Entradas etiquetadas como ‘discriminación’

Inaceptables burlas a mujeres gitanas

Por Mª del Carmen Cortés

Los hechos que vivimos el pasado 2 de octubre, cuando un grupo de hinchas del equipo de fútbol Club Brujas de Bélgica, que habían venido a jugar un partido contra el Real Madrid, humillaron y vejaron a un grupo de mujeres en la Plaza Mayor van, simplemente, contra la dignidad humana.

Tal y como puede observarse en las imágenes que se han difundido por algunos medios y particulares[1], este grupo de hombres, entre otras conductas incívicas en el entorno, acosaron y se burlaron de varias mujeres gitanas rumanas, simulando que les daban dinero o cerveza, llegando incluso uno de ellos a quitar el pañuelo de la cabeza a una de las mujeres, con evidente malestar por parte de ella.

Lee el resto de la entrada »

La juventud en Latinoamérica aún ve «normal» la violencia machista. ¡A desaprender!

Por Aida Pesquera

Los países de América Latina y el Caribe han adoptado, desde los 90, leyes y otras normas para la protección de las víctimas de violencia machista. Colombia, por ejemplo, cuenta con importantes directivas aprobadas entre 1996 y 2015, además de planes nacionales para prevenir y atender la violencia contra mujeres y niñas. Los avances legislativos son significativos, pero hay que reconocer que la situación de la violencia contra las mujeres persiste. Según la Comisión Europea para América Latina y el Caribe, CEPAL, 1.831 mujeres fueron asesinadas por el solo hecho de ser mujeres en 2016.

Imagen del informe publicado por Oxfam sobre imaginarios. En él se recoge también que hay caminos para la transformación de imaginarios.

Lee el resto de la entrada »

Un precioso campo de nabos feminista

Por Marta Hernández

El sábado, al definir la gala de los premios Goya, Leticia Dolera con solo 6 palabras, “un campo de nabos feminista precioso” dio voz a todas las mujeres de la industria del cine que miraban perplejas como la misma Academia que dice estar comprometida con la lucha por la desigualdad de género, impedía repartir abanicos rojos a las representantes de CIMA (Asociación de mujeres del audiovisual) en la entrada del photocall. La misma Academia que una vez más colocó en el papel de presentadores a, no uno, sino dos cómicos españoles.

Leticia Dolera en la gala de los Goya. JAVIER LIZÓN / EFE

Soy joven y no voy a irme muy hacia atrás, pero parece que cuatro años consecutivos con representantes masculinos no es una forma muy comprometida de luchar por la “desigualdad de género”. No se preocupen, señores del cine, a las mujeres de mi edad ya nos ha quedado claro que entre tanto “campo de nabos” solo se puede destacar con un vestido bonito y unos tacones de mujer florero. En el cine, y como hemos podido observar estas últimas semanas, en el mundo de la música y la televisión.

Nuestro querido OT nos ha traído muchas emociones y algunos intentos de descubrir la diversidad afectivo-sexual, algunos de ellos con modelos masculinos o estereotipados, pero se reconoce un esfuerzo por mostrar diferentes orientaciones sexuales e identidades de género. Por otro lado, también nos ha brindado ejemplos, algunos más o menos sutiles, del machismo que perdura en nuestra sociedad. Desde la elección del jurado y sus guiños sexualizados a unos y otras concursantes, a la más que evidente e injusta valoración de éstos según su sexo. Pues sí, a mí me gustaría haber visto a alguno de los triunfitos masculinos bailar encima de unos tacones con un vestido que apenas tapa los pechos, intentando no parecer inseguro cuando uno de los tirantes se cae, o unos chicos le lanzan en volandas cual trozo de venado sagrado. Sutilezas, amigos, pequeños detalles casi imperceptibles a los que estamos acostumbradas. Casi tanto como a que en los pases de micro nos enfoquen las piernas de las concursantes, su trasero o el cabello cayendo sensualmente por el cuello. Y si no estás dispuesta a cantar letras diciendo que “pa’ mala yo” o a actuar en camisón, ya sabes dónde queda la puerta. Lo siento, si pensabais que nos ibais a convencer poniendo de vez en cuando algún pantalón, entonces no habéis entendido nada.

