó por lema: “Un maltratador no es un buen padre” #JuanaSomosTodas

Manifestación en Sevilla. Foto propia

Una manifestación en la que prácticamente el 90 por ciento eran jóvenes de universidad; chicas y chicos concienciados en la justicia de género. Y ese era el lema que reinaba de fondo: reivindicar una justicia con perspectiva de género que supiera contextualizar y entender la diferente posición social, económica y personal de la que parten las personas en nuestra sociedad en función del sexo, la identidad de género o la orientación sexual que poseen. Porque de haber sido así, quienes han juzgado a Juana Rivas aplicando sin pestañear el Convenio de la Haya sin atender como se debe al artículo 13b, hubieran comprendido que Juana, igual que otras muchas, escapó con sus criaturas de una situación de maltrato aprovechando la excusa de un viaje familiar (autorizado por su expareja); algo que es lógico si te están humillando, controlando, o agrediendo de distintas formas a diario y delante de tus propias hijas e hijos.

Y es que la cuestión de fondo es ineludible: ¿puede afirmarse que se garantiza a las y los menores una vida libre de violencia viviendo en un contexto de violencia hacia su madre?

Una vez dicho lo anterior, quiero centrarme en el aspecto que me parece más destacable de la movilización: la alta participación de jóvenes varones.

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Cuando llega el momento de decir basta

Por Nuria Coronado

Cada cuatro minutos una mujer denuncia en España a su maltratador. Un tic, tac de reloj insufrible que marca para siempre a quien solo comete un error: enamorarse de la persona equivocada. Cris Papin, militante y activista en redes sociales del PSOE en Galicia, lo sabe bien. Le duele aún ‘revolver en la basura de esos recuerdos’, pero lo hace porque como dice en su perfil de Twitter lo importante es ser útil. ‘Dar la cara y denunciar a los maltratadores es el principio del fin de una condena impuesta en la que se sufre una humillación indescriptible. Si mi ejemplo sirve para que una sola mujer, se anime a denunciar, habrá merecido la pena porque habrá salvado su vida‘.

Cris Papin, con una compañera de partido. Imagen de Nuria Coronado.

Cris Papin, a la izquierda, con una compañera de partido. Imagen de Nuria Coronado.

Cris conoció a su maltratador con 31 años y siendo madre separada. ‘Me enamoré como una loca de él‘. De su primera relación aprendió que no quería discutir y por ello con su verdugo empezó cediendo parcelas. Ahí comenzó un calvario que duró diez años. ‘Es una espiral que te come y de la que no puedes salir. Una situación que nunca pensé me pudiese pasar a mí, una mujer que me creía con carácter’. Su historia pasó del ‘no me gusta que venga tu madre‘ a lograr que se distanciase de amigos o familiares.  ‘En las pocas salidas a comer o cenar con amigos no abría la boca para no molestarle y evitar así una bronca en casa. Cualquier halago hacía mí era hacerle de menos a él y no estaba dispuesto a soportar o permitir tal agravio’, recuerda.

Con el pasar del tiempo tuvieron un hijo y a los reproches se sumaron los silencios prolongados como castigo, el ser agarrada por el cuello o recibir patadas en las espinillas o en la barriga incluso estando embarazada. ‘Era insoportable. Era su esclava.  Ni siquiera me podía negar a tener sexo con él fuese cuando fuese’. Humillaciones en el cuerpo y en el alma que paró definitivamente hace cinco años (un 11 de septiembre) cuando encontró la fuerza para ponerle una denuncia por maltrato en el cuartel de la Guardia Civil. ‘Ese día dije basta al ver que además de agredirme a mi intentó hacerlo con mi hija de 16 años. Saqué el coraje de madre y me fui a denunciarle’.

