Archivo de la categoría ‘Internacional’

La paz que construyen las mujeres: Día Internacional de la Paz

Por Manuela Mesa

“Cuando acaba la guerra no empieza la paz” afirmaba recientemente Sanam Naraghi Anderlini, fundadora de la organización International Civil Society Action Network (ICAN) en un encuentro organizado por la Comunidad de San Egidio: Paz sin fronteras, celebrado en Madrid, en la mesa en la que participaba junto con mujeres de Nigeria, Irán, Israel, Pakistán. Todas ellas saben muy bien que construir la paz resulta mucho más complejo y ha sido una tarea en la que muchas mujeres a lo largo de la  historia han tratado de contribuir bien previniendo y reduciendo la tensión, protegiendo la vida, evitando la demonización del otro y trazando puentes con los sectores enfrentados. 

Imagen del libro 1325 mujeres tejiendo la paz, una publicación sobre mujeres que han jugado un papel activo en promover la paz. http://1325mujerestejiendolapaz.org/semblanzas.html

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Trump, armas y mujeres

Por Laura Hurtado

Hace unos días, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció su voluntad de retirarse del Tratado Internacional de Comercio de Armas. Si esto llegara a ocurrir, el primer exportador de armas del mundo podría vender bombas y municiones a países que violan los derechos humanos o a grupos organizados de delincuentes y terroristas, lo que podría alimentar conflictos brutales. Sería un duro golpe a los esfuerzos de muchas personas para promover la paz y la seguridad internacionales. Pero sobre todo para quienes hoy viven en contextos de violencia armada.

En las últimas dos décadas, los conflictos civiles se han más que duplicado pasando de 30 en 2001 a 70 en 2016. No hay quien escape de las garras devastadoras de una guerra. Para las mujeres puede ser un punto de no retorno, pero también les puede abrir nuevas oportunidades, según un informe reciente de Oxfam Intermón. A través de los casos de Irak, Territorio Palestino Ocupado y Yemen, el estudio Mujeres en zona de conflicto constata que mujeres y niñas se enfrentan a brutales casos de violencia sexual, cuentan con menos recursos para protegerse y sobrevivir, pierden a sus seres queridos quedándose a cargo de sus familias, son forzadas a convertirse en combatientes o a huir dejando todo atrás. De hecho, el 76% de las personas desplazadas por las guerras son mujeres con hijos e hijas.

Pero al mismo tiempo hay cientos de ejemplos que muestran como las mujeres son capaces de superar los inmensos estragos de la guerra, adaptarse y transformarse, tanto en el ámbito privado como en el público. Los conflictos las obligan a salirse de su rol tradicional, hecho que a veces se traduce en un empoderamiento que las lleva a alzar su voz, movilizarse (destacan campañas para liberar personas presas en Yemen), mediar (hay numerosos ejemplos de mujeres iraquíes que conviven en paz con mujeres vinculadas con el ISIS) o liderar programas de construcción de paz.

Laura Hurtado es  periodista y directora de Comunicación de Oxfam Intermón

Carta a mi hijo sobre Nasrin Soutudeh: las heroínas existen

Por Carmen López

Pues sí, Mario, las superheroínas existen. Te voy a presentar a Nasrin Soutudeh. Ella es una mujer iraní valiente, más o menos de mi edad, que lleva toda la vida luchando para defender a mujeres encarceladas por reclamar sus derechos, para evitar que se condene a pena de muerte a personas que cometieron delitos cuando eran menores de edad, para proteger a activistas tan importantes como la Premio Nobel de la Paz, Shirin Ebadi.

Nasrin asumió todos los riesgos necesarios al decidir luchar pacíficamente por los derechos de todas estas personas. Y por hacer eso en 2010, la acusaron de «difundir propaganda contra el sistema» y por reunirse para intentar «cometer delitos contra la seguridad del país». La condenaron a 6 años de cárcel. Tras mucha presión internacional, se consiguió que fuera liberada a los tres años de estar encarcelada.

Pero ella salió y siguió denunciando lo que pasa en su país. En Irán, el régimen de los Ayatolás silencian las voces de quienes cuestionan a las autoridades, no se deja expresar opiniones libremente, sigue existiendo la pena de muerte, y existen leyes injustas contra las mujeres que vulneran su dignidad y sus derechos.

