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Publicidad sin estereotipos sexistas

Por Uschi Henkes

Que desaparezcan de las pantallas las mujeres engañosamente perfectas, las noñas, las obsesivas compulsivas de la limpieza, las pacatas, las recatadas, las arpías, las banales, las que son meras comparsas, las sosas, las sin gracia, y que en su lugar, veamos mujeres de todo tipo y condición, pero que no responden a un marcado patrón, a un estereotipo. Esa es la ambición de un proyecto llamado #OVER_, que ha puesto en marcha el Club de Creativos (c d c), asociación que reúne a los profesionales que trabajan en publicidad en España, con la colaboración del Instituto de la Mujer. Un proyecto que se ha materializado en un libro y un folleto que buscan concienciar a  la industria publicitaria de la necesidad de acabar con los estereotipos que encorsetan y limitan a las mujeres.

En estas dos décadas, ha estado regido por diez profesionales, en mandatos de dos años. De los diez, nueve son hombres. Yo soy la primera mujer que preside el club en toda su historia. Mi mandato concluye ahora y quien llega es también mujer, Judith Francisco. Una rotación que representa un claro signo del cambio que estamos viviendo.
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Igualdad de género ¿en peligro de extinción?

Por Elena Saura  Elena Saura

En días pasados el Gobierno, bajo el paraguas de una reforma para la racionalización del sector público, decretó una serie de cambios que afectan a la igualdad entre mujeres y hombres. El cambio más notorio es la modificación, no solo del nombre sino de las competencias, del Instituto de la Mujer que pasa a ser Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades e incorpora las políticas contra la ‘discriminación de las personas por razón de nacimiento, sexo, origen racial o étnico, religión o ideología, orientación o identidad sexual, edad, discapacidad o cualquier otra circunstancia personal o social’.

Bajo el paraguas de la igualdad. Ilustración de Ana Sara Lafuente.

Bajo el paraguas de la igualdad. Ilustración de Ana Sara Lafuente.

Al eliminarse la Dirección general de Igualdad de Oportunidades, sus competencias se incorporan al Instituto de la Mujer compartiendo estructura, es decir equipos, y presupuesto. Los presupuestos 2015 están en discusión en estos momentos, pero pretenden mantener los mínimos del año pasado con una ligerísima subida para evitar el desplome de casi el 10% en cuatro años de recortes. Son exiguos pues suponen aproximadamente un 0.1% de los presupuestos generales que si ahora tienen que destinarse además de para la igualdad entre mujeres y hombres, para evitar todo tipo de discriminaciones ¿será suficiente? Los presupuestos confirman la verdadera voluntad política en abordar el tema. Veremos que sucede.

No obstante, algunas alarmas se nos vienen a la cabeza. La primera y la más acuciante, la ya mencionada del presupuesto.

Segunda, la alerta de los recursos humanos. Lo mismo da la formación en igualdad de género que para evitar la discriminación por origen étnico, religión, edad, discapacidad y demás mencionadas entre las nuevas competencias del Instituto. ¿No existía un amplio consenso que confirma que la especialización es necesaria si se quieren realmente afinar las propuestas políticas?

Tercero, se va a diluir –si no desaparecer- la transversalización de la igualdad de género en todas las acciones, propuestas y políticas generales del Estado. Para que la igualdad empape todo, tiene que haber oportunidades para ejercer influencia en la formulación de todas las políticas gubernamentales ¿con un equipo más reducido y un presupuesto menor es viable? Si ya brillaba por su ausencia el horizonte no es muy halagüeño.

Cuarto, el rango del mecanismo nacional de igualdad ¿queda en entredicho? Desde hace dos décadas que se insiste que para lograr un funcionamiento eficaz de los mecanismos nacionales es preciso que se los considere en las instancias más altas de gobierno que sea posible, y que estén bajo la responsabilidad de un ministro del gabinete ¿es así? La igualdad tenía un ministerio propio, ahora se integra en el de sanidad, políticas sociales e igualdad pero el rango de Instituto no es el mismo. El dilema está servido.

Quinto, estos procesos institucionales ¿agilizan la planificación descentralizada, la aplicación y la vigilancia con miras a lograr la participación de las organizaciones no gubernamentales y organizaciones comunitarias, empezando por las de base?