Al que de puertas para afuera era un conocido y respetado empresario (además de concejal y compañero de partido) se le cayó la máscara. ‘Desde entonces tiene una orden de alejamiento que durará hasta 2020′ . Aun así tiene una espina clavada. El juez que dictó sentencia reconoce la violencia de género denunciada contra ella y su hija junto a un rosario de siete delitos, pero no contra su hijo. ‘Tiene sentencia de maltrato y para rebajar su pena se declaró culpable, pero el juez ha determinado su derecho a conciliar y a ver a nuestro hijo’, relata triste. ‘Cada vez que tiene que ir con él me llama por teléfono para decirme que le humilla y le veja y me pregunta cuándo será la última vez que tiene que ir’. Por eso Papín clama porque se haga ya un Pacto de Estado que evite este sufrimiento: ‘un maltratador no es un buen ejemplo para sus hijos’.

Esta socialista también ha aprendido que frente a lo que mucha gente piensa, no hay un perfil de maltratada pero sí de agresor: ‘La violencia de género no es que te levanten la mano o te humillen, es un proceso de dominio perverso en el que el maltratador se siente fuerte y no quiere cambiar porque lo ve correcto y la mujer es la que pierde en todos sus derechos. Mi maltratador decía que nuestro matrimonio era lo normal, y el de los demás no‘, recalca.

Aunque la historia de Cris aún no se pinta a todo color, reconoce que por fin, gracias por un lado a su familia y amigos, pero en especial a sus compañeros de partido, a quien estará siempre agradecida ‘por haberla animado y no sentir pena de ella’, ha vuelto a recuperar las ganas de vivir. Su psicóloga que le animó a volver a vivir a través de una pasión y se volcó en dos: la política y las redes sociales. Ha formado parte del equipo de redes de Pedro Sánchez.  ‘Gracias a lo que sabía como community manager y a mi partido he encontrado el camino de nuevo’, dice. También ha recuperado la sonrisa. ‘Tuvo que pasar un año desde que puse la denuncia y me fui con mis hijos hasta que me reí libremente sin mirar a los lados’.

Ojala su valiente testimonio sirva de ejemplo a otras mujeres y sobre le ponga las pilas a quienes tienen el poder  y el deber de pensar en quienes son tan vulnerables como valiosas y valientes.

NuriaCoronadoNuria Coronado es periodista, editora en www.lideditorial.com  y responsable de Comunicación de Juan Merodio

 

La víctima número 54

Por Charo Mármol

‘Recuerdo que andaba liada con el almuerzo, me es imposible olvidar ese día, cuando recibí una llamada de teléfono de Alicia donde me anunciaba que dejaba a Fran y se venía a casa con el niño.  Al fin se decidía. Se suponía que en un par de horas a lo sumo se reuniría conmigo, pero tardaba. Intenté localizarla a través del móvil, imposible, no contestaba, imaginé que podría estar conduciendo. Esperaría un poco más. Fue tomar aquella decisión y sonar el teléfono de casa. Jamás pude imaginar lo que habría de escuchar. Mi hija estaba ingresada en el hospital, presuntamente, como oficialmente había que denominarlo, por agresiones físicas de su marido. Creí que el mundo se hundía a mis pies’.

Esto que acaban de leer forma parte de uno de los relatos que hemos recibido en la convocatoria del I Concurso de Relatos Cortos sobre Violencia de Género que hemos convocado en la Fundación Luz Casanova.

Entonces me di cuenta de que podría haber sido la víctima número 54. Imagen de TrasTAndo

Entonces me di cuenta de que podría haber sido la víctima número 54. Imagen de TrasTAndo

A los dos meses de mi embarazo empezaron los golpes y las palizas. He denunciado tres veces, pero las  dos primeras  volví a tomar contacto con él y me volví a creer las mentiras que me decía y las promesas que me hacía. La tercera denuncia fue porque él me dio una gran paliza;  me tuvieron que ingresar en el hospital y operarme, me rompió la mandíbula.

Entonces me di cuenta de que yo podía haber sido la víctima número 54. Nunca  olvidaré este número, ni el día en que mis amigas me  preguntaron dónde tendrían que llevarme la próxima vez las flores, si al hospital o al cementerio. Entonces me di cuenta que mi carrera era hacia el cementerio, que no iba a ninguna otra parte’.

