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El Salvador: agua, mujeres y justicia

Por Tania Moreno

Es casi mediodía. Camino junto a una docena de mujeres que van río abajo por una vereda serpenteada de piedras, donde apenas caben con sus cántaros vacíos atados a la cintura. La primera de la fila es Juana Hernández, de 61 años. Ella lidera al grupo hacia el Río Amayo y me contagia con su risa y energía. Juana es la Presidenta del Comité de Mujeres Fe y Esperanza, desde 1997. Además, es jefa de hogar y vive con su hija menor y su madre de 87 años. Buena parte del día les ocupa caminar largas distancias para recoger agua y luego consumirla con suma austeridad.

Juana Hernández recogiendo agua de río Amayo.

Para las mujeres de La Comunidad Las Mesas (ubicada en el Cantón El Cimarrón, en La Libertad, El Salvador) la lucha por el agua es un desafío diario por la vida: llevan años de sacrificio para sobrellevar la escasez de agua para el consumo, para regar sus huertos y cubrir otras necesidades en la comunidad. En esta zona costera de El Salvador, esta escasez afecta a miles de personas. Los cincuenta años de esta lucha están contados en un breve comic que narra también el liderazgo de Juana:

Comic sobre la realidad del agua de las mujeres de Las Mesas, en El Salvador. Imagen: Oxfam El Salvador.

Según opiniones de expertos, El Salvador se encuentra cerca del estrés hídrico. La mayor parte de los más de 360 ríos importantes han perdido entre el 30% y 70% de sus caudales de verano en los últimos 25 años. En mayo de 2016, el Relator Especial de la ONU sobre el Derecho Humano al Agua Potable y Saneamiento señaló en su informe que “más de 600,000 mil personas en El Salvador no tienen acceso a ningún tipo de servicio de agua potable y saneamiento, ni siquiera a través de la recolección de aguas lluvias.

Además, más de un millón de personas solo tienen acceso a un servicio deficiente de agua, que no garantiza su potabilidad. En la zona rural, la situación es aún más crítica. Mientras que el 34% de los hogares rurales tienen acceso a agua potable, en el área urbana es más del 90%. Lee el resto de la entrada »

Una complicación obstétrica

Por Josefina Salomon Josefina Salomon

El doctor Lemus* tiene miedo de ir al trabajo. Cada vez que se enfrenta a una paciente que ha sufrido una complicación obstétrica, sus jefes esperan que levante el teléfono y llame a la policía. Esperan que, ante la mínima sospecha, denuncie a sus pacientes por haberse inducido abortos, lo que está prohibido en el país, en cualquier circunstancia. Si no lo hace, él mismo puede terminar tras las rejas. Aquí cuenta cómo es ser médico en El Salvador, donde la línea entre ser doctor y policía es cada vez más fina.

Cecilia Vázquez, en la prisión de San Salvador. Imagen: Amnistía Internacional.

Cecilia Vázquez, en la prisión de San Salvador. Imagen: Amnistía Internacional.

Amnistía Internacional lanza hoy el informe Familias separadas, abrazos rotos, que explora el impacto de la absurda ley anti-aborto de El Salvador en las familias de las mujeres que están actualmente en prisión, acusadas de haber tenido abortos ilegales.

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Aborto en El Salvador: sumisión, cárcel o muerte

Por Ana Gómez Pérez-Nievas autora ai

Mientras el pasado martes nos acostábamos tranquilas al escuchar que el anteproyecto de ley sobre aborto en España, esa iniciativa regresiva y discriminatoria, era retirado, hay países en América Latina que ni siquiera sueñan con algo así. De momento, tienen que enfrentarse a obstáculos mucho mayores. Es el caso de El Salvador, donde el  57% de las muertes de niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años embarazadas es por suicidio, para no soportar la humillación, la cárcel o la discriminación.

Marlene fue acusada y condenada por aborto después de sufrir una pérdida natural de su embarazo cuando tenía 18 años. © Amnistía Internacional.

