Entradas etiquetadas como ‘ecología’

Confluencias feministas y ecofeminismo

Por Analía Woloszczuk

Lourdes Benería, cuyo trabajo de investigación se ha centrado en las cuestiones de desarrollo, trabajo y género, se preguntaba en un conocido artículo publicado en distintos foros sobre género y economía global (1), si puede el feminismo contribuir a la búsqueda de nuevas directrices a favor del desarrollo humano. La respuesta que daba a ese dilema era, en primer lugar que las actividades económicas deben ponerse al servicio del desarrollo humano y estar en las “agendas los temas de distribución, desigualdad, ética, el medio ambiente y la misma naturaleza de la felicidad individual, el bienestar colectivo y el cambio social”(2). En segundo lugar, señalaba que este cambio de paradigma requiere de un esfuerzo transformador y que también debe basarse en la aportación de las mujeres. Estos son los lineamientos de una economía feminista que impulsa un camino alternativo, donde se cuestione la lógica del sistema capitalista, un paradigma que se nutre de la gratuidad de los cuidados de las mujeres y en un modelo extractivista de los recursos naturales para hacerlo funcionar.

@Pixbay (imagen gratuita)

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Por una COP25 ecofeminista y mucho más

Por Vanesa Álvarez y Dina Garzón


Ayer comenzó la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, COP25. La vigésimo quinta Cumbre del Clima tendrá lugar del 2 al 13 de diciembre en Madrid, bajo la Presidencia de Chile, tras la decisión unilateral del presidente chileno de cancelarla a escasas semanas de su celebración, debido a las protestas sociales que sacuden el país desencadenadas tras el aumento de las tarifas públicas de transporte. Por ello, lo que tendría que haberse organizado en meses se ha tenido que hacer en apenas cuatro semanas. Pero a pesar de todo las Ecofeministas estamos haciendo un gran esfuerzo para que se nos escuche.

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Rachel Carson: una pionera del ecologismo

Por María Aurora Esteban María Aurora Esteban

Siempre he sentido un gran amor hacia los animales y las plantas. Me recuerdo de niña persiguiendo a los perros por la calle para acariciarlos o poniéndole nombre a las flores que tenía mi madre en el balcón, por no hablar de la lagartija que pasó una semana en la pared del baño de mi tía Eli y a la que llamé Isabel. Siempre he pensado que debía cuidarlos y protegerlos. Creo que tengo eso que se llama conciencia ecológica y, tal vez sin saberlo, deba agradecérselo a Rachel Louise Carson.

Rachel Carson ante su máquina de escribir Imagen de TrasTando

Rachel Carson ante su máquina de escribir.  Imagen de TrasTando

El pasado 27 de mayo se celebró el 107º aniversario de su nacimiento. Fue una bióloga marina estadounidense que contribuyó a la puesta en marcha de la moderna conciencia medioambiental. Nació en Springdale, Pensilvania. Pasó su infancia explorando las 26 hectáreas de la granja familiar. Le encantaba leer. El tema común de su literatura favorita era el mundo natural, en particular el océano.

Aunque inicialmente estudió Literatura inglesa, cambió la especialidad de sus estudios por la Biología. Continuó estudiando un máster en Zoología y en 1935 comenzó a trabajar en la Administración de Pesca y Vida Salvaje donde ejerció como autora de textos divulgativos. Publicó numerosos artículos sobre temas marinos que tuvieron un notable éxito entre los críticos y el público en general. En 1941 publicó el libro ‘Bajo el viento del mar‘ donde hablaba sobre la lucha por la supervivencia que se da en el fondo marino.

El éxito cosechado por estas obras le permitió dedicarse enteramente a la literatura. Profundizó entonces en sus reflexiones sobre las relaciones que mantenemos los seres humanos con nuestro entorno natural. Habiéndose mudado por razones familiares al campo de Maryland, empezó a observar los devastadores efectos producidos por los pesticidas, en especial el DDT, sobre la vida silvestre. Se preguntó sobre las consecuencias de la utilización y la diseminación de partículas químicas en la naturaleza y de sus efectos sobre el ser humano.

Es entonces cuando inicia la elaboración de su obra más influyente, Primavera silenciosa, que vería la luz cuatro años más tarde, en 1962. Con ella puso en evidencia los peligros de los pesticidas, cuya larga vida amenaza al planeta con un envenenamiento progresivo. El libro provocó una intensa polémica, incluso antes de su publicación, por parte de las autoridades y de la industria, ya que tocaba importantes cuestiones económicas sobre la producción agrícola y señalaba el abandono de los responsables políticos, que no sólo no reflexionaban sobre estas cuestiones antes de autorizar el uso de los pesticidas, sino que tampoco eran capaces de actuar a posteriori.

