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En busca de la autoestima perdida

Por Maribel Maseda Maribel Maseda 2

Pensando ayer en una persona que lee @masdelamitad, decido aparcar mi coche para telefonearla:

-Hola, Luisa… Cuando tenías la autoestima tan baja, ¿qué hubiera pasado si alguien te dice que ‘eres’ especial?

-Que no me lo hubiera creído

-¿Qué pasó cuando te dije: ‘tienes’ algo especial?

-(Se ríe ilusionada) Eso sí me podia permitir creerlo y te hice una propuesta: ‘¿Cuando empezamos?’

El restablecimiento de la autoestima de cada persona es un proceso dinámico en el cual las pautas se modifican y ajustan de acuerdo a los escalones que se van ascendiendo, desde un sótano- al que por uno u otro motivo ha llegado-, hasta alguna planta por encima del mismo. Ese salto es el que marcará el comienzo de la recuperación.

Tan solo un escalón por encima, la perspectiva de la vida es ya diferente a la que se veía a través de  la pequeña rendija por la que observaba el mundo de los demás, y que hacía siempre perdedor al mundo propio. En ese sótano interior la aspiración se limita a hacer confortable el aislamiento, sobrevivir a él. Subir el primer escalón es encontrar el valor de tener un objetivo correcto: ‘congeniar con la vida’.

Es un regreso al hogar íntimo y privado en el que cuidar de uno mismo y de todo lo que se aloja allí. Es probable que se tenga que ir descubriendo poco a poco ya que cada persona posee el suyo y es exclusivo y diferente del de los demás. Esta diferencia no hace peor ni  resta reconocimiento, respeto, amor, credibilidad.  Un error de base suele ser  intentar reconocerse a través de la imagen que reflejan los otros, real o no, porque cuando no se es capaz de apostar por uno mismo, la diferencia con quienes le rodean se convertirá en agravio comparativo y nunca en aportación sumatoria. Recordar en ese momento el potencial inherente a todas y cada una de las personas para ser y hacer algo bien, bueno, diferente aportará arrojo para al menos tratar de hacerse visible.

" Y si la vida solo está esperando a que yo quiera ser lo que soy?" Imagen: B. de la Banda

«¿Y si la vida solo está esperando a que yo quiera ser lo que soy?» Imagen: B. de la Banda

Así es cada ser humano, especial, y así va aprendiendo, enriqueciéndose, reconociendo los aciertos y los que no lo son tanto. Equivocarse no devuelve a la invisibilidad del sótano, sino que procura una nueva oportunidad para conseguir lo que se desea por vías distintas. No le arrebata su turno para hacerlo. La equivocación es un baremo valioso para concretar y definir bien el objetivo en base a sus capacidades para realizarlo. Ceder espacio a la frustración es mantener un  vacío carente de eficacia que hará imposible salir de ella.

Con el primer  escalón, el objetivo debe estar muy claro y no  perderlo de vista: recuperarse a sí misma, a sí mismo, y descubrir  o recordar las capacidades y cualidades que posee, la valía que tiene siendo quien es. Si precisa de modelos que inspiren su proceso de crecimiento, deben ser compatibles y asumibles y no ser quien no se tiene  posibilidad de ser por no encajar en las diferencias específicas que cada plantilla posee. Tener autoestima no significa perder la identidad y pasar a engrosar  las filas estandarizadas y estereotipadas de quienes parece que sí la tienen. Conservar su propia idiosincrasia aporta elementos vitales para un mismo y para el grupo social, familiar, profesional, etc. al que se pertenezca. Dentro de él, se van matizando, adaptando e incorporando nuevas herramientas y actitudes necesarias para la justa convivencia, pero sin necesidad de autodestruirse para conservarla.

Hay que descubrir cuál es la plantilla propia y exclusiva para, a partir de ahí, sacarle todo el partido posible. Es importante identificar el puesto que se ha estado ocupando durante el tiempo que se ha perdido la propia identidad y renunciar a él. No se puede recuperar la plantilla original mientras se está ocupando otra que no le pertenece por miedos, desconocimiento o imposiciones.