Por ley, las mujeres y niñas desde los 9 años están obligadas a ir con hiyab o velo por la calle. Consideran que es ofensivo para la moral pública que las mujeres lleven el pelo al aire. ¿Te imaginas? Si viviéramos en Irán, tus compañeras de clase obligatoriamente tendrían que cubrir sus cabezas con un velo, lo quisieran o no. Y todas las demás mujeres también.

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La igualdad posible

Por Pilar Orenes

Comenzamos la semana post 8M. Y todavía dura la emoción vivida.

Han sido miles de eventos en todo el mundo. Semanas previas, meses, de talleres, lecturas, discusiones formales e informales… Meses de construir camino juntas, desde lo que revindicamos pero también desde lo que nos interpela, que es lo que nos hace crecer. Hemos puesto muchas ganas de aprender, de desarrollar mirada crítica, de entendernos. Nuestras luchas son tan diversas como la historia de nuestras vidas,  pero son luchas que se acompañan, que se complementan, porque nacen de una misma demanda: la plena igualdad de derechos para todas las mujeres en el mundo.

Participantes en la manifestación del 8 de marzo de 2019 en Madrid. Imagen: Belén de la Banda.

Y el 8M llegó, y las mujeres paramos. Respondimos a la convocatoria de huelga internacional laboral, de cuidados, de consumo y educativa. Una jornada de 24 horas en la que de nuevo retamos el concepto tradicional de huelga, pero también el concepto tradicional de trabajo que invisibiliza el trabajo de cuidado, el trabajo no remunerado y otros conceptos aprendidos con los que hemos convivido demasiados años. Conceptos que ahora necesitamos desaprender.

Hemos parado para mostrar que si nosotras nos paramos, se para el mundo. Los aportes de las mujeres son imprescindibles en cualquier ámbito de la vida. Y debemos exigir que todo esté a la altura de esa aportación.

Trabajo en un sector laboral feminizado, el social, el de las ong de cooperación. Un sector ligado al cuidado y al trabajo con personas vulnerables y por ello, poco reconocido. El viernes mi oficina, como tantas otras, quedó muy vacía. Paramos por nosotras y por muchas de nuestras colegas o mujeres con las que trabajamos en países de todo el mundo que no pueden parar porque sus voces están silenciadas.

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Ciberfeminismo contra la violencia

Por Eva Moure

Sólo hace un par de meses que supimos que la RAE (Real Academia) había decidido incorporar ‘sororidad’ como nueva palabra al diccionario. ¡Nueva! ¡Una palabra usada desde hace décadas! Mientras las instituciones y espacios oficiales van a remolque, la calle camina imparable.

Antonia Santolaya / Oxfam Intermón

Notas visuales realizadas por la ilustradora Antonia Santolaya durante la reunión de ciberactivismo organizada por Oxfam Intermón en Madrid. (c) Antonia Santolaya / Oxfam Intermón

Hace pocas semanas tuve la suerte de compartir jornadas con un grupo de activistas feministas de Africa, América Latina y España que se juntaron en Madrid, invitadas por Oxfam Intermón, para plantear estrategias de innovación digital contra los diferentes tipos de violencia machista. También para compartir experiencias y propuestas, para tejer red. Sororidad internacional en estado puro. Está claro que lo que compartimos es infinitamente mayor que lo que nos separa. En Argentina, Sudáfrica, Gambia, Colombia, España, Brasil o Marruecos.

De entrada, muchos hechos y datos demuestran que las violencias machistas ocurren en todo el mundo de forma sistemática, aunque hay quien todavía las niega o afirma que se trata de casos aislados. ‘Los datos son claves para conseguir políticas públicas, por eso es importante que se reconozcan los datos reales, no solo los oficiales’, comenta Nerea de Feminicidio.net.

Las movilizaciones sin precedentes también son un punto en común. El #NiUnaMenos en Argentina, el histórico 8 de Marzo pasado en España, el Total Shutdown (Paro total) del verano pasado en Sudáfrica, con miles de mujeres de todo el país movilizadas contra la violencia machista en uno de los países con mayor número de feminicidios del mundo y, al mismo tiempo, con las leyes más avanzadas en materia de defensa de los derechos de las mujeres. Leyes que no se cumplen. 

