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Las mujeres viudas luchan por la supervivencia en la crisis de Lago Chad

Por Nafkote DabiNafkote Dabi

Decenas de miles de hombres y chicos han desaparecido desde que comenzó el conflicto en Noreste de Nigeria hace ocho años. Algunos han sido asesinados o secuestrados por Boko Haram; otros han sido detenidos por el ejército y nunca se les ha vuelto a ver. Hombres y chicos se han convertido en objetivo para ambas partes del conflicto. Las mujeres y los niños que dejan atrás enfrentan una crisis humanitaria sin protección, con poco o ningún apoyo, y bajo la amenaza de explotación y abusos sexuales. Pese a todo, su lucha por la supervivencia en un ambiente lleno de inseguridad no deja de sorprenderme.

Aisatu junto a un grupo de mujeres en la entrada al campo de desplazados de Muna Garage a las afueras de Maiduguri. Foto: Pablo Tosco/Oxfam

Un grupo de mujeres en la entrada al campo de desplazados de Muna Garage a las afueras de Maiduguri, Nigeria. Foto: Pablo Tosco/Oxfam

«Muchas mujeres son viudas. Tienen que ir al mercado para vender pequeñas cosas para poder alimentar a su familia, o mendigar en la calle para sobrevivir”. Aisha, mujer desplazada de 40 años.

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¿Cómo hablar de la trata de personas para acabar con ella?

Por Nuria Coronado

España tiene una triste alfombra roja: la que se despliega para dar la bienvenida a la trata, la esclavitud del siglo XXI. Somos el país de entrada en Europa en tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación sexual. Aquí llegan diariamente cientos de mujeres desde Latinoamérica, África y otros países europeos engañadas por las mafias para convertirse en simple mercancía. Se calcula que hay unas 45.000.

Imagen del rodaje de la película 'Chicas nuevas 24 horas', de Mabel Lozano.

Imagen del rodaje de la película ‘Chicas nuevas 24 horas’, de Mabel Lozano.

Cada una de ellas deja de ser persona para mutar en carne distribuida al peso allá donde sus captores, chulos y proxenetas saben hay demanda. Pasan de ser un yo a una sin nadie. Su explotación mueve en España 5 millones de euros al día y los medios de comunicación cada vez informan más de ello.

Con el fin de que los periodistas contribuyan a informar con rigor y por lo tanto llegar a erradicar este delito, la Comunidad de Madrid, en colaboración con LID Editorial y Apramp, acaban de lanzar el primer manual de estilo en España titulado: Cómo Informar sobre la trata. Nadie mejor para escribirlo que la periodista y experta en comunicación Charo Izquierdo. Más de diez años de esfuerzo para erradicar esta lacra y una novela sobre ella, titulada ‘Puta no soy’, la han llevado a dar un paso más allá y ofrecer a sus colegas algunas pautas eficaces para ser parte de la solución, y no parte del problema.

Por desgracia hay demasiados informativos que siguen hablando de tráfico de blancas, un término propio de siglos pasados cuando se llevaba a mujeres blancas a África o Asia para ser explotadas sexualmente. Hoy la trata afecta a mujeres de cualquier raza. Utilizar el lenguaje correcto es trasladar a la opinión pública la realidad a la que se enfrentan unos 20 millones de mujeres y niñas en todo el mundo’.

Informar con objetividad es el primer escalón para visibilizar y acabar con la lacra, dejar de victimizar a quienes la sufren, animar a la denuncia y proteger de manera más eficaz a las mujeres de un delito que afecta a los Derecho Humanos.

Estas son 10 de las recomendaciones imprescindibles que encontraremos en la guía:

