Archivo de marzo, 2017

Patricia y la otra isla

Por Ana Belén Terrón

Hay personas que anidan en tu corazón y que te impregnan, inevitablemente, de poesía. En República Dominicana, frente a la pobreza extrema impuesta por unos pocos, Patricia pone verbo a la cita de Bertolt Brecht: ‘Hay las que luchan toda la vida, esas son las imprescindibles’

En medio de playas paradisíacas y de plácidos resorts existe otra isla. La de la gente que se organiza ante la ausencia de estado, ante un gobierno que beneficia a una minoría privilegiada. Cierto es que en todas las naciones latinoamericanas ha habido casos de corrupción, pero en República Dominicana los escándalos afectan a todos los poderes, organismos especiales y cuerpos castrenses. No hay un solo estamento estatal que no haya sido permeado por la corrupción, y pocos procesos judiciales iniciados suelen acabar desestimados, con los presuntos corruptos en la calle y mas limpios que un santo.

Patricia Gómez, lideresa que defiende a los habitantes de los barrios en la organización COPADEBA en República Dominicana. Imagen de Jorge Fernández Mayoral / Oxfam Intermón.

Esta corrupción superlativa produce una consecuencia directa en el 99% de la población: La desigualdad. No es baladí que República Dominicana sea uno de los países con mas crecimiento económico de Centroamérica y, a su vez, uno de los más desiguales.

Ampliemos el zoom hasta Sabana Perdida, un barrio olvidado por el gobierno. No es el único, ni mucho menos, pero este es el barrio de Patricia, nuestro barrancolí de plumas verdes. El gobierno no se ha molestado en levantar aceras en las calles, así que los vecinos se han puesto manos a la obra. Ante esta dejadez los vecinos se hermanan, y es en este contexto de iniciativa comunitaria por la dignidad donde Patricia colabora en la creación de COPADEBA (Comité para la Defensa de los Derechos Barriales) y Ciudad Alternativa. Durante los años 1979 y 1991, en República Dominicana se inicia un ciclo de protesta que proporcionó un contexto histórico favorable para el nacimiento de estas organizaciones.

La historia de Patricia es, sin duda, la historia de la lucha de los barrios y de sus victorias, pues han logrado doblegar al gobierno en muchas de sus reivindicaciones. Sin embargo, protestar no era suficiente, también había que organizarse, entender la realidad social y política de la sociedad, informarse y dotarse de nuevas herramientas de cambio. El terreno se gana gracias a las “protestas con propuestas”. En Sabana Perdida, la organización comunitaria, el empoderamiento político de la gente, tiene forma de mujer, de madre con tres hijos que ha sacado adelante a su familia, que se ha graduado en trabajo social para seguir poniendo piedras a una gran fortaleza, la de construir un pueblo organizado que libre un pulso a la minoría privilegiada y le diga al mundo: “Somos ejemplo, esperanza, somos el verde”.

Creo en el trabajo comunitario como hilo que teje el cambio, Patricia y el movimiento verde lo están demostrando día a día. Pero el concepto de comunidad debe trascender fronteras. Los lazos del cambio político y de la lucha por la igualdad no entienden de límites territoriales, y el efecto mariposa se entreteje en la concepción de cooperación internacional. En la maleta me traigo la certeza de que sus victorias son las nuestras, y el compromiso personal de reforzar el hilo de este ovillo infinito desde el Congreso de los Diputados. Un impulso bien orientado desde España, una palmada fuerte al presupuesto y a las estructuras de cooperación internacional, pueden marcar la diferencia. Cuando Sibila leía el futuro aseguraba que nada podía cambiar, que el destino estaba escrito en piedra. Yo pienso que solo es cuestión de voluntad, política, en este caso.

Ana Belén Terrón es diputada de Podemos en el Congreso por Granaday trabajadora social. Ha viajado a Mauritania con el Proyecto Héroes de la Ayuda que impulsa Oxfam Intermón

Una bolsa de leche en el desierto

Por Elena Bastidas

El eco de la arena. Este bello título de un libro de poemas del poeta mauritano Abdel Qáde podría resumir lo que me llevé tras mi experiencia conociendo el trabajo de Oxfam Intermón en Mauritania, una labor en la que tanto tiene que ver la ayuda procedente de la Cooperación española.

Un eco que llega hasta España y que no debe dejar de escucharse a través de quienes lo podamos transmitir. Ecos de petición de solidaridad, ecos de la labor bien hecha, ecos de ejemplo en la optimización de recursos, ecos de esperanza.