Rachel debió hacer frente a críticas excesivas principalmente relacionadas con su condición de mujer. A pesar de todo, el libro tuvo una gran influencia y ayudó a cristalizar el movimiento ecologista. El debate generado contribuyó a la creación de una Agencia para la protección del medio ambiente por parte del gobierno americano y a la adopción de las primeras grandes leyes antipolución.

Carson falleció en 1964, a los 56 años de un cáncer de mama. Su obra marca el momento en el que la sociedad comprende que la naturaleza es un todo complejo, que todo está interconectado y que las consecuencias de cualquier acción, incluso sobre la salud humana, son difíciles de predecir. En palabras de la propia Rachel:

El ser humano es parte de la naturaleza y su guerra contra la naturaleza es, inevitablemente, una guerra contra sí mismo

 

María Aurora Esteban es profesora de Matemáticas y autora del blog La campana de Gauss

Jane Goodall: directa al corazón

Por María Luisa Toribio María Luisa Toribio

Necesitamos sentirnos parte de la vida en el Planeta. Es la respuesta que apuntaba en mi anterior entrada en este blog a una pregunta cada vez más acuciante: ¿cómo lograr que la sociedad perciba el medio ambiente como algo propio? Estoy convencida de que esa percepción no vendrá solo de los datos y los argumentos. Lo vi claro una tarde mientras escuchaba, en el Jardín Botánico de Madrid, a Jane Goodall, mujer pionera que con poco más de 20 años se adentró en la selva, a orillas del lago Tanganica, para estudiar los chimpancés.

Jane Goodall con un chimpancé (Archivo)

Jane Goodall con un chimpancé (Archivo)

Aquella tarde, mientras ella contaba su trayectoria vital, que la llevó con el paso de los años a dejar su vida en plena Naturaleza para emprender un incansable periplo por todo el mundo para defenderla, las lágrimas comenzaron a resbalar lentamente por mi rostro. Sus palabras me habían tocado en lo más profundo porque Jane Goodall habla desde el corazón. Tiene claro que ése es el camino y desde el Instituto que lleva su nombre ha puesto en marcha campañas y programas destinados a que los jóvenes crezcan sintiéndose parte de la vida y artífices de lo que ocurre en este Planeta que compartimos porque “cada uno de nosotros marca una diferencia, cada día”.

Movilízate por la selva es una campaña emblemática del Instituto Jane Goodall. Muestra a la perfección ese estrecho vínculo que nos une con todo lo vivo. El coltán es un mineral imprescindible para nuestra vida moderna, está en los móviles, en los ordenadores, en las consolas… Y está también en el centro de los conflictos armados que producen millones de víctimas y refugiados en la República Democrática del Congo. La minería del coltán, además de mover colosales intereses económicos que avivan la violencia en el país, explota mano de obra infantil o semiesclavizada y destruye la selva.

Movilízate por la selva nos enseña a percibir la relación entre ese teléfono móvil que se ha convertido en compañero inseparable y un país que parecía lejano y de pronto deja de serlo. Pero sobre todo busca que nos impliquemos. Ofrece la posibilidad de recoger los teléfonos usados para su reciclaje, evitando así convertir en basura valiosos recursos naturales que pueden volver a utilizarse reduciendo las necesidades de extracción. Además, se obtienen recursos económicos con los que se financian proyectos ambientales y sociales en la República Democrática del Congo.

Roots&Shoots (Raíces y Brotes) es otro programa educativo del Instituto Jane Goodall que cuenta con más de 17.000 grupos en 130 países. Jóvenes de todas las edades llevan a cabo proyectos que fomentan el respeto y la empatía por todos los seres vivos, promueven el entendimiento entre las culturas y les enseñan a implicarse en lo que ocurre en el mundo.

Un aprendizaje imprescindible porque, como dice Jane Goodall: “si somos la especie más inteligente del Planeta, ¿cómo es que lo estamos destruyendo?”. Pues eso, que además de inteligencia necesitamos sentirnos parte de la vida y ser conscientes de que todo cuanto pasa por nuestras manos procede de la Naturaleza.

 

 

María Luisa ToribioBióloga y activista, con una mirada global al mundo que me lleva a implicarme en causas  como el medio ambiente, la pobreza, los derechos humanos, las poblaciones indígenas… Convencida de que las múltiples crisis que vivimos tienen raíces comunes y de que toca impulsar cambios profundos.