Esto corresponde a una historia real. Es la historia de Maribel (por supuesto es un nombre ficticio). He quedado con ella en una soleada mañana del mes de mayo. Tiene 31 años y tres hijos. Hace cuatro meses que está en el Centro de emergencia  Luz Casanova. La veo tranquila, contenta, con ganas de hablar, aunque durante nuestra conversación, en un par de ocasiones, su voz se entrecorta y los ojos se le llenan de lágrimas al rememorar lo vivido.

Es ella la que ha pedido hablar conmigo. Muchas mujeres no quieren hablar, quieren olvidar el calvario por el que han pasado. Maribel quiere hablar porque quiere decir algo a las mujeres que viven una situación como la que ella ha vivido: ‘Yo quiero contar mi historia para decirles a las mujeres que viven una situación como la mía que hay salida y que hay mucha ayuda. No estamos solas. Porque eso es lo que piensas cuando está viviendo el infierno de los malos tratos, ¿adónde voy con mis hijos tan pequeños?. Hay salida y hay mucha gente que está dispuesta a ayudarte. Simplemente hay que descolgar un teléfono y llamar. No hay que llegar al extremo de verte en un hospital. El no va a cambiar, no cambian porque yo le he dado mil oportunidades y a él nunca le he importando, porque si le hubiera importado algo no me habría hecho lo que me ha hecho. El amor no golpea, y esa es la única forma de querer de “ellos”, los golpes  y los celos  es la gran enfermedad que tienen’

En nuestra conversación le pregunto cómo se encuentra ahora después de este tiempo en la Casa. ‘Cuando denuncio y llego a la casa no podía hablar mucho. No sabía si lo que estaba haciendo estaba bien o mal. Estaba muy confundida.. No podía hablar no sólo porque no tenía apenas habla sino porque no sabía bien lo que estaba haciendo, si estaba bien o mal. Me sentía culpable porque él estaba en prisión preventiva. Yo me preguntaba ¿qué he hecho? El está en la cárcel por mi culpa. En ese momento me sentía culpable, pero yo no lo he metido en la cárcel, el sólo lo ha hecho: duerme y despierta en una celda porque él lo ha querido’  Continúa ‘He llegado a este punto con mucha ayuda de las profesionales de aquí, me he dado cuenta de que yo no había hecho nada. Aquí me han ayudado a verbalizar y poner nombre a lo que vivía: yo era una mujer maltratada aunque cuando  lo estaba viviendo y oía hablar de los malos tratos,  pensaba: yo no estoy viviendo nada de esto, él no es tan malo…. No quería poner nombre a lo que estaba viviendo….’

Seguimos hablando y me habla de sus hijos y de la fuerza que recibe de ellos para emprender esta nueva etapa de su vida. ‘Si miro al futuro quiero vivir y quiero ser feliz. Doy gracias a Dios porque tengo otra oportunidad para estar con mis hijos, doy gracias a Dios por mi familia y por mis hijos, sobre todo por mis hijos que ahora cuando les miro pienso que podría haber dejado a tres niños pequeños sin madre, esto para mi es muy importante, el estar viviendo con ellos esto es lo que me da la fuerza, todo la fuerza que me faltaba me la han dado mis hijos’

Mi conversación con Maribel acaba y ahora leo los relatos enviados al Concurso. Muchos son terribles, pero como tantas veces la realidad supera a la ficción. Cuando escribo estas líneas 28 mujeres han sido asesinadas en España sólo por el hecho de ser mujeres. Muchas otras viven en silencio y en soledad un verdadero calvario.

Hay salida. Solo hay que descolgar el teléfono y marcar: 016

Video de la casa de acogida Luz Casanova:

Charo MármolCharo Mármol es comunicadora, feminista, militante de causas perdidas y autora del blog La mecedora violeta.

 

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Hasta nunca: un relato sobre el iceberg de la violencia

Por Charo MárCharo Mármolmol 

Esta carta va a ser la última que te escriba, y en ella te voy a decir adiós para siempre.

