Gertrude no pudo volar

Por Mª Ángeles Fernández

Iba a ser la primera vez que salía de su país, incluso de su entorno más cercano. Las ganas de ver nuevos horizontes eran evidentes. El liderazgo de su colina iba a traducirse en una experiencia en el extranjero. Pero no hay viaje ni tampoco relato. La historia de Gertrude desde Burundi a Bilbao no puede escribirse. ¿No se puede contar?

La burocracia ha demostrado la absoluta desigualdad de las mujeres en este pequeño país de la región de los Grandes Lagos. Gertrude ya tiene documentación personal y, por tanto, la ciudadanía negada a muchas de sus compatriotas, también ha legalizado su matrimonio, pero aún no ha logrado la cotitularidad de la tierra en la que trabaja cada día. ¿Si hubiera tenido algo a su nombre podría haber tomado el vuelo?, ¿si hubiera demostrado que es propietaria podría haber llegado a Bilbao? Las probabilidades tiñen las respuestas: esa documentación habría facilitado el proceso. Sin duda.

Aline, líder de una organización burundesa, durante su reciente visita a Bilbao. Imagen de Helena Bayona.

Gertrude Nyandwi no ha venido a Euskadi a conocer escuelas de empoderamiento o explotaciones ganaderas y agrícolas gestionadas por mujeres. Sí lo ha hecho Aline iyonizigye, que no para de sonreír y de contar la importancia del abono agrícola y del cambio en la gestión de los cultivos para la vida de su colina (la unidad administrativa más pequeña que existe en Burundi) y de las mujeres que habitan en ella.

Ambas, Aline y Gertudre, están enroladas en el proyecto que Oxfam Intermón desarrolla en Burundi con fondos del Gobierno vasco desde 2008: soberanía alimentaria y derechos de las mujeres. La primera, agricultora, está ayudando a otras mujeres a mejorar sus parcelas: integración agrosilvopastoral, lo llaman. La vaca, ahora estabulada, da abono para la tierra; los árboles, que ayudan a fijar el terreno en un país en pendiente y en proceso de deforestación, aportan nutrientes al suelo y sirven de alimento para el animal; los cultivos de arroz, alubias o yuca mejoran; incluso se pueden vender excedentes. Todo un ciclo. Resiliencia, lo llaman también. Aline ha conseguido además, con una estrategia de empatía y de fomento del diálogo en el hogar, que su marido legalice el matrimonio. Ella ha podido viajar, pero este relato no se conjuga en singular.

Gertrude, beneficiaria de la escuela de liderazgo transformador y reproductora de lo aprendido, sabe leer y escribir, y enseña a otras mujeres. Se ha convertido en una lideresa y en una representante política en su entorno. Ha dicho alto y claro “yo soy capaz”, y sus vecinas también lo entonan. Salen, discuten, ocupan nuevos espacios, logran documentación, votan, validan su matrimonio, saben calcular sus ventas, ganan dinero, deciden en qué invertirlo, comparten. Hablan. La burocracia no sabe que lleva tiempo volando.

Mª Ángeles Fernandez es periodista, coordinadora de Píkara Magazine. 

1 comentario

  1. Dice ser Sopor

    La globalización es sólo para los capitales y las mercancías, no para las personas.

    19 abril 2017 | 14:18

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