Archivo de mayo, 2017

La llamada del dato

Por Laila El Qadi

Muchas iniciativas, en los últimos años, se dirigen a cambiar el estado de opinión de la sociedad sobre la necesidad de incorporar a las mujeres en todos los ámbitos profesionales, especialmente auellos que han tenido una predominancia masculina. Un ejemplo son las áreas conocidas internacionalmente como STEM (acrónimo en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas),

Diversas asociaciones y grupos surgen para a mujeres y chicas las herramientas para que puedan ejercer con libertad su acceso al mundo laboral en todas las áreas, incluidas las científicas y tecnológicas.

Algunas organizaciones promueven la presencia de las mujeres en ámbitos de la ciencia como el análisis de datos. Imagen de Sergey Zolkin.

Un ejemplo es R Ladies Madrid,  que forma parte de una comunidad global,  de código abierto,  que pertenece a R Consortium-Linux Foundation. Su objetivo es fomentar el aprendizaje y uso entre las mujeres del  lenguaje de programación estadística R. Esto les permitirá optar a uno de los puestos más interesantes de reciente creación en el mercado laboral: el de data scientist.

Desde R Ladies Madrid trabajamos para dar a las mujeres la oportunidad de conocer más a fondo el papel del científico de datos y cómo en el análisis a través de esta herramienta se pueden mejorar y optimizar los procesos de cualquier compañía y gobierno. Para ello se organizan encuentros mensuales-meetups de carácter gratuito e igualitario donde se enseñan las últimas técnicas para analizar grandes volúmenes de datos utilizando R.

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Cuando el delito está en las palabras

Por Flor de Torres

«No hay tradición cultural que no justifique el monopolio masculino de las armas y de la palabra, ni hay tradición popular que no perpetúe el desprestigio de la mujer o que no la denuncie como peligro»

                 Eduardo Galeano

Estas palabras llenas de compromiso de Eduardo Galeano encierran el activismo que hemos de tener contra la violencia de género. Desde las formas invisibles e imperceptibles que se esconden y se asientan en la desigualdad hasta las más visibles que todos podemos distinguir. Porque la violencia a la mujer está también en las profundidades ocultas del lenguaje, sepultada e invisible en actitudes proyectadas a las víctimas, en el control a través de las redes sociales, los insultos, las desvalorizaciones, los desprecios, el abuso de autoridad.

No. Imagen de Gemma Evans.

Es la violencia de género que se asienta en la falta de respeto: interrumpiendo, no escuchando ni respondiendo a la pareja, la que distorsiona el sentido de sus palabras. Lee el resto de la entrada »

22 lágrimas de esperanza

Por Beatriz Blanco

“Bajo del  autobús en la loma para contemplar el pueblo. Con el título de Trabajadora Social obtenido durante su reclusión, lucharía porque ninguna mujer padeciera los usos y costumbres. La vista de la hacienda detonó los recuerdos”.

Así comienza “Los Ancianos Sabios”, primer premio del I Concurso de relatos cortos sobre violencia de género convocado por la Fundación Luz Casanova. Los textos finalistas de este certamen internacional han sido recogidos en el libro Lágrimas de esperanza, que se presenta el próximo miércoles 17 de mayo.

«No molestar nunca más». Ilustración de Rogelio Núñez ‘pARTido’ para el libro Lágrimas de Esperanza de la Fundación Luz Casanova.

Editado por San Pablo, el libro recoge los 22 finalistas de los 547 relatos que se presentaron al concurso llegados desde dentro y fuera de España. Prologado por la periodista Carmen Sarmiento, recoge títulos tan sugerentes como “Policía o secaría” , “Más que una noche” , “Navegar sin agua” o “La vergüenza del sol” e ilustraciones de Rogelio Núñez Partido.

La Fundación Luz Casanova trabaja en la prevención y atención de mujeres víctimas de violencia de género y en este marco se encuadra la convocatoria de este concurso de relatos y su posterior fallo y edición.

Las cifras son escalofriantes. A 8 de mayo, según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, han sido asesinadas por sus maridos, ex maridos o compañeros sentimentales 23 mujeres y 9 menores y un caso más estaba siendo investigado.