Querido ministro de cultura, de educación, de sanidad, querida sociedad. La violencia de género y la lucha por la igualdad no es poner carteles ni hacer spots publicitarios. La lucha por la equidad es dejar de vernos como trozos de carne y empezar a pensar que somos profesionales igual de competentes que no necesitamos que nos adornen con un lazo de vestidos, miradas lascivas y tacones para poder trabajar.

En el mundo del cine, la música, la televisión y en nuestras propias casas, a pesar de tanto nabo siguen creciendo flores, lechugas y zarzas, todas distintas, pero todas orgullosas de ser plantas. The show must go on; el machismo, no.

Marta Hernández es psicóloga, futbolista y autora del blog Ríe sin miedo

Me niego a asumir que las mujeres sigamos estando invisibilizadas en la Historia

Por Patricia Horrillo

Hace un tiempo publicaba y titulaba un artículo con un rotundo “Nadie hablará de nosotras si no estamos en Wikipedia”. Puede resultar exagerado, pero lo cierto es que si hacemos una búsqueda en internet, la primera entrada que aparece, si es que existe, es la de la Wikipedia. Las personas que nacimos con las enciclopedias de papel no cuestionábamos su contenido. De la misma forma, las nuevas generaciones utilizan la enciclopedia online, libre y colaborativa dando por supuesto que lo que está es lo que importa. ¿Y lo que falta? Lo que falta… ¿puede que no sea tan relevante?

Podemos pensar que esta pregunta es una barbaridad, pero pensad que si vamos identificando como “importante” o “necesario” lo que nos muestra ese primer rastreo en un buscador, de forma subconsciente estaremos estableciendo la relevancia de lo mostrado e irrelevancia de lo que no aparece.

Lee el resto de la entrada »

San Valentín como oportunidad

Por Bethan Cansfield y Lourdes Montero

Hoy, en numerosos países, muchas parejas celebrarán el día de San Valentín, también conocido como ‘El día de los enamorados’ en algunos países de América Latina. Aunque supone una gran oportunidad para promover las relaciones sentimentales saludables, también es un momento importante para llamar la atención sobre la crisis que afecta a mujeres y niñas de todo el mundo. El 30% de las mujeres experimentará en algún momento de su vida violencia física o sexual a manos de su pareja, ex pareja o esposo.

Un grupo de jóvenes de Bolivia muestra el mural que acaba de pintar en una calle de La Paz (Bolivia): Busca tu final feliz. Imagen de Sandrine Muir-Bouchard, 2017.

En este 30% no se incluye el control coercitivo. Una forma de dominación que se consigue a través de la intimidación, el aislamiento, la degradación y la privación, así como el control psicológico y económico. Así que, aunque esta cifra pueda resultar sorprendente, no es más que la punta del iceberg.

Las violencias contra la pareja no tienen una única causa, sin embargo está demostrado que uno de los factores que ayuda a predecir este tipo de violencias es el hecho de compartir creencias discriminatorias (convenciones sociales) sobre lo que se considera normal y adecuado en una relación. Ejemplos de estas creencias son la idea de que un hombre tiene derecho a ejercer poder sobre una mujer o que puede disciplinarla. En algunas sociedades del mundo se defiende que los celos y el control por parte de los hombres son una forma de mostrar afecto. Y las películas, la música y las telenovelas fomentan esta imagen, al igual que la familia y las amistades.

