Cuando el delito está en las palabras

Por Flor de Torres

«No hay tradición cultural que no justifique el monopolio masculino de las armas y de la palabra, ni hay tradición popular que no perpetúe el desprestigio de la mujer o que no la denuncie como peligro»

                 Eduardo Galeano

Estas palabras llenas de compromiso de Eduardo Galeano encierran el activismo que hemos de tener contra la violencia de género. Desde las formas invisibles e imperceptibles que se esconden y se asientan en la desigualdad hasta las más visibles que todos podemos distinguir. Porque la violencia a la mujer está también en las profundidades ocultas del lenguaje, sepultada e invisible en actitudes proyectadas a las víctimas, en el control a través de las redes sociales, los insultos, las desvalorizaciones, los desprecios, el abuso de autoridad.

No. Imagen de Gemma Evans.

Es la violencia de género que se asienta en la falta de respeto: interrumpiendo, no escuchando ni respondiendo a la pareja, la que distorsiona el sentido de sus palabras.

Es la de la crítica destructiva ridiculizando, burlando, acusando echando la culpa gritando, insultando, haciendo gestos humillantes de forma continua a la pareja.

Se proyecta sobre las tácticas de presión: metiendo prisa para propiciar que la victima tome siempre decisiones bajo presión, amenazas con negar o retener el dinero del sustento, manipulación y uso de los hijos e hijas para imponer criterios…

Se presenta en el control económico interfiriendo la profesión de la mujer o no permitiendo que trabaje, o reteniendo el vehículo para que no pueda acceder al puesto de trabajo, o mediante descalificaciones frente al jefe o compañeros de trabajo.

Y de ahí a la conducta autodestructiva, expresada en amenazas de suicidio u otras formas autolesivas, siempre con consecuencias negativas hacia la mujer.

Para, después, subir en la escala del aislamiento: evitando o dificultando contactos y relaciones con la familia y amigas o amigos, a través de control de llamadas telefónicas y redes sociales. Cuentas, claves y contraseñas como ‘prueba de amor’ y elemento de control.

Ascendiendo en esta espiral, pero siempre presentes, están los incumplimientos de promesas, la falta de respeto a los acuerdos, ni compartir responsabilidades. La de la no cooperación en el cuidado de hijos y tareas domésticas

Todas estas microactitudes están insertadas en la tiranía emocional, en la negación afectiva a la que someten los maltratadores a las víctimas de la violencia de género. Y estará en las futuras víctimas que irán desarrollando esta indefensión aprendida como la única forma de relaciones de la pareja. Porque con estas formas de relación las víctimas de la violencia de género se han acostumbrado a no recibir ningún sentimiento, a no tener apoyos, atenciones o agradecimientos. A que sus derechos u opiniones sean sencillamente invisibles.

Los padres y madres no poseemos herramientas de afrontamiento psicológico ante el problema de enormes magnitudes que tal como he descrito se puede ejercer sobre nuestras hijas. La violencia de género proyectada sobre las menores de edad puede producir efectos devastadores en su integridad física y mucho más aún en su futura integridad moral.

Les transcribo este testimonio de cómo se manifiesta esta realidad. La de esta menor que nos relata en primera persona y recogido del Manual “El novio de mi hija la maltrata”

“Me estuvo insistiendo durante un montón de tiempo, decía que había cambiado, que se había dado cuenta de que sin mí no podía vivir, incluso sus amigos me lo decían, que estaba muy cambiado, así que le di otra oportunidad. A los pocos días empezó a presionarme preguntándome con cuántos chicos había estado mientras no estuvimos juntos, y a decirme que mis primas no lo miraban bien, que no le daban otra oportunidad, ni mis padres tampoco. Me gastaba bromitas con la ropa que me había comprado, diciéndome que ya no me hacía falta porque ya no iba a tener que ligar. Al final todo era lo mismo otra vez. Había hecho como que había cambiado sólo para que volviera con él, pero en cuanto me tuvo segura…”

Todas estas formas de relación de pareja, además de su toxicidad personal, constituyen delitos de violencia a la mujer en sus categorías de delitos contra la integridad moral, maltrato psicológico, maltrato habitual, hostigamiento o acecho, coacciones, o ciberacoso. Y también integran delitos leves de injurias y vejaciones injustas que proyectadas de forma constante crean una situación permanente de dominación sobre las víctimas. Este estado las atemoriza impidiéndoles el libre desarrollo de su vida y es la figura penal del maltrato habitual.

No son sucesos sin importancia: son hechos delictivos graves con consecuencias psicológicas que generan daños morales a las víctimas de la violencia de género.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga

6 comentarios

  1. Dice ser Lico

    Creo que es un crimen que se ha de castigar como se merece pero no puedo apoyar una segregación por sexos con dos tipos de justicia. Para cuando romper una lanza por esos hombres maltratados que además de sufrir de esta lacra son olvidados y menospreciados por la justicia, los medios y las que supuestamente deberían ser mas sensibles en esta situación.
    Ante eso no apoyaré estos articulos/comentarios/alegatos por no llevar a la igualdad y justicia que se merece todo ser humano sea del sexo que sea. Hijas, madres, amas de casa, mujeres en general. Sé que son mayoría en el computo de victimas pero no por ser parte de una minoría en ese computo eres menos victima y deberías tener los mismos derechos y prestaciones.

    23 mayo 2017 | 10:20

  2. Dice ser el horror que no cesa

    Qué tristeza da pensar que después de miles de años el ser humano aún no ha aprendido a respetarse mutuamente, ni siqueira a su propia naturaleza por culpa de unos dignos ideales artificiosos y fingidos. Qué tristeza pensar que el sexo aún sigue siendo tabú y causa de diferenciación negativa. Qué triste pensar que la educación libre no llega por atender más a las moralinas de las represiones perversas y a tener por bueno lo que ata, lo que amarra, lo que prohibe pensar diferente.

    23 mayo 2017 | 12:08

  3. Dice ser Antonio

    Felicidades acabas de demostrar que la violencia de «género» la sufren ambos generos.

    Eso lo sufren tanto hombres como mujeres

    Un saludo

    23 mayo 2017 | 12:38

  4. Dice ser Doraemon

    ¿Hay algún estudio científico y contrastado mediante una metodología empírica que demuestre que esa conducta es exclusiva del hombre?
    ¿O que indique los porcentajes de cada uno de los constructos mencionados ?

    ¿O es sólo uan opinión subjetiva de quien suscribe el artículo, sin fuentes documentales aportadas al mismo?

    Lo digo porque todas y cada una de esas conductas las he vivido yo también (juntas o de forma indiovidual) con distintas parejas femeninas y, siguiendo la tesis del artículo… debería extraer entonces que es reflejo de una evidente»violencia al hombre».

    23 mayo 2017 | 15:21

  5. Dice ser Angel

    Habría que ver cuantos miles de mujeres actualmente están realizando estos actos…… Y no poner el ejemplo de siempre…..

    23 mayo 2017 | 17:32

  6. Dice ser Luisa

    En resumidas cuentas: eso mismo hacen muchas mujeres a sus parejas, sean sus parejas hombres, o sean mujeres.

    23 mayo 2017 | 21:40

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