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Sociedades desequilibradas

Por Sole Giménez sole gimenez

Siempre recomiendo a mis amistades un libro  que me regalaron hace tiempo pero que me pareció muy clarificador:  El cerebro femenino, de Louann Brizendine.

En él se estudian desde un punto de vista de la neuropsicología los diferentes modelos de comportamiento que durante la vida de una mujer su celebro va adoptando, tanto el pequeño cerebro de una bebé como el de la adolescente o el de la mujer madura.

http://nosolo100cia.wordpress.com/2013/01/09/cada-cabeza-es-un-mundo/#more-74

Cerebro masculino y femenino. Imagen del blog nosolo100cia.wordpress.com

Leyéndolo llegué a entender el porqué de muchos comportamientos y acciones que a lo largo de mi vida he tenido, incluso atisbé qué estaba ocurriendo en la cabeza de mi hija adolescente. De su lectura también deduje que muchas veces tanto hombres como mujeres nos vemos reducidos a meros combinados hormonales por mucho que queramos añadir sentido común a nuestra existencia.

Entendí por ejemplo que los humanos somos seres sociales pues nuestra supervivencia depende de la permanencia en una manada. Dentro de la tribu la mujer por su débil condición física depende más de los otros y tiene la imperiosa necesidad  de comunicarse lo mejor posible pues es su mejor o única arma, de ahí nuestra mayor predisposición a la comunicación. Comprendí que nuestro cerebro femenino nos impulsa a huir del conflicto, aunque a algunos les cueste creerlo, pues sabemos por herencia ancestral  que nuestra vida y la de nuestra crías en caso de conflicto siempre saldrán perdiendo.

Y tenemos que buscar y ser empáticas casi por la fuerza pues al  ponernos en la piel del otro, al entenderlo, podremos ayudarle y podremos contar con su ayuda cuando la necesitemos, lo que es muy importante para la supervivencia. Siempre buscaremos formar parte activa del grupo al que necesitamos para que nuestra descendencia y nosotras mismas sobrevivamos.

¿Y por qué digo todo esto teniendo el título que tiene este pequeño texto? Porque creo que estas cualidades que las mujeres hemos ido desarrollando por necesidad, son las que muchas veces se echan en falta en nuestras desequilibradas sociedades: capacidad de dialogo, empatía y buena comunicación para evitar los conflictos.

Estos últimos días cuando veo los gravísimos sucesos que están ocurriendo en algunos países árabes pienso que gran parte del problema  es producto de sus grandes desequilibrios sociales, entre otros, el nulo papel  que ocupa  la mujer en esas sociedades. No veo que estén por ninguna parte, ni que se las tenga en cuenta, sólo están para sufrir las consecuencias, para salir heridas o para morir.

Me pregunto ¿dónde está la voz de las egipcias, las sirias, las turcas, las israelíes, las palestinas, las afganas? Una sociedad no puede avanzar sin el apoyo, la presencia, el compromiso y la voz de  todos sus miembros, a todos los niveles, también la de más de la mitad de su población.

Los occidentales hemos avanzado mucho en este sentido en nuestras diferentes culturas y lo hemos hecho también gracias a que se ha permitido una mayor presencia femenina en todos los ámbitos, algo que esta dado lugar a una nueva situación social más equilibrada donde nos vamos acercando a la justa igualdad y que es sólo el principio de la sociedad del futuro.

No es ni mucho menos un remanso de paz ni por ello dejan de cometerse grandísimos errores y todavía queda muchísimo por hacer, pero sí que de alguna manera el hecho de que nuestras mujeres tengan acceso a la educación, a la sanidad, a la justicia, al empleo, etc. y puedan ejercer sus derechos en igualdad de condiciones, hace que en nuestra sociedad  por fin se escuchen sus voces, nuestras voces, que la mayoría de las veces tienden al diálogo y a la comprensión y huyen del conflicto por naturaleza.

Esa, en mi opinión, es la voz que debe empezar a escucharse en los países árabes: la voz de sus mujeres, la voz de su futuro. Y hasta que no sea así, su sociedad  desequilibrada seguirá sufriendo enfrentamientos radicales.

 

Sole Giménez. Como mujer me siento unida a la tierra. Como madre, unida a la humanidad. Como cantante mi voz está al servicio del arte. Como persona estoy comprometida con la felicidad de mis semejantes y dispuesta a darles cada día lo mejor de mí.