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Los cromos que nos faltan

Por Beatriz PBea Pozoozo 

Hace unos días me llegó al correo una petición de Change.org. Pedía a Panini que en sus próximos álbumes de La Liga incluyera cromos de jugadoras de futbol. La iniciativa, en un principio, puede parecer un poco frívola: al fin y al cabo, solo son unos cromos. Además, como alguien me dijo, los niños lo que quieren son imágenes de sus ídolos, de Cristiano, de Messi… Y a estas chicas no las conocen de nada. No obstante, ¿cómo se va a conocer a las futbolistas si no se apuesta por conocerlas? ¿Si no se hacen cromos de ellas? ¿Si no se retrasmiten sus partidos?

Album del mundial de fútbol femenino. Fuente: blog 'Hay una lesbiiana en mi sopa'

Album del mundial de fútbol femenino. Fuente: blog ‘Hay una lesbiiana en mi sopa’

Cuando yo era pequeña, hacía colecciones de este tipo de cromos. Como ahora, todas las fotos eran de chicos. De la misma forma, nunca vi en la tele un partido de futbol femenino. Así, mis ídolos, eran todos futbolistas masculinos. No conocía a ninguna mujer futbolista. A mí eso no me desanimó. Con 6 años empecé a jugar de portera en una liga mixta, porque quería ser como Casillas. La cuestión es que, aunque no lo sabía, no podía. Sí que podía ser como la portera de la selección femenina, pero no la conocía.

Todos estos asuntos, los cromos o las retrasmisiones de los partidos, se refieren a un mismo problema: Apostar por el futbol femenino. No se puede decir que no gusta o que la gente no está interesada en ello, si no se les ha dado una oportunidad de disfrutarlo. Es lo mismo que pasa con muchos deportes considerados minoritarios. La particularidad de este caso es que no estamos hablando de un deporte minoritario. El futbol, en España, es el deporte mayoritario por excelencia. A la gente le encanta, lo que hace más absurdo que no se le dé esa oportunidad al femenino.

El problema, por tanto, no es el deporte. La raíz de todo esto, probablemente, está en lo mismo que hace que a un niño se le regale un balón de futbol y a una niña una muñeca. El deporte, en general, es percibido como una cosa de chicos y el futbol, el deporte por excelencia, más aún. El físico suele ser la excusa. Un hombre corre más rápido, salta más alto y le da a la pelota más fuerte. No obstante, lo mismo pasa en el tenis, en la natación o en el atletismo y, sin embargo, sus versiones femeninas sí que se ven y se retrasmiten. Además, que haya una diferencia física, no quiere decir que las chicas tengan menos nivel técnico o táctico y, desde luego, no creo que un equipo de primera división femenina dé menos espectáculo que uno de segunda B masculino, algunos de cuyos partidos sí que se televisan.

En cualquier caso, antes de sacar ninguna conclusión precipitada y dar por hecho que a la gente no le gusta, sería necesario darle visibilidad al futbol y a cualquier otro deporte femenino en su misma situación. Una iniciativa como la de los cromos es un pequeño paso en ese sentido, como lo fue otra petición muy similar, que pedía que en el próximo videojuego FIFA se incluyeran partidos y equipos de futbol femenino. Tuvo éxito y el próximo FIFA 16 contará con las selecciones femeninas de futbol. Aquí podéis ver un tráiler, con la selección española femenina.

Muchas veces para facilitar que se practique más un deporte basta con encontrar un buen referente. Alguien a quien se pueda admirar y que sirva como inspiración. Los niños tienen muchos referentes a la hora de jugar el futbol. Las niñas deberían tenerlos. No tratar de ser como Messi, sino como Vero Boquete.  Iniciativas como estas ayudan a ello y a que tanto niños y niñas se acostumbren a ver a jugadoras de futbol y así, poco a poco cambiar esa idea del deporte, y dentro de él el futbol, como algo masculino.

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Cuerpo a tierra: caso ganado

Por Irene Milleiro Irene Milleiro

Hace ya más de un año les contaba en este blog el caso de Silvia, una militar extremeña a la que el Ejército decidió no renovarle el contrato tras sufrir un cáncer de mama. Les contaba como Basi, la madre de Silvia, decidida a evitar que cometiesen una injusticia contra su hija, creó una petición en Change.org pidiendo al Ministerio de Defensa que abriese una investigación y readmitiese a Silvia en el Ejército.

Mujeres en el ejército. Imagen de change.org tuneada por TrasTando.