Ayer domingo se celebró el Día por la Despenalización del Aborto en América Latina y Caribe. Una fecha señalada para denunciar que en esa región todavía hay otros seis países, además de El Salvador (Honduras, Nicaragua, Haití, República Dominicana, Surinam y Chile, aunque este último está dando pasos para reformar la legislación), donde la prohibición del aborto es total, sin excepciones, incluida en los casos de violación o aquellos en los que la vida de la madre corre peligro. Como consecuencia de esta ley tan restrictiva, las mujeres y las adolescentes se ven empujadas a abortos clandestinos e inseguros, o a llevar a término embarazos peligros que pueden acabar con sus vidas. En El Salvador, las que deciden interrumpir sus embarazos se enfrentan a penas de entre 2 y 8 años de cárcel, igual que las personas que les ayuden a hacerlo. Los profesionales médicos que se los practiquen, a penas de hasta doce años de prisión.

Tuvimos un caso muy difícil de una niña que se quedó embarazada a los nueve años después de haber sido abusada durante su infancia. Ella no entendía lo que le estaba pasando… Nos pidió colores. Crayoles. Y ahí se nos partió el alma porque nos empezó a dibujar a todos nosotros. Dijimos: ‘¡Si es sólo una niña!‘. Así cuentan algunos profesionales médicos a Amnistía Internacional, que este jueves publicó un informe sobre la situación en el país, cómo las opciones son sólo dos: el estrago que supone un embarazo para algunas mujeres y niñas en determinadas situaciones o la cárcel.

La prohibición total del aborto en El Salvador obliga a mujeres y niñas a arresgar su vida en secreto y condena a otras a décadas de prisión. © Amnistía Internacional

La prohibición total del aborto en El Salvador obliga a mujeres y niñas a arresgar su vida en secreto y condena a otras a décadas de prisión. © Amnistía Internacional

La persistente desigualdad de género y los estereotipos que relegan a la mujer al papel de madre, la violencia generalizada en un país donde casi la mitad de las mujeres han sufrido agresiones en el hogar y el 10% de ellas ha sido víctima de violencia sexual o las dificultades en el acceso y la información sobre métodos anticonceptivos modernos, especialmente para las más jóvenes, son algunas de las causas de una ley tan restrictiva como la salvadoreña.

También lo es la presión de las creencias religiosas. Yaneth sufrió violencia intrafamiliar. Cuando fue a denunciarlo, las palabras de la jueza le dejaron atónita: ‘Me dijo: ‘Para que mejoren la relación entre ustedes, van a tener que ir a misa todos los domingos y yo voy a mandar a llamar a los niños para ver si se ha cumplido lo que yo he ordenado‘.

Cuando la falta de acceso a métodos anticonceptivos conducen a que El Salvador sea el país con la tasa más elevada de embarazos adolescentes, y la carencia de información con la que cuentan las mujeres y las niñas sobre salud reproductiva y sexual sea tan alarmante, las deja en una situación desamparada. Casi la mitad de las menores que se quedaron encintas en 2013 no deseaban  el embarazo. Y cuando, encima, es producto de una violación, la posición en la que se encuentran es devastadora.

En 2013, la Policía Nacional del país registró un total de 1.346 violaciones de mujeres y niñas. En casi los dos tercios de los casos la víctima tenía menos de 15 años. ‘Obligar a que una adolescente continúe con su embarazo producto de una violación es una tortura, porque se la expone a que estén experimentando todos los cambios del embarazo, que esté sintiendo el bebé, y por lo tanto está recordando constantemente lo que les pasó‘, explica otro de los médicos.

En todo el mundo mueren cada año 47.000 mujeres por abortos inseguros y otras 5 millones sufren incapacidades como consecuencia. En El Salvador, en una perversa y cruel vuelta de tuerca más, las mujeres que sufren abortos espontáneos pueden ser condenadas hasta a 50 años de cárcel por homicidio agravado. La organización de derechos humanos Agrupación Ciudadana ha identificado a 129 mujeres que fueron acusadas de aborto o de homicidio agravado entre enero de 2000 y abril de 2011.