Me has hecho muchísimo daño y no lo veía. Pensaba que era normal… No es normal que me pegues por cualquier cosa que no te gusta. No es normal que si yo no quiero hacer el amor contigo, tú me obligues. No es normal, que si yo estoy vestida de una manera, tú te celes y me tenga que cambiar de ropa…´’

Así comienza la carta de despedida de Julia (nombre ficticio), una de las mujeres que han pasado por el  Centro de Emergencia de la Fundación Luz Casanova. Hace unos años Amnistía Internacional publicó el Iceberg de la Violencia de Género: Arriba, a la vista, el asesinato, la agresión física, la violación, el abuso sexual, los gritos, las amenazas el insulto… Abajo, invisible a los ojos de los demás: las humillaciones, el desprecio, el chantaje emocional, la culpa…

El iceberg de la violencia de género. Infografía de Amnistía Internacional.

El iceberg de la violencia de género. Infografía de Amnistía Internacional.

Todos estos actos, sentimientos… hacen que las mujeres víctimas se sientan culpables, que pierdan su autoestima, que sigan con su agresor, que lo intenten de nuevo:

La verdad: yo te he dado todo, y yo de ti dime ¿qué he tenido? No he tenido nada, solo desprecio. No has sabido valorarme. Hasta aquí he llegado. Ya no aguanto más. Basta ya de tanto pensar en ti y vivir solo para ti. Dios me ha dado a mis hijos, que son la luna y el sol, que me iluminan y me dan calor y son la fuerza de mi corazón. Tú estabas en él, y poco a poco te has ido. Te has ido cuando me pegabas, me chillabas y abusabas de mi. Te has ido cuando no te importó que tuviera a mi hija en brazos y me atacaste con una silla. No tienes sentimientos”.

Cuando las mujeres llegan al Centro de Emergencia acaban de romper con su maltratador, han tenido que abandonar su hogar y sus relaciones familiares, Están en un proceso de ruptura difícil pues aunque ha habido violencia, la dependencia emocional existe y ellas se mueven mucho en torno al sentimiento de pena. Pero la mayoría de ellas, con el apoyo que reciben, ponen nombre a lo que han vivido y recomponen sus vidas

Julia termina su carta así:

“Ahora voy a empezar a luchar por mis hijos y por mí. Tú ya no estás en mi vida. Hasta aquí he llegado. Se acabaron todas tus mentiras, tus palabras que están vacías, que sí, son muy bonitas, pero no hay nada hecho. El único “te quiero” o “te amo” ahora es el de mis hijos, y es puro y sincero, no como el tuyo, que es dañino. Nunca más quiero estar contigo. Quiero ser feliz con mis hijos, que es lo más grande que tengo, y lo voy a lograr. Te voy  a sacar de mi ser, y mis hijos y toda la gente que me quieren, me van a ayudar. Tú no vales nada. Yo valgo más que tú. Tú no tienes sentimientos ni escrúpulos. Eres un animal. Adiós. Hasta nunca”

Charo Mármol es comunicadora, feminista, militante de causas perdidas y autora del blog La mecedora violeta.

Claves legales para un Premio Goya

Por Flor de Torres Porras
flor de torres nueva recortada

La posibilidad de que una película sobre la trata de mujeres logre un Premio Goya es ya en sí una buena noticia. Es buena noticia que los y las profesionales del cine se comprometan con la visibilidad de una tragedia social, seleccionando entre las nominadas para la categoría de mejor película documental un drama realista que se desvela en un impresionante largometraje: ‘Chicas Nuevas 24 horas’ de la Directora Mabel Lozano.