Tener una correcta autoestima es asomarse al interior de uno mismo sin miedo a descubrirse y sin temor a valorarse o a corregirse. Desde su escalón cada vez más conocedor de la realidad sabe que quien menosprecia no posee la razón, sino el problema, que intenta ocultar creando uno igual en el otro. ‘Ser’ con la seguridad de poseer el liderazgo propio permite agradecer y pedir perdón desde la humildad sin el temor a caer en la subordinación moral. Una vez en ese escalón, lo demás fluirá de manera diferente a como lo sentía desde su sótano; por eso no siempre las prioridades que veía allí coincidirán con las que descubra una vez se instale en el escalón de  su propia aceptación.

El proceso de reencuentro con la autoestima es un camino enriquecedor y plagado de descubrimientos.

Hoy puede ser un día estupendo para ponerse en marcha.

 

Maribel Maseda es Diplomada Universitaria en Enfermería, especialista en psiquiatría y experta en técnicas de autoconocimiento. Autora de obras como HáblameEl tablero iniciático, y La zona segura.

La zona segura

Por Maribel Maseda Maribel Maseda 2

La mujer que padece el maltrato es difícilmente comprendida por los que no lo han sufrido. Incluso ella tarda un tiempo en darse cuenta de que la estaban maltratando ¿Cómo puede distorsionarse de tal manera la realidad? ¿Tanto poder tiene el maltratador sobre su víctima y sobre la sociedad en general?

Portada del libro 'La zona segura'. Imagen: Editorial Lid.

Portada del libro ‘La zona segura’. Imagen: Editorial Lid.

En realidad este poder es ficticio y se debe a la zona gris en la que vive la mujer maltratada. Una zona que no le permite reconocer su zona segura que no es otra cosa que el espejo sano de la vida. En este lado están situados los que intentan hacerle ver lo peligroso y dañino de su pareja y de su relación con ella.

La zona segura es la que reconoce la vida porque coincide con las expectativas que tiene de ella. En el terreno sentimental, la expectativa del amor y de la convivencia a través de este, le permite identificar los malos días como momentos temporales y benignos para la relación, que se mantendría intacta a pesar de ellos. Y después de estos malos días, no se desarrollan actitudes defensivas o de ataque para proseguirla. Más bien, desde la zona segura, al no existir sensación de presión nociva por parte del otro, se crece y aprende conjuntamente. En esta zona, se necesita que cada uno sea quien es porque es un valor enriquecedor para ambos.

En la zona gris en la que vive el maltratador, sin embargo, precisa de la anulación del otro para poseer poder. La vida nunca coincidirá con sus expectativas y a partir de aquí reaccionará bruscamente a su frustración. Hará responsable de su insatisfacción a su pareja, que haga lo que haga, nunca conseguirá resolver. El maltratador siente que no encajará nunca en el modelo de vida que quiere para él, y precisará gobernar el submundo que irá creando, la zona gris. Así sintiendo que hay una vida que domina y a un súbdito inferior al que somete, hace soportable su frustración.

En la zona gris en la que vive una persona maltratada, precisa de la aceptación de su maltratador. Ha sido arrastrada a ella precisamente por el esfuerzo de  mantener su zona segura. Ha intentado comprender a su agresor, sus motivos, sus exigencias, sus “malos días”. Y ella ha revisado sus propias conductas intentando mejorar la calidad de la relación. Al hacerlo, se ha ido situando en la frontera de las dos zonas. Y se ha situado ahí porque la otra persona desde su zona gris no utiliza su esfuerzo para crecer sino para ganar a través del menosprecio del mismo.  Pero desde la zona segura de la que parte ella, esta actitud perversa no se contempla, no tiene sentido, simplemente no existe, y así sin darse cuenta, cuanto más se esfuerza ella, más se introduce en la zona gris del maltratador.

No es fácil recuperar la zona segura, pero lo importante es que es posible. Retroceder hasta un punto de su vida en el que siente que estaba en esa zona le ayudará a reconocerla.

 

Maribel Maseda es Diplomada Universitaria en Enfermería, especialista en psiquiatría y experta en técnicas de autoconocimiento. Autora de obras como Háblame, El tablero iniciático, y La zona segura, que se presenta mañana jueves 20 de febrero en Madrid.