Graffiti que pide la despenalización del aborto en una calle de San Salvador. © Amnistía Internacional -El Salvador's total ban on abortion is forcing women and girls to secretly risk their lives and condemning others to decades behind bars © AI -Marlene was accused and charged with having an abortion after she had a miscarriage when she was 18 years old © AI

Graffiti que pide la despenalización del aborto en una calle de San Salvador. © Amnistía Internacional

María Teresa Rivera es una de ‘las 17’. Con ese nombre se conoce a las 17 mujeres encarceladas por motivos relacionados con el embarazo que han agotado todos los recursos legales,  para las que la Agrupación Ciudadana presentó el pasado mes de abril una petición de indulto. No sabía que estaba embarazada cuando un día sufrió una hemorragia en el trabajo que la dejó inconsciente. Un miembro del personal del hospital al que fue llevada la denunció a la policía y, tras un juicio sin garantías y con irregularidades, cumple condena de 40 años de cárcel por homicidio agravado tras haber sufrido un aborto espontáneo.

Como ella, cientos de mujeres salvadoreñas se ven obligadas a elegir entre una vida que no quieren o una vida sin libertad por esta violencia institucionalizada de la que el Estado de El Salvador es el máximo responsable. Mientras, una sociedad dominada por el patriarcado se lava las manos después de tomar decisiones sobre el futuro de más de la mitad de sus habitantes.

*Amnistía Internacional ha puesto en marcha una ciberacción para exigir la despenalización del aborto en El Salvador.

 Ana Gómez Pérez-Nievas es periodista de Amnistía Internacional España

La ruta de Shaira

Por Mélida Guevara Foto_2 Mélida Guevara 70

Shaira Ali era una adolescente dulce, muy sensible a las necesidades de las niñas y niños (era voluntaria en guarderías) y vivía con su  familia (madre, padre, hermana/o). Se quitó la vida a los 16 años de edad. Algunos meses después de su muerte, me llegó a mi correo este dibujo que ella hizo en el corto tiempo de dos semanas que estuvo apoyando nuestro trabajo desde nuestras oficinas centrales en Estados Unidos:

Dibujo de Shaira Ali sobre la ruta de las mujeres para salir de la violencia en El Salvador. Imagen: Shaira Ali 2011. Cedido por Oxfam.

Dibujo de Shaira Ali sobre la ruta de las mujeres para salir de la violencia en El Salvador. Imagen: Shaira Ali 2011. Cedido por Oxfam.

Shaira nunca estuvo en El Salvador. Sin embargo, se interesó por el trabajo del programa y lo dibujó sorprendentemente. Ella diseñó la ruta del acceso a la justicia de las mujeres, y su dibujo fue parte de un proyecto que presentó en su escuela.

La familia Ali, en su memoria, ha contribuido a la creación de un espacio lúdico para las niñas, niños y adolescentes de las escuelas públicas en El Salvador. La creación de este espacio tiene su base en la experiencia acumulada que desde el año 2005 se viene realizando en torno a la prevención de la violencia de género junto con organizaciones sociales comprometidas en generar cambios.

En el año 2007, cuando se inició el trabajo con el Ministerio de Educación en centros escolares,  nos planteamos el enorme desafío de hacerlo de una manera diferente y creativa. Así se  inició la deconstrucción de cuentos tradicionales incorporando elementos desde una perspectiva de derechos y de prevención de violencia de género. Así, las niñas, niños y adolescentes han participado de obras de teatro participativo, llevando la ruta del arte una vez al año a cada escuela seleccionada.

Ahora con la creación de este espacio lúdico se da la oportunidad a que las escuelas lleven en cualquier época del año a sus estudiantes a través de una ruta guiada y puedan conocer más de las instituciones que tienen responsabilidad y son garantes de los derechos de las mujeres y la niñez, así como de reafirmar sus derechos y aspectos relacionados a la prevención de la violencia de género.

