Qué es el agua para Fátima

Por Marcela Ospina

La tormenta de arena y el sol abrasador nos obligan a resguardarnos.  Estamos en el Chad, en una aldea remota que no existe en ningún mapa oficial. Hemos viajado horas por el desierto para conocer a las personas desplazadas por el conflicto con Boko Haram, y contar su historia.  El jefe del pueblo nos ha invitado a sentarnos en el suelo de una pequeña choza de paja. Estos son sus nuevos hogares: una esterilla para dormir y un cuenco para comer una vez al día si hay suerte. Queremos entender cómo se sobrevive tras la huida desesperada, luchando por no morir en medio de la nada.

Pie de foto: Fátima es una de las 2,6 millones de personas desplazadas por la violencia en la región del Lago Chad. Marcela Ospina. Oxfam Intermón

Fátima, una mujer muy joven y lánguida, entra en la choza con un bebé a sus espaldas. Tiene 20 años, pero le falta vitalidad. Acomoda tímidamente al bebé en su falda y le clava una triste mirada, mientras contesta sin aliento. Nos cuenta que escuchó como Boko Haram asesinaba a su padre, y a otros tantos hombres en su pueblo. Huyó estando embarazada.

Otra mujer la socorrió en el parto, durante los días de travesía adentrándose en el desierto. Fátima sufre malnutrición y por eso no tiene leche para su bebé. Lo alimenta con dosis de mijo que disuelve en agua caliente, pero sabe que no es suficiente. No es capaz de imaginar su futuro. Solo piensa en lo que dejó atrás, cuando vivían a la orilla del lago Chad; pescaban, cultivaban y tenían dinero para comprar. Ahora mal vive a kilómetros de lo que era su única fuente de sustento. No puede volver porque aun hay riesgo de que a las mujeres las secuestren o las violen.

¿Por qué buscar refugio en este lugar tan inhóspito, muy lejos de las tierras fértiles, sin mercado, escuela, o centro de salud?  Aquí, entre nubes de polvo que te ciegan y dificultan la respiración, Fátima se siente segura.

Gente muy pobre la ha acogido con generosidad compartiendo ropa, comida y su bien más preciado, el pozo de agua potable. Para esta mujer, que se crió en las islas de un gran lago, escuchar en el desierto como el agua llena un cántaro, o dar de beber agua a su bebé sin miedo a que enferme de cólera, es una señal de esperanza.

Salimos de la choza para conocer ese pozo en el que Fátima tiene puesta su esperanza. Al llegar, nos encontramos a los hombres del poblado agolpados con herramientas en la mano. Lo que vemos es una formación impartida por los expertos. Si hay una avería, la gente no puede esperar a que regrese un técnico a repararla. Se busca que la comunidad tenga autonomía en la gestión del agua. Los pozos, las formaciones sobre saneamiento para evitar enfermedades, y el reparto de kits de higiene y de pequeñas cantidades de dinero para comprar alimentos, forman parte de la respuesta de Oxfam ante esta crisis, la mayor de África, con más de 11 millones de personas necesitando ayuda humanitaria urgentemente.

Para Fátima, y las miles de mujeres desplazadas en esta zona, históricamente olvidada por el gobierno chadiano, recuperar el acceso diario al agua potable es un pasaporte al futuro. Tener un pozo cerca del refugio significa ahorrarse largas horas de caminata bajo el sol inclemente, a merced de bandidos y animales salvajes, para buscar agua en lugares vecinos. El agua en el desierto marca la diferencia entre la vida y la muerte.

Marcela Ospina López es Directora de Comunicación de Oxfam Intermón. Ha visitado recientemente a las personas que han huido de Boko Haram y se encuentran en las zonas desérticas de Chad.

2 comentarios

  1. Dice ser loca browser

    Mala suerte la de Fátima, si llega a nacer hombre podría vivir sin agua.
    El nivel de paroxismo de este blog no parece tener límite. Si Fátima leyera este post sufriría un ataque de perplejidad crónica. ¿De verdad os importa Fátima?
    Ah… Animales silvestres, no salvajes, que ya va siendo hora de llamar a las cosas por su nombre.

    24 marzo 2017 | 00:32

  2. Dice ser joseluis123321

    me parece una vergüenza que siendo pobre no haya tenido otra ocurrencia que quedarse embarazada con 20 años, esta gente hasta que no tiene 15 hijos no se quedan a gusto no les da la real gana esforzarse porque se han acomodado a que el hombre blanco les de todo gratis, osea que de lo que se trata es que sigan teniendo 15 hijos y nosotros a seguir enviándoles dinero, con el mio que no cuenten que sus problemas me importan un pimiento.

    26 marzo 2017 | 18:55

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