(c) Antonia Santolaya / Oxfam Intermón

Notas visuales de Antonia Santolaya durante la reunión de ciberfeminismos celebrada en Madrid y organizada por Oxfam Intermón. (c) Antonia Santolaya / Oxfam Intermón

El colectivo feminista habla de violencias, en plural, porque son varias. Y en los últimos años, la violencia digital es una de las últimas incorporadas. El auge del ciberactivismo ha multiplicado las posibilidades tanto de defender derechos como de recibir ataques, sufrir acoso o violencia machista en la red. Varias activistas africanas lo cuentan en este artículo. En América Latina, experiencias como la de Las Igualadas buscan abordar temas de género de forma divulgativa, y lo hacen de forma desenfadada y directa.

Su propuesta les ha valido millones de aplausos. También muchos ataques que, como a tantas activistas, las obliga a buscar estrategias de autodefensa.  ‘El objetivo de las violencias machistas es expulsar a las mujeres del espacio público’, escucho. Asustando, acorralando, avergonzando, provocando autocensura, entre otras cosas. La cuestión de fondo: las violencias machistas provienen de la desigualdad de género y de unas creencias afianzadas que es necesario desmontar si queremos una sociedad más justa y equitativa.

Hay trabajo por hacer. Y para ello es imprescindible unir fuerzas y compartir recursos. Es lo que hicieron las activistas que se juntaron en Madrid y a las que la ilustradora Antonia Santolalla siguió durante dos días para contar, con gran talento, en ilustraciones como las que acompañan este texto, cómo tejer redes saltando fronteras de todo tipo. En una palabra, sororizando.

Eva Moure es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

¿Bastará una crisis?

Por María Reglero y Eva Moure

Estos días resuena por las redes una frase pronunciada hace décadas y que nos conecta con una de las voces emblemáticas del feminismo del siglo XX:

“No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”.

Si estuviese aquí, Simone de Beauvoir cumpliría 111 años. Su frase sigue más vigente que nunca.

Desde hace semanas se suceden declaraciones, se toman decisiones, se llega a acuerdos políticos que pretenden dinamitar derechos fundamentales que han sido avalados por leyes nacionales e internacionales, consensuadas global y localmente, que nos han permitido avanzar como sociedad gracias al activismo del movimiento feminista y de mujeres. Los avances son, para algunos, para muchos, una amenaza a sus privilegios, y parte de la sociedad se ha puesto a caminar hacia atrás, en un intento de frenar lo imparable. Agresivamente, irresponsablemente. Hay quienes actúan con un negacionismo vergonzoso, hay quienes manipulan los datos creando fake news que corren por las redes sociales. Pero los datos oficiales no dejan lugar a dudas: 97 feminicidios fueron perpetrados por hombres en 2018 en España, 47 según la delegación del Gobierno en Violencia de Género, ya que este organismo recoge exclusivamente los feminicidios perpetrados en el contexto de pareja y ex pareja. En total, hablamos de 975 mujeres asesinadas en España a partir del 1 de enero de 2003, desde que se empezaron a contabilizar estos casos. En América Latina, al menos 2.795 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 23 países de la región en 2017 según la CEPAL.

Imagen de Marija Zaric.

Las estimaciones mundiales publicadas por la OMS indican que alrededor de una de cada tres mujeres (35%) en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual en el contexto de una relación de pareja o violencia sexual perpetrada por terceros en algún momento de su vida. Sin embargo, estudios nacionales demuestran que hasta el 70% de las mujeres ha experimentado violencia por parte de un compañero sentimental a lo largo de su vida.

¿Cómo, con estos datos, se puede negar la existencia de los distintos tipos de violencia que los hombres ejercen contra las mujeres? Desconocer las cifras, manipularlas o minimizar este tipo de violencias es una gran irresponsabilidad y demuestra un total desconocimiento de la realidad y de los compromisos adquiridos por España a nivel nacional e internacional. Asimismo, no reconocer la existencia de la violencia de género, no es solo negar la violencia específica que los hombres ejercen hacia las mujeres en el contexto de la pareja o expareja, como recoge la Ley 1/2004, sino negar el conjunto de violencias sobre las cuales existe un consenso global, recogido en instrumentos internacionales de derechos humanos. Hay cuestiones que son innegociables.

