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Mamá es reportera de guerra

Por Beatriz Pozo Bea Pozo

¿Qué es lo primero que viene a la cabeza cuando se habla de un periodista de guerra? ¿Peligro, riesgo, valentía, compromiso? Un periodista de guerra es la expresión más pura de la máxima ‘informar por encima de todo’. Alguien que arriesga su vida para que otras personas conozcan lo que ocurre en un conflicto armado, que es capaz de poner todo en peligro, solo para informar. ¿Y cómo logran estas personas tener una vida aparte del trabajo, si cada pocas semanas deben viajar a un nuevo frente de guerra, a un nuevo campo plagado de balas?

Lynsey Addario (c) John D. Catherine T/ MacArthur Foundation

Lynsey Addario (c) John D. Catherine T/ MacArthur Foundation

El 16 de marzo de 2011, cuatro reporteros del New York Times fueron secuestrados en Libia. Mientras se encontraba en manos de las fuerzas del coronel Gadafi, la fotoperiodista Lynsey Addario decidió que en cuanto fuera liberada tendría un hijo con su marido. En el momento más crítico, cuando no sabía si la iban a matar o no, si la iban a violar o cuánto tiempo estaría retenida, Addario se propuso tener un hijo.

Hoy casi 4 años después, la reportera, que recientemente ha sido nombrada por la American Photo Magazine como uno de los cinco fotógrafos más influyentes de los últimos 25 años, publica un libro sobre su carrera. Su nombre es toda una declaración de intenciones: ‘It´s  what I do’ (Es lo que yo hago). Y lo que ella hace es fotografiar zonas en guerra y lugares donde el hambre y la sed se ceban con la mayoría de la población. No obstante, desde finales de 2011, lo que ella hace también es criar a un niño. Quizá por eso, la segunda parte del título del libro es: ‘A photographer´s  life of War and Love’ (Vida de amor y guerra de una fotógrafa)

Tener un hijo no ha disuadido a Lynsey Addario de seguir realizando su trabajo. Como ella misma afirma en un artículo reciente para el New York Times: ‘Salir en el último minuto, saltar a  un avión y sentir la responsabilidad de cubrir guerras y hambrunas y crisis de los derechos humanos es mi trabajo. Dejar de hacer esas cosas sería como despedirme a mí misma’. Ni siquiera el embarazo se lo impidió. Durante el periodo de gestación, viajó por todo el mundo y siguió cubriendo historias, incluso en lugares  como Somalia o Gaza.

Lo cierto es que no es la primera vez que Addario usa la frase que da título a su libro. También la utilizó a los pocos días de ser liberada de Libia. Era su respuesta a quienes decían que cómo se podía atrever una mujer a cubrir una zona de guerra, especialmente en el mundo musulmán: ‘Es lo que yo hago […] es mi vida y yo tomo  mis propias decisiones’. Ahora le preguntan que cómo puede seguir poniéndose en peligro, después de tener un hijo. Ella siempre contesta que no le harían esa pregunta si fuera hombre.

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A la hora de cubrir una guerra ser mujer tiene también sus ventajas. Addario habla de poder mostrar una perspectiva diferente del mundo musulmán, así como de tener un mayor acceso a las mujeres locales que sus compañeros masculinos. Además, en buena parte del mundo musulmán los hombres sienten un gran respeto hacia las mujeres y se creen en la obligación de protegerlas, lo que beneficia a una periodista.

Lynsey Addario ha sido secuestrada en dos ocasiones, fue víctima de una emboscada de los talibanes en Afganistán y ha visto a varios compañeros morir a su lado. No obstante, Linsey Addario también formó parte del grupo de fotógrafos que ganaron el Pulitzer a mejor reportaje internacional en el año 2009 por “Talibanistan”, ha recibido otros premios como la beca MacArthur Fellowship o la de Getty images por fotografía editorial por su trabajo en Darfur,  ha retratado los principales conflictos de los últimos años y ha viajado a donde ha querido viajar. Su trabajo es ‘una parte intrínseca de lo que soy, es lo que creo y lo que gobierna  mi vida’. Puede que muchos no lo entiendan. ¿Por qué ponerse en peligro? ¿Por qué arriesgarse? No obstante, su propio libro lo dice: ‘It´s what I do: A photographer life of War and Love’. Es lo que ella hace. En su vida hay guerra, pero también hay amor.

