Entradas etiquetadas como ‘amenazas’

A la memoria de Leonor

Por Flor de Torres flor de torres nueva recortada

“Como no me den la custodia compartida, te arranco la piel a tiras. Como me quites la custodia compartida, aunque sea lo último que haga, te meto una hostia aquí mismo, mentirosa de la hostia.  Esto va a acabar mal para todos, perra de la hostia, te va a tocar la gorda, la gorda te va a tocar”

Estas son las palabras que el padre de dos menores le dirigió a la madre de los mismos el día 6 de Enero de 2015 cuando a las 20 horas le fueron entregados sus hijos para dar cumplimiento al régimen de visitas. Los hechos han sido objeto de condena por amenazas y se intercalaron en el cumplimiento del régimen de visitas del padre hacia sus hijos menores de edad. Hoy esto sería algo incompatible.

El Tribunal Supremo, en una reciente Sentencia de fecha 4 de febrero de 2016 así lo establece. Y lo hace sobre los parámetros legales del interés superior de esos menores. De esos hijos que se han sobreexpuesto a la violencia de género: la que han vivido y a la que se les estaba condenando a seguir viviendo en cada entrega compartida.

Y esta  interpretación  sitúa a los menores como destinatarios indiscutibles de un  bien superior: el interés prioritario de que salvaguardemos su integridad física y psíquica. Se trata de un principio superior reforzado desde que la actual Ley de Infancia y Adolescencia  (LO 8/2015 de 22 de julio) que en su Artículo  2  nos exige garantizar un entorno para nuestros menores libre de violencia.  El Código Civil  en su Artículo 92.7 impide la guarda y custodia conjunta cuando cualquiera de los padres está incurso en un proceso penal incoado por atentar contra la vida física, la libertad, la integridad moral o la libertad o indemnidad sexual del otro cónyuge o de los hijos que convivan con ambos o indicios fundados de violencia.

CC0 Public Domain

CC0 Public Domain

De no ser así, ¿qué garantía tendrían estos dos menores que el padre hoy condenado por amenazas no materializará tales amenazas hacia la madre? ¿Qué seguridad les podemos proporcionar a estos menores? ¿Qué certeza tendremos que ser testigos de estos hechos  no les afecte directamente en sus vivencias posteriores? ¿Dónde está el interés superior de un menor? Desde luego el concepto de interés superior del menor es aquel que marca su integridad física y psíquica. El que le da prioridad a ser oído en primera persona. El  que lo mantiene alejado de la violencia que redunda de forma directa en su desarrollo  posterior.

Leonor fue la primera menor considerada víctima  legal y directa de la violencia de  género  siendo menor de edad y en un caso idéntico.  Fue considerada así  no solo legalmente sino desde la Delegación del Gobierno de Violencia a la mujer. Ella fue asesinada por su padre con tan solo 7 años. Y se hizo en el cumplimiento de un régimen de visitas tras ser su padre condenado por amenazas hacia  su madre Pilar.

Ocurrió el 31 de Marzo de 2013 en Campillos (Málaga). Por Auto de la Audiencia de Málaga de 22 de Julio de 2014 se aceptaron finalmente las tesis del Ministerio Fiscal  de que se trataba de un caso de violencia de género y no de ‘violencia doméstica‘.

La pérdida de Leonor es una tragedia irreparable. Pero hoy la ley puede proteger más eficazmente  a los menores amenazados por sus padres en la violencia de género, muchos de ellos en régimen de visitas. Y lo hacemos como víctimas directas de la violencia de género. El asesinato de Leonor cambió la perspectiva y el enfoque de la violencia a los menores, modifico leyes y nos doto de  Sentencias como  la  que les refiero del  Tribunal Supremo.