  • No basta con informar. A la hora de dar noticias sobre la trata la cobertura ha de hacerse desde la información ética que huya de victimizar aún más a quienes la padecen. Tampoco hay que hurgar en su desgracia, ni exhibirla con sensacionalismo. Se trata de mostrar el problema desde la perspectiva de los Derechos Humanos.
  • Recordar que la trata de personas es una expresión real de situaciones de violencia más extremas, puesto que desprovee al ser humano de libertad recalcando que es un delito en el que necesariamente se pasa por los estadios de la captación, la privación de libertad y explotación.
  • Diferenciar la localización de la trata y los fines de la misma. Ya que esta puede producirse en el interior del propio país en el que reside la víctima: en él tie­nen su origen y en él, su destino o ser el punto d epartida para ser llevadas después a un tercer país. Además distinguir si es con fines de explotación sexual, trabajos forzosos, delincuencia, servidumbre, matrimonio o para venta de órganos.
  • No confundir trata con tráfico. La trata de personas no es igual que tráfico ya que este suele darse ilícito con migrantes. Hay que vigilar en especial que la trata de personas no se reduzca meramente a un problema de migración, de orden público o de delincuencia organizada.
  • Conciencia y respeto. Se trata de informar para concienciar a la ciudadanía en torno a la magnitud del problema pero respetando en las informaciones o noticias la confidencialidad de las víctimas. Muchas de las víctimas son madres y están amenazadas, tanto ellas como sus familias.
  • No culpabilizar y, menos aún, rechazar. En la transmisión de información no se puede albergar duda alguna sobre la responsabilidad de las víctimas. Dejar claro que los culpables son quienes las engañan, las compran, las trasladan, las alojan y las explotan, convirtiéndolas en esclavas. Tampoco hacer responsables a las familias de la venta de sus hijas. Ellas también son víctimas. Hay que explicar que este delito se produce como fruto de situaciones de absoluta miseria y que está ligada a la pobreza y a la feminización de la misma.
  • Prohibido el sensacionalismo. Huir de dar detalles escabrosos o imágenes en las que se ve a la mujer casi desnuda en un prostíbulo. Utilizar imágenes neutras o que pongan el foco en el culpable de la situación. Hablar de clientes y traficantes que son los que lo provocan el delito. Nunca publicar imágenes de niñas. Lo mejor es aportar cifras y datos que ayuden a situar y a ilustrar la magnitud del problema.
  • Sacar la trata del ámbito de las noticias de sucesos. Si se informa sólo como un suceso estaremos siendo parciales. Informar con regularidad sobre el tema y no sólo cuando se produce una redada para destacar que es un negocio y por eso no se acaba.
  • Destacar el gran trabajo de las fuerzas de seguridad y ongs. Todos ellos trabajan 24 horas y sin descanso para ayudan a todas estas mujeres a salir de la situación. Hacen una labor, muchas veces desconocida, en favor de devolverles no solo la libertad física sino también vital.
  • Promover la denuncia y la esperanza de una vida nueva. Se trata de narrar los hechos haciendo hinca pie en la importancia de que ellas (o cualquiera que conozca de la situación) denuncien para que intervengan las fuerzas de seguridad y se les pueda ayudar a una nueva vida lejos.

Nuria Coronado es periodista, editora en www.lideditorial.com  y responsable de Comunicación de Juan Merodio

Claves legales para un Premio Goya

Por Flor de Torres Porras
flor de torres nueva recortada

La posibilidad de que una película sobre la trata de mujeres logre un Premio Goya es ya en sí una buena noticia. Es buena noticia que los y las profesionales del cine se comprometan con la visibilidad de una tragedia social, seleccionando entre las nominadas para la categoría de mejor película documental un drama realista que se desvela en un impresionante largometraje: ‘Chicas Nuevas 24 horas’ de la Directora Mabel Lozano.

Estela, una de las protagonistas de la película, durante el rodaje en Paraguay. Imagen de la película 'Chicas nuevas 24 horas'

Estela, una de las protagonistas de la película, durante el rodaje en Paraguay. Imagen de la película ‘Chicas nuevas 24 horas’

Yandy, Sofía, Ana Ramona y Estela son sus protagonistas: todas son víctimas de trata  de seres humanos con fines de explotación sexual. Las dos primeras son menores de edad, y son además presentadas en la desnudez de sus derechos, estigmatizadas, atropelladas en sus derechos. El mecanismo de la trata de mujeres con fines de explotación sexual esta milimétricamente plasmado en la película, especialmente en el punto que encadena el atropello de derechos con los beneficios del negocio. Estas mujeres y niñas son tratadas como materia prima, instrumento de cambio. Con un valor de mercado equiparable a las drogas o las armas. Un denigrante delito.

Respecto al delito, existen claves legales para entenderlo y enfrentarlo: la Unión Europea, a través de la Directiva  2012/29/UE del Parlamento Europeo y del Consejo de 25/10/12  considera que la violencia por motivos de género se entiende como una forma de discriminación y una violación de las libertades fundamentales de la víctima. Y comprende, sin limitarse a ellas, la violencia en las relaciones personales, la violencia sexual (incluida la violación, la agresión sexual y el acoso sexual), la trata de personas, la esclavitud y diferentes formas de prácticas nocivas, como los matrimonios forzosos, la mutilación genital femenina y los denominados ‘delitos relacionados con el honor‘. Este ha  sido el  mandato marco que ha servido para armonizar en estos últimos meses las leyes en España dotándolas de la necesaria perspectiva de género que este delito exige.

Así  la flamante reforma del Código Penal por L.O  1/15 que entró en vigor en Octubre de este año ha desarrollado  la tipificación del delito de trata de seres humanos, (artículo 177 bis) incluyendo entre los hechos constitutivos de trata, el intercambio o transferencia de control sobre las personas. Se  ha incorporado la entrega o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de la persona que controla a la víctima. Se ha incluido  entre las finalidades la explotación para que las víctimas cometan actos delictivos para los explotadores, y la celebración de matrimonios forzados. Y se ha negado el derecho de un condenado extranjero por trata a sustituir su  pena por expulsión del territorio nacional, además de una especial atención al comiso de los beneficios de este delito.