Mujeres en el ejército. Imagen de change.org tuneada por TrasTando.

Buenas noticias: les han dado la razón, a ellas y a las más de 100.000 personas que firmaron su petición. El Tribunal Superior de Justicia de Extremadura ha condenado al Ministerio de Defensa a readmitir a la soldado, a pagarle todos los atrasos desde mayo de 2013 (más intereses) y a cubrir las costas del juicio. El Tribunal ha señalado, como Silvia defendía, que «no es admisible» que las bajas justificadas derivadas de su proceso oncológico sean tenidas en cuenta a la hora de no renovarle el contrato, y que la responsabilidad no puede recaer en la propia enferma «que nunca puede ver mermados sus derechos profesionales por padecer enfermedad».

Acabo de hablar con Silvia y estaba exultante. El Ejército era su vida, y ahora podrá volver. Ha estado estudiando enfermería estos meses y su sueño es poder combinar sus dos pasiones: la Sanidad y las Fuerzas Armadas. Otro ejemplo de lucha ciudadana que se ha visto recompensada.

Que tengan muy felices, y luchadoras, fiestas.

Irene Milleiro es responsable de campañas de Change.org

Salvemos a Aminetou

Por Mariana Vidal Mariana Vidal

Aminetou, como todos, sabe lo que es el miedo. Pero para ella el miedo no es una pesadilla que surge por las noches, ni un repentino e irracional temor que aparece cuando unos pasos se acercan  y desaparece cuando se alejan. Aminetou no necesita imaginarse algo o a alguien para tener miedo.  El miedo de Aminetou lleva mucho tiempo presente y ha dejado cicatrices visibles en su cuerpo. Ahora, sin embargo, su miedo proviene de otra parte.

Aminetou, la activista de Mauritania cuya vida ha sido amenazada. Imagen de change.org

Aminetou, la activista de Mauritania cuya vida ha sido amenazada. Imagen de change.org

El pasado 5 de junio, el líder del grupo islamista mauritano ‘Amigos del Profeta’  publicó en Facebook una fatwa en la que amenazaba a Aminetou Mint el Moctar y declaraba que ‘aquel que la mate o le saque los ojos será recompensado por Alá’. No era una amenaza En el mensaje también estaban incluidos su dirección, email, número de teléfono y matrícula de coche.

El origen de esta amenaza está en una entrevista en la que Aminetou reclamaba un juicio justo para Cheikh Ould Mkheitir, un joven acusado de apostasía y encarcelado, para el que va a ser difícil conseguir un abogado defensor, también por el miedo a lo que le pueda ocurrir a quien le ayude.

Aminetou lleva toda la vida apoyando causas como esta. Empezó su activismo a los 11 años  y poco a poco su lucha fue variando desde una perspectiva más política, hacia la defensa de los derechos humanos, especialmente los de las mujeres mauritanas. Como a la mayoría de ellas a Aminetou la casaron muy joven, con solo 14 años, y fue madre poco después. No obstante, y pese a ser rechazada por su familia, logró divorciarse.

Hoy, la organización que creó y preside, la Asociación de Mujeres Jefas de Familia (AFCF), trata de impedir que se siga celebrando este tipo de matrimonios precoces, aunque, como ella misma reconoce, es una lucha muy complicada. Igualmente, la AFCF tiene programas que combaten la discriminación de las mujeres en los ámbitos sanitario, educativo, político y económico. Entre sus objetivos está lograr empoderar a las mujeres  para que participen en los procesos de toma de decisiones. En este sentido, uno de sus principales logros es la implantación de cuotas de participación de mujeres en el parlamento y en los órganos de cada distrito, que han permitido que hasta un 16% de la representación sea de mujeres.

Aminetou es también una de las principales activistas defensoras de la comunidad negra en Mauritania, pese a pertenecer a la mayoría árabe. En 1989 lideró varías manifestaciones en protesta contra las masacres y deportaciones de la población Kewri, y, hoy en día,  sigue luchando para que se reconozcan sus derechos.

El activismo de Aminetou le ha llevado varias veces a la cárcel y a ser torturada y amenazada. Lleva mucho tiempo en la diana y las acusaciones contra ella han llegado a extremos absurdos, como cuando la tildaron de racista en contra de los blancos. Ahora, una organización islamista pide su muerte. Ahora, una acción en Change.org trata de salvar su vida exigiendo a las autoridades de Mauritania que la protejan de la barbarie. Y todos deberíamos animarnos a firmarla.