La Ruta del Arte está en la Casa de la Cultura de la Ciudad de Santa Tecla, en El Salvador. Les invitamos a visitar este espacio desde cualquier parte del mundo, aunque sea de forma virtual, como hizo Shaira, a quien recordamos con especial reconocimiento y cariño.

Panel de la Ruta del Arte promovida por Oxfam en El Salvador

Panel de la Ruta del Arte promovida por Oxfam en El Salvador.

Mélida Guevara coordina un programa de prevención de violencia en El Salvador y Guatemala dentro del programa de Justicia de Género de Oxfam. A través de la ‘ventana ciudadana’  trabaja con otras mujeres en escuelas, (con estudiantes, docentes, madres y padres), y también con funcionarias y funcionarios públicos para mejorar la vida de las mujeres que acuden a la justicia. 

Violencia, pandillas y prevención en la escuela

Por Mélida Guevara Foto_2 Mélida Guevara 70

Jaina es el nombre que dan a una chica en El Salvador cuando es compañera sexual de varios pandilleros. Hace algunas semanas, una de ellas agredió a otra chica con un arma cortopunzante (un espejo quebrado) ocasionándole heridas en el cuello en la escuela pública a la que asistía. Esta acción delictiva de una chica contra otra es consecuencia del acoso constante que recibe por parte del pandillero que ejerce poder sobre ella.

Existe un acoso constante de las niñas en las escuelas por parte de chicos vinculados a las pandillas.  Hay niñas desde 10 años de edad que ya viven en situaciones de riesgo por esta situación. Existe la costumbre de tatuarles en el pecho el nombre de sus parejas. Algunas abandonan la escuela por amenazas, por la violencia o directamente por un embarazo.

Notas recogidas en un taller de prevención de la violencia con adolescentes. Oxfam en El Salvador

Notas recogidas en un taller de prevención de la violencia con adolescentes. Oxfam en El Salvador

Cuando en un grupo de 22 estudiantes de noveno grado (entre 13 y 15 años) preguntamos con quién viven las chicas y chicos, únicamente 3 personas respondieron que viven con su madre y padre. Hay quienes viven con solo con su madre, o abuela o tía u algún otro familiar. Muchos no tienen una vivienda establecida y deben andar de un lado a otro. Esta situación de violencia e inseguridad atenta contra la dignidad y los derechos humanos de la niñez y de la adolescencia en nuestro país.

Estos son algunos de los muchos casos que se nos encontramos cuando trabajamos en las escuelas públicas en El Salvador. Por ello buscamos aliados que nos acompañen para prevenir violencia de género y especialmente violencia sexual y contribuir de esta manera a que miles de chicos y chicas puedan actuar antes de que algo grave pase en su vida que les marque para siempre.

Para dar respuesta a estas situaciones, y prevenir que sigan sucediendo estos hechos, nos hemos encontrado con aliados claves y estratégicos que nos acompañan, cooperantes y ONG comprometidas. Juntas desarrollamos un proyecto en 40 centros educativos en riesgo, e hicimos una investigación que nos permitiera conocer la situación de la violencia sexual en centros educativos públicos.

Las conductas frecuentes de violencia sexual son palabras obscenas sexualizadas, grabación y divulgación de videos y fotografías pornográficas en el teléfono, tocamiento de diferentes áreas del cuerpo a través de la ropa, abrazos o acercamientos corporales insistentes, autotocamiento de las partes intimas frente a las demás personas, mandar a una menor tocar las áreas sexualizadas de otra persona.  Los lugares donde ocurre: en las aulas de clase, los pasillos, los baños y los alrededores de la escuela.