Las dirigentes de la cooperativa Kossam Arihaara muestran su trabajo a la delegación de diputados españoles. Imagen de Migueltxo Molina / Oxfam Intermón

Mi experiencia personal conociendo los resultados de la cooperación al desarrollo había estado, hasta el momento, vinculada a países de América Latina. Del continente africano solo conocí hace muchos años, Senegal. Ha sido, por tanto, mi primera estancia en Mauritania y llevaba la mochila llena de ganas de aprender, de conocer la realidad de ese país pero sobre todo de comprobar en primera persona el trabajo de organizaciones como esta.

En unas pocas jornadas, pero muy intensas, pude conocer a esos héroes de la ayuda como  Mamadou y tantos otros que saben exprimir con acierto y rigor, los recursos llegados de la solidaridad española. Pude comprobar ese milagro consecuencia del esfuerzo y la voluntad de multiplicar frutos en esos paisajes mayormente desérticos.

Tal vez por ser mujer, me causó especial impacto Kossam Arihaara, una cooperativa de mujeres que lideran el emprendimiento combatiendo la desnutrición, generando recursos y trabajo con esas bolsas de leche que comercializan. Símbolo de nuevo, como en el Antiguo Testamento, de abundancia y creación, las mujeres de Kossam Arihaara ofrecían un testimonio esperanzado, de posibilidad de un tiempo nuevo, de madres pariendo un futuro que vivir y también legar a sus hijos e hijas.

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Qué es el agua para Fátima

Por Marcela Ospina

La tormenta de arena y el sol abrasador nos obligan a resguardarnos.  Estamos en el Chad, en una aldea remota que no existe en ningún mapa oficial. Hemos viajado horas por el desierto para conocer a las personas desplazadas por el conflicto con Boko Haram, y contar su historia.  El jefe del pueblo nos ha invitado a sentarnos en el suelo de una pequeña choza de paja. Estos son sus nuevos hogares: una esterilla para dormir y un cuenco para comer una vez al día si hay suerte. Queremos entender cómo se sobrevive tras la huida desesperada, luchando por no morir en medio de la nada.

Pie de foto: Fátima es una de las 2,6 millones de personas desplazadas por la violencia en la región del Lago Chad. Marcela Ospina. Oxfam Intermón

Fátima, una mujer muy joven y lánguida, entra en la choza con un bebé a sus espaldas. Tiene 20 años, pero le falta vitalidad. Acomoda tímidamente al bebé en su falda y le clava una triste mirada, mientras contesta sin aliento. Nos cuenta que escuchó como Boko Haram asesinaba a su padre, y a otros tantos hombres en su pueblo. Huyó estando embarazada.

Otra mujer la socorrió en el parto, durante los días de travesía adentrándose en el desierto. Fátima sufre malnutrición y por eso no tiene leche para su bebé. Lo alimenta con dosis de mijo que disuelve en agua caliente, pero sabe que no es suficiente. No es capaz de imaginar su futuro. Solo piensa en lo que dejó atrás, cuando vivían a la orilla del lago Chad; pescaban, cultivaban y tenían dinero para comprar. Ahora mal vive a kilómetros de lo que era su única fuente de sustento. No puede volver porque aun hay riesgo de que a las mujeres las secuestren o las violen.

¿Por qué buscar refugio en este lugar tan inhóspito, muy lejos de las tierras fértiles, sin mercado, escuela, o centro de salud?  Aquí, entre nubes de polvo que te ciegan y dificultan la respiración, Fátima se siente segura.

Gente muy pobre la ha acogido con generosidad compartiendo ropa, comida y su bien más preciado, el pozo de agua potable. Para esta mujer, que se crió en las islas de un gran lago, escuchar en el desierto como el agua llena un cántaro, o dar de beber agua a su bebé sin miedo a que enferme de cólera, es una señal de esperanza.

Salimos de la choza para conocer ese pozo en el que Fátima tiene puesta su esperanza. Al llegar, nos encontramos a los hombres del poblado agolpados con herramientas en la mano. Lo que vemos es una formación impartida por los expertos. Si hay una avería, la gente no puede esperar a que regrese un técnico a repararla. Se busca que la comunidad tenga autonomía en la gestión del agua. Los pozos, las formaciones sobre saneamiento para evitar enfermedades, y el reparto de kits de higiene y de pequeñas cantidades de dinero para comprar alimentos, forman parte de la respuesta de Oxfam ante esta crisis, la mayor de África, con más de 11 millones de personas necesitando ayuda humanitaria urgentemente.

Para Fátima, y las miles de mujeres desplazadas en esta zona, históricamente olvidada por el gobierno chadiano, recuperar el acceso diario al agua potable es un pasaporte al futuro. Tener un pozo cerca del refugio significa ahorrarse largas horas de caminata bajo el sol inclemente, a merced de bandidos y animales salvajes, para buscar agua en lugares vecinos. El agua en el desierto marca la diferencia entre la vida y la muerte.