Hoy Pilar, la madre de Leonor,  es no solo víctima de la violencia de género sino madre de la primera víctima mortal de la violencia de género que es menor de edad, y a su vez hija  del maltratador. Pilar  me pide  siempre que  por favor hablemos de Leonor. Que esté presente. Que la nombremos. Hoy sé que esa madre rota que lucha contra la tragedia que  le ha tocado vivir sentirá que la vida de su hija con solo 7 años sirvió para iluminar la violencia de género que no veíamos pero que estaba ahí. Invisible. Presente a través de los hijos que han de cumplir un régimen de visitas de  padres condenados por amenazas.

Casos como el  de Leonor nos muestran cómo los maltratadores proyectan la violencia de género hacia sus hijos.  Es la cara más  terrible de violencia sobre la mujer: la que se ejerce ante nuestros menores como forma de amplificar la violencia de género. Es imprescindible destruir esta violencia que pasa de padres a hijos eliminando su  germen.

Sé que estas palabras en memoria de Leonor no  devolverán la vida a una  niña de 7 años. Ni la fuerza a una madre rota. Pero tal vez a Pilar le traerán la esperanza, como ella me dice siempre, de que la vida de Leonor haya servido para nombrar, prevenir y condenar el maltrato de género a través de los hijos.

Y también servirá para tener presentes siempre a los menores de la violencia de género  asesinados por sus padres  y que hacen la insoportable cifra de 44 menores en una década y más de la mitad, 26, durante su régimen de visitas.

A cada uno de esos menores, a su memoria, al recuerdo de sus cortas vidas y la vida de Leonor van estas  emocionadas reflexiones.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Las más buscadas

Por Susana ArroyoSusana Arroyo

A Betina Cruz la persiguen por defender los derechos humanos de los pueblos indígenas en México. A Teresa Muñoz se le busca por proteger los recursos naturales y enfrentarse a la Minera San Rafael, en Guatemala. A su compatriota Yolanda Olequí, lideresa del movimiento pacífico de San José del Golfo y San Pedro Ayampic, se le acusa de secuestro, coerción y amenaza en contra de los trabajadores de la minera EXMIGUA. Hace tres años intentaron matarla.

En América Latina hay cientos de Betinas, Teresas y Yolandas. Mujeres defensoras de derechos cuyas luchas son convertidas en delitos con un propósito claro: amedrentarlas. Su lucha por la libertad, la vida digna y el derecho al agua y la tierra, incomoda. Ellas contravienen los intereses de los sectores de poder y a ellos eso les arde.

Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en este lado del mundo, las amenazas, asesinatos y ejecuciones extrajudiciales de defensoras y defensores de derechos no sólo son frecuentes, sino que reportan un aumento en los últimos años. Sí, es tan increíble como intolerable.

Las mujeres que exigen el derecho a la igualdad y luchan para acceder a la propiedad de la tierra son con frecuencia víctimas de presiones y amenazas. Habitualmente se les restringe su libertad de asociación, se las detiene arbitrariamente y son expuestas a procesos penales infinitos y fuera de la legalidad. En síntesis: las convierten en criminales, como le pasó a Rocío, como le pasó a Máxima.

MAXIMA-CHAUPE-ArtistaMAURO-ROJAS-baja

Maxima Acuña, lideresa campesina amenazada por enfrentarse a un proyecto minero en Perú. (C) Mauro Rojas

Lee el resto de la entrada »

Violaciones y otras violencias: el cuerpo de las mujeres en la guerra

Por Belén de la Banda @bdelabanda

Esta semana he sentido la inmensa emoción de conocer a Yolanda Perea, una de las muchas mujeres víctimas de la peor parte del conflicto armado en Colombia. El testimonio y la fuerza vital de Yolanda impresionan. ¿Cómo puede volver a sonreír una mujer que desde niña fue víctima de una brutal agresión y desde entonces lo ha perdido todo?