A partir de los hallazgos encontrados diseñamos una estrategia que incorpora dos fases. Primero trabajamos en la sensibilización y formación especializada para fortalecer las competencias del personal docente, trabajamos también con comités de estudiantes, y grupos de madres y padres. El camino es prevenir la violencia de género desde todos los posibles ángulos y ponernos de acuerdo para que la comunidad educativa cuente con un protocolo de actuación ante los distintos casos de violencia sexual.

Ahora nuestra esperanza está en la segunda fase.  Estamos animando a los comités de estudiantes para que realicen iniciativas innovadoras con el acompañamiento de sus docentes para abordar los problemas que han detectado en sus propios centros. Pondrán en marcha iniciativas participativas y buscaremos el apoyo de la comunidad para sus proyectos innovadores. Porque ellos tienen la llave para reducir de manera eficaz la violencia sexual en sus centros educativos y en sus vidas.

Mélida Guevara coordina un programa de prevención de violencia en El Salvador y Guatemala dentro del programa de Justicia de Género de Oxfam. A través de la ‘ventana ciudadana’ trabaja con otras mujeres en escuelas, (con estudiantes, docentes, madres y padres), y también con funcionarias y funcionarios públicos para mejorar la vida de las mujeres que acuden a la justicia.

El miedo nos paraliza… o provoca el cambio

Por Mélida Guevara Foto_2 Mélida Guevara 70

Muchas mujeres vivimos con miedo en El Salvador, en Guatemala y en el mundo: a la violencia de nuestra pareja, de los hijos e hijas, o de alguna otra persona de la familia, a que nos quiten el trabajo si decimos lo que pensamos, al fracaso, al rechazo, a las amenazas de los grupos violentos o pandillas, a la delincuencia… Y también mucho miedo a los cambios, sobre todo en las relaciones que establecemos. Sentimos inseguridad, tenemos miedo cuando no conocemos bien las claves de lo que tenemos alrededor y no sabemos a lo que nos enfrentamos.

El miedo nos paraliza, nos detiene, provoca muchos efectos negativos en nuestro organismo y nuestra mente. Pero también nos alerta del peligro y esto activa nuestra vigilancia. Es sumamente importante reconocer y aceptar a qué le tenemos miedo. De esta manera podemos prepararnos para enfrentar de mejor manera a la situación que se presenta. Una de las mujeres lideresas relata: ‘aunque dicen que ya no hay más muertes por la tregua, en el silencio en la noche, desde mi casa escucho mucha violencia y me da miedo… y sigo haciendo mi trabajo con las mujeres de la comunidad’.

Movilización del Movimiento Salvadoreño de Mujeres en demanda de sus derechos, 2012

Movilización del Movimiento Salvadoreño de Mujeres en demanda de sus derechos, 2012

Algunas mujeres con las que trabajamos suelen decir que para ellas la única forma de superar el miedo ha sido el conocimiento: reconocerse como mujeres, con personas con derechos, apropiarse de ellos. Esto les ha llevado dirigir la mirada hacia otras mujeres y lograr el cambio, como una de ellas me decía: ‘la mente se ha despertado… Ahora tengo sed de aprender y defender mis derechos. Manejar el miedo es anticiparse, es prepararse, es actuar antes de que ocurran hechos que no queremos que ocurran, es prevenir violencia de género.

Si, podemos contribuir a transformar  nuestro mundo, nuestro entorno. No podemos cambiar a nadie, pero sí tenemos la capacidad de influir en las personas que nos rodean para que los cambios  se vuelvan una realidad. ¿Cuál es la motivación de las mujeres para que  los cambios ocurran? ¿Le tenemos miedo al cambio?

 

Mélida Guevara coordina un programa de prevención de violencia en El Salvador y Guatemala dentro del programa de Justicia de Género de Oxfam.  A través de la ‘ventana ciudadana’ trabaja con otras mujeres en escuelas (con estudiantes, docentes, madres y padres), y también con funcionarias y funcionarios públicos para mejorar la vida de las mujeres que acuden a la justicia.