Lee el resto de la entrada »

La discriminación debe de ser esto

María Pazos Por María Pazos Morán 

El otro día estuve en la proyección de cortos organizada por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA). Quedé muy agradablemente sorprendida por la alta calidad y por los interesantísimos contenidos. Quedé también algo deprimida por el hecho de que la sala no estuviera a rebosar. En el coloquio, todas las directoras corroboraban las dificultades con las que se encuentran cada día, sobre todo para realizar largometrajes que sí exigen presupuestos elevados.

mujeres cine

Mujeres en cine. Imagen de TrasTando

Una de ellas contaba su experiencia y sus reflexiones. Un productor le dijo que era una chica guapa y simpática, y entonces ella se preguntó si eso le daría más o menos posibilidades de conseguir realizar su proyecto que a un hombre feo. Después, otro le dijo que su proyecto era muy interesante, pero que mejor fuera a Atresmedia, porque allí había muchas mujeres que la iban a comprender mejor. Entonces ella se dijo: ‘la discriminación debe de ser esto… hasta ahora no la había experimentado’.

Me enterneció este relato de toma de conciencia. ¿Cómo van a comprender los hombres, cómo les va a doler lo mismo, si nunca se ven en esas situaciones que hacen despertar a las mujeres? Porque, compañera, no es que no hubieses experimentado la discriminación antes; es que aún resultaba invisible para ti.

A la salida fui con unas amigas a tomar algo y una de ellas nos contó sobre las actividades de un centro municipal para la igualdad de género: yoga, seminarios sobre el deseo, sobre otras formas de amor….  Yo dije que a otros niveles ocurre lo mismo, y que no comprendo que no se de prioridad a los problemas acuciantes ni se dediquen los esfuerzos de las unidades de igualdad a potenciar medidas efectivas para acabar con las discriminaciones.

En realidad, expliqué, sí lo comprendo; lo que pasa es que a esas unidades, institutos, centros… «de la igualdad», se les dan cuatro perras para que hagan lo que puedan, siempre con la condición de que no den la lata, o sea que dejen al estatus-quo tranquilo.

Por ejemplo, respecto al tema que teníamos reciente, ¿cuáles son las medidas para que las cineastas puedan progresar sin encontrarse con estos escollos insalvables? ¿Qué revisión de la política de subvenciones? ¿Se han planteado comisiones de evaluación paritarias, por ejemplo? ¿Se revisará el problema de que para conseguir un 25% de subvención tienes que tener el otro 75% ya conseguido?  No creo; lo más que he oído ha sido que iban a poner ‘discriminación positiva‘, o sea que a igualdad de calidad iban a dejar pasar caballerosamente a la mujer solo por ser mujer.

No hace falta aclarar que esa medida introducida en la Ley del Cine es una trampa. Varios años más tarde seguimos en la misma situación. O peor, porque ahora se dirá que, a pesar del favoritismo hacia las películas de mujeres, es imposible avanzar. Y es que esta medida les hace quedar muy bien pero no tiene ningún efecto, porque siempre pueden alegar que exactamente igual, lo que se dice exactamente igual, no eran los dos proyectos presentados. Por supuesto, lo han adivinado: el proyecto del feo era  mejor.

Mi amiga me dijo que estaba dolida por lo que yo había dicho. Luego que era broma y que yo no tengo sentido del humor. Me quedé pensando… mira que a mí me encanta reírme pero, ¿debería tomarme estas cosas a broma? No es la primera vez que me siento así. Hace 30 años mis amigos me llamaban ‘Marujita Malos Tratos’ debido a mi preocupación por la violencia de género. Ahora ya no pasa eso, por supuesto. Ahora el diagnóstico lo asume hasta el gobierno. Pero el problema está cuando se señalan estos mecanismos que consisten en ‘hacer como que se hace’.

Por favor, que nadie se sienta aludida. No se trata de juzgar a las personas sino de comprender. Comprender para actuar. ¿Me he puesto demasiado seria?