Estela, una de las protagonistas de la película, durante el rodaje en Paraguay. Imagen de la película 'Chicas nuevas 24 horas'

Estela, una de las protagonistas de la película, durante el rodaje en Paraguay. Imagen de la película ‘Chicas nuevas 24 horas’

Yandy, Sofía, Ana Ramona y Estela son sus protagonistas: todas son víctimas de trata  de seres humanos con fines de explotación sexual. Las dos primeras son menores de edad, y son además presentadas en la desnudez de sus derechos, estigmatizadas, atropelladas en sus derechos. El mecanismo de la trata de mujeres con fines de explotación sexual esta milimétricamente plasmado en la película, especialmente en el punto que encadena el atropello de derechos con los beneficios del negocio. Estas mujeres y niñas son tratadas como materia prima, instrumento de cambio. Con un valor de mercado equiparable a las drogas o las armas. Un denigrante delito.

Respecto al delito, existen claves legales para entenderlo y enfrentarlo: la Unión Europea, a través de la Directiva  2012/29/UE del Parlamento Europeo y del Consejo de 25/10/12  considera que la violencia por motivos de género se entiende como una forma de discriminación y una violación de las libertades fundamentales de la víctima. Y comprende, sin limitarse a ellas, la violencia en las relaciones personales, la violencia sexual (incluida la violación, la agresión sexual y el acoso sexual), la trata de personas, la esclavitud y diferentes formas de prácticas nocivas, como los matrimonios forzosos, la mutilación genital femenina y los denominados ‘delitos relacionados con el honor‘. Este ha  sido el  mandato marco que ha servido para armonizar en estos últimos meses las leyes en España dotándolas de la necesaria perspectiva de género que este delito exige.

Así  la flamante reforma del Código Penal por L.O  1/15 que entró en vigor en Octubre de este año ha desarrollado  la tipificación del delito de trata de seres humanos, (artículo 177 bis) incluyendo entre los hechos constitutivos de trata, el intercambio o transferencia de control sobre las personas. Se  ha incorporado la entrega o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de la persona que controla a la víctima. Se ha incluido  entre las finalidades la explotación para que las víctimas cometan actos delictivos para los explotadores, y la celebración de matrimonios forzados. Y se ha negado el derecho de un condenado extranjero por trata a sustituir su  pena por expulsión del territorio nacional, además de una especial atención al comiso de los beneficios de este delito.

Y el Estatuto de la Víctima, por Ley 4/2015   delimita el concepto de vulnerabilidad de las víctimas objeto de trata visibilizándolas de esta forma:

‘… ciertos colectivos de víctimas, que verían ampliada su asistencia y protección con el catálogo general de derechos de la víctima, ante la ausencia de una regulación específica para ciertos colectivos de víctimas con especial vulnerabilidad, se pretende otorgarles una protección especial en este texto  … relativo a la lucha contra los abusos sexuales y la explotación sexual de los menores y la pornografía infantil, así como la Directiva 2011/36/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 5 abril de 2011, relativa a la prevención y lucha contra la trata de seres humanos y a la protección de las víctimas’

Las víctimas del delito de trata de seres humanos y la explotación sexual son mujeres que han sido usadas, denigradas, violadas, abusadas, calladas, esclavas  sexuales y finalmente son olvidadas, invisibles y están profundamente solas. Con la impresionantes voces  que en la película de Mabel Lozano rompen el silencio de esa esclavitud sexual. La voz valiente de Mabel Lozano, directora de ‘Chicas nuevas 24 horas’ permite a las personas que ven su documental entender y preocuparse por este problema al mismo tiempo que las nuevas reformas legales nos ponen en el camino de que llege el rigor de leyes a los responsables y que la atención, acción y protección integral lleguen a  las mujeres que son objeto de explotación sexual.

Mabel Lozano nos ha vuelto a remover la conciencia.  A su trayectoria intensa como documentalista se une su   compromiso social  por todas las discriminaciones que acompañan a las mujeres por el hecho de serlo. Cualquier persona honrada que vea esta película queda sobrecogida ante una realidad que no vemos  pero que está  en nuestras ciudades, muy cerca de nuestras casas,  en nuestros países y en el de sus cuatro protagonistas que realizan un tránsito inverso a sus países de origen para ayudarnos a entender los mecanismos que las han llevado a ser esclavas. Por eso el documental está rodado en Perú, Colombia, Paraguay, Argentina y España.