Pero el crimen es el último acto de la violencia, pero no el único. Desgraciadamente muchas mujeres son víctimas durante muchos años, algunas pueden convivir con su agresor toda su vida de pareja. “Un viejo refrán kirguís dice que todo buen matrimonio debe comenzar con lágrimas. Las mías corren libres, abundantes, sin rumbo inundando  mi presente y mi futuro. Lágrimas, cascadas de tristeza, ríos de vidas rotas”, finaliza el relato “Lágrimas”.

Pero hay esperanza, de la violencia se puede escapar. Y lo que es mejor prevenirla, para ello nada más sencillo que educar a hijas e hijos en los valores de la igualdad. Erradicar el machismo de nuestra sociedad es la única manera de combatir esta bien llamada lacra social.

“A pesar de las cifras abrumadoras sobre la violencia contra la mujer (…) cada vez somos más las que nos unimos para decir con fuerza en un solo y alto grito. Ni una mujer menos. Nos queremos vivas”, escribe Carmen Sarmiento.

El libro Lágrimas de esperanza se presenta el próximo miércoles 17 de mayo en la librería San Pablo de Madrid (Plaza de Jacinto Benavente, 2), a las 19 horas.

Beatriz Blanco es periodista especializada en Violencia de Género, y colabora con la Fundación Luz Casanova

Sin casa pero con demasiados techos

Por Ana Gómez Pérez-Nievas

O por qué las mujeres enfrentan más obstáculos, también, a la hora de ver satisfecho su derecho a la vivienda en España

Sofía quita un móvil de las manos a su hijo de un año, que va cogiendo con rapidez todo lo que se le pone al alcance, mientras mira de reojo a su madre, también agotada y enfadada. “Llevo tanto tiempo peleando que hay momentos en los que te cansas, pero creo que es importante seguir luchando”, asegura con una mezcla de dulzura y fiereza.

Sofía se ha entrevistado con Amnistía Internacional para el informe “La crisis de vivienda no ha terminado. El derecho a la vivienda y el impacto de los desahucios de viviendas de alquiler sobre las mujeres en España”, porque sufrió las peores consecuencias de la falta de protección a este derecho que existen en España, y acumuló tres sinónimos de desamparo: mujer, sola y pobre.

Parece dispuesta a todo para denunciar cómo, siendo madre en ese momento de dos hijos y afrontando ella sola todos los gastos, su vivienda social fue vendida a lo que comúnmente se conoce como “fondos buitre” en Madrid, y cómo vio que las condiciones de su alquiler supuestamente social fueron cambiando hasta que llegó un momento en el que no pudo afrontarlas. Parece dispuesta a contar cómo finalmente fue desahuciada, y ahora vive en una casa que no reúne las condiciones adecuadas para ella y sus hijos. Dispuesta, hasta que la desigualdad y la discriminación se imponen de nuevo en su vida: mediante el miedo a que su ex marido maltratador pueda llevar a cabo represalias contra ella si sale en las noticias.

Ahora Sofía no ha dejado de luchar, pero tiene que hacerlo a escondidas. Y es que, como ella, muchas mujeres se enfrentan a un número mayor de obstáculos para el acceso a la vivienda en España por el hecho de ser mujer. Por un lado, porque son quienes “acaparan” la tasa más alta de paro, un 20,3% frente a un 17,2% en el caso de los hombres. Por otro, porque son quienes encabezan el 83% de los hogares monoparentales, sufriendo como consecuencia un mayor riesgo de exposición a la pobreza: un 37,5% de estos hogares la sufre, frente a la media española del 22,1%. Y de esta manera se perpetúa, por desgracia, el círculo vicioso que implica tener a personas al cuidado, que supone una mayor tendencia a tener que asumir empleos precarios y parciales, ya que las mujeres acaparan el 72,1% de los puestos a media jornada. Pero es que además, tampoco aunque sean víctimas de violencia de género tienen asegurada, en muchas ocasiones, una prioridad a la hora de acceder a la vivienda social.

