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Supervivientes, luchadoras, protagonistas

Por Charo Mármol Charo Mármol

Se llama Sara. Es una mujer menuda, rondando la treintena. En su nariz cuelga un pequeño piercing. Ojos vivos y hablar apresurado, como quien tiene prisa por conseguir lo que quiere.

Esta mujer es la coordinadora de uno de los cuatro Centros de Emergencia para mujeres maltratadas que el Ayuntamiento de Madrid tiene, gestionado por la Fundación Luz Casanova. Ella las recibe al llegar a la casa y entonces calla para escuchar, escuchar a las mujeres que llegan rotas. Es el comienzo de un proceso duro, el momento quizás más crucial para la mujer maltratada que se decide a poner fin a años de dolor, sufrimiento, golpes, heridas, miedo… ‘La acogida es uno de los puntos más importantes, nos dice, porque estamos en uno de los momentos más peligrosos. Es cuando han decidido salir de la casa y el agresor ha perdido el control. No sabe ni dónde están ellas ni dónde están sus hijos, en el caso de que los haya. Es una situación de riesgo máximo. Por otro lado, las mujeres abandonan toda su vida, tienen que dejar su lugar de trabajo, de vida y no pueden acudir ahí más. Las relaciones con la familia se complican porque no pueden acudir a ellas por ser localizables… En estos momentos intentamos hacer una acogida en la que se sientan lo más confortable posible porque entendemos lo que significa romper con toda tu vida anterior. Están en un proceso de ruptura difícil pues aunque ha habido violencia, la dependencia emocional existe y ellas se mueven mucho en torno al sentimiento de pena

El centro acoge en estos momentos a 16 mujeres, algunas con sus hijos. Tienen distintos orígenes de procedencia: Latinoamérica, países del Este de Europa, y también España. Son distintas realidades, distintas culturas pero un denominador común: años de sufrimiento, miedo, sentimiento de culpabilidad, fragilidad… A veces la convivencia no es fácil.

Intentamos hacer mucha cohesión de grupo. Hacemos talleres grupales, reunión de convivencia… Uno de los talleres es de recuperación psicosocial para trabajar profundamente la violencia. También está la Escuela de madres, para trabajar la relación materno filial, cómo explicar a los hijos lo que está pasando y que ellas entiendan que aunque los menores no hayan sido víctimas directas si han sido victimas indirectas y eso tiene unas consecuencias. Estos casos, muchas veces los niños son los grandes olvidados. Se piensa que no son conscientes y que no se dan cuenta de nada y no es verdad. Todo esto hay que trabajarlo, ellos también tienen sus secuelas y pasan su proceso de adaptación’, explica Sara.

A veces, lo difícil se hace fácil a través de herramientas tan sencillas como la palabra: ‘Tenemos una reunión de convivencia. Es una actividad tipo asamblea que se hace una vez a a la semana, donde además de organizar lo que es el ritmo de la casa (limpieza, comida…) se trabajan aquellos posibles conflictos o quejas que tengan las mujeres en lo relacionado con la convivencia. Hemos introducido distintas dinámicas según lo que haya pasado en la semana: pueden ser dinámicas de comunicación, de empatía…

Es en uno de estos talleres conde empiezan a trabajar los estereotipos que hay sobre la mujer, la violencia machista, el maltrato…’Trabajamos mucho con ellas para que sean conscientes de que están abriendo camino. Muchas veces no se dan cuenta de que son unas auténticas supervivientes, unas luchadoras y que al final son un ejemplo para otras mujeres que vienen detrás. Nos pareció una buena idea en la que ellas fueran las protagonistas y ellas las que lanzaran el mensaje a la sociedad’ y así, nos cuenta Sara, surgió la idea de hacer una exposición de fotografías realizadas por ellas y que expresaran cómo viven estos estereotipos que quieren romper. Imágenes como las que ilustran esta página, que pronto serán protagonistas de una exposición.

