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Esas cosas terribles que les ocurren a otros

Por Catalina Villa Catalina Villa

A veces, una obra de ficción ilumina zonas ocultas de la realidad y nos permite tomar consciencia sobre la violencia invisibilizada, y muchas veces naturalizada, que vivimos las mujeres cotidianamente, como en el caso de la violación. Poco se habla de ella, a veces creemos que se trata de una realidad lejana que sólo afecta a ciertos países en guerra, con estados fallidos o con un machismo brutal, pero en nuestro entorno más inmediato la pensamos como una realidad esporádica a pesar de que las mujeres, de una u otra manera, llevamos ese miedo en nuestro cuerpo.

Esta es la historia de una mujer que tuvo un intento de violación y que fue violentada por segunda vez por las instituciones del Estado que se suponía debían defenderla y protegerla y en cambio desconfiaban de su testimonio. Insinuaban que sería una cuestión de venganza o provocación por parte de ella. La historia de esta mujer me hizo recordar un corto de Eléonore Pourriat titulado ‘La mayoría oprimida‘.

Imagen promocional del cortometraje 'Mayoría oprimida´

Imagen promocional del cortometraje ‘Mayoría oprimida´

A través de la ficción nos muestra cómo las relaciones de género están atravesadas por aquella violencia invisible que sufrimos las mujeres a diario y de qué modo el sistema descree a las mujeres o las culpabiliza a la hora de denunciar el acoso o la agresión sexual y terminan sintiendo vergüenza, impotencia o directamente desisten de denunciar.

La primera vez que vi este extraordinario corto me dio pie a un trabajo de reflexión sobre el tema con un grupo de mujeres que acompaño. Ellas veían claramente que el protagonista del corto estaba siendo violentado continuamente y, sin embargo, cuando hablábamos del caso de las mujeres la violencia dejaba de ser tan obvia. Finalmente el corto nos permitió ser conscientes de lo naturalizados que tenemos ciertos estereotipos, mandatos y prohibiciones de género que hacen que lo que es vivido como violencia en el caso de los hombres sea vivido como provocación, insinuación o falta de precaución en el caso de las mujeres.  Basta ver las recomendaciones del ministerio del interior sobre la prevención de la violación.  ¿Hasta qué punto llega el machismo interiorizado por hombres y mujeres que nos es tan fácil ver la violencia ejercida cuando se trata de un hombre y en cambio no lo es tanto en el caso de las mujeres a quienes se les culpabiliza reiteradamente?

Dice la periodista y escritora Susan Brownmiller que la violación es parte de un sistema de control que se ejerce sobre las mujeres, una forma en que se restringe su movilidad, pues el miedo a ser violadas, del que muchas mujeres no somos conscientes, nos hace tener ciertas precauciones que limitan de alguna manera nuestra libertad de movimiento. Y es que las violaciones son más frecuentes de lo que se dice y se reconoce. No hablamos de una cuestión de patología, hablamos de la frecuencia con que estos hechos ocurren y muchos de ellos si acaso llegan a la consulta psicológica pues las mujeres tienen miedo de que no comprendan su situación, no les crean o las culpabilicen: mujeres adolescentes que son drogadas y violadas por el grupo de amigos, mujeres que viven en pisos compartidos y que son violadas o han vivido situaciones de agresión sexual por parte de algún compañero de piso, empleadas del hogar que han vivido agresiones sexuales por parte de algún miembro de la familia donde trabajan y mujeres que dentro de las relaciones de pareja han sido igualmente violadas.

¿Qué tipo de socialización perversa le otorga un poder indiscriminado a los hombres que pueden hacer una apropiación del cuerpo de las mujeres, que se sienten con el derecho a utilizarlo como quieran, incluso como botín de guerra, como trofeo o como manifestación de superioridad sin algún tipo de consciencia de que están haciendo algo inadmisible en ningún caso? ¿Y hasta cuándo las mujeres vamos a seguir pensando que el feminismo es una cuestión de mujeres resentidas y dejaremos de ser reproductoras de la misoginia patriarcal que culpabiliza a las mujeres?

 

Catalina Villa es psicóloga y máster en estudios interdisciplinares de género. Coordina el área psicológica de Pueblos Unidos.

