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Un día para olvidar y para recordar

Por Laura Martínez Valero Laura Martínez Valero

En la vida hay momentos en los que te planteas qué es el compromiso. Hasta entonces siempre has pensado que eres una persona comprometida con tu trabajo, con la gente que quieres, con tus ideas y valores… Y entonces conoces a alguien, una persona que brilla con fuerza y que cuando cuenta su historia te deja sin aliento. Es en ese instante cuando comprendes que personas así hay pocas y que estás viviendo una oportunidad única. En mi caso ese momento llegó en marzo de 2014, cuando conocí a la periodista colombiana Jineth Bedoya en el marco de los proyectos Avanzadoras y Periodismo Comprometido de Oxfam Intermón.

En el centro la periodista Jineth Bedoya junto a un grupo de mujeres activistas durante el acto de presentación del informe sobre los crímenes sexuales cometidos en el marco del conflicto armado en Colombia

En el centro la periodista Jineth Bedoya junto a un grupo de mujeres activistas durante el acto de presentación del informe sobre los crímenes sexuales cometidos en el marco del conflicto armado en Colombia

Desde esa experiencia para mí el compromiso cobró un significado diferente y está relacionado con la historia de una mujer que acaba de conseguir que el 25 de mayo sea el ‘Día Nacional de las mujeres víctimas de la violencia sexual como consecuencia del conflicto armado’ en el calendario colombiano. Esta fecha no es fruto del azar. Para Jineth era una fecha maldita, el día en el que en el año 2000 ejerciendo su profesión fue secuestrada, torturada y violada por paramilitares con el fin de callarla para siempre. Ahora será la fecha de un logro: la visibilización y reconocimiento de la violencia sexual contra las mujeres en un país que lleva 60 años de conflicto y en el que los diferentes actores armados, militares y guerrilleros, hacen blanco de su violencia sobre el cuerpo de las mujeres, con una impunidad que se acerca al 100%. Una violencia calificada como pandemia por la ONU y que entre 2001-2009 sufrieron un promedio de 6 mujeres colombianas cada hora, de las que más del 80% no denunciaron por miedo.

Hace catorce años quisieron callarla. Nunca lo consiguieron. Es más, han obtenido lo contrario. A Jineth le costó nueve años exponer públicamente lo que le había pasado. Pero lo hizo, consciente de que ella, como subeditora del periódico El Tiempo y, por tanto, mujer periodista conocida, podía ser el altavoz para miles de mujeres que han sufrido y siguen sufriendo esta violencia.

Quienes la conocen saben que su compromiso es total. Desde entonces concede entrevistas, creó la campaña ‘No es hora de callar’, es portavoz de la campaña ‘Violaciones y otras violencias, saquen mi cuerpo de la guerra’, ha participado en Londres en la primera conferencia sobre la violación en las guerras y conflictos y un largo etcétera. Además sigue ejerciendo su profesión desde ese mismo compromiso, denunciando todo tipo de vulneraciones de los derechos de las mujeres, como en un informe de 2013 sobre la explotación sexual de niñas en los campamentos mineros de Medellín.

En la ceremonia de homenaje en la que quedó estipulado el 25 de mayo como Día Nacional, Jineth agradeció al presidente colombiano Santos que estuviera empujando el país hacia ‘ese horizonte de una Colombia en paz, con equidad y bien educada’. Creo que el agradecimiento debe de ser para ella. Ha llevado su situación de víctima a otro plano, el de la activista. Su tenacidad nos obliga a no seguir volviendo la cara ante este tipo de violencia. Una violencia que no es exclusiva de Colombia y que sin duda merece no sólo de un día nacional, sino de un Día Mundial para contribuir a su erradicación.

Laura Martínez Valero trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón y participa en el proyecto Avanzadoras. Cree firmemente en el Periodismo Comprometido.