Y el Estatuto de la Víctima, por Ley 4/2015   delimita el concepto de vulnerabilidad de las víctimas objeto de trata visibilizándolas de esta forma:

‘… ciertos colectivos de víctimas, que verían ampliada su asistencia y protección con el catálogo general de derechos de la víctima, ante la ausencia de una regulación específica para ciertos colectivos de víctimas con especial vulnerabilidad, se pretende otorgarles una protección especial en este texto  … relativo a la lucha contra los abusos sexuales y la explotación sexual de los menores y la pornografía infantil, así como la Directiva 2011/36/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 5 abril de 2011, relativa a la prevención y lucha contra la trata de seres humanos y a la protección de las víctimas’

Las víctimas del delito de trata de seres humanos y la explotación sexual son mujeres que han sido usadas, denigradas, violadas, abusadas, calladas, esclavas  sexuales y finalmente son olvidadas, invisibles y están profundamente solas. Con la impresionantes voces  que en la película de Mabel Lozano rompen el silencio de esa esclavitud sexual. La voz valiente de Mabel Lozano, directora de ‘Chicas nuevas 24 horas’ permite a las personas que ven su documental entender y preocuparse por este problema al mismo tiempo que las nuevas reformas legales nos ponen en el camino de que llege el rigor de leyes a los responsables y que la atención, acción y protección integral lleguen a  las mujeres que son objeto de explotación sexual.

Mabel Lozano nos ha vuelto a remover la conciencia.  A su trayectoria intensa como documentalista se une su   compromiso social  por todas las discriminaciones que acompañan a las mujeres por el hecho de serlo. Cualquier persona honrada que vea esta película queda sobrecogida ante una realidad que no vemos  pero que está  en nuestras ciudades, muy cerca de nuestras casas,  en nuestros países y en el de sus cuatro protagonistas que realizan un tránsito inverso a sus países de origen para ayudarnos a entender los mecanismos que las han llevado a ser esclavas. Por eso el documental está rodado en Perú, Colombia, Paraguay, Argentina y España.

Gracias  a Chicas Nuevas  24 Horas la realidad invisible de estas mujeres cobra vida. Porque nos atraviesa  sin tacones, sin ropa interior,  sin desnudez de cuerpos, sin clubes de alterne. Sus miradas y sus palabras son suficientes para observar y comprender sus tragedias fuera del estigma y del prejuicio. Solo es posible con  sus miradas limpias unidas a la solidez de la empatía.  Y esta visión sólo puede provocar el más enérgico rechazo y activismo ante la desnudez  e invisibilidad de los derechos de estas mujeres y niñas. Aprendemos a escuchar a Yandy, Sofía, Ana Ramona y Estela. Porque su integridad física y moral, su honor y el robo de sus vidas por parte de sus captores se hacen visibles en la película. Y ésta nos ayuda a entender y proteger a más mujeres como ellas.

Esta no es sólo una gran película: es una batalla, la que estas mujeres sencillas, con una cineasta a la cabeza, libran contra poderosos enemigos. Los que se aprovechan de este negocio indigno donde las mercancías tienen nombres de mujer. Inmensa la dirección de Mabel Lozano, sólo al nivel de su compromiso, su activismo social imprescindible para evitar que sigamos aceptando el sufrimiento de miles de mujeres invisibles y desnudas de derechos.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Ver y mirar: nosotros y la trata

Por Belén de la Banda @bdelabanda

Hace quince años, poco después del nacimiento de mi segunda hija,una amiga me invitó a visitar a un pequeño grupo de madres adolescentes en Perú. Conocerlas era una experiencia dolorosa e inolvidable, porque ellas, y todas las niñas que vivían en el mismo centro, eran niñas que habían quedado embarazadas como consecuencia de haber sido sometidas a la explotación sexual. Con trece, catorce, dieciséis años, habían vuelto a nacer después de experiencias terribles, impropias de su edad y fuera de la dignidad humana que merecían. Pero allí estaban, ellas y sus bebés, dejando la pesadilla a sus espaldas y tratando de aprovechar sus pocas oportunidades, de volver a estudiar, de conseguir un trabajo, una vida. Y sobre todo de rehacerse, de llegar a ser ellas mismas, personas con todos sus derechos sobre los hombros.

Con esa visita empezamos un pequeño voluntariado familiar que dio sentido a nuestros fines de semana durante los años siguientes. Los sábados por la tarde enrumbábamos hacia la otra punta de Lima, y pasábamos con ellas unas horas magníficas. Tratábamos de buscar cada día alguna excusa entretenida que nos permitiera compartir e intercambiar, acompañarlas en la recuperación de su autoestima, de sus fuerzas y de sus ilusiones. No sé si les fui de mucha utilidad, pero cada semana crecía mi cariño y admiración por cada una de ellas en su personalísimo estilo, por su voluntad, su ingenuidad, su inteligencia y sus ganas de vivir.

CHN24H

Imagen del proyecto Chicas nuevas 24 horas

Procuraba no preguntarles por lo que habían dejado atrás, aunque sabía que la mayoría de ellas habían salido de las humildes casas de sus familias -en la costa, la sierra o la selva- para ir a alguna ciudad cercana a estudiar, y ayudar en alguna casa de familia a cambio de su alojamiento. Pero todo era un espejismo. Cuando perdían el contacto con sus padres y hermanos, las redes de la trata se apoderaban de ellas. Eso es lo poco que yo fui sabiendo entre juegos, charlas, emociones y risas, de sábado en sábado.