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Vendedoras ambulantes: el orgullo de trabajar

Por Cristina Porras Bravo

La sala en la que se reúnen es pequeña, oscura y entra tanto ruido de la calle que casi no pueden oírse. Sin embargo tan solo el brillo de sus ojos es suficiente para entender lo que se está diciendo. Comparten emociones vividas durante su jornada de trabajo: las buenas ventas, los encuentros lindos, los robos, las persecuciones, el acoso, el miedo

La sociedad me mira como si yo fuera una vaga, pero no lo soy. Estoy trabajando. Trabajando para poder mantener a mi familia y eso me duele”, dice Anita, vendedora ambulante de Sao Paulo.

La venta ambulante es un trabajo duro, mal pagado y lamentablemente castigado. Los vendedores ambulantes de todo el mundo son muchas veces vistos como ciudadanos de segunda categoría, maltratados por los clientes, maltratados por las fuerzas de seguridad y carentes de todo apoyo legal. Más aún si son mujeres.

Venden la ropa que nos viste, la comida que nos alimenta, la música que nos acompaña… pero tras sus puestos y mantas las vendedoras ambulantes son invisibles. Sin derechos ni respeto, la sociedad olvida que trabajan para sobrevivir.

“Trabajo con mucha tensión y miedo. Solo me siento segura cuando llego a mi casa. Cuando me veo corriendo perseguida por un agente me siento basura, me traumatiza, me siento basura…basura, basura, basura… es horrible, no tengo otra palabra. Pero aunque vengan una y mil veces yo seguiré aquí una y mil veces”, se reafirma Vânia.

Anita Mendes y Vânia Almeida Andrade son dos mujeres vendedoras ambulantes de entre los 100.000 vendedores que tiene la ciudad de Sao Paulo. Tan solo en Brasil hay más de 2 millones de personas dedicadas a la venta informal en las calles. Las mujeres como ellas sufren la doble discriminación de ser mujeres y ser vendedora ambulante.

En Brasil hasta 1 de cada 3 mujeres ha experimentado violencia. Una violencia que está a la orden del día. Tanto, que según una investigación oficial, cada dos minutos, cinco mujeres son golpeadas violentamente en Brasil.

En este contexto las trabajadoras experimentan diariamente acoso verbal y sexual, intentos de soborno y corrupción, apropiación indebida de sus bienes y el no reconocimiento de su actividad productiva. Trabajan intimidadas por la policía que en cualquier momento puede confiscar todas sus pertenencias, su forma de ganarse la vida, el sustento para su familia. Son rechazadas por la sociedad muchas veces crítica con la venta ambulante; acosadas por clientes… y no tienen ningún respaldo ni apoyo por parte del gobierno.

Lejos de compadecerse y sentirse víctimas estas mujeres se han unido bajo el grito: ¡Somos mujeres! ¡Somos vendedoras ambulantes y queremos trabajar! Un canto que se hincha cuando muestran y verbalizan que están orgullosas de ser quienes son, que son felices vendiendo por las calles porque es su forma de ganarse la vida y de mantener a su familia. Un canto entonado para reclamar derechos que son suyos.  Son mujeres respetables y trabajadoras y la sociedad debe reconocerlo.

Juntas están haciendo de la violencia que sufren una defensa de la alegría. Se reúnen para compartir y sentirse arropadas pero sobre todo para aprender sobre cuáles son sus derechos y cómo pueden reclamarlos ante las instituciones.

Ellas son madres, hijas, hermanas… mujeres que cada mañana caminan largas horas hasta llegar a las calles más transitadas para poder vender sus productos. Mujeres cada día sufren insultos, estafas, robos y persecuciones para poder llevar a casa cada noche algo para mantener a su familia.

En el Centro Gaspar García de Brasil, con el apoyo de InspirAction, están trabajando para defender los derechos de las mujeres vendedoras ambulantes a trabajar y vivir con seguridad, conscientes de sus problemas y de la falta de recursos con los que cuentan.

Cristina Porras Bravo  es responsable de Comunicación Digital en InspirAction