Charo Mármol es comunicadora, feminista, militante de causas perdidas y autora del blog La mecedora violeta

Carmen Sarmiento y la mitad del mundo

Por Charo Mármol Charo Mármol

Hace días tenía que preparar un artículo para el 8 de Marzo, día Internacional de la Mujer Trabajadora, y se me vino a la cabeza una de las pioneras en sacar a la luz muchas realidades de mujeres: la periodista de TVE Carmen Sarmiento, que tantas veces nos ha acercado con su trabajo a las mujeres de aquí, de España, y a las de cualquier parte del mundo. Y de pronto la eché en falta, eché en falta su voz en la televisión pública, esa televisión que ahora nos llena las tardes con un programa donde nos acerca a las personas que viven el dolor de la injusticia, pero no se pregunta por las causas de esa injusticia. Eché en falta los programas de Carmen porque ella, cuando entonces nadie lo hacía, nos acercó a los pueblos del Sur: a los hombres, a los niños… pero sobre todo a las mujeres, ‘el Sur de todos los Nortes’, le gusta decir a ella cuando se refiere a las mujeres.

Carmen Sarmiento con un grupo de mujeres en India. Imagen: Charo Mármol

Carmen Sarmiento con un grupo de mujeres en India. Imagen: Charo Mármol

Hoy, sin que sea 8 de marzo, quiero hacer un pequeño homenaje a esta luchadora por los derechos de todos los seres humanos pero sobre todo de las mujeres. He tenido el privilegio de trabajar con ella en ‘Los excluidos’, las dos últimas series que hizo en TVE antes de jubilarse.

Carmen fue la primera reportera de guerra en  TVE, en un mundo predominantemente masculino, aún hoy lo es, y con muchas dificultades para una mujer. Su lucha por la igualdad también la ejercicitó dentro de ‘la casa’ como llamaban los trabajadores a TVE. Y esto, soy testigo, le costó algún que otro disgusto. Empezó desde muy joven como subdirectora del ya mítico programa Informe semanal, que ahora  este gobierno, después de décadas de gran audiencia e innumerables premios, ha desterrado a un horario de medianoche. Hizo entrevistas a grandes personajes tanto en la vida social y como en la política. Se jugó la vida y estuvo a punto de perderla  en más de una ocasión: en la emboscada de Nicaragua, en Brasil donde estuvo detenida, en Colombia secuestrada, en Guatemala… Todo esto lo cuenta en sus libros y forma parte de la memoria informativa de muchas personas.

Ha recibido innumerables  premios como reconocimientos a su trayectoria y a su coherencia de vida. Uno de estos reconocimientos llegó en 1992, cuando el VIII Festival de Cine realizado por Mujeres» le concede el Premio al Mejor Documental  por su programa ‘Perú, la cólera del hambre’ de la serie ‘Mujeres de América Latina’. Este programa fue igualmente galardonado en 1993 en el Concurso de Televisión de los Encuentros de los Medios de Comunicación Norte-Sur, celebrado en Ginebra. Paradójicamente, mientras cosechaba premios fuera, Carmen hacía pasillos, castigada en TVE.

Su trabajo ha marcado su vida, pero  también la de muchas otras personas. Personas que nos hemos ido encontrando a lo largo de nuestros viajes. Como un jesuita menorquín, arquitecto. Cuando nos encontramos con él en Camboya, nos contó que ante la visión de ‘Los Marginados’, una de las serie más vistas de Carmen, decidió hacerse jesuita y marcharse a misiones para trabajar por un mundo más justo y humano.

O como tantas y tantos periodistas que nos hemos encontrado y que le han dicho: ‘Yo me he hecho periodista porque quería ser como tú’. O aquella mujer mayor, analfabeta en Valencia, que aprendió a leer motivada por los programas de Carmen… Seguramente ha hecho por las mujeres, por el feminismo y por la igualdad entre hombres y mujeres mucho más de lo que ella misma es capaz de llegar a pensar.

Pero hay otra cosa que quiero subrayar: su capacidad de conmoverse ante el dolor, la pobreza y la injusticia, a pesar de los años que ha llevado en contacto directo con ella. A Carmen el contacto con la pobreza, muchas veces miseria, no le ha endurecido el corazón. Al contrario, creo que la ha llevado a mirar al mundo con pasión y con compasión.

Carmen ha luchado por los pobres, por los excluidos, o como ella dice, por los mineros de Asturias, pero lo que ha diferenciado  el trabajo de Carmen de otros muchos profesionales ha sido su lucha por mirar y contar la vida a través de los ojos de las mujeres, las más excluidas entre los excluidos.

Charo Mármol es comunicadora, feminista, militante de causas perdidas y autora de la mecedora violeta