Yolanda Perea, en un encuentro en Madrid el pasado miércoles

Yolanda Perea, en un encuentro en Madrid el pasado miércoles. Imagen: Belén de la Banda

Yolanda vivía con su gran familia en una próspera finca la región del Chocó, en Colombia, y un día, con 11 años, fue violada por quien ella llama un actor armado. Su madre protestó ante el responsable, y pocos días más tarde varios miembros del mismo grupo llegaron a la finca y organizaron un tiroteo. Yolanda y parte de su familia echaron a correr hacia el monte. En ese tiroteo mataron a su madre y a su hermana, hirieron a su tío, reclutaron forzadamente a uno de sus hermanos con 14 años.

Los supervivientes tuvieron que salir de su tierra bajo amenazas cumplidas de muerte. Desplazamiento, sufrimiento, persecuciones. Varias veces trató de regresar y de nuevo tuvo que huir. Cuanto intentó organizar su vida de nuevo, el recuerdo de su trauma era tan fuerte que veía por todas partes los ojos de su victimario. Necesitó apoyo psicológico. Ha tenido un niño y una niña. Su primera casa, hecha de maderas y construida en un lote prestado, la tuvo gracias a un proyecto con apoyo de Oxfam. Se la entregaron un día antes de que naciera su hija. Pero duró poco tiempo: cuando intentó que más personas de su entorno consiguieran tierras para vivir y cultivar, de nuevo comenzó a recibir amenazas y tuvo que huir nuevamente. Aún así, sigue trabajando a través de una organización creada en memoria de su madre asesinada, que tiene como objetivo apoyar a las mujeres, niños y niñas en su entorno. Y puede sonreír porque para estas personas ella es un rayo de luz.

En el caso de Yolanda, recibió una reparación que apenas le dio para pagar al abogado y cuidar la salud de su hermano. ‘Yo quiero saber por qué el actor armado  mató a mi mamá, por qué hizo lo que hizo, para que yo pueda dejar de sentirme culpable. Yo sé que no voy a  recuperar a mi familia, me hace falta mi mamá, pero yo no estoy en la misma condición de cuando vivía en mi casa, cuando todos estábamos juntos y éramos felices. Yo no me siento reparada. Yo siento que me han dejado sola con un problema que yo no busqué. No se trata de que nos den unos pesos. Necesitamos tener una casa, un trabajo, una atención psicológica a fondo, salud, apoyo para nuestros hijos. Yo sigo teniendo miedo. Cuando pongo una denuncia me dicen que el riesgo es muy bajo. No investigan desde qué teléfono me llaman para amenazarme.’

En Colombia, dice Diana Arango, de Oxfam,  hay 40 mil mujeres como Yolanda, que han sufrido violencia, desplazamiento, han perdido a sus seres queridos. ‘Entre 2001 y 2009, más de 489 mil mujeres han sido víctimas de algún tipo de violencia sexual, pero el 92% de las mujeres no denuncia: son culpadas por su comunidad, el actor armado sigue amenazándolas, y no tienen confianza con las instituciones del Estado y su capacidad de respuesta cuando van a denunciar‘. Junto con una decena de organizaciones de mujeres y de derechos humanos denuncian esta situación con la campaña Violaciones y otras violencias: saquen mi cuerpo de la guerra que buscan mostrar cómo el cuerpo de las mujeres sigue siendo arma de guerra y lograr que el Gobierno peruano tome medidas.

Todos los días en Colombia se producen nuevas víctimas: desplazamientos, violencia sexual, desapariciones forzadas y algunas ejecuciones extrajudiciales. Las instituciones encargadas de proteger, reconocer la verdad, reparar el daño que han sufrido, asegurar que se hace justicia con sus agresores, no están dando la respuesta adecuada. La impunidad es un motor para que cada día sigan surgiendo nuevas víctimas.  No es posible cerrar los ojos ante esta tragedia. Tenemos que ayudarlas para sacar el cuerpo de todas las  mujeres de la guerra.

 

Belén de la Banda, periodista, trabaja en Intermón Oxfam.