María Pazos Morán es licenciada en Matemáticas por la UCM y máster en Estadística por la Universidad de Harvard. Actualmente trabaja en el Instituto de Estudios Fiscales (Ministerio de Economía y Hacienda, España), desde donde coordina la línea de investigación ‘Hacienda Pública e Igualdad de Género’. Una de las personas promotoras del llamamiento urgente ante la reforma fiscal que prepara el Gobierno. Su último libro publicado es ‘Desiguales Por Ley‘. Pertenece a la PPIINA y al Fórum de Política Feminista

Las mujeres queremos derechos, no “paguitas”

Por Dori Fernández Dori Fernández

Vaya, parece que esta semana las mujeres “estamos de suerte”. Como nuestras cotizaciones a la Seguridad Social son a lo largo de nuestra vida como nuestros empleos, parciales y menor remunerados, debido al hecho de que nos ocupamos mayoritaria y amorosamente del trabajo de cuidados, al Gobierno se le ha ocurrido –en plena campaña electoral- complementar nuestras pensiones contributivas (jubilación, incapacidad y viudedad) con un porcentaje que va desde el 5 al 15 por ciento en función de si hemos tenido dos o más hijas/os para paliar esa injusta y desigual situación y en “apoyo a la maternidad y al reconocimiento del papel de las mujeres que deciden tener hijos” según reza la nota de prensa del Ministerio. Es una de las medidas estrella de su recientemente aprobado Plan Integral de Apoyo a la Familia (PIAF). Dicho sea de paso, aún no he encontrado el mencionado PIAF íntegro y definitivo por ningún sitio: ¡viva la transparencia!

Imagen de Knoll para el concurso de dibujo de ONU Mujeres. http://beijing20.unwomen.org/es/get-involved/comic-competition

Imagen de Knoll para el concurso de dibujo de ONU Mujeres. http://beijing20.unwomen.org/es/get-involved/comic-competition

Así que para paliar el cabreo que me produce la noticia de semejante propuesta, voy a ir por partes.

Lee el resto de la entrada »

¿Quién tiene prejuicios?

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Los prejuicios respecto a lo que se debe y no se debe ser, comportar, actuar, pensar, etc., están inmersos en cada persona mucho más profundamente de lo que creemos, afectando en cada decisión que tomamos, por pequeña que sea. El aspecto más relevante es que a menudo ni somos conscientes de tenerlos, y decidimos un tipo de comportamiento guiados por ellos; pudiendo tener consecuencias negativas para otras personas, para uno mismo, y para toda la sociedad.

Cartel de la película 'Las mujeres de verdad tienen curvas'.

Cartel de la película ‘Las mujeres de verdad tienen curvas’.

El otro día en una comida me contaban que un chico había sido padre y que no solicitó los veinte días de permiso de paternidad por las represalias que eso pudiese tener en su empresa, ya que ninguno de sus compañeros lo hacía. Hace unos meses una mujer me decía en terapia lo culpable que se siente por el volumen de trabajo que tiene y lo poco que ve a sus hijos, cuando el marido es el que pasa más tiempo con ellos. Mujeres inmigrantes que se responsabilizan de mantener a toda su familia en el país de origen y que no se permiten nada para ellas, niños que preguntan a sus progenitores cómo hacen el amor dos mujeres o dos hombres y obtienen silencio por respuesta, mujeres que toman la iniciativa para tener relaciones sexuales y son vistas como fáciles o busconas, un padre de familia que se siente hundido al estar en desempleo al ser visto como el único responsable del mantenimiento económico de su familia, mujeres maduras sin pareja a las que se les adjudica una «tara» sin valorar la opción y elección personal de no mantener una relación afectiva estable, organismos públicos o privados que no promueven el ascenso de mujeres a puestos directivos por ser madres, chicas musulmanas que llevan el velo y son vistas como raras o peligrosas, adolescentes que reniegan de su cuerpo por no cumplir con los modelos que aparecen en la publicidad y en los medios de comunicación, etc.

Algunos ejemplos, pequeños detalles, respuestas puntuales que siguen cargadas de prejuicios sobre lo que deben y no deben de ser los hombres y las mujeres, las madres y los padres, las culturas, las religiones, las parejas, las familias, el trabajo, las relaciones sexuales, la educación, el deporte, etc.

