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¿Tú qué sabes?

Por Lorena Auladell image

¡Cállate! ¿Tú qué sabes? ¡¡Tú no tienes marido!!

A Bernadette (no es su verdadero nombre) su vecina la hace callar, porque considera que al haber sido violada, embarazada por su agresor, dado a luz a su bebé y haber sido repudiada por su marido y encontrarse absolutamente  desamparada, Bernadette no tiene el derecho de darnos su opinión. Después de varios días atravesando la región de Ouham Pende (RCA) y bastantes baches atravesados, hemos llegado al pueblo de Poubati y estamos preguntando a la comunidad cómo se encuentran, cómo ha cambiado su vida desde de los acontecimientos de 2013 (que aún no han cesado) y sobretodo, nos afanamos por intentar encontrar pistas que nos permitan encontrar las más mínimas posibilidades de apoyo y recuperación.

La familia de Jeannette Longayale, de República Centroafricana, refugiada en el sur de Chad. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón

La familia de Jeannette Longayale, de República Centroafricana, refugiada en el sur de Chad. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón

La crisis en RCA es demasiado compleja y para intentar entender este quebradero tenemos que hacer tantas preguntas de tantos aspectos distintos que a veces nuestros interlocutores (las mismas comunidades) se cansan, se nos duermen o abandonan el sitio de puro agotamiento. A veces tampoco saben cómo respondernos a nuestras cuestiones, a veces tan peliagudas y sensibles que consideran que personas como Bernadette no tienen la legitimidad suficiente para manifestarse.

En lo que todos coinciden es que el inicio del “sufrimiento” (textual) viene de tan largo que ni se acuerdan, en RCA nunca existió un gobierno fuerte, con programas, planes o políticas concretas, con una sistema judicial y legal al servicio de los centroafricanos, con sistemas o estructuras sociales que les garantizasen un marco de vida, de hacer, de ser y de convivir. Tampoco este país con un nombre que más bien parece una coordenada geográfica que el nombre de una verdadera nación, constaba en las agendas políticas internacionales. Republica Centro Africana hace décadas que es tierra de nadie  y el conflicto civil en el que se encuentra desde finales de 2013, sólo ha venido a agravar si se puede, aún más la situación…y es que en RCA ningún tiempo pasado fue mejor. Se estima que para poder dar una respuesta  a esta crisis son necesario 609 millones de dólares que permitan cubrir las necesidades de  2’7 millones de personas en riesgo y casi 890.000 personas desplazadas o refugiadas

Desde OXFAM Intermón, estamos intentando encontrar pistas para dar respuestas a cosechas enteras perdidas, a ganados enteros robados, a 426.236 personas desplazadas en el propio país (muchas viniendo en la intemperie)  y  460. 542 personas refugiadas en los países vecinos que han perdido todo en la huida, a

personas que no pueden salir de su casa o pueblo  por miedo a ser agredidas o asesinadas, a barrios enteros de casas arrasadas a nivel de suelo, al incremento de mujeres viudas o jefes de familia, repudiadas, al incremento de la malnutrición crónica y a la radicalización de las partes.

Lo estamos intentando y lo vamos a lograr, porque nuestros interlocutores (las mismas comunidades) ya saben cuál es el enemigo a batir y cómo se debe batir. Saben que este no es un conflicto inter-religioso cómo se ha intentado mal retratar, saben que no va a ser a través de las armas y saben que con los brazos cruzados no se consigue nada. Nuestros interlocutores (las mismas comunidades) saben que el hambre la sufren de lejos, la enfermedad es parte de su vida y saben que las nulas escuelas, centros de salud o servicios sociales deberían estar a su servicio. Nuestros interlocutores (las mismas comunidades) saben que su país es rico en materias extractivas, y que los suculentos beneficios no son para ellos, saben que hay algo que “no funciona” y que a medida que pasan los años, su hundimiento parece no tener límites.  Nuestros Interlocutores como Bernadette, saben que a pesar de lo que les diga su vecina, tienen derecho a hablar y a darnos su opinión y nosotros les vamos a hacer saber que les vamos a escuchar.

Lorena Auladell Marín es especialista en acción humanitaria para seguridad alimentaria y medios de vida en Oxfam Intermón.