Mi preocupación por la violencia sexual en El Salvador

Por Mélida Guevara Foto_2 Mélida Guevara 70

El Salvador, país de América Central, es un pequeño y muy hermoso, sin embargo, la belleza de nuestro país se ve opacada cuando se tolera la continuidad  de la violencia  sexual en diferentes espacios como los familiares, comunitarios, escolares, institucionales y los delincuenciales, especialmente la que va dirigida a las niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres, se muestra visible cuando la violencia se expresa en cifras de muertes, o  cuando se registran en estadísticas reportadas por las instituciones públicas, y se invisibiliza cuando el sistema no responde oportunamente, así como también cuando no se reconocen las diferentes manifestaciones de la violencia que inician desde la edad más temprana, desde esa corta edad hasta que la mujer es adulta viene sufriendo la violencia.

Es imprescindible parar la violencia contra las mujeres en Centroamérica. Imagen de Oxfam internacional

Es imprescindible parar la violencia contra las mujeres en Centroamérica. Imagen de Oxfam internacional

Cuán afectada está nuestra sociedad por el sistema patriarcal,  cuando en las mismas familias suceden hechos de violencia pero que los mismos parientes dicen ‘no te metas, que ella es la quiere estar así’, ‘ella se deja’, ‘ella lo permite’, cuando la misma madre le dice a su hija que debe aguantarle a su marido y que no puede regresar a su casa, o cuando los vecinos escuchan que la mujer grita y grita porque el marido la está quemando y no se meten, o cuando el funcionario público utiliza su poder politico para abusar y proceder de manera injusta afectando a otras mujeres o cuando el mismo sistema permite que no se apliquen adecuadamente las leyes, que no se asigne un presupuesto razonable, generando de esta manera mayor impunidad.

Trabajando durante muchos años en estos problemas, algo que recientemente me ha causado mucho impacto, es lo que muchas niñas y adolescentes nos han expresado a través de un estudio que realizamos recientemente en escuelas públicas. Entre algunos de los relatos de las chicas se mencionan a continuación….

‘Mi papá abusó sexualmente de mi hermana mayor por parte de mamá y producto del abuso procreó una niña, razón por la cual mi mamá no me deja sola con el, esta situación provoca peleas constantes entre ella y él’

‘Mi hermana iba a noveno grado, un señor que le daba ingles le tocaba las piernas a ella, mi hermana le contó a mi mamá y el maestro fue denunciado, ahora no se encuentra en la escuela.’

‘Los policías también se prestan a salir con una menor de edad y aunque  saben que es penado aún lo hacen.’

‘Son tantas (las manifestaciones de la violencia sexual) que no se pueden contar, en un día se dan unas 200 y de estas los docentes las ven (…), pero no hacen nada’

Si tienen interés de conocer más sobre este informe “situación de abuso sexual en niñas, niños, adolescentes y jóvenes de centros educativos públicos de Santa Tecla y San Marcos”, pueden ir al  sitio web: http://www.entrevosyyo.edu.sv/

 

Mélida Guevara coordina un programa de prevención de violencia en El Salvador y Guatemala dentro del programa de Justicia de Género de Oxfam. A través de la ‘ventana ciudadana’  trabaja con otras mujeres en escuelas, (con estudiantes, docentes, madres y padres), y también con funcionarias y funcionarios públicos para mejorar la vida de las mujeres que acuden a la justicia. 

El Gobierno de El Salvador, responsable de la vida de Beatriz

Por María del Pozo María del Pozo

La vida de Beatriz está ahora firmemente y únicamente en las manos del gobierno. El Presidente de El Salvador y la Ministra de Salud deben actuar ya sin demora para cumplir de inmediato con las medidas provisionales dictadas por la Corte Inteamericana y proveer el tratamiento que necesite Beatriz.

El anuncio del Gobierno de El Salvador de tomar medidas orientadas a salvar la vida de Beatriz es una muy buena noticia. Lo importante es que las medidas que se tomen sean las que recomienden los médicos, y que a éstos se les den todas las garantías de que no habrá consecuencias penales.