Gracias  a Chicas Nuevas  24 Horas la realidad invisible de estas mujeres cobra vida. Porque nos atraviesa  sin tacones, sin ropa interior,  sin desnudez de cuerpos, sin clubes de alterne. Sus miradas y sus palabras son suficientes para observar y comprender sus tragedias fuera del estigma y del prejuicio. Solo es posible con  sus miradas limpias unidas a la solidez de la empatía.  Y esta visión sólo puede provocar el más enérgico rechazo y activismo ante la desnudez  e invisibilidad de los derechos de estas mujeres y niñas. Aprendemos a escuchar a Yandy, Sofía, Ana Ramona y Estela. Porque su integridad física y moral, su honor y el robo de sus vidas por parte de sus captores se hacen visibles en la película. Y ésta nos ayuda a entender y proteger a más mujeres como ellas.

Esta no es sólo una gran película: es una batalla, la que estas mujeres sencillas, con una cineasta a la cabeza, libran contra poderosos enemigos. Los que se aprovechan de este negocio indigno donde las mercancías tienen nombres de mujer. Inmensa la dirección de Mabel Lozano, sólo al nivel de su compromiso, su activismo social imprescindible para evitar que sigamos aceptando el sufrimiento de miles de mujeres invisibles y desnudas de derechos.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

El novio de mi hija

Por Flor de Torres Flor de Torres julio 2015

El Instituto Andaluz de la mujer ha publicado la Guía de  madres y  padres para hijas que sufren violencia de genero con el elocuente título: ‘El novio de mi hija la maltrata. ¿Qué podemos hacer?‘.

Y es que los padres y madres  no poseemos herramientas de afrontamiento psicológico ante el problema de normes magnitudes ejercido a nuestras hijas. La violencia de género proyectada a las menores de edad  puede producir efectos devastadores en su  integridad física y  mucho más aun  en su futura integridad moral. En esta guía  se nos aportan instrumentos de detección, afrontamiento y, cómo no, de actuación. Se integran los primeros auxilios psicológicos que podemos ofrecer a nuestras menores.  Y se plasman en primera persona testimonios reales de cómo se manifiesta esta realidad, como la de esta menor que nos la relata en primera persona:

‘Me estuvo insistiendo durante un montón de tiempo, decía que había cambiado, que se había dado cuenta de que sin mí no podía vivir, incluso sus amigos me lo decían, que estaba muy cambiado, así que le di otra oportunidad. A los pocos días empezó a presionarme preguntándome con cuantos chicos había estado mientras no estuvimos juntos, y a decirme que mis primas no lo miraban bien, que no le daban otra oportunidad, ni mis padres tampoco. Me gastaba bromitas con la ropa que me había comprado, diciéndome que ya no me hacía falta porque ya no iba a tener que ligar. Al final todo era lo mismo otra vez. Había hecho como que había cambiado sólo para que volviera con él, pero en cuanto me tuvo segura…’.

Foto de RyanMcGuire

Foto de RyanMcGuire

Un testimonio que en nada se diferencia de los testimonios de mujeres que en su mayoría de edad sufren  la misma  situación.  Pero ¿Cómo podemos evitar que conductas que realizan maltratadores se reproduzcan en las menores de edad?

Desgraciadamente los datos estadísticos del informe Detecta también del Gobierno Andaluz a través del Instituto Andaluz de la Mujer nos aportan  poca esperanza sobre  de la realidad de nuestra juventud.

En el informe Detecta se concluye que:

  • Uno de cada cuatro adolescentes andaluces cree que la mujer debe estar ‘en su casa con su familia.’
  • El 10% de los jóvenes andaluces cree que es el hombre el que debe tomar las decisiones importantes en la pareja.
  • Más del 20% cree que la mujer es más débil que los hombres.
  • El 50% de los jóvenes piensa que la mujer aguanta la violencia de género.