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Juana Biarnés: la primera fotoperiodista

Por Beatriz Pozo Bea Pozo

‘Mi padre me dijo: te has metido en un mundo muy difícil. España no te va a entender. España no está preparada para una mujer fotógrafo, ni una mujer médico ni una mujer abogado. Todo esto es un terreno que hay que ir ganando poco a poco. Espero que no te vengas abajo y que luches para conseguir lo que te has planteado’

Juana Biarnés dice que a ella no le gustaba la fotografía. Simplemente empezó ayudando a su padre, que era fotógrafo deportivo, y luego se  ‘enamoró de la profesión’. Resulta una afirmación un poco sorprendente cuando quien lo afirma es considerada la primera fotoperiodista de España.

Juana Biarnés, en una imagen del proyecto del proyecto de Crowdfunding para un documental sobre su trayectoria.

Juana Biarnés, en una imagen del proyecto del proyecto de Crowdfunding para un documental sobre su trayectoria. Imagen: Verkami

Empezó a trabajar en los años 60, para el diario Pueblo. Durante 22 años se dedicó a retratar  famosos y a realizar reportajes de actualidad. Se coló en el avión de los Beatles, una aventura digna de la película ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’, y luego los siguió hasta su habitación de hotel; fingió ser un matrimonio junto a un compañero para convencer a Roman Polansky de dar un paseo en barca, mientras ella le hacía fotos desde un balcón; y Clint Eastwood la besó en los labios.

No obstante, no todo en su carrera fueron anécdotas divertidas. ‘Fui una incomprendida y tuve muchas dificultades’. El suyo era considerado un trabajo de hombres y más en una época en la que la mujer estaba sometida al varón y eran pocas las profesiones a las que estaba bien visto que se dedicaran. Lo pasaba especialmente mal en los campos de futbol, donde era increpada tanto por los ‘grises’ como por la grada. Además, ‘no me dejaban entrar a nada que fuera oficial, nada en lo que hubiera políticos o ministros (…) En las cortes y en sitios así siempre me echaban fuera’.

Sin embargo, esto, como todo, cambió al cabo de unos años. ‘Casi en los 70 lo empezaron a entender, porque todo evolucionó mucho. Mi director, Emilio Romero, tuvo varias broncas con el ministerio y les preguntó que por qué daban un carnet de prensa si luego no lo dejaban utilizar. Entonces ya pude asistir como fotógrafo al juramento del príncipe Juan Carlos’   En esa misma época, otras fotógrafas empezaron a trabajar en la redacción. ‘Hubo como una especie de revolución femenina’ y Juana desde su posición privilegiada pudo retratarla.

Con la cámara en mano se convirtió en una testigo excepcional de la sociedad española de los 60 y 70. Pudo hacer reportajes a  las primeras médicas, a las primeras abogadas y, en resumen, captar la evolución y ‘la mejora’  de España. De eso  trata la exposición que se le ha dedicado estos días en su Terrassa natal, a la que se une un documental, titulado ‘Una fotógrafa entre hombres: La historia de Juanita Barnés’ y  financiado por crowdfunding, que narrará la historia de esta pionera del fotoperiodismo.

Joana Biarnés, en una reciente exposición de fotografía. Imagen:

Joana Biarnés, en una reciente exposición de fotografía. Imagen (c) Judesba (Wikipedia)

Juana abandonó la profesión en los años 80, por causa del amarillismo.  ‘Yo he hecho un periodismo sincero, un periodismo de verdad y como esto había empezado a basarse en mentiras  decidí que no, que mi dignidad no me permitía seguir en esta profesión’. En su lugar abrió un restaurante en Ibiza, el Cana Joana, por donde pasaron muchos de los personajes que, años antes, retrataba con su cámara.

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora como voluntaria con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.