Los prejuicios abarcan diferentes secciones. Son ideas que sirven para establecer un juicio antes de que sea fundado, o experimentado. Pasan de generación en generación, ya que los adquirimos de personas relevantes para nosotros, en un contexto y momento determinado que no tiene por qué ser exclusivamente en la niñez; por ejemplo, si voy de viaje y mi guía me comenta de una ciudad donde sus habitantes son muy peligrosos, sin haberlo experimentado en persona, es fácil que  integre que me tendré que alejar de personas de ese lugar. Se acaba asumiendo entonces esa idea como propia.

Realmente funciona para la persona que prejuzga ya que le simplifica la vida: ‘Esto es bueno, esto es malo, esto es peligroso, esto es lo correcto, esto es lo incorrecto.…’ De esa forma los prejuicios pueden servir para facilitarnos la vida, darnos seguridad, y protegernos, pero también nos limitan, ya que no dejan de ser ideas que nos implican decidir, responder, y comportarnos de determinada manera muy sesgada. Además  suelen ser bastante estables, aunque haya distintas pruebas en contra que lo pudiesen refutar.

Hay países donde la amistad entre un hombre y una mujer fuera de lo que es una relación conyugal es mal vista y castigada. Otros, incluido España, donde muchas mujeres son asesinadas cuando empiezan a decir no, porque siguen siendo consideradas una propiedad de su pareja. A la mujer frecuentemente se le ve como un objeto (de satisfacción, de cuidado..), en vez de sujeto, donde se realza su apariencia física, antes que su inteligencia.

Prejuicios que están en la familia, en el colegio, en las relaciones laborales, en la pareja, en la publicidad, en todas las sociedades, y que debemos de reflexionar en cómo nos afectan y limitan.

Y tú, ¿qué prejuicios tienes?

Alejandra Luengo. Psicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel.

Escuela de madres

Por Mayte MederosMayte Mederos firma

Cuando te embarcas en la aventura de ser madre te sabes ya todos los lugares comunes sobre el tema. Al fin y al cabo vivimos en sociedad, y nos sale la información por las orejas.

Y sin embargo, la película nunca es luego como te la han contado. Y no porque el argumento varíe tanto -aunque a veces al guión habría que darle un Óscar-, sino porque no es lo mismo ver la historia desde la butaca que vivirla en tu piel.

Niños. Imagen cedida por  Mayte Mederos

Niños. Imagen cedida por Mayte Mederos

El sábado volví de pasar unas cortas vacaciones con mi tribu. Y lo que iba a ser una semana de descubrirles el mundo, ha sido en realidad un viaje al interior de mis hijos.

Creo que hay muchos tipos de madres. Y el mío es el de proveedora. Soy una tabla de excel andante,  siempre cuadrando suministros, menús y calendarios familiares. Y así ando todo el año como en el circo chino, sujetando platos que giran sobre palillos mientras rezo para que no se me caiga ninguno.

Pero en todo ese trajín me pierdo con frecuencia mirar a estas tres personitas con calma. Cada una tan suya, tan diferente. Y además, en continuo cambio. Por eso las vacaciones familiares son a veces el momento en que te haces consciente de la realidad completa de esos seres a los que adoras sin terminar de conocerlos bien.

Y en ese sentido mi exmujer y yo hemos hecho este verano dos viajes en uno. En el primero, el real, hemos recorrido con la tropa algunos rincones imprescindibles de Italia para abrirles los ojos a la historia y a la luz del Mediterráneo. Y en el segundo, en el viaje interior, han sido ellos quienes nos han quitado la venda a nosotras, porque con tanto compartir horas de tren y de barco entre juegos y charlas, nos han regalado un atisbo muy valioso de sí mismos que incluye sus preocupaciones.

Nuestra hija preadolescente y el mediano de ocho años nos han confesado que prefieren que no contemos a la gente que tienen dos madres. Que les cuesta ser diferentes.