En el Día Internacional de las Personas Migrantes: ¡Salud, compañeras!

Por Margarita Saldaña MargaritaSaldaña

No conmemoramos hoy el Día Internacional de las Personas Migrantes simplemente porque la ONU lo proponga un año más.  De hecho, la conmoción de Lampedusa amenaza con ahogar nuestro empeño, y la indignación de Melilla podría cortar de raíz cualquier brote de celebración así como siega sin piedad la carne y la ilusión de tanta gente.

Si, a pesar de todo, seguimos aferradas a la esperanza es porque todos los días constatamos que es muy cierto aquello que la ONU declaró en su asamblea general del pasado mes de octubre: «la importante contribución de los migrantes y la migración al desarrollo de los países de origen, tránsito y destino».  Esta «importante contribución» permanece invisibilizada o, lo que es peor, es deformada impunemente cuando se presenta a los inmigrantes como un lastre social del que necesitamos deshacernos. A la afirmación de la ONU sumemos el dato de que las mujeres y las niñas representan la mitad de los migrantes internacionales… ¡y que empiece la fiesta por estas compañeras que día a día colaboran a mejorar nuestro país y el suyo!

 María Alexandra Vásquez (abogada) y Catalina Villa (psicóloga), miembros del Equipo Técnico de Pueblos Unidos. Foto: Marga Saldaña

María Alexandra Vásquez (abogada) y Catalina Villa (psicóloga), miembros del Equipo Técnico de Pueblos Unidos. Foto: Marga Saldaña

Desde luego que no puede tratarse de una fiesta fácil cuando a muchas y a muchos la decisión de migrar les cuesta su propia vida. Las sombras de los muertos nos persiguen, impidiéndonos dejar para mañana la lucha abierta por condiciones de vida más justas y más dignas. Pero, además de ser un día para la denuncia y la reinvindicación, el 18 de diciembre quiere poner en valor «decenas de pequeñas grandes historias de dignidad, sacrificio, solidaridad, aprecio común, acogida y agradecimiento que contribuyen a hacer más densa esa urdimbre de vínculos entre vecinos y vecinas llegados de tantos lugares distintos. (…) Hoy celebramos todas esas historias como pequeños triunfos de humanidad compartida en un contexto de decisiones políticas que las hace improbables (Declaración del Servicio Jesuita a Migrantes).

Me gustaría destacar hoy dos de esas «pequeñas grandes historias», dos figuras que desde la penumbra acompañan con su solidaridad y buen hacer a tantos migrantes que acuden a nuestro Centro Pueblos Unidos. Porque también ellas, Catalina y María Alexandra, son migrantes. Ambas dejaron un día sus países de origen, Colombia y Venezuela, y llegaron a España con un buen caudal de profesionalidad y un futuro incierto por delante. Lo que aportan a nuestra tarea común es mucho más un conjunto de conocimientos especializados en las áreas de la Psicología y el Derecho, aunque las dos trabajan concienzudamente y se desvelan por sus programas. Su formación como psicóloga clínica, enraizada en su propia experiencia migratoria, dota a Cata de una sensibilidad muy particular para detectar el dolor, procurar que cada persona encuentre caminos de sanación y crecimiento, y promover grupos de mujeres que mutamente se ayudan a hacerse un hueco en la sociedad española. Por su parte, María Alexandra ejerce su profesión de abogada con una fina intuición para percibir la injusticia que sufren las personas más vulnerables, sobre todo las trabajadoras domésticas, y con la férrea voluntad de defender sus derechos cueste lo que cueste. Nuestro equipo no sería el mismo sin ellas.

A pesar de que toda celebración se nos ha vuelto difícil, hoy es un día para brindar por  esas mujeres migrantes que constantemente se superan a sí mismas y contribuyen a que la vida sea un poco mejor. Por María, por Cata, por tantas que conocemos y por las que en el anonimato sostienen el peso del mundo. ¡Salud, compañeras!

Margarita Saldaña. Trabajo en el  Centro Pueblos Unidos. Miro con atención la vida que se esconde en los dobleces de la historia, donde con demasiada frecuencia nos encontramos las mujeres. Compañera de todos los que buscan un mundo más justo.