Colombia: 150.000 denuncias, 2 condenas

Por Laura Hurtado laura

En Colombia, la violencia hacia las mujeres es comparable a la de República Democrática de Congo, por sistemática y barbárica. Mujeres descuartizadas, empaladas, niñas de 9 años obligadas a prostituirse‘. Me lo cuenta la periodista Jineth Bedoya que desde los 22 años cubre el conflicto que desangra su país, en el cual las mujeres son usadas como arma de guerra. ‘Según un estudio de Oxfam Intermón más de medio millón de mujeres han sido violadas en la última década, pero puede que el total llegue a los dos millones porque muy pocas se atreven a denunciarlo’. A ella misma le costó 10 años. Con 24 años, mientras estaba investigando un caso de tráfico de armas, fue secuestrada, torturada y violada por 3 paramilitares. Prefirió esconderlo y refugiarse en su trabajo hasta que en 2009 se armó de valor y lo contó públicamente. ‘Lo hice por todas las otras mujeres que han pasado por lo mismo pero que viven en zonas alejadas y que no tienen los recursos para ser escuchadas‘.

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La periodista colombiana Jineth Bedoya en el Congreso Nacional de Mujeres y Paz de Bogotá a finales de 2013. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

‘De repente, sin darme cuenta, me volví activista’, asegura Jineth que ha creado la campaña ‘No es hora de callar’ donde reivindica la importancia de que las mujeres afectadas por cualquier tipo de violencia hablen. Cuenta con el apoyo de ONU Mujeres y el de futbolistas colombianos famosos (Falcao, David Ospina, Abel Aguilar…), con quienes consigue que el mensaje llegue a los hombres, que son, dice, el 98% del problema. ‘Las mujeres que hemos sido marcadas nos quedamos silenciadas. Por miedo a represalias, por vergüenza o porque nadie nos va a hacer caso‘. Y es que la impunidad bordea el 90% de estos casos en Colombia. ‘Con la Ley Justicia y Paz para el desmonte de los paramilitares hubo 150.000 denuncias de violencia sexual y solo 2 condenas‘. Su caso tampoco ha sido resuelto. ‘Francamente, no tengo esperanza que mis violadores acaben en la cárcel‘, suspira esta mujer que ve atónita cómo la intensidad de la guerra en Colombia ha bajado pero no así las violaciones a mujeres. ‘Los grupos armados que antes hacían la guerra ahora son bandas criminales que se dedican a la trata de mujeres, un negocio fácil, que da mucha plata, y que está menos perseguido que el narcotráfico, sentencia Jineth que en mayo de 2013 sacó a la luz un caso de explotación sexual de niñas de entre 13 y 16 años en las zonas mineras de Colombia, ante el que nadie ha hecho nada. ‘El machismo es muy fuerte. Por ejemplo, en las negociaciones actuales entre el Gobierno y las FARC hemos tenido que pelear mucho para que hubiera negociadoras. Al final conseguimos que entraran dos‘, explica.

Por decir todas estas cosas, Jineth está amenazada de muerte. En algunas regiones de su país no puede ni entrar. ‘Cuando tocas temas gordos, te salen enemigos por todas las esquinas. Siento que la bala puede venir de cualquier lado’. Se mueve siempre con un coche blindado y acompañada de 5 escoltas. Lleva 14 años así. ‘Echo de menos algo tan sencillo como pasear por la calle, me confiesa esta mujer, que desde que ‘la marcaron‘ no consigue dormir bien ni recuperar peso. ‘Bailo zumba cada mañana y también escribo. Esas son mis vías de escape‘, asegura con 6 libros publicados. ¿De qué sirve tanto sacrificio? ‘Me siento responsable por todas las mujeres que han pasado por lo mismo. A veces el peso es muy grande, es cierto, pero no voy a dejar el brazo a torcer. No puedo rendirme. Hemos conseguido algunos logros: se ha creado una política de género, una Consejería de Género, el Ministerio de Defensa tiene un protocolo de violencia sexual. No hay recursos pero son primeros pasos. Yo ya sabía que este proceso sería largo‘, concluye.

Jineth Bedoya es portavoz de la campaña “Violaciones y otras violencias: saquen mi cuerpo de la guerra” que lideran 10 organizaciones colombianas con el apoyo de Oxfam Intermón.

Laura Hurtado es periodista y trabaja en Oxfam Intermón.