Marcela Ospina López es Directora de Comunicación de Oxfam Intermón. Ha visitado recientemente a las personas que han huido de Boko Haram y se encuentran en las zonas desérticas de Chad.

Antes de que termine marzo

Por Beatriz Blanco

La semana pasada, el 8 de marzo, el violeta se mezcló con el negro en las calles por las mujeres muertas por violencia de género y se realizó un paro simbólico en muchos lugares del mundo para reivindicar la igualdad. Desde la Fundación Luz Casanova nos unimos al Paro Internacional de Mujeres y nuestras voces se alzaron junto a las de miles de mujeres de más de 23 países. El objetivo: conseguir que la igualdad sea una realidad y ninguna mujer sufra injustas condiciones  laborales, exceso de cargas de trabajo, sueldos inferiores, abusos sexuales, violaciones, matrimonios forzados… ni mucho menos que sean asesinadas. La Fundación Luz Casanova, junto con otras organizaciones también decoramos la madrileña Plaza de Chamberí con mandalas tejidas en distintos talleres de igualdad. Porque #MadridNecesitaFeminismo

Hay que destinar más recursos a proteger a las víctimas y prevenir la violencia. Imagen de Mohamed Nohassi.

Hubo quién planteó: ‘¿y para cuándo el día de los hombres?’ La respuesta, sencilla: ojalá que no existiese el Día de la Mujer, porque ello significaría que se ha acabado con desigualdad salarial (en torno al 24%), que ya se ha roto el techo de cristal, y por supuesto que ya no existe violencia de género en ninguna de sus manifestaciones.

Está claro que algo no se hace bien cuando cada año siguen muriendo a manos de sus parejas o ex parejas una media de sesenta mujeres y solo el 1,8% de la población, según el CIS de enero, lo considera un problema grave. Es casi inconcebible esta percepción, sobre todo porque las muertes son solo la punta del iceberg del maltrato.

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En solidaridad con las niñas y mujeres de Guatemala

Por Nuria Coronado

En Guatemala, el terrible incendio del Hogar Seguro Virgen de la Asunción ha puesto de manifiesto el grado de la vergüenza y la infamia en este país. Han fallecido al menos 40 menores y otras 30 permanecen hospitalizadas con diagnóstico reservado después de denunciar que estaban siendo violadas y maltratadas en el propio centro de acogida. Incendiaron varios colchones en protesta y no pudieron escapar del fuego porque estaban encerradas.

Es demasiado común que las víctimas de abuso sexual no sean creídas cuando denuncian lo que les ocurre. Por eso mujeresdeguatemala.org una ong afincada en España se esfuerza, día sí y día también, en denunciar la violencia sexual de sus compatriotas y en poner en su sitio a quienes ponen en duda la palabra de las víctimas amparados en cómplices sociales para seguir manteniendo los privilegios del machismo.

Homenaje. Imagen de Mike Labrum.

Hay algo peor a ser violada o agredida: no ser creída cuando lo cuentas. Es la doble perversión, el doble daño a la mujer que sucede más a menudo de lo que podamos pensar. La primera violación la ejerce un delincuente, un violador. La segunda, la de la in-credibilidad de los testimonios de las mujeres víctimas de la violencia machista, es aún más sangrante y enjundiosa ya que la llevan a cabo jueces, fiscales o forenses que usan el Derecho como un instrumento (más) para perpetuar el machismo. Basta con remitirse a cifras como las que da el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del CGPJ (2016) según las cuales el motivo de absolución más frecuente en denuncias por violencia de género es la falta de prueba suficiente por constar sólo la declaración incriminatoria de la víctima (40,1%).

Una realidad que. como no se cansa de repetir Arsenio García Cores, perito, docente y experto en Derechos Humanos y análisis de determinación de la credibilidad, “es un camino de doble vía: la de los estereotipos y los prejuicios de género que instalados en la sociedad inciden en el Derecho, cuyas sentencias serán a su vez escuchadas y reproducidas en la sociedad, reforzando dicha estereotipia y perpetuándola”.  O lo que es lo mismo: que el Derecho, tiene género y no es precisamente el femenino. “El estereotipo es una creencia exagerada asociada con, o acerca de, las costumbres y atributos, reales o no, de un determinado grupo o categoría social. Es el inicio de una secuencia que va desde lo cognitivo (imagen estereotipada), que pasa por la actitud (el juicio previo o preexistente, el prejuicio) y finaliza en el comportamiento (la conducta discriminatoria). La comprensión de este mecanismo es fundamental para revelar que los operadores judiciales no toman decisiones sobre la base de estereotipos sino prejuicios, valoraciones basadas en dichos estereotipos pero asumidas además como categoría de conocimiento –sana crítica, máximas de la experiencia, etc.–. Por ello, los estereotipos se convierten en indetectables para el juzgador, porque al ser elevados a categoría jurídica, sobre la que se analizará la prueba, dejan de ser tales estereotipos: son certezas o al menos realidades ampliamente consolidadas que permiten la toma de decisiones”, añade este experto internacional.

