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El equilibrio imperfecto

Por Belén de la Banda @bdelabanda 

El video se titula así: el equilibrio imperfecto. Su protagonista es Maïmouna Souleïmane Haddo, una mujer chadiana de una pieza que hace unas semanas nos abrió las puertas de su casa. Maïmouna se parece a tantas otras mujeres que hemos conocido en el viaje a Chad, en sus preocupaciones, sus intereses, hasta en su aspecto. Pero además del equilibrio del balancín en el que cada día carga unos cántaros de agua, Maïmouna ha logrado unos cuantos equilibrios más en su vida.

Maïmouna Souleïmane Haddo charla con Emmanuel Ratou, técnico de promoción de higiene y saneamiento de Oxfam Intermón. Imagen de Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Maïmouna Souleïmane Haddo charla con Emmanuel Ratou, técnico de promoción de higiene y saneamiento de Oxfam Intermón. Imagen de Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Creo que ella es muy consciente de su suerte. Cuando era joven, pudo estudiar y graduarse como profesora de árabe. Luego se casó y vinieron sus siete hijos, y una vida dura que le daba para poco más que para ir a buscar agua, preparar la comida y limpiar su patio día tras día. Su rostro se oscurece cuando recuerda en inmenso esfuerzo de todos esos años:  ‘Cuando no había agua todo era muy diferente. Cada viaje suponía unas dos horas. Por la mañana iba tres veces a buscar agua, y por la tarde dos. Nos llevaba muchísimo tiempo coger agua y después teníamos que hacer la comida. Y por la noche no podíamos ir a buscar agua, teníamos miedo. Al volver del segundo viaje por la tarde ya se ponía el sol, y no podíamos ir a buscar más agua. Desde que tenemos agua, estamos muy aliviadas.’

El terreno de esta zona es rocoso, muy difícil de perforar. Hacen falta maquinarias especiales para sacar el agua limpia del subsuelo. Pero además, una vez construido el pozo,  hace falta la formación de todos para mantener el pueblo limpio, el agua sin contaminar. En Dirbeye todo el pueblo lo ha hecho, y ahora se sienten muy orgullosos de cómo han logrado reducir las enfermedades, compartir la responsabilidad, mantener el pueblo libre de suciedad.

Para Maïmouna, el trabajo de agua, higiene y saneamiento en su pueblo ha sido un cambio radical en su vida. Ahora tiene 48 años y puede trabajar con todos los alumnos de la escuela de Dirbeye: es su profesora de árabe. En temporada escolar, por la mañana salen todos juntos de casa, los niños a estudiar y ella a trabajar.

Su conciliación, su apertura a la vida profesional, vinieron de la mano del pozo:  con el agua limpia, con las letrinas, con las enfermedades que sus niños ya no tenían.

‘El equilibrio imperfecto’ es una buena forma de definir también la vida de Maïmouna, y al de muchos de nosotros: la familia y el trabajo. Pero también dos cántaros de agua colgando de un balancín desde sus hombros. Sólo que ahora, en diez minutos, estarán llenos.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de  Oxfam IntermónAhora mismo empeñada en promover la campaña ‘cambia su agua, cambia su vida‘.

Preocupaciones de madre

Por Yasmina BonaYbona

Cuando tenemos hijos, solemos aumentar nuestras medidas de higiene. Nos lavamos las manos más a menudo, procuramos que la casa esté siempre limpia, lavamos los biberones a conciencia – incluso llegamos a esterilizarlos-, usamos un detergente neutro para la ropa… Mientras unas madres nos preocupamos, a veces en exceso, por dejar libre de bacterias y microbios todo lo que rodea a nuestros bebés, hay otras madres que no tienen más remedio que dar de beber agua sucia a sus hijos.

Ellas son madres que viven en algunos países del África subsahariana. Dan de beber agua contaminada a sus hijos porque no tienen acceso al agua potable. Cada año mueren más de 1,5 millones de niños menores de cinco años por enfermedades evitables relacionadas con el agua, como la diarrea. Una higiene deficiente y la falta de acceso al agua limpia son la principal causa de ello.

Mañana es el Día Mundial del Saneamiento, o también conocido como el Día Mundial del Retrete. Desde el año pasado, la Organización de las Naciones Unidas ha querido dedicar cada 19 de noviembre a fomentar la sensibilización y la movilización para reivindicar que el 37% de la población mundial carece de un saneamiento y una higiene adecuados.

Muchas mujeres en el mundo ven morir a sus hijos por no poderles dar agua limpia. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Muchas mujeres en el mundo ven morir a sus hijos por no poderles dar agua limpia. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Merece la pena, en un día como este, que nos acordemos de los más de 700 millones de personas que carecen de acceso al agua potable. Mi pensamiento va, en concreto, para las madres de países africanos como Burkina Faso, Chad, Etiopía… para aquellas que han perdido a sus hijos por no poder ofrecerles otra agua que la contaminada. Dice la Organización Mundial de la Salud que uno tiene acceso al agua potable si la fuente se encuentra a menos de 1 kilómetro de distancia del lugar de utilización y si uno puede obtener de manera fiable al menos 20 litros diarios para cada miembro de la familia. Estas mujeres dedican al menos cinco horas diarias a buscar agua al pozo más cercano y apenas pueden cargar con dos vasijas cada una.

Pero vale la pena también aprovechar el Día Mundial del Saneamiento para mostrar que estas enfermedades se pueden prevenir. Muchas ONG trabajan en estos países formando a los ciudadanos sobre la importancia de la higiene para reducir enfermedades. Arreglan pozos para que las familias tengan agua limpia cerca de casa, construyen letrinas en los hogares para evitar la contaminación del agua subterránea, reparten kits de higiene con pastillas de jabón. Una simple pastilla de jabón, por ejemplo, puede salvar vidas. Lavarse las manos con jabón puede reducir los casos de diarrea a la mitad, y los problemas respiratorios, a un tercio.

Los esfuerzos de las organizaciones humanitarias han logrado que en casi treinta años 2.300 millones de personas hayan conseguido acceder al agua potable. Pensemos hoy en hacer subir esa cifra y lograr que las madres de Chad puedan dar de beber un agua segura y de calidad a sus hijos.

Yasmina Bona es periodista y trabaja en Oxfam Intermón.