La presión internacional funciona. Beatriz no esta sola. Las naciones unidas, la CIDH, y miles y miles de personas estamos preocupados por la situación de ella, y estamos exigiendo que el gobierno muestre a Beatriz ahora lo que deberian haberle mostrado desde el principio: humanidad.

Imagen de Mariana Moisa

Las manos de Beatriz, en el video de Mariana Moisa

 

María del Pozo es responsable de relaciones institucionales y política exterior de Amnistía Internacional

Nota de las editoras: Esta entrada es una actualización sobre el caso de Beatriz, una joven salvadoreña de 22 años enferma y embarazada cuya vida está en riesgo. Más de 81.000 personas se han sumado a la petición dirigida al Gobierno de El Salvador para garantizar el tratamiento médico adecuado. Más información de la campaña de Amnistía Internacional para apoyar a Beatriz. 

Beatriz sólo quiere vivir

Por María del Pozo María del Pozo

¿Quién es Beatriz? Beatriz es una mujer salvadoreña de 22 años, madre de un hijo de un año de edad y que quería ser madre por segunda vez. Está embarazada de 2semanas Lamentablemente, tres pruebas realizadas han confirmado que el feto es anencefálico (le falta gran parte del cerebro y el cráneo). Casi todos los bebés anencefálicos mueren antes del parto, o unas horas o días después de nacer. Así que Beatriz no podrá ser madre de su segundo hijo.

 

Pero el problema es aún mas complejo. A la triste realidad del bebé se suma que, si nadie toma medidas urgentes, Beatriz ni siquiera va a poder seguir siendo madre de su primer hijo y éste quedaría huérfano. Beatriz está sufriendo, Beatriz podría morirBeatriz sufre problemas de salud que ponen su vida en peligro durante su embarazo. Tiene un historial de lupus, enfermedad en la cual el sistema inmunológico ataca los tejidos del propio cuerpo, y una enfermedad renal relacionada con el lupus.

Los médicos dicen que Beatriz podría morir si continúa con su embarazo, pero no la han tratado porque temen ser procesados bajo las estrictas leyes anti-aborto del país. El miércoles 29 de mayo, después de injustificados retrasos ante la urgencia del tema, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de El Salvador se ha pronunciado obligando a las autoridades de salud a garantizar el tratamiento que en cada momento resulte idóneo para su “condición médica”

Ahora ya el Gobierno de El Salvador no tiene excusa, ya no puede retrasarlo más. Debe tomar medidas urgentes. Las autoridades deben, de forma inmediata, proveer a Beatriz del tratamiento médico vital que, hasta ahora, le ha sido negado. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y cuatro expertos de Naciones Unidas han instado al gobierno de El Salvador a proporcionarle a Beatriz el tratamiento médico que necesita, pero el gobierno aún no lo ha hecho.

La comunidad internacional no puede dar la espalda a Beatriz. Es necesario que el Gobierno español y la Unión Europea se movilicen, es necesario salvar la vida de Beatriz.

Sobre la mesa: una gran falta de humanidad, una ruleta rusa. Estamos ante el derecho a la vida de la madre, o el derecho de la muerte de los dos y un nuevo huérfano. ¿Dónde está el bien mayor que proteger? Si las cosas no cambian, yo solo veo un mal mayor.

Si nadie lo remedia Beatriz va a convertirse en un daño colateral de una guerra que nada tiene que ver con ella. Ella está de espectadora, pero ella nos pide ayuda, a todos, a ti también.

El derecho a la vida de Beatriz es sagrado. Ponte en su lugar, tú si fueras ella ¿no querrías también vivir?

Más de 81.000 personas se han sumado a la petición dirigida al Gobierno de El Salvador para garantizar el tratamiento médico adecuado.  Tu firma también es necesaria

 

 

María del Pozo es responsable de relaciones institucionales y política exterior de Amnistía Internacional