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El comercio justo y la independencia de las mujeres indias

Por Sandra CavaSandra Cava

La India está considerado el cuarto país más peligroso del mundo para las mujeres (según una encuesta de Thomson Reuters). Las mujeres indias viven una gran discriminación, y cada día nos alcanzan noticias de bodas infantiles, exclusión de las niñas en las escuelas y múltiples violencias.

En este contexto, muchas mujeres dependen completamente de su marido y aquellas que, por una razón u otra, están solas o no tienen el apoyo de sus esposos se encuentran en una situación extremadamente vulnerable. Es el caso de las víudas, de las mujeres que sufren violencia doméstica, de aquellas cuyos maridos están en el paro…

Siendo conscientes de esta situación y de la importancia de su independencia económica, algunas cooperativas, como Creative Handicrafts, ofrecen a las mujeres con escasos recursos que habitan en los slums de Bombay una oportunidad para vivir por sus propios medios. Trabajan con un sueldo y unas condiciones justas confeccionando ropa respetando los valores asociados al comercio justo y creen firmemente que la independencia económica es el primer paso hacia la autosuficiencia y el empoderamiento.

Las mujeres indias que trabajan en la cooperativa Creative Handycrafts tienen un salario digno gracias al comercio justo (c) Johny Joseph

Las mujeres indias que trabajan en la cooperativa Creative Haniycrafts tienen un salario digno gracias al comercio justo (c) Johny Joseph

Para los consumidores, estas prendas de comercio justo suponen un producto de alta calidad realizado con materias primas 100% naturales y confeccionadas a mano en unas condiciones dignas; pero para ellas es una oportunidad de transformar sus vidas y la de sus familias, dándoles la posibilidad de atisbar un futuro mejor.

Además de lograr autonomía económica, de poder decidir ellas mismas qué hacen con el dinero que ganan, a través de las cooperativas pueden acceder a formación profesional y a programas educativos gratuitos para sus hijos e hijas. Para las más necesitadas, incluso se puede acceder a comida.

Creative Handicraft es uno de los grupos productores de la India que elabora las piezas de comercio justo de la colección de Veraluna de Oxfam Intermón.

 

Sandra Cava forma parte del equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

 

La huerta de Cristina o la libertad de elegir

Por Verónica Heilborn Verónica Heliborn

Cuando conocí a Cristina mientras cargaba el carro con productos de su huerta para venderlos en la feria de San Pedro, como cada miércoles, no pude menos que celebrar sus conquistas. De ser una mujer que trabajaba sola en la huerta y sacaba unos pocos productos para alimentar a su familia, se había convertido en una agricultora que trabajaba de manera organizada con otras agricultoras y agricultores de la zona, con acceso a formación, con posibilidades de mejorar su huerta y su vida, con un carro de caballos para recorrer semanalmente, junto a varias vecinas, los 7 km que separan su casa de la feria en el centro de la ciudad. Esto, en un país tan desigual como Paraguay, era y es un salto cualitativo gigantesco.

Después de un par de años acudiendo a la feria, la venta semanal de tomates, pimientos, lechugas, maíz, queso y judías, le han permitido obtener ingresos estables, invertir en su parcela, haciendo que sus hijas e hijos completen sus estudios secundarios, mejorando la variedad de alimentos en el menú familiar, y contando con un mínimo ahorro para imprevistos. Me lo contaba con orgullo y alegría, confesando haber pasado incertidumbres y complicaciones. A pesar de la cuesta arriba, Cristina, labrando, cultivando alimentos sanos y sabrosos, consiguió autonomía económica, que no es ni más ni menos que ganar márgenes de libertad para decidir.

 feriantas que participa cada semana en el mercado (feria) de San Pedro.

En un país tan desigual como Paraguay, tener autonomía económica es sinónimo de libertad. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Tras conocer de cerca a Cristina, sé que detrás de cada ensalada y cada guiso que preparo, hay varias mujeres como ella que han criado con cuidado cada verdura, y que a través de cada kilo de pimientos y maíz que compro en los mercados y ferias de productoras, estoy pidiendo que persista y mejore la pequeña agricultura, y que muchas mujeres agricultoras sean más independientes, más fuertes y un poco más libres para elegir lo que quieren.

Creo que tuve mucha suerte de aprender relativamente pronto que para tener iguales derechos que los hombres y hacer cosas que la tradición reservaba para ellos, era imprescindible ser económicamente independiente, es decir, ganar mi propio dinero. A lo largo de los años me fui encontrando con mujeres que se habían visto atrapadas en situaciones que nadie elegiría: ser madres muy jóvenes o de muchos críos, tener un marido o pareja ausente… o sin amor, con empleos indignos, con deudas insalvables, incluso con una combinación de todas de las anteriores. Pero no fue hasta que conocí a las mujeres feriantes de San Pedro de Ykuamandyju -en el norte de Paraguay-, cuando comprendí con cuánta fuerza la autonomía económica podía darnos libertad.

Viviendo en un país tan desigual, en zonas rurales con apenas servicios públicos, ser mujer agricultora es, de partida, un camino cuesta arriba. Mal que nos pese, vivimos en una cultura machista, que hace miopes -y hasta ciegos- tanto a los técnicos del Ministerio de Agricultura, que ven a las mujeres como cuidadoras y no como productoras, como a la banca pública y privada, que “arriesgan” muy poco en créditos para mujeres emprendedoras.

 

Verónica Heilborn es responsable del programa de Medios de Vida de Oxfam en Paraguay.