Imagino que lo que hemos sentido ante esa revelación es parecido a lo que pasa por el corazón de otras madres y padres cuya progenie es discriminada porque sus hechuras no se ajustan a los cánones de belleza impuestos, o por ser de otra raza, o por una discapacidad. Es duro darte cuenta, además,  de que a nuestra infancia le faltan referentes que le ayuden a sobrellevar la presión de pertenecer a una familia LGBTI, lo que no ocurre en otras situaciones.

En nuestro caso vivir tan abiertamente ha sido de mucha ayuda para que nuestros hijos e hija no hayan tenido nunca que dar explicaciones en su entorno:  ya las habíamos dado nosotras primero. Pero en estas vacaciones hemos conocido a otras familias, han vivido de primera mano la salida del armario de sus madres delante de sus nuevos amiguitos y eso les ha hecho sentir vergüenza.

Yo pensaba que tenía todo hecho: me he afanado durante años en la construcción de la mujer lesbiana que soy, superando barreras, y ahora el activismo me permite aportar mi granito de arena a la sociedad. Pensé que ahí se cerraba el ciclo. Sin embargo este viaje me ha hecho tambalear los cimientos y darme cuenta de que no es así, y que tengo que empezar casi de cero en una senda en la que no hay referentes, sin luz que alumbre el camino.

Así que habrá que trabajar en una escuela de madres y padres LGBTI que permita a nuestras niñas y niños hacerse con herramientas para enfrentar su realidad en un mundo que les es hostil. Y afianzar su seguridad, tan precaria a estas edades, para que sean capaces de aceptarse en la diferencia.

Se avecinan unos años difíciles para ayudar a nuestros peques a salir airosos de este trance, que se sumará al difícil paso por la adolescencia. De repente saltamos de una etapa feliz y despreocupada  a un escalón más alto para el que la vida nunca te coge preparada. De la fase de los cuidados pasamos a la de educar en valores, en este caso con un factor de discriminación añadido. Pero sé que cuando la cuesta se haga tortuosa, recordaré la magia de los atardeceres que hemos vivido este verano con sabor a helados y a besos, y el dorado del sol poniéndose en tres cabecitas rubias que despiden su primera infancia, y esa imagen de felicidad me hará sentir que todo se va allanando.

Porque si algo he aprendido de la maternidad es que no hay límites para este amor, que mueve mares y montañas. Y si hay que hollar en la espesura del bosque lo haremos hasta que claree y entre la luz a raudales, y saldrán veredas en lugares imposibles.

¿O no somos las madres las mejores creativas del mundo?

Mayte MederosCoordinadora del Área de Familias Diversas de Algarabía, la asociación LGBTI de Tenerife, es madre de familia numerosa y autora del blog Avatares de una amazona.

¿Cómo llegar a la mitad?

Por Violeta Assiego Violeta Assiego

Tres hombres encabezan la lista de las personas más poderosas del mundo: Vladimir Putin, presidente de Rusia; Barack Obama, de EEUU; y Xi Jinping, de China. La lista Forbes nombra cada año a los más poderosos, uno por cada 100.000 habitantes. Este año la forman 72 nombres entre los cuáles se encuentran los de 9 mujeres: Ángela Merkel (5), Dilma Roussef (20), Sonia Gandhi (21), Christine Lagarde (35), Park Geun-hye (52), Virginia Rometty (56), Margaret Chan (59), Jill Abramson (68) y Janet Yellen (72). La representación de mujeres en el 2014 (12 %) ha sido más alta de las hasta ahora publicadas. Una cifra significativamente superior a la del año 2009 cuando se publicó la primera lista y solo aparecían 4 mujeres, el 4 % de las personas que en aquella ocasión se mencionaron.

Victoria Kent tomando posesión de su puesto como Directora General de Prisiones en mayo de 1931. Fue la primera mujer nombrada directora.