Con estas conclusiones el  problema puede estar en nuestras madres,  las madres o  a las esposas  de nuestros amigos, en nuestras amigas. Pero también en  sus hijas o las nuestras. Algo más difícilmente detectable en la juventud por la fugacidad e inmediatez de las relaciones sociales de nuestros menores basadas y apoyadas en instrumentos  que fomentan y apoyan el control entre ellos como  whatsapp, Twitter,  Facebook, Tuenti, Instagram. Medios telemáticos que a veces se nos escapan  a los padres en todas sus dimensiones por ser una  forma de relación social invisible a nuestros ojos. Y se esconden en ellas las falsas pruebas de amor  de la entrega de claves  y contraseñas de sus cuentas  a sus parejas también menores que multiplican, fomentan y dan carta de naturaleza al control.

No sigamos buscando causas. No justifiquemos conductas. No validemos la violencia de género con conceptos tan vagos y sin conexión a las agresiones como: Celos, alcohol, drogas, trastornos de personalidad, irritabilidad, pensamientos impulsivos, falta de control,  propiedad, emancipación, separación, autonomía de la mujer. No hay ni una sola palabra, ni un solo concepto, ni siquiera un pensamiento que pueda adornar o aminorar la vergüenza que la sociedad siente por la violencia ejercida a la mujer y a las menores.  Y es que está impregnada en formas de relación y control que son las aprendidas y perpetuadas.

Pero eso no legitima su continuidad pues no estamos condenados  a sentir la vergüenza social  del maltrato. Es nuestro debito a nuestras hijas el  seguir  luchando contra los actos que demuestran la violencia de género ejercida sobre ellas. Más aún si se manifiesta a  tan temprana edad. Por ello:

  • Interioricemos el problema, detectémoslo y cuanto antes denunciémoslo.
  • Invirtamos en las generaciones que nos siguen: En las chicas jóvenes como apuesta segura  para que  también lo detecten.
  • Eduquémosles en Igualdad.
  • Desterremos los falsos mitos del amor romántico basado en la sumisión y la desigualdad que tanto daño les hace y que es  la semilla de la violencia de género.
  • Destruyamos la violencia que pasa de padres a hijos eliminando su  germen.
  • Rompamos en mil pedazos los roles de chicos y chicas basados en patrones patriarcales.

Pensemos en que las  menores no serán víctimas de la violencia de género en un futuro si se ha ganado definitivamente la igualdad frente al presente  orden patriarcal. Un ‘orden’ que deriva en violencia a la mujer cuando se impone como rol aprendido y transmitido. Como el único posible. Basado en  relaciones de control personal, mental y tecnológico hacia  nuestras menores como única forma de relación posible.

Y frente a ello apostemos por la educación en valores de igualdad. Esta apuesta sí que es segura, pues ganará definitivamente la batalla contra la violencia de género y el status quo del denostado sistema patriarcal.  Vamos a ello con nuestros hijos e hijas. Sin espera. Es  la herencia que tenemos que dejarles: Un mundo en igualdad y sin violencia de género. Unas relaciones de pareja donde no exista nunca más la posibilidad que el novio de nuestra hija la maltrate. 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Asesinos de la igualdad

Por Flor de Torres Flor de Torres renueva

Los maltratadores asesinan a sus parejas o ex parejas. Pero son además asesinos de la igualdad. Asistimos a la lista interminable de mujeres víctimas de la violencia de género. Cuando matan separan la igualdad del género, propiciando la desigualdad. La llevan a su máximo exponente: el feminicidio.

Frente a ello hay que luchar porque esas palabras, ‘igualdad’ y ‘género’ sean un binomio indestructible. Tenemos que lograr que sea una expresión llena de contenido y de sonido para todos, y muy especialmente para las personas más jóvenes de nuestra sociedad. Para ello previamente consolidémoslas en la educación, no solo en los colegios, sino en la familia, en la sociedad. Llevémoslas a la vida. Destruyamos de forma fulminante las tretas de dominación ocultas de género, que tanto daño hacen y que aún siguen invisibles en forma de conductas micro machistas que impiden equilibrar los géneros en valores.