Es clave mantener todo lo que hemos conseguido, que son muchos avances a lo largo del tiempo. Por citar algunos, solo en materia legal: Declaración sobre la eliminación de la violencia contra las mujeres (1993); resoluciones 1325 y 1820 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (2000, 2008); el Convenio de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres, también conocido como Convenio de Estambul (2011), que contempla todas las formas de violencia contra las mujeres e implica que los estados deben introducir en sus sistemas jurídicos estos delitos, y abordar la violencia desde un enfoque integral. Por citar algunos. Poner en entredicho la necesidad de tener legislación específica para proteger a las mujeres sobre la violencia que se ejerce sobre ellas, va en contra de los compromisos y obligaciones adquiridas por el Estado español como miembro de la Unión Europea y las Naciones Unidas.

En España falta dar muchos pasos hacia adelante en materia de políticas públicas y transformación de imaginarios que reproducen y normalizan las violencias, en la interpretación del código penal respecto a violencia sexual y la reforma del mismo, para prevenir cualquier tipo de revictimización de las mujeres que sufren violencias, para adoptar el Convenio de Estambul con presupuesto y rendición de cuentas, desarrollando acciones concretas en el marco del Pacto de Estado contra la violencia de género… Así que seguiremos, como dice Beauvoir, vigilantes. 2019 ha empezado con cientos de miles de mujeres indias manifestándose por sus derechos. El 15 de enero se esperan concentraciones en todo el país en solidaridad con las mujeres andaluzas y todas las personas que defienden la democracia. Para el 8 de marzo se está preparando una huelga general que volverá a ser histórica. El mundo nos mira. La manifestación del 8 de marzo 2018 en Madrid fue la más multitudinaria a nivel global, con concentraciones sin precedentes en todo el estado español. Tenemos dos opciones: ver lo que está ocurriendo y admitir la realidad o negarla. Y podemos involucrarnos. Porque ocasiones no faltarán. Y es momento de no solo no dar pasos atrás, sino de darlos hacia adelante.

María Reglero y Eva Moure trabajan por los derechos de las mujeres en Oxfam Intermón

Tu futuro en una cesta

Por Carmen Suárez

Moina Sardar tiene 35 años y vive junto a su marido, Lucas, y el menor de sus dos hijos, Munna, de 15, en Manikhar, una pequeña población de 370 habitantes rodeada de estanques, palmeras y arrozales en el sudoeste de Bangladesh. Su hijo mayor Mikhal, de 20 años, estudia en la ciudad de Dhaka.

Junto a un grupo de mujeres de la comunidad, Moina produce cestas con hoja de palma. Esta ocupación les permite obtener sus propios ingresos y aportar dinero a la economía familiar. Todas ellas trabajan para BaSE, una organización de comercio justo creada en Bangladesh, que coordina y promueve los productos de artesanía de varios grupos de mujeres de ese país.  Nació en 1977 y actualmente la integran más de 10.000 productoras (el 99% son mujeres), organizadas en 17 grupos, uno de ellos compuesto por personas que sufren alguna discapacidad.

Puspo Biswas muestra una de las cestas elaboradas por ella en la comunidad de Kamarali, en Bangladesh. Imagen de Pablo Tosco/Oxfam Intermón

Puspo Biswas muestra una de las cestas elaboradas por ella en la comunidad de Kamarali, en Bangladesh. Imagen de Pablo Tosco/Oxfam Intermón

En BaSE se busca esencialmente dar una oportunidad a las mujeres que, como Moina, tienen el acceso limitado al de trabajo.  Tener ingresos les permite contribuir económicamente con los gastos de la familia, la situación cambia, se las considera de otra manera. Gracias al comercio justo, tienen la oportunidad de salir de la pobreza y recuperar la dignidad en su entorno social.

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Un año para recordar

Por Belén de la Banda

Comienzan estos días en que, entre fiesta y fiesta, echamos la vista atrás para recordar cómo era todo al principio del año, y qué ha ocurrido desde entonces. No ha sido un año tranquilo, ni en la política, ni en la sociedad, ni en la vida personal de la mayoría de nosotras. Pero es posible apostar a que todas recordaremos 2018 por algo que hemos vivido en común.

No será posible recordar este año sin pensar en lo que han hecho las mujeres. La oleada de crecimiento feminista, el tsunami de sororidad, la contundencia y la representatividad social de las reivindicaciones, y sobre todo el macrocosmos de conversaciones, comentarios, análisis sobre la marcha, flashbacks y reconocimientos.

Momento de repaso. Imagen de Alexis Brown.

