Por Indiana Jiménez Guerrero
‘“Antes de jugar con la computadora hay que hacer los oficios”, les decía mi hija a los muchachos del barrio cuando la iban a buscar a la casa; y a todos los ponía a trapear, barrer o fregar si querían ganar el derecho de jugar en nuestra computadora’, cuenta Rosa. “Mi hija era un tíguera (persona astuta)” – se ríe a carcajadas y yo también, mientras Rosa recuerda a su única hija, Rosaura Almonte, quien desde hace 3 años ya no la acompaña.
Rosaura, de 16 años, murió en agosto de 2012 por una leucemia no tratada y ante la impotencia de su madre, Rosa Hernández, maestra de una escuela pública en una provincia dominicana, cuyos derechos básicos fueron pisoteados junto a los de su hija por un sistema que desprotege a mujeres y adolescentes. La razón: a Rosaura se le diagnosticó un embarazo de siete semanas junto a la leucemia, lo que hizo que los médicos, amparados en la prohibición absoluta del aborto, dilataran el tratamiento urgente de quimioterapia que requería para salvar su vida. Lee el resto de la entrada »