Sexto, la crisis ha evidenciado que se necesitan políticas específicas. La sobrecarga de los cuidados y el trabajo doméstico no remunerado en manos de las mujeres es alarmante pero esto no parece preocupar a la clase política. No obstante, también ¿son ciegos ante la cantidad de mujeres asesinadas este año? ¿Y la violencia sexual? ¿No les importa el incremento del desempleo femenino o la ampliación de la brecha salarial?

Con una decisión como ésta el Gobierno nos hace retroceder y mucho. Es otro ataque a la igualdad y la libertad de mujeres y hombres. Lo peor, que los resultados perjudicarán a toda la sociedad. Si no lo ven, la crisis continúa y que no vendan en el exterior que España va bien.

Elena Saura es economista, especialista en género y desarrollo y miembro del colectivo Tejedoras.

La capitana, el ministro y el Instituto fantasma

Por Mariana Vidal Mariana Vidal

Ha ocurrido todo en apenas unas horas. Quizá las relaciones directas no sean evidentes, más allá del ‘estado de las cosas’ en que vivimos. Hace 48 horas, en las portadas de los medios refulgían los llamativos comentarios machistas tras el nombramiento de la nueva capitana de la Copa Davis. Algunas personas del gremio deportivo, sorprendentemente, prefieren recurrir a argumentos que vetan a todas las mujeres en general, en lugar de comentar el acierto o desacierto de una decisión concreta.

Un día más tarde, el ministro de Justicia se ve obligado a dimitir ante su incapacidad para sacar adelante una ley innecesaria, al margen de todo apoyo y consenso, tras meses de desprecio a la preocupación de las principales afectadas por la ley. La amenaza electoral ha logrado frenarlo, pero la agonía de viernes tras viernes esperando la caída de la ley en el Consejo de Ministros ha sido algo que difícilmente le perdonarán muchas personas.

Dimite el Ministro de Justicia. Imagen de TrasTando.

Dimite el Ministro de Justicia. Imagen de TrasTando.

Ante episodios como estos, se echa en falta una voz, la del Instituto de la Mujer,  que en muchos otros momentos de la historia pasada de nuestro país tuvo iniciativas con gran repercusión social. No sólo se ha perdido gran parte de esa fuerza, sino que la semana pasada, a golpe de boletín oficial y con la excusa de la ‘racionalización administrativa’, se ha realizado una renovación que pone en riesgo el objetivo de la defensa institucional de los derechos de las mujeres. La nueva formulación engloba en el rebautizado ‘Instituto de la Mujer y para la igualdad de oportunidades’ la responsabilidad de impulsar políticas ‘contra la discriminación de las personas por razón de nacimiento, sexo, origen racial o étnico, religión o ideología, orientación o identidad sexual, edad, discapacidad o cualquier otra circunstancia personal o social‘.

Podría sonar bien, si no fuera porque en todos los casos planteados las acciones ya eran insuficientes a pesar de existir instituciones especializadas. Unir todas estas realidades en un solo Instituto con la excusa del ahorro es más bien una devaluación de esas políticas. Quien mucho abarca poco aprieta. En lugar de leyes, instituciones, y políticas específicas para graves problemas que afectan a muchas personas, parece que sólo se tratará de medidas cosméticas y superficiales. Cajones de sastre para poder decir que se hace lo que en realidad no se hace bien. Si algo resulta sospechoso en este cambio es el intento de tratar a una mayoría como si fuera una de tantas minorías. Una apuesta por abandonar lo específico en manos de lo genérico. Cabe también pensar que hubiera detrás una intención de desmantelar el Instituto, limitada por las obligaciones que nos hemos impuesto en el marco de la Unión Europea.

Ya se han alzado algunas voces contra este cambio, pero en general, con la que está cayendo, parece que muchas personas no se han dado cuenta. Quizá ya no esperamos que una institución pública tenga una voz fuerte contra los distintos tipos de violencias y discriminaciones que dificultan la igualdad en estos tiempos difíciles para las mujeres.

 

Mariana Vidal es comunicadora y especialista en América Latina.