Victoria Kent tomando posesión de su puesto como Directora General de Prisiones en mayo de 1931. Fue la primera mujer nombrada directora. Imagen del documental ‘Las maestras de la República’ www.lasmaestrasdelarepublica.com

http://www.lasmaestrasdelarepublica.com/

Este no es el único listado en el que la representación femenina no se corresponde al número de mujeres que hay en la población mundial. La primera semana de enero el periódico El Mundo dio a conocer su particular listado de los  personajes españoles más influyentes del año 2014. Entre los diez primeros nombres encontramos los de dos mujeres, y entre los cien primeros los de 20 representantes del género femenino. Un porcentaje (20 %) alejado de la llamada democracia paritaria que —en palabras del Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades— significa “una representación equilibrada de hombres y mujeres del 60%-40% o, lo que es lo mismo, que ninguno de los dos sexos supere en representación el 60%”.

Tampoco se alcanza la paridad entre los altos cargos de la Administración del Estado y sus órganos públicos. Y aunque el total de efectivos de la Administración General del Estado está formado por un 49 % de hombres y un 51 % de mujeres, estas no representan ni el 23 % de los altos cargos del Estado. El recién publicado informe de seguimiento al Plan de Igualdad dentro de la Administración del Estado —que fija la paridad laboral en el 40 % de presencia femenina— subraya este y otros datos como señales evidentes de las dificultades que tiene las mujeres para recibir un trato igual en el desarrollo de su carrera profesional en la función pública.

Aunque tampoco en el mundo empresarial se logran superar los obstáculos que frenan el desarrollo profesional de las mujeres. Por ejemplo, en las empresas que forman el Ibex 35  la presencia de las mujeres en los Consejos no representa ni el 13 %, datos del 2013 elaborados por IESE. Destaca especialmente el que haya cuatro compañías, de las 31 empresas, que no cuenten con ninguna mujer en sus máximos órganos de Administración: Endesa, Gas Natural Fenosa, Sacyr Vallehermoso y Técnicas Reunidas. La Comisión Europea recientemente ha propuesto que al menos el 40 % de los puestos no ejecutivos de los Consejos de Administración sean ocupados por mujeres para 2020. Parece que —aun quedando lejos la meta— no es imposible alcanzarla cuando hay mujeres cualificadas más que suficientes.

Prestar atención a este tipo de datos no es fruto de una inusitada ambición de las mujeres por ocupar los puestos de poder. La lectura es más bien la contraria. Este tipo de información refleja con claridad cuál es la estructura social en la que se asienta el papel de la mujer. Las mujeres –que representan más de la mitad de la población mundial- sufren habitualmente un trato discriminatorio y estereotipado que obstaculiza y traba –no solo su carrera profesional, a la que muchas no llegan ni a tener acceso- sino su desarrollo como persona, su acceso a los derechos humanos más básicos y su libertad. Ese trato desigual —impregnado de desequilibrios— tiene un origen cultural y social, el mismo que motiva que haya un número desproporcionado de mujeres que sufre violencia y pobreza. De ahí la importancia de que haya repuestas políticas y sociales que tengan incidencia en la esfera pública y en la privada y que velen por la igualdad en todos los ámbitos donde la mujer se puede, quiere y debe desarrollar, también en su carrera profesional.

Casi a modo de curiosidad pero no exento de preocupación, hay otro dato similar que confirma esa falta de paridad. La curiosidad está en que precisamente se da en la lista —del periódico El Mundo— sobre las 25 personas más influyentes del “Poder Alternativo”. Entre estas —pertenecientes a las ONG, asociaciones y entidades con fines sociales— solo encontramos a 7 mujeres. Un porcentaje (28 %) muy poco representativo de la verdadera presencia de la mujer en este ámbito de actuación, y que da motivos para pensar que también en un sector tan sensible a los más vulnerables se atribuye una mayor importancia a las características del hombre que a las de la mujer. Cuando menos da qué pensar y cuando más, para actuar. Hay mucho por hacer, eso está claro.

Violeta Assiego. Abogada y Activista. Especialista en Vulnerabilidad Social y Discriminación. Conferenciante, analista, docente y colaboradora en diferentes organizaciones desde una perspectiva de derechos