No olvidaremos las oleadas internacionales de denuncias, encuentros, apoyos, colaboraciones, acuerpamientos. No olvidaremos a las activistas internacionales de las que tanto hemos aprendido, a las que tanto debemos. No olvidaremos a Berta Cáceres, a su hija, a su madre, ahora enfrentadas al juicio por el asesinato de la lideresa. No olvidaremos a Julie Cissé, que vino a recoger su Premio Mujeres Avenir 2018 al trabajo de sus compañeras en favor de los huertos propios para las mujeres, los ingresos propios para las mujeres de Senegal. No olvidaremos a Liliane Dakoure, defensora de las niñas enfrentadas al matrimonio temprano y a la ablación genital en Burkina Faso. No olvidaremos a María José Díaz Reyes, defensora de los derechos de las mujeres en Nicaragua.

No olvidaremos, porque ella y su causa forman parte de nuestra vida cotidiana, a Rafaela Pimentel, que recibió este año el premio Avanzadoras: ella y todas las trabajadoras del sector de los cuidados se enfrentan a un posible cambio legislativo para entrar definitivamente en el régimen general de la seguridad social.

No olvidaremos a las mujeres que se atrevieron a denunciar el abuso y el acoso que habían sufrido. No olvidaremos a quienes las apoyaron, las acompañaron, las

Y habrá muchos momentos especiales para recordar. No olvidaremos el 8 de marzo de 2018. No olvidaremos las voces de las mujeres vascas en su canción pidiendo justicia. No olvidaremos los delantales en las ventanas, símbolo de las mujeres que todavía no pueden (siglo XXI y estamos así) hacer huelga. No olvidaremos las oficinas vacías. No olvidaremos lo que quedó sin hacer, o sí, porque sabemos que lo que hicimos fue millones de veces más importantes. No olvidaremos los grupos de mujeres organizadas que llegaban en auténticas oleadas hasta el centro de nuestras ciudades. No olvidaremos la ciudad felizmente paralizada, colapsada en la manifestación más potente, reivindicativa, emocionante, pacífica y explosiva, que hemos vivido. -Y causas nunca nos faltaron-.

No olvidaremos la solidaridad entre generaciones, los nuevos liderazgos de las más jóvenes, la búsqueda de la experiencia en las feministas de siempre. No olvidaremos las narrativas compartidas, los constantes encuentros, los muchos descubrimientos. No olvidaremos que hoy sabemos cuánto nos queda por delante, el año que viene y todos los que nos esperan.

¡Salud, compañeras!

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Oxfam Intermón. 

Cuando la violencia contra las mujeres se convierte en motor de cambio

Por Judit Saavedra

’Me mutilaron cuando tenía solamente una semana de vida, como a todas las otras niñas de la comunidad donde me crié, en Damina, Malí. Pensaba que todas las niñas del mundo estaban mutiladas, que habían nacido así, por eso lo veía como una cosa normal’: Dialla Diarra, 42 años.

Dialla Diarra llegó a Banyoles (Girona) en 1993 y no fue hasta que vio los problemas ginecológicos que tenía una amiga suya que empezó a hacerse preguntas. En ese momento, entendió que se encontraba ante un problema oculto. Tanto ella como su amiga forman parte de los 200 millones de niñas y mujeres mutiladas que se calcula que hay en todo el mundo. Además, según datos del Mapa de la Mutilación Genital Femenina en España (2016), Girona es la tercera provincia con más población empadronada con origen en países en los que se practica esta terrible práctica (en Cataluña residen un tercio del total).

’Cuando cortas a una niña es como si cortaras una parte de su lengua para siempre’, afirma Dialla. Para las mujeres que lo han sufrido, hablar de ello es muy complicado. La mutilación no solo tiene graves consecuencias para su salud física, sino también psicológica. Implica también efectos que repercuten en su vida social a la hora de relacionarse con los demás, unas secuelas que durarán toda la vida.