Pero tampoco desterremos a los maltratadores solos con sus condenas y penas, medidas y alejamientos, estigmatizándolos a su suerte. Es una obligación nuclear de la lucha contra la violencia de género trabajar con los maltratadores en tratamientos efectivos de reeducación en la igualdad de género. Este es el camino que necesitamos recorrer para que esa lista de mujeres e hijos asesinados no siga alimentándose: educación y reinserción.

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El espejo de la igualdad

Flor de TorresPor Flor de Torres 

Hoy escribo en el nuevo año 2015 y mientras lo hago pienso en cifras y personas. Me imagino qué ocurrirá entre los días en que genero estas reflexiones y su publicación. Ignoro si cuando se edite habrá comenzado el contador de las víctimas de la desigualdad. De las víctimas mortales y de sus hijos. Qué historias y qué vidas encerrarán esas nuevas cifras del año 2015. Y mientras reflexiono con ustedes, me vienen a la mente las palabras de Leila Guerriero en un magnífico  artículo sobre de nuestra actitud contra la violencia de género:

‘Ayer mientras cenaba con el hombre con quien vivo –una cena más en mi vida de mujer a la que nadie ha tocado un pelo- pensé que en el mismo momento, la mujer sangrante podría estar hundiéndose bajo una lluvia de golpes o viviendo sus últimos minutos. Que esa noche fuera la misma noche para las dos (la misma luna, el mismo país, el mismo cielo) me pareció de pronto inmoral, insoportable.’

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Y es eso, nuestra actitud contra la violencia de género, la que genera y mide la altura de nuestra lucha. Si seguimos validando actos, acciones, chantajes, desvalorizaciones, insultos, gritos, lesiones, coacciones, agresiones, vejaciones entre nuestras parejas, o entre las parejas de nuestras hijas, de amigas nuestras o de nuestras hijas, de nuestros padres, de nuestros vecinos, familiares o sencillamente conocidos, estaremos alimentando historias que serán luego los recuentos de la violencia de género.

Si cuestionamos nuestros mecanismos de lucha  sin luchar, sencillamente mantendremos actitudes que siguen haciendo impune e invisible  la violencia de género. Y lo que es peor: cuestionada.

Hay un camino. Uno solo. El de la igualdad. Sin fisuras ni concesiones. Sin tregua y sin paz hasta encontrarla. Es el único antídoto contra la violencia de género.

Es ella, la igualdad, la que planta cara a la violencia. De frente. De igual a igual.  Y es la que gana. Porque es la desigualdad la que propicia esa fábrica de sentimientos que determina el desastroso resultado de la violencia.

Basta ya de apegos, de sumisiones, de amenazas, de coacciones, del uso de la  fuerza, del chantaje emocional, del  abuso, del acoso, de agresiones sexuales y de violaciones, de atentados a la moral, de  atropellos, de asesinatos y  de asesinos.

Miremos  al maltratador cara a cara  y digámosle  que no va a aliarse en la desigualdad y  atrincherarse en ella para que deje de extorsionar vidas a base de esa ventaja.

Necesariamente es hora de  dar un salto en el vacío a la igualdad.

Y así, siguiendo las reflexiones de Leila Guerriero, pienso en este país, esta ciudad, en esa mujer que sufre y que puede estar cerca de mí. Y que  compartamos los mismos espacios y el mismo cielo es absolutamente inmoral e insoportable.

Y por ello será nuestra actitud la firme aliada de la  intolerancia ante la desigualdad, la que determine la victoria, la que determine nuestra altitud contra la violencia hacia la mujer.

Sí. En la igualdad busquemos el único antídoto de la violencia de género que conozco  y casi casi la única salida. Para ello será nuestra actitud activa y combativa el único motor que nos hará sentirnos siempre   reflejados en su espejo que es la imagen que nos devuelve: Más igualdad.

Y este es un buen momento para recordar que la igualdad solo puede generar igualdad, lo semejante atrae a lo semejante y es que además se refleja en su espejo: en el bello y combativo espejo de la igualdad donde se proyecta y a la vez se refleja y expande.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.