 

Mariana Vidal es comunicadora y especialista en América Latina.

Donde estudiar es pecado

Por Irene Milleiro Irene Milleiro

Doscientas setenta y seis estudiantes de secundaria, 276, secuestradas en su instituto por un grupo terrorista. Sucedió el 14 de abril, y fue noticia durante un par de días en la prensa. Después, nada, porque sucedía en Chibok, Nigeria y no en Denver, Colorado, ni en Berlín, ni en Sevilla. Poca gente había oído hablar de los secuestradores, el grupo islamista radical Boko Haram. Así que la historia se podía haber quedado ahí, como tantas otras historias que llegan desde África. Pero esta vez no.

Imagen de la acción 'Bring Back Our Girls' (Devolved a nuestras niñas). Change.org

Imagen de la acción ‘Bring Back Our Girls’ (Devolved a nuestras niñas). Change.org

El 23 de abril, Oby Ezekwesili, ex ministra de educación de Nigeria, reclamó en público al gobierno nigeriano que rescatase a las chicas y las devolviese a sus casas. Un abogado presente durante su discurso, Ibrahim M Abdullahi, tuiteó sus palabras con la etiqueta #Bringbackourgirls. Unos días después, empezaron a leerse noticias preocupantes: las niñas estaban siendo sacadas del país a los vecinos Chad y Camerún y vendidas por unos 10 Euros a militantes islamistas para casarse.

Para las familias fue demasiado. Madres y familiares de muchas de las chicas salieron a la calle a reclamar al Presidente el rescate de sus niñas. Y la mecha prendió en EEUU y el resto del mundo. Mientras las manifestaciones en Nigeria continúan, más de un millón de personas en Twitter han compartido la etiqueta #bringbackourgirls, en apoyo a las chicas y a sus familias. Entre ellas, rostros conocidos: de Malala a Hillary Clinton, pasando por Mary J. Blige o Ashton Kutcher, organizaciones como Amnistía Internacional, Más de 400.000 personas han firmado la petición de Ify, una chica nigeriana, pidiendo a los líderes mundiales que ayuden a rescatar a las chicas. Cada día se celebran actos y vigilias de solidaridad en todo el mundo.

Y parece que todo esto está teniendo resultado. Tras semanas callados, al presidente de Nigeria no le ha quedado más remedio que prometer que traerá a las chicas a casa. Los gobiernos de EEUU, Francia y Alemania ya le han ofrecido ayuda concreta para hacerlo.

Dos preguntas me rondan la cabeza estos días. La primera ¿por qué esta vez sí? ¿Por qué se ha generado este impresionante apoyo internacional? Quizá porque Nigeria no es cualquier otro país africano, sino uno de los más desarrollados. Quizá por el cercano precedente de Malala, que generó una impresionante ola de apoyo en todo el mundo a la causa de la educación de las niñas. Quizá porque a diferencia de otros problemas que asolan África, este parece ‘manejable’ y posible de conseguir: rescatar a 200 chicas de manos de un grupo armado. Quizá porque la tecnología permite conocer estas noticias, reaccionar muy rápido y generar cadenas de solidaridad globales. Quizá porque en los últimos años es tendencia en EEUU todo lo que tenga que ver con la educación de las mujeres y su desarrollo profesional. Quizá por todo lo anterior.

La segunda pregunta me resulta más complicada de responder. ¿Por qué en España no hemos visto esas mismas declaraciones de apoyo que se han sentido en Francia o Alemania? Las noticias sobre el secuestro sí han aparecido en los medios, de forma más o menos amplia, pero iban apareciendo. Pero a diferencia de países como Francia o Alemania, nadie ha recogido el guante. Ni las ONG, ni mujeres (ni hombres) relevantes de la vida política o social han dicho prácticamente nada sobre el tema. Un ejemplo: tres semanas han tardado el PSOE y Elena Valenciano en mostrar su ‘enérgico rechazo ante el secuestro. Las organizaciones de mujeres, que yo sepa, tampoco han hablado mucho sobre el asunto. Ni el Gobierno, después del escueto comunicado dos días después del secuestro en el que hacía ‘votos’ por la inmediata liberación de las chicas. ¿Será porque África nos importa más bien poco, quizá por la falta de lazos culturales? ¿Será porque ‘ya tenemos bastante con lo nuestro’? ¿Será porque no sabemos inglés y lo de #bringbackourgirls no nos decía nada? ¿Será porque nuestra ‘sociedad civil organizada’ está en la parra o no tiene la flexibilidad ni el músculo necesario para reaccionar ante este tipo de hechos? No lo sé. Y me inquieta.