Pensando en ellas este fin de semana voy a ver un documental, ‘Chicas nuevas 24 horas’ que cuenta la otra parte de la historia. La de estas niñas peruanas, por supuesto, pero también la de muchas otras de distintos países, que tienen en común vidas marcadas por la vulnerabilidad y la pobreza. Una mujer valiente, Mabel Lozano, se ha empeñado en que entendamos la estructura perversa de un negocio tan rentable como brutal que tenemos, desgraciadamente, cada día ante nuestros ojos, aquí, en nuestro entorno. Y en que miremos a los ojos a las víctimas y nos preguntemos qué tenemos que hacer, de una vez por todas, para que este desastre deje de ocurrir. Cómo podemos dejar de ser parte del negocio y empezar a ser parte de la solución #contralatrata.

El documental de Mabel Lozano, Chicas Nuevas 24 Horas, se presenta en las salas de cine de Matadero Madrid (Plaza de Legazpi, 8) los días 4, 5 y 6 de septiembre. Las sesiones se realizarán el viernes 04 de septiembre, a las 20 h; el sábado 05 de septiembre, a las 20.30 h., y el domingo 06 de septiembre, a las 20.30 h. Las entradas tienen un precio de 3,5 euros, cuya recaudación será destinada íntegramente a Apramp (Asociación para la prevención, reinserción y atención de la mujer prostituida). 

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Puta no soy: una novela sobre la gran vergüenza de nuestra época

charo_izquierdo_lateralPor Charo Izquierdo 

Llegué a Perú buscando a alguna chica que hubiera sido víctima de la trata con fines de explotación sexual y cuando la encontré su voz cambió mi vida. Era una niña de quince años que había sido engañada en Cuzco y conducida hasta el sudeste del país, hasta la región conocida como Madre de Dios, así nombrada por el río que la circunda. Había sido contratada, en teoría, como mesera, que así dicen allí a las camareras, para encontrarse en un paupérrimo poblado del kilómetro 103 de la carretera Interoceánica cercano a las minas informales de extracción de oro, en uno de esos prostibares que pueblan esa zona de Perú entre los ríos Madre de Dios y Tambopata, en plena selva.

Imagen del proyecto 'Chicas nuevas 24 horas', de la directora Mabel Lozano

Imagen del proyecto ‘Chicas nuevas 24 horas’, de la directora Mabel Lozano

Yandí me sorprendió con su voz de animalillo herido. A mí y al equipo que rodaba el documental ‘Chicas nuevas 24 horas‘, dirigido por Mabel Lozano. Conmovió a Mabel y a la productora de la película en Perú. Conmovió a todos. La directora hizo de Yandí la protagonista peruana de su documental. Y yo me inspiré en su historia para escribir mi novela “Puta no soy”, una recreación ficcionada y libre de la triste existencia de tantas mujeres peruanas engañadas, cosificadas, convertidas en materia prima desechable, en pura carne para divertir a los mineros, para someterse a ellos, para ser obligadas a ser prostituidas. En los prostibares en los que trabajan -y que con ese nombre no dejan lugar a dudas sobre la actividad a la que se dedican-, beben cerveza con los mineros, son forzadas a dejarse tocar por ellos y al final acaban haciendo lo que allí se denominan pases, que no es más que practicar el sexo. Hay niñas y adolescentes entre ellas, porque los clientes la prefieren jóvenes, cuanto más, mejor, en la creencia de que les transmiten menos enfermedades y que las menores de edad les dan suerte para encontrar más cantidad de oro. Escribí “Puta no soy” para dar a conocer la trata de mujeres y niñas en Perú, que no tiene nada que ver con la trata que se produce en otros lugares del mundo, porque allí la mayoría es engañada y vendida sin necesidad de que las saquen del país para ser esclavizadas; lo son in situ. Allí, se cifra en unas 4.000 mujeres víctimas de trata desde que se ha empezado a contabilizar y hasta 2014. De ellas, aproximadamente un 60% son niñas. Y solo con el hecho de escribirlo siento un profundo y triste escalofrío.
Porque yo conocí a una de ellas.
Yandí y Perú han marcado para siempre mi vida. Podría decir que una semana, aquella semana de rodaje, cambió mi vida. Pero mentiría. Porque fueron muchos meses de inmersión en el pueblo peruano y sus costumbres, antes y después de aquellos días, mucho tiempo de documentación, de ver incluso informativos peruanos para sentir a mi manera sus miradas y su mundo.
Pero es que, además, “Puta no soy”, partiendo de Yandí y de Perú, es mucho más que eso. Es un compromiso con el resto de las víctimas de trata en el mundo, cifradas en más de dos millones, de las que aproximadamente un 70% son mujeres y niñas con fines de explotación sexual. Cómo ocultar esa realidad infame que mueve unos 32.000 millones de dólares al año en el mundo. Cómo dejar pasar la oportunidad de dar a conocer que en España hay entre 40.000 y 50.000 mujeres y niñas víctimas, según datos de Save the Children. Es imposible dejar de contarlo una vez que has penetrado en tan telúrica realidad. Es imposible romper el compromiso de gritarlo. Esa es la finalidad de la novela que se mueve entre Perú y España, y con la que pretendo conmover a los lectores y lectoras como antes me he conmovido yo.
Conmueve entender -si es que se puede comprender tanta mezquindad- que estas mujeres son víctimas dos veces. La primera, por haber nacido donde han nacido, por haberse criado en la miseria, de la que queriendo salir son engañadas. La segunda, por ser obligadas a ejercer la prostitución sin ser putas.
Conmueve comprobar que, tras el engaño, son privadas de su documentación. Y, siendo esto importante, no lo es todo. Porque les privan de algo más, de mucho más, les arrebatan su identidad. La capan y una vez que han dejado esa identidad al otro lado de su vida, junto a su carnet o su pasaporte, son desposeídas de cualquier gramo de autoestima, hasta llegar a sentirse nada.
Conmueve saber que son muchos los casos en los que es la propia familia quien las vende creyendo que allá donde van a trabajar vivirán mejor que en sus casas y, desde luego, avaras de un dinero que por poco que sea puede sacarles de la pobreza.
Como para juzgar…
Quiero conmover a las lectoras. Pero también a los lectores. Porque encuentro muy importante que los hombres se conciencien de que sin demanda no existiría oferta y que cuando hablamos de mujeres que ejercen la prostitución podemos afirmar que aproximadamente un 80% son víctimas de trata, ya sean rumanas, brasileñas, colombianas, nigerianas… Y por cierto, España es el tercer país consumidor de prostitución en el mundo, por detrás de Tailandia y Puerto Rico. Y aún hay más: un 39% de hombres en nuestro país confiesa ser consumidores de prostitución.
Mi compromiso con esas mujeres está sellado para siempre. Parte de las peruanas, pero alcanza a las de cualquier país, y desde luego a las que acaban en España, procedan del lugar que procedan. Nunca podré dejar de denunciarlo. Nunca me quitaré de la cabeza la voz de aquella niña ni la de otras víctimas que han conseguido escapar de una esclavitud que, afortunadamente cada día está más presente en las agendas políticas, incluso en la agenda del papa Francisco, que en su mensaje del primer día de enero en la 48 jornada Mundial por la Paz denunció la esclavitud y la trata como uno de los problemas que acosan al mundo y que hay con los que hay que acabar. Y en ese compromiso tiene mucho que ver por supuesto Mabel Lozano, pero también Rocío Mora, coordinadora de APRAMP (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituta), fundada por Rocío Nieto. Gracias a ella he tenido la oportunidad de profundizar en la vida y en algunas vidas de varias de estas víctimas y en una de las grandes vergüenzas de nuestra época. Su organización lleva más de 25 años ayudando a víctimas, con la reinserción no solo laboral sino, y sobre todo, personal, de mujeres que no solo tienen necesidad de aprender a trabajar, sino, sobre todo, de aprender a vivir. Como también las ayudan las Madres Adoratrices, a través del Proyecto Esperanza. Y es que las víctimas pierden hábitos si es que algún día los tuvieron, pierden la capacidad de moverse solas por la ciudad, a veces desconocen incluso dónde viven, son incapaces de utilizar transporte público y, lo más importante, son incapaces de reconocerse como personas.
Cómo no comprometerse con ellas.

