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Mujeres deportistas: la otra carrera

Por Yasmina Bona  Ybona

Los veranos en los que se celebran los Juegos Olímpicos para mí siempre son especiales. Me gusta ir siguiendo las diferentes pruebas, ver cómo los y las deportistas se superan a sí mismos ante la mirada estupefacta de millones de personas en todo el mundo. De todos los deportes, tengo una particular predilección por el atletismo en su modalidad femenina.

Cuando veo a las atletas competir, no siento más que admiración. Cuando las veo correr sobre la pista, siguiendo la ruta marcada, con su principio y su final bien definido, pienso en cuál debe haber sido su otro camino, el que han tenido que recorrer previamente para llegar aquí donde están ahora, a lo más alto. Quizás haya sido más tortuoso, o quizás no. Y también pienso en aquellas que se habrán quedado a mitad de camino, que lo habrán dado todo por estar allí y que sin embargo, no aparecen en nuestras pantallas.

Pie de foto: La atleta Lornah Kiplagat en los FBK Games de Holanda en 2007. Imagen de Wikipedia.

Pie de foto: La atleta Lornah Kiplagat en los FBK Games de Holanda en 2007. Imagen de Wikipedia.

Hace unos meses, tras un viaje a Etiopía, Elena Rodríguez, responsable de eventos deportivos solidarios en Oxfam Intermón, contaba en este blog la historia de Banchiayhu, atleta etíope que se entrena duro para competir al más alto nivel y llegar algún día a alcanzar el sueño olímpico. De este país salen grandes atletas que compiten por los primeros puestos a nivel mundial, pero no todos tienen las mismas oportunidades. En Etiopía más de un tercio de la población sufre hambre y las mujeres están sometidas a restricciones tanto económicas como culturales, sobre todo en las comunidades rurales, donde las poblaciones están expuestas a una mayor vulnerabilidad. Precisamente en el campo se crío Banchiayhu, quien ahora se siente privilegiada por tener un trabajo y poder entrenar. El éxito cada vez mayor de las mujeres etíopes en el atletismo contribuye a mejorar su reconocimiento entre los hombres y cambiar el panorama social de Etiopía. Banchiayhu sabe que con su esfuerzo y dedicación no solo se superará a sí misma, sino que con su ejemplo puede mejorar la vida de sus compatriotas en su país.

En los países empobrecidos las mujeres se encuentran con muchas barreras que dificultan su participación en el deporte. Según el investigador Jon Mikel Zabala algunas de estas dificultades son ‘la persistencia de roles de género estrictamente forzados, las restricciones legales a la libre movilidad, la falta de apoyo familiar, una cultura tradicional, y la dificultad o imposibilidad de practicar deporte al aire libre por el riesgo que ello puede conllevar para su integridad física’. La atleta keniata Lornah Kiplagat sufrió algunas de estas dificultades cuando empezó a correr en su país. No estaba bien visto que las mujeres se dedicaran al atletismo, pero aún así Lornah ha conseguido cosechar medallas por todo el mundo. Consciente de la desigualdad de género que se vive en su país, Lornah utilizó el dinero conseguido tras ganar la maratón de Los Ángeles en 1997 para construir un centro de entrenamiento para las jóvenes deportistas de Kenya. Ahora, el centro de Lornah es el punto de encuentro de miles de deportistas de todo el mundo que acuden allí para entrenarse junto con la población keniata.

El otro día, una compañera me descubría el caso de Samia Yusuf Omar, atleta que en 2008, con 17 años, representó a Somalia en los 200 metros lisos de los Juegos Olímpicos de Pekín y quedó última. En Somalia, Samia había sufrido amenazas de muerte para que dejara el deporte. Al volver a su país no la dejaron entrenar más y cuatro años más tarde fallecía en una patera camino a Italia tratando de seguir su carrera deportiva y hallar un futuro mejor, lejos de un país marcado por una guerra y sumido en la pobreza.

Samia, Lornah y Banchiayhu son símbolos de superación. Corren en otra carrera paralela: la de la lucha por la igualdad de oportunidades, por cambiar las condiciones de vida de la población de su país. Y aunque en este caso no hay medallas, con su admirable esfuerzo contribuyen a construir una sociedad más justa. Desde aquí, aunque la impotencia a menudo se manifieste cuando oímos hablar de la realidad que se vive en los países en vías de desarrollo, muchas organizaciones también nos sumamos a esta carrera y trabajamos para que historias como las de estas tres mujeres crucen fronteras y contribuyan a generar cambios positivos en la sociedad.

Samia Yusuf, y por los valores de superación y lucha que representa, es quien inspira la participación de uno de los equipos inscritos en la 4ª edición del Oxfam Intermón Trailwalker que se celebra en Girona el próximo 26 y 27 de abril y que también contará con una edición en Madrid el 5 y 6 de julio. En esta marcha solidaria, 356 equipos recorrerán 100km para cambiar la vida de millones de personas que pasan hambre y no viven en condiciones dignas.  

El año pasado asistí a la salida del Oxfam Intermón Trailwalker y pude ver la emoción con la que cerca de 2.000 personas afrontaban el reto de caminar los 100 km. Una emoción que,  mediante los donativos que logran los participantes, se traduce en más recursos para que personas que viven en países empobrecidos puedan seguir adelante con sus vidas.

Esta es también nuestra carrera, la de todas y todos.

Yasmina Bona es periodista y trabaja en Oxfam Intermón.