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Testimonio desde un hospital de Gaza

Por Beatriz PozoBea Pozo

‘Hoy es el cuarto día en Gaza. Los dos primeros fueron como un limbo. Estábamos en Gaza, pero todavía no éramos totalmente conscientes de lo que estaba pasando. Vivíamos en el hospital, comíamos en el hospital, trabajábamos en el hospital y dormíamos en el hospital. Observábamos los heridos, escuchábamos las ambulancias y veíamos los cuerpos y la gente desparramados en el suelo; pero, a pesar de todo, todavía no lo asimilábamos. Ayer, las cosas empezaron a cobrar sentido cuando vi a un niño durmiendo con su padre en una habitación al aire libre, sobre unos cartones. Se encontraba allí por la mañana, se encontraba allí por la tarde y de nuevo esta mañana y esta tarde. Me pregunto dónde está su madre, dónde está su familia.’

 Médicos tratando a un niño en el hospital Al Awda ubicado en el norte de Gaza. (c) Mohammed Al Baba/Oxfam

Médicos tratando a un niño en el hospital Al Awda ubicado en el norte de Gaza.
(c) Mohammed Al Baba/Oxfam

Dina Khoury-Nasser es una enfermera palestina de 53 años. Trabaja en el hospital Al-Shifa, el mayor centro médico de Gaza, que fue atacado el pasado día 28. Pese a estar acostumbrada a ver gente herida, ni siquiera ella es inmune a lo qué está pasando. ‘La realidad me golpeó cuando comenzó el bombardeo sobre Jabalia’

Cada día llegan decenas de nuevos heridos al hospital, el 30% de los cuales son niños, según datos de Médicos Sin Fronteras. En su testimonio Dina habla de algunos de los casos a los que se enfrenta. ‘Esta mañana, cuando comenzó el bombardeo, empezaron a llegar niños y niñas’. Una de ellas era Haneen, de 8 años. Tenía un brazo herido, la cabeza vendada y no podía abrir los ojos por las quemaduras que tenía en la cara y la hinchazón de un edema. ‘Sostuve su pequeña mano herida y le aseguré que me quedaría con ella. Después preguntó por su padre y sus dos hermanas. Le conté que su padre la estaba esperando, pero no pude decirle que su hermana había muerto. Tampoco pude contarle, más adelante, que habían encontrado el cuerpo de su otra hermana entre los escombros. Las dos tenían menos de cuatro años’.

Los hospitales de Gaza están al borde de la saturación. A las miles de personas heridas se unen problemas con los suministros y con la luz eléctrica, que ponen en peligro los materiales sanitarios. Además, en palabras de Bárbara Mineo, directora de Acción Humanitaria de Oxfam Intermón, ‘las condiciones de salud pública en Gaza están empeorando cada hora, y con el agua potable agotándose, los riesgos de enfermedades no hacen sino aumentar’.

Por eso, para Dina aquel fue ‘un día duro que acabó con noticias esperanzadoras’ porque llegaron nuevos compañeros con suministros del hospital Augusta Victoria de Jerusalén. ‘Su ayuda es muy apreciada. Estar aquí es lo único que importa’. No obstante, no puede evitar mirar las caras de la gente. ‘Todos están como aturdidos. Hay una enfermera, que se trae a su hijo al hospital, que parece profundamente triste. La jefa de enfermeras tuvo que respirar hondo mientras hablaba de los niños que había visto. Dijo que necesitaríamos tiempo para curarnos. El dolor se toma su tiempo. Las historias son abrumadoras y las pérdidas no han acabado.’

La población de Gaza se enfrenta a una grave crisis de salud pública debido a la destrucción y contaminación del suministro de agua. Además, al menos 12 hospitales, 14 clínicas y 22 ambulancias han sido dañados y hay problemas en el suministro eléctrico a los centros de salud. Si quieres ayudar a evitar esta crisis puedes hacerlo aquí: http://bit.ly/crisisgaza

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora como voluntaria con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.