Charo Izquierdo es Licenciada en Ciencias de la Información. Ha sido redactora jefe de las revistas Dunia y Geo, subdirectora de Vogue, directora de Elle, estarguapa.com, Yodona y Grazia. Es miembro del International Women Forum España y socia de la red de mujeres Womenalia. 

Matrimonio o muerte

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Hace menos de un mes, el 17 de diciembre, la actualidad escupió una noticia sin que tuviese la repercusión mediática que merecía: más de 150 mujeres y niñas fueron asesinadas en Irak por yihadistas al negarse a casarse con ellos.

Noticias que nos estremecen. Imagen de Óscar García Montes intervenida por TrasTando.

Noticias que nos estremecen. Imagen de Óscar García Montes intervenida por TrasTando.

Ahora, que desde Europa lloramos lo acontecido hace una semana en París, puede ser importante traer esta noticia de nuevo para ser conscientes de que las personas que más sufren la violencia por parte de los radicales islámicos, en este caso, el Estado Islámico, son los musulmanes, y sobre todo las mujeres.

Lo que contaban algunos medios internacionales sobre la masacre a mujeres y niñas es que sucedió al oeste del país, en la ciudad iraquí de Faluya, a unos 55 kilómetros de Bagdad. El Ministerio de Derechos Humanos de Irak lo denunció el pasado diciembre señalando que estas mujeres asesinadas fueron enterradas en fosas comunes, y que aquellas personas que intentaron evitar su asesinato fueron reducidas y encarceladas por los radicales.

Desde la comunicación del ministerio se señalaba: “Al menos 150 mujeres, incluidas las mujeres embarazadas, fueron ejecutadas en Faluya después de que se negaran a aceptar el matrimonio”, o. “Muchas familias también se vieron obligadas a emigrar de la ciudad del norte de la provincia de Al Wafa después de que cientos de residentes recibieran amenazas de muerte”.

En realidad lo que nos encontramos es explotación sexual y violación hacia las mujeres y niñas que la quieren camuflar en forma de matrimonio.Parece ser que dado que la prostitución, el adulterio y todo tipo de relaciones extramatrimoniales están prohibidas por el Islam, los radicales utilizan el casarse, aunque sea de forma temporal (horas, días), como una manera de poder tener relaciones sexuales (aunque no sean consentidas) ya que si existe un contrato matrimonial se pueden mantener relaciones. Todo un truco cargado de hipocresía, violencia, machismo y abuso.

