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¿El hombre de tu vida?

Por Maribel Maseda Maribel Maseda 2

Venimos de una colección de cuentos, canciones, películas, libros, etc. en los que se hace partícipe de la historia al lector a través de las emociones que generan en él. Habitualmente la pena y el sufrimiento se presenta como vía de salvación de alguien, generalmente un hombre duro, severo, carente de empatía, que no ha conocido el amor anteriormente, por lo que su recuperación es una cuestión de aprendizaje y este de la carga de sacrificio y dolor que la mujer salvadora, paciente y sufrida quiera soportar.

Ilustración de Coco del Pino publicada en el libro La Zona Segura.

Ilustración de Coco del Pino publicada en el libro La Zona Segura.

El  espectador, al principio oscila entre el rechazo hacia la maldad del  hombre y la angustia de verla a ella sufrir sin obtener beneficio alguno. Esta recompensa se anhela tanto, que si el guion establece que el hombre comienza a humanizarse, el espectador le perdona todo lo anterior y aplaude el triunfo del amor que acababa por unir a la mujer con ‘el hombre de su vida’. Solo es necesario que aquel hombre diga con sentimiento y alguna lágrima en los ojos ‘te quiero’. Y si tras este derroche de humanidad, ella decide abandonarle, justo en ese momento, el telespectador desarrolla una compasión solidaria con aquel y  a veces, un reproche más o menos sutil hacia ella. Así, el lector o televidente cae en la trampa de no reconocer el maltrato y peor aún, de quitarle importancia si ve un atisbo de ternura en el maltratador. Además, sucumbe a otra no menos errónea y peligrosa: la de depositar en la mujer la responsabilidad de convertirle en la persona que nunca ha sido. Otra más todavía: la de culparla si no lo consigue o si se da por vencida antes de hacerlo.

Es una reacción a una ficción que además se sabe que lo es. Y esta reacción dura en el espectador el tiempo que dura la película o la lectura del libro. Sus emociones  han cobrado vida y a partir de un punto de esa historia, casi deja de tener el control sobre ellas y pasan a depender del guion. Estoy hablando de algo irreal, y sin embargo acabo de describir los rasgos característicos y habituales que se conjugan en  una situación de maltrato. Aquello que no se entiende que acepte o se genere en la mujer maltratada, ha sido experimentado por cientos, miles de telespectadores y lectores. Pensarán que nada tiene que ver porque ellos saben perfectamente que se trata de una ficción…

Cierto, y sin embargo, sus emociones han sido reales. Y estas le han situado del lado del agresor sin saberlo. Y es que la mujer maltratada tarda en saberlo también. El complicado proceso por el que una mujer pierde el sentido  de lo que merece y de aquello ante lo que debe rebelarse o no, se gesta por el simple hecho de que existe un hombre que  la destruye. Esta es la causa, aquello la consecuencia. No al revés. Y es fundamental que este orden se preserve para no confundirla de nuevo,  para no confundir a los que aún no han llegado a comprender el problema del maltrato. Pero fundamentalmente, para no hacer creer al maltratador que tiene razón.

El hombre que maltrata, que, como dijo la víctima del programa Entre todos, le pega bofetadas, no es ni puede ser  el hombre de su vida, porque el hombre con el que soñaba, en sus sueños no la pegaba ni denigraba. Es evidente que la presentadora  no hablaba del mismo hombre del que hablaba la víctima. Desdibujó al agresor y perfiló a un hombre injustamente abandonado e injustamente calumniado. Creó una ficción y generó una concatenación de emociones en una parte de la audiencia. Y a partir de ahí, los papeles de víctima y verdugo se desdibujaron para algunos también. Cuando una mujer toma conciencia de que debe huir de las agresiones, denunciará cuando se sienta capacitada para ello, pues no le resultará fácil ni llegará a ese momento tras un camino sencillo, como se demostró ese día. No está en la obligación de callarse para siempre si tarda semanas, meses o años en hacerlo. En la historia que intentó contar aquella mujer, había un verdugo, pero no se habló de él. Solo era necesario escucharla.

Maribel Maseda es Diplomada Universitaria en Enfermería, especialista en psiquiatría y experta en técnicas de autoconocimiento. Autora de obras como HáblameEl tablero iniciático, y La zona segura.