Ésta no es mi guerra. Historias de refugiadas

Por Belén de la Banda  @bdelabanda

No es ella quien empezó la guerra. Ni siquiera sabe a ciencia cierta en qué momento ha empezado, ni quiénes son los responsables. Ésta no es su guerra, pero por obra y gracia de ella, ya su casa no es su casa, ni su familia es su familia tal como la conocía, el terreno donde sembraba y cosechaba su comida ya no está a su alcance, y su vida ha quedado absolutamente destrozada. Esta guerra no es su guerra, pero esta vida ya tampoco es su vida.

Niñas y mujeres cogen agua de las cisternas instaladas por Oxfam en el campamento de refugiados de Za'atari en Jordania. Imagen: Caroline Gluck/Oxfam

Niñas y mujeres refugiadas de origen sirio cogen agua de las cisternas instaladas por Oxfam en el campamento de refugiados de Za’atari en Jordania. Imagen: Caroline Gluck/Oxfam

Ésta es la historia de la mayoría de las mujeres que han tenido que huir de un conflicto y ahora se encuentran en un campo de de refugiados. Hace pocos días, mi compañera Júlia hablaba de cómo en Sudán de Sur las mujesres llevan la peor parte. Cuando pierden a parte de su familia, su responsabilidad se multiplica, su trabajo tradicional -cuidar de la familia, de los niños, de los ancianos, conseguir agua, preparar la comida, buscar techo…- se multiplica.

Es la realidad de mujeres sirias como  Lekaa, una refugiada siria  que mis compañeros conocieron en el campamento de Za’atari, en Jordania, una mujer de clase media en su país, que  nunca pensó que algún día se vería en esta situación. ‘Todas las mañanas lloro. Echo de menos mi país, mi familia, mis amigos. El trabajo de las mujeres, aquí es más duro, lo pasamos peor. Tengo miedo de dar a luz en este sitio. Estaré muy cansada, y sin mi madre y mis hermanas…

El miedo de Lekaa lo ha vivido Mari, una mujer dinka refugiada en el campo de Mingkaman, en  Sudán del Sur:  parió a su tercer hijo bajo una lona de plástico, y fue un parto tan difícil que enfermó. Por suerte, tiene con ella a su familia: ‘A pesar de que mi marido está conmigo, no puede hacer nada para mantenernos. Dependemos de las agencias humanitarias. Lo perdimos todo cuando vinimos: las cabras, las vacas y nuestras pertenencias‘.

La vida en el campo es difícil, pero lo peor de todo es que no tiene futuro. Knyah huyó hace 4 meses de su casa en Juba, cuando empezaron los ataques, con su marido y sus 5 hijos.  Se refugiaron en el recinto de Naciones Unidas en la ciudad ‘Nos dieron esterillas, mantas y plásticos para construirnos una vivienda. Pero yo no quiero vivir aquí siempre. Nuestros hijos serán una generación perdida‘. Para ella, la falta de libertad, no poder regresar a su casa, ni salir del campo por el riesgo de que la maten, es lo más duro.

El riesgo es siempre una posibilidad cercana. Nyawer perdió a uno de sus tres hijos durante los ataques en Juba: ‘Primero oímos disparos, luego bombas. Teníamos mucho miedo. Entonces, un tanque pasó por encima de nuestra casa y mató a uno de mis hijos‘. En su barrio entraron grupos de soldados dinka a matar a los nuer, etnia a la que pertenece.  Aunque logró escapar con su marido y sus otros dos hijos, buscar refugio fue difícil:  ‘la gente nos decía que en el recinto de la ONU estaríamos seguros, pero tardamos días en encontrarlo. Cuando llegamos fue un alivio, pero ahora ya no nos sentimos seguros aquí tampoco‘. Su marido salió del campo a buscar carbón para cocinar y lo mataron también.

Pero además, en las situaciones de conflicto, las mujeres son usadas como arma de guerra, víctimas de asesinatos, violaciones, y todo tipo de humillaciones. Sus cuerpos forman parte del botín, de la relación de poder o se convierten en una forma de hacer daño al enemigo. Y muchas veces también son víctimas de agresiones en los campos donde han buscado acogida.

Hoy se conmemora el Día del Refugiado, para atraer la mirada de la sociedad mundial sobre la realidad de millones de personas que lo han perdido todo huyendo de los conflictos. Es el momento de comprometernos a ayudar a estas familias, y de hacer todo lo posible para que situaciones como las que viven no vuelvan a ocurrir. Para que terminen esas guerras que no son suyas, y recuperen las vidas que sí lo son.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Oxfam Intermón