Según se destacaba en la noticia los yihadistas ya habían distribuido panfletos donde señalaban que los combatientes tenían derecho a casarse con varias mujeres rehenes, aunque fuesen menores de edad, o parientes.

Es aberrante la interpretación sesgada que estos fanáticos hacen del Islam y el uso de la mujer como objeto sexual para su propia satisfacción personal en aquellos lugares por los que van pasando. Las voces de hombres y mujeres musulmanes clamando que ISIS no representa el Islam, cada vez tienen que ser proclamadas con más fuerza, sin miedo y con contundencia.

Estos fanáticos disfrazan la explotación sexual, uso y abuso de mujeres y niñas a través de múltiples matrimonios esporádicos, dejando a su paso heridas difíciles de cicatrizar entre aquellas personas con las que comparten misma religión. Estos fanáticos vulneran así derechos fundamentales de la persona; el derecho a elegir con quién estar y casarse, el no sufrir violencia sexual y por supuesto la legitimidad para decir NO y no morir por ello.

Alejandra Luengo. Psicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel.

Prostitución: menos escándalo, más realidad

Por María Pazos María Pazos

Si todo lo que concierne a la ideología patriarcal está impregnado de emocionalidad, el asunto de la prostitución se lleva la palma. Cuando se habla de prostitución todo se desdibuja, se trastoca, se confunde, hasta tal punto que cualquier parecido con la realidad puede ser pura coincidencia.

'Si la prostitución fuera un trabajo, ¿se lo recomendarías a tu hija?' Imagen de una campaña de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, www.malostratos.org

‘Si la prostitución fuera un trabajo, ¿se lo recomendarías a tu hija?’ Imagen de una campaña de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, www.malostratos.org

Un ejemplo es esta ‘noticia’, repetida en similares términos en muchos medios: bares ofrecen felaciones ‘a cambio de copas gratis’, o incluso ‘a cambio de barra libre. Contrariamente a la imagen que sugiere el titular (chicas emborrachándose ‘gratis’), se trata de un caso de proxenetismo con luz y taquígrafos: el propietario del bar paga a mujeres por prestar servicios sexuales a terceras personas. Esto sería así aunque la forma de pago fuera en copas, cosa que además nadie en su sano juicio se tragaría si se pusiera a pensar.

El Código Penal español castiga el proxenetismo con penas de  dos a cuatro años, también para  ‘aquel que obtenga beneficio de la prostitución de la víctima, aunque esta lo hubiera consentido’. Sin embargo, ni siquiera el Instituto de la Mujer llama al fenómeno por su nombre. Si esto se hiciera, en lugar de escandalizarse, bastaría con detener y juzgar a los culpables del delito, que bien local-izables están.

Para comprender la prostitución basta con abandonar el escándalo y mirar el fenómeno en profundidad. Tenemos los informes de la Guardia Civil o de la Defensoría del Pueblo y otros muchos, así como múltiples estudios.

Así, se comprueba el aumento del flujo de trata de mujeres hacia los países en los que la prostitución se ha legalizado (Holanda, Australia). Se comprueba también el descenso radical de dicho flujo en los que, como Suecia o Islandia, han adoptado leyes que penalizan la compra de servicios sexuales y protegen a las prostitutas, que en estos países se llaman «prostituídas» porque en general son víctimas de la trata (en España al menos el 95% lo son, según la Guardia Civil).

Cuando la realidad no está presente en nuestra mente, ese vacío es ocupado por las especulaciones. Algunas personas dicen que este es un oficio como otro cualquiera, y por tanto nada más lógico que incluirlo en la Seguridad Social, como proponen  los inspectores de hacienda, o en el PIB, como exige la Unión Europea desde 2016.

Muchas otras actividades humillantes son hoy penalizadas y/o rechazadas socialmente: comprar órganos, alquilar úteros o hasta hacerse limpiar las botas a cambio de dinero. Pero la prostitución se trata con otros parámetros. De hecho, hay personas que considerarían humillante hacerse servir una copa de rodillas, pero les parecería normal pagar porque una persona se ponga de rodillas y le haga una felación. Es cuestión de sensibilidad social, que se tiene o no se tiene. Se ve o no se ve a una persona humillada detrás de esa chica.

Yo tengo una amiga que trabajó hace muchos años en un antiguo Top-less (su ‘trabajo‘ consistía en conseguir que el cliente pagara el máximo número de copas, aunque en realidad ella bebía agua coloreada). Mi amiga, que hizo esto mientras no tuvo otro remedio para mantener sola a su hijo pequeño, me contaba que para ella lo peligroso, a lo que se negaba, era quedarse a solas con el «cliente». Así que hacer felaciones en público ni siquiera es lo peor de la prostitución.

Lo peor, si cabe, es el horror que se esconde detrás de los anuncios de contactos en periódicos supuestamente respetables o en esos clubs que vemos por las carreteras, que sin embargo visitan nuestros vecinos y amigos. Cuando la sociedad reconozca a las mujeres el estatus de seres humanos con derecho a la dignidad, nos solidarizaremos con esas mujeres y nos horrorizará que se usen sus cuerpos a cambio de dinero.