Pero basta de preguntas sin respuesta. Ya que parece que el tema finalmente ha llegado a España, aprovechémoslo. Tú también puedes hacer algo. Habla de este tema con tus amigos. Usa las redes sociales para pedir a personas relevantes que se mojen.  Anima a la ONG de la que eres socia a que se pronuncie. Escribe una carta a tu periódico o tu revista favorita. Firma la petición iniciada por Ify. Organiza una vigilia en tu calle. Cámbiate la foto de perfil. Haz lo que sea, pero no permitas que el mundo se olvide de que estas 200 chicas siguen secuestradas. Hagamos que esta vez sea diferente. Vamos a llegar hasta el final y conseguir que todas ellas vuelvan a casa y sigan estudiando.

Irene Milleiro es responsable de campañas de Change.org 

La ley de Kari

Por Irene Milleiro Irene Milleiro

Sabía lo que tenía que hacer, su madre se lo había contado muchas veces: descolgar, marcar el 9, después el 1 y después otra vez el 1. Pero no se oía nada. Colgó y lo intentó otra vez: 9-1-1. Otra vez nada.

El pasado 1 de diciembre, Kari Hunt fue asesinada por su marido – del que quería divorciarse- en la habitación del un motel en Marshall, Texas. Había ido allí para dejarle durante unos días a sus hijos, de 9, 4 y 3 años.

Kari Hunt en una imagen familiar. Foto cedida por Hank Hunt para la petición de Change.org

Kari Hunt en una imagen familiar. Foto cedida por Hank Hunt para la petición de Change.org

Cuando vio que su padre atacaba a su madre con un cuchillo, la hija mayor intentó llamar a emergencias desde la habitación del motel. Sabía cómo hacerlo: marcar el 911 (nuestro 112) y contarles lo que pasaba. Lo marcó una y otra vez, pero al otro lado no había nadie. La pequeña no sabía que antes necesitaba marcar el 9 para obtener línea. Kari murió apuñalada a manos de su marido.

Lo intenté, abuelo, pero no funcionaba.” Eso es lo que la pequeña le dijo al padre de Kari, Hank Hunt. Y por eso Hank inició una petición en Change.org pidiendo al Congreso y al Senado que obliguen a hoteles y moteles en EEUU a cambiar sus sistemas, de forma que el 911 sea un número de acceso directo desde cualquiera de sus teléfonos. Para que nadie, nunca, en un momento de pánico, pueda tener problemas para comunicarse con el servicio de emergencias. Porque como dice en su petición “Los segundos cuentan, y cuando una niña de 9 años es lo suficientemente madura y valiente como para llamar a pedir ayuda, alguien debe contestarle”.

La petición de Hank explotó. En muy pocos días consiguió la firma de más de 400.000 personas, el apoyo de varios congresistas y una enorme repercusión en todos los medios de comunicación. Y los resultados no han tardado en llegar: la semana pasada, uno de los miembros de la Comisión Federal de Telecomunicaciones suscribió la petición, y envió una carta a las 10 mayores cadenas hoteleras en Estados Unidos, pidiéndoles que informasen sobre el estado de sus sistemas telefónicos. Y la Asociación Americana de Hoteles y Alojamientos ha anunciado la creación de un grupo de trabajo para abordar el tema.

El cambio del sistema telefónico de los hoteles no va a acabar con la violencia contra las mujeres en EEUU. Pero si al final Hank consigue lo que pide en su petición, e intuyo que así será, nunca más un niño o un adulto tendrán problemas para acceder a los servicios de emergencia cuando lo necesiten. Y seguro que en algún momento esto supondrá salvar alguna vida, prevenir alguna muerte. Justo lo que buscaba Hank: que la muerte de su hija Kari no fuese en vano y que el dolor y la frustración de su nieta no tenga que volver a vivirlo nadie.

Grandes problemas, miles de pequeñas soluciones. Ese es el modelo de cambio detrás de Change.org. La gente no es tonta: saben que firmando una petición no se acaba con los recortes o con la discriminación. Pero sí que se puede conseguir que no se elimine un helicóptero de salvamento, o que se expediente a un colegio que haya podido discriminar. Es como cambiar una foto píxel a píxel: al principio los cambios parecen pequeños, pero al final la foto entera es diferente. Muchas fotos han empezado a cambiar en 2013.

Irene Milleiro es responsable de campañas de Change.org