La activista africana, sinónimo de fuerza y determinación, decidió que la única manera de combatir esta violencia contra las mujeres en su entorno y en los países de origen era hablando de ello, debatiendo y sensibilizando a las mujeres afectadas, al personal sanitario, a los líderes de las comunidades y a los representantes religiosos. Pero para hacerlo, antes debía encontrar la manera de romper el silencio, ya que de la mutilación no se habla en casa. Pensó cómo apoyar a la comunidad subsahariana en su integración en la sociedad de acogida y fundó, en 2006, la asociación de mujeres subsaharianas “Legki Yakaru” (“mujeres de hoy”, en sarankule). Desde entonces, la organización trabaja para ganarse la confianza de las mujeres y las niñas. Se trata de que se sientan empoderadas y puedan ejercer el derecho a decidir sobre su propio cuerpo, no solo para prevenir y evitar la mutilación genital femenina, sino también otras violencias machistas, como los matrimonios forzados.

’Hemos conseguido que 30 o 40 mujeres se sienten en una mesa a debatir sobre su salud sexual y reproductiva, y que expresen sus sentimientos sobre la mutilación’, señala orgullosa. Algo impensable hasta hace poco. Ahora todas estas mujeres disponen del poder y la formación necesarias para cambiar su situación. Tienen voz y voto en sus casas y además se han convertido en formadoras y se desplazan a distintos pueblos dando charlas sobre la mutilación genital femenina y otros temas que conciernen a las mujeres africanas.

Dialla cree firmemente que la base para luchar contra esta práctica es la educación y el diálogo intercultural. Y precisamente a través de esas conversaciones ha conseguido grandes resultados. Talleres de sanidad, cursos de informática e idiomas y clases de danza, entre otras actividades, han servido para generar espacios de empoderamiento entre las mujeres y las niñas. ’Hoy en día hay muchísimas mujeres africanas que trabajan, que traen un sueldo a casa y que mantienen a la familia, a la vez que ayudan a sus hijos en los estudios’, comenta la defensora de los derechos humanos.

Una de las participantes de esos talleres de sanidad es Goundo Diabira. Nacida en Banyoles hace 19 años, pertenece a la nueva generación de jóvenes que se sienten concienciadas sobre sus derechos. Ella habla de derechos de las mujeres y también reivindica una identidad: ’Para mí es importante que la gente vea nuestra cultura, porque es muy bonita también. Queremos dar a conocer cómo somos, de dónde venimos y quiénes eran nuestros antepasados’. La joven llama a Dialla “Mama Dialla”, que es como la conoce todo el mundo. Porque esta gran matriarca que es energía, alegría y pasión se ha convertido en una figura clave para las mujeres africanas que viven en Banyoles. Para ellas y también para los líderes de las comunidades que viven en África. No hay día que, al salir a la calle, alguien no la detenga. La saludan, le piden consejo, le cuentan sus avances.

Con su organización, ha tejido una red de asociaciones en diferentes países del continente africano que le dan apoyo. Así, cuando se detecta que una niña que viaja a su país de origen está en riesgo de sufrir una mutilación, hay una persona encargada de explicar a la familia de allí qué consecuencias físicas y psicológicas tiene para la niña y a qué consecuencias penales se enfrentan sus padres.

Dialla, fuerza, motivación y cambio, está contenta con lo conseguido hasta ahora, pero su meta va más allá: Tenemos que salir, llegar a más mujeres, las que están mutiladas y las que no. Tenemos que salir y luchar conjuntamente con las mujeres europeas que defienden la salud y el bienestar de todas’.

Judit Saavedra se licenció en Periodismo pensando en ser reportera de guerra… Y aunque no se fue al campo de batalla, lucha día a día por cambiar las injusticias. Tras trabajar en radio, prensa y televisión, decidió especializarme en comunicación social y cooperación al desarrollo. Ha trabajado y colabora en el departamento de comunicación de Oxfam Intermón. 

Libanesas y sirias hermanadas por un futuro mejor

Por Paula San Pedro

6 julio 2018. La guerra en Siria dura ya siete años. Siete años que ha roto en pedazos la vida y las esperanzas de los 22 millones de sirios. Mientras pasa el tiempo, este conflicto no deja de sumar trágicos récords. Es ya la mayor crisis de desplazamiento del mundo y ha provocado que más de la mitad de la población haya tenido que huir de sus casas. Es también la más cara de la historia, Naciones Unidas ha pedido casi ocho mil millones de dólares para responder a las necesidades.

Aparte, las infraestructuras en el país están completamente devastadas, más del 60% de los hospitales han sido destrozados, un cuarto de las escuelas han sido cerradas y dos tercios de la población no tiene acceso al agua.

Asentamiento de Majdaloum, Siria, por Pablo Tosco

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