María Pazos Morán es licenciada en Matemáticas por la UCM y máster en Estadística por la Universidad de Harvard. Actualmente trabaja en el Instituto de Estudios Fiscales (Ministerio de Economía y Hacienda, España), desde donde coordina la línea de investigación ‘Hacienda Pública e Igualdad de Género’. Una de las personas promotoras del llamamiento urgente ante la reforma fiscal que prepara el Gobierno. Su último libro publicado es ‘Desiguales Por Ley‘. Pertenece a la PPIINA y al Fórum de Política Feminista.

Comprar sexo no es deporte

Por  Carolina García y Asunción Miura  amiuraCArolina García AxS

El balón ha echado a rodar en Brasil, pero en las calles continúan las protestas. La semana pasada miles de mujeres salieron a la calle convocadas por la Marcha Mundial de las Mujeres para exigir al gobierno brasileño que dé un paso adelante por los derechos de las mujeres. Y especialmente por una de las cuestiones que están ahora sobre la mesa como es la trata de personas y la explotación sexual, que se incrementa de forma espectacular durante el Mundial.

Imagen de la campaña 'Comprar sexo no es deporte', puesta en marcha por varias organizaciones durante el Mundial de Brasil.

Imagen de la campaña ‘Comprar sexo no es deporte’, puesta en marcha por varias organizaciones durante el Mundial de Brasil.

Existen claros vínculos entre el aumento de la demanda, la creciente explotación de mujeres, niñas y niños en el comercio sexual y los grandes eventos deportivos, donde proxenetas y tratantes se lucran proveyendo a los compradores de sexo con una oferta de seres humanos vulnerables. Pasó durante el Mundial de Sudáfrica y está pasando en Brasil, es uno de los países, con el índice de turismo sexual más alto junto con República Dominicana, Costa Rica, Venezuela y Puerto Rico. Esto no es ningún secreto, pero los organizadores prefieren mirar hacia otro lado.

Ante esta flagrante vulneración de derechos, varias organizaciones españolas (Alianza por la Solidaridad, Médicos del Mundo, Comisión de investigación contra los malos tratos, Plataforma por la abolición de la prostitución, Federación de Planificación Familiar Estatal, Federación de ONGD de Madrid, Iniciativas de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Foro de Turismo Responsable, Paz y Desarrollo, Tertulia Feminista Alternativas Insólitas), junto con la Coalición Internacional contra el tráfico de mujeres, niñas y niños (CATW) hemos lanzado en redes la campaña #ComprarSexoNoEsDeporte para pedir a España, a la Federación Española de Fútbol y a los jugadores de la selección que se comprometan para poner fin a la  trata y a la explotación sexual.

El Gobierno de Brasil ha tomado medidas para prevenir la trata sexual en el país, especialmente la infantil, invirtiendo 4 millones de dólares para asistir víctimas, campañas de concienciación e incluso prohibiendo la entrada en el país de personas con antecedentes por este tipo de delitos. Sin embargo, esta cifra no es comparable con los 10.000 millones de dólares, según datos del gobierno brasileño, invertidos en estadios, infraestructuras, movilidad, seguridad, etc. La realidad es que el gobierno brasileño está más preocupado por contentar a la FIFA que a su ciudadanía.

A pesar de las protestas, la cuestión está lejos de ser solucionada, más bien al contrario. En 2002, Brasil incluyó la prostitución en la lista de profesiones autorizadas para cualquier persona mayor de 18 años y en la actualidad se está debatiendo un proyecto de ley para regularizar esta práctica; que no está diseñado ni para garantizar los derechos de las mujeres, ni para resolver la situación de estas mujeres. El proyecto, pretende separar la prostitución “por elección” de la explotación sexual, lo que supone de facto legitimar el trabajo sexual ignorando la pobreza, discriminación y violencia de género que promueven la comercialización de millones de niñas y mujeres en Brasil.

Sin embargo esta problemática traspasa fronteras y el resto de los países deberían también luchar contra la explotación sexual. 159 países han ratificado el Protocolo de Palermo de la ONU para para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente mujeres, niñas y niños.

La explotación sexual es delito. Legitimar esta práctica, sin cuestionar el papel de los hombres, del capital y del Estado, es una trampa cuya consecuencia es el refuerzo de la opresión de las mujeres, convertidas en moneda de cambio para el beneficio de mafias y el divertimento de individuos, cómplices de una pesadilla que convierte seres humanos en mercancías.

Puedes unirte al manifiesto firmando aquí y compartiéndolo en las redes sociales con el HT #ComprarSexoNoEsDeporte

 

Carolina García es activista por los derechos de las Mujeres en Alianza por la Solidaridad y Asunción Miura es Enlace en España de la Coalición Internacional contra el tráfico de mujeres, niñas y niños.

Personas, no mercancías

Por Carmen Miguel Carmen Miguel

La semana pasada pudimos escuchar  las duras palabras de Paloma, una mujer mexicana víctima de un cartel que la explotó sexualmente, la obligó a drogarse y a realizar ritos satánicos, la segunda que recientemente ha visto reconocido su derecho de asilo en España por este motivo. La primera, en octubre de 2013, fue una joven nigeriana a la que una mafia le exigía 20.000 euros, a pagar mediante la explotación sexual.

Nuestra sociedad normaliza escandalosamente este crimen y todo lo que conlleva. En consecuencia se invisibiliza el vínculo existente entre estas prácticas y las violaciones de derechos humanos que sufren las mujeres víctimas de trata a las que se obliga a prostituirse.

'Slave' (Esclava). Imagen cedida por Ira Gelb.

‘Slave’ (Esclava). Imagen cedida por Ira Gelb.

La Red Española Contra la Trata estima que existen 50.000 mujeres y niñas víctimas de trata y explotadas sexualmente en nuestro país ¿Por qué hasta ahora sólo se ha concedido derecho de asilo a 2 mujeres? Hasta hace poco en España, la trata se entendía como un delito a perseguir y una cuestión migratoria. La mayor parte de casos se canalizaban a través de la ley de extranjería, concediendo en ocasiones a las víctimas una autorización de residencia por circunstancias excepcionales.

En los últimos años han aumentado los esfuerzos internacionales para combatir la trata de personas y la explotación sexual: El Protocolo de Palermo aprobado en el año 2000 fue un primer paso. 5 años más tarde, el Consejo de Europa promovía un Convenio que centraba la lucha contra la trata en los derechos humanos y la protección de las víctimas.

Pero la piedra angular para la protección a las personas refugiadas es la Convención de Ginebra de 1951 que establece para pedir asilo o refugio la persecución “por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas”. La Convención de Ginebra no menciona explícitamente entre las causas para solicitar asilo el que una persona sea perseguida por motivos de género. Pero desde hace varias décadas el ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados) empezó a recomendar a los Estados que interpretasen que la persecución por motivos de género tenía cabida dentro de las persecuciones por “pertenencia a un determinado grupo social”. Pese a estas recomendaciones, los Estados han sido reacios a reconocer como refugiadas a las mujeres que alegaban ser perseguidas por motivos de género.

La trata de personas es una violación de los derechos fundamentales a la libertad y seguridad, a no ser sometida a esclavitud, a tortura, o a trato inhumano o degradante. A las mujeres víctimas de trata se les rapta, se les viola, se las convierte en esclavas sexuales, se les obliga a prostituirse, a realizar trabajos forzados, se les extirpan órganos, se les maltrata física y psicológicamente, se les priva de alimentos o de atención médica… Estas violaciones de derechos humanos equivalen a persecución, aunque no las lleve a cabo un agente estatal, sino redes criminales o incluso miembros de la familia o de la comunidad. No reconocerlo es un síntoma de la visión androcéntrica, en la que se invisibiliza a las mujeres, que tienen los Estados a la hora de interpretar la normativa internacional de Asilo y Refugio.

La resolución de octubre de 2013 fue un hito en el camino por la defensa y reconocimiento de los derechos de las mujeres. Siete meses después, la concesión de asilo a Paloma afianza este camino. Esperamos que estas resoluciones no sean las últimas, y ayuden a reconocer a la violencia contra las mujeres como persecución por motivos de género y como una violación de sus derechos humanos. Esperamos también que poco a poco, entendamos que las mujeres víctimas de trata son PERSONAS y no mercancías.

 

Carmen Miguel es abogada especialista en Derecho de las personas migrantes y asesora de Alianza por la Solidaridad

Refugio contra la trata

Por Mariana Vidal Mariana Vidal

Ayer pude escuchar en la cadena SER la voz de ‘Paloma’, la segunda víctima de trata de personas para explotación sexual que ha logrado asilo político en España. La historia de esta mujer, que habla con nombre supuesto, y de quien sólo conocemos su voz, es estremecedora.  Ha logrado salir de la esclavitud, llegar a nuestro país y protagonizar un proceso de dos años hasta demostrar que su vida sigue en peligro y que en México nadie, ni las instituciones, ni la policía, la defendieron de sus secuestradores, violadores y explotadores.

Cartel de Apramp sobre la trata de personas.

Cartel de Apramp sobre la trata de personas.

Con la voz dolorida, y en llanto, ‘Paloma’ ha enviado un clarísimo mensaje a quienes mantienen vivo el lucrativo negocio de la trata de personas: quienes consumen sexo tienen que saber que lo hacen con niñas, adolescentes y mujeres secuestradas y torturadas. Que las mafias que organizan estos servicios son equivalentes a las que trafican con armas y drogas.

‘Paloma’ superó la pesadilla gracias a una ONG, Accem, que tiene en su página web una clara explicación de qué es y cómo se produce la trata de personas. En nuestro país, entre 20 mil y 50 mil mujeres están sometidas a esta situación, según las organizaciones que trabajan para erradicarla.

Pero el asilo -sólo dos casos en nuestro país hasta ahora- y las ONG no son suficientes para afrontar un problema que se inicia poniendo dinero en manos de un mafioso para que te permita violar a una mujer. Una sociedad que llega a este grado de dolor y explotación no puede ser una sociedad sana. Miremos alrededor y dejemos de sentir que todo este dolor es invisible. Reaccionemos.

 

Mariana Vidal es comunicadora y especialista en América Latina.