Y de tanto estereotipo pasa que el mazo de la justicia, en vez de recaer con todo su peso en el lado de los culpables, abate a la víctima al dudar de su palabra y perpetúa, por los siglos de los siglos, la cultura de la violación.  “En los crímenes de violencia sexual, la credibilidad juega un papel fundamental que hasta ahora no ha sido debidamente analizado. Casi instantáneamente, los testimonios de las víctimas son puestos en duda —por las autoridades, las instituciones, las familias, las personas conocidas—. Una re victimización que sólo se comprende si enfocamos hacía su origen: los prejuicios y estereotipos que funcionan como trabas a un correcto análisis de la situación, y que actúan por encima de los estándares internacionales de credibilidad a los que obligan las leyes y tratados en materia de Derechos Humanos.”, tal y como explica Mercedes Hernández, presidenta la Asociación de Mujeres de Guatemala AMG (mujeresdeguatemala.org).

Con el fin de concienciar sobre la injusticia y la revictimización a las que se ven sometidas las mujeres agredidas sexualmente, sobre cuya palabra recae constantemente la sospecha, @mujeresdeguate ha llegado a nuestro país para poner en marcha una valiente y valiosa iniciativa llamada #YoTeCreo. Se trata de una  campaña que responde “a la necesidad urgente de orientar y contener los juicios subjetivos —impregnados del estereotipo de género— en los casos de violencia sexual, y se dirige tanto a la población general como a los/as profesionales y funcionarios/as de las áreas e instituciones de salud y justicia. Para ello trabajamos en una serie de herramientas conceptuales, reelaboradas a la luz de la teoría feminista y del Derecho Internacional de los Derechos Humanos”, añade Hernández.

Además #YoTeCreo analiza las consecuencias de no creer en la palabra de las víctimas y cómo ello favorece la impunidad jurídica y social, valiéndose de los medios de comunicación y de los tribunales que terminan convirtiéndose en laberintos y telarañas en los cuales las víctimas quedan atrapadas. ‘El proyecto yotecreo.net surge a raíz de la historia real de una víctima llamada Ana, que reúne el cómic que dibujó para narrar las agresiones a las que fue sometida. La campaña cuenta además con voces expertas en el derecho, la psicología y los medios de comunicación, entre otras, que reflexionan sobre la credibilidad y analizan las barreras sociales que impiden creer la palabra de las mujeres víctimas de agresión sexual, especialmente cuando, en casos como el de Ana, el agresor es conocido de la víctima, lo cual inactiva sus posibilidades de defensa’, añade Hernández.

Por tantas niñas como las del Hogar Virgen de la Asunción, por tantas Anas que por desgracia todavía sufren, es necesario alzar la voz y sumarse a movimientos como este. Cuesta muy poco y sirve de mucho. Es tan sencillo como acompañar virtualmente a mujeres cuya negativa y abuso no fue creído, mediante una foto con un cartel escrito a mano que lleve este sencillo mensaje: #YoTeCreo. ¿Te sumas?

Nuria Coronado es periodista, editora en www.lideditorial.com y responsable de Comunicación de Juan Merodio

Estudiar en serio la conciliación familiar

Por Beatriz Peinador

En la empresa privada, cuando vamos a una entrevista de trabajo, todavía nos preguntan si vamos a tener la intención de quedarnos embarazadas o si tenemos hijos, aunque las formulaciones de estas preguntas estén prohibidas por ley. Una gran parte de empresarios de la sociedad española sigue considerando que el hecho de que una mujer se quede embarazada es un sobrecoste perjudicial para la empresa.

Una mujer cuida a su hijo mientras trabaja. Imagen: INEM.

Demos un paso más. Ya estamos incorporadas al mercado laboral y nos quedamos embarazadas. ¿Qué pasa? Las mujeres tenemos 16 semanas de permiso por maternidad, adopción, acogimiento o guarda de hijos con fines legales desde el año 1996. ¿No ha cambiado la sociedad en 21 años para que sigamos teniendo el permiso con la misma duración?

En el caso de los hombres, en la legislación española hasta el día 1 de enero de este mismo año tan sólo disponían de 13 días por permiso de paternidad, adopción o acogida y 2 días de permiso de nacimiento ofrecido por la empresa. En este caso, la sociedad demandaba una legislación que ampliará este permiso, pero que ha estado en “vacatio legis” desde el año 2009, es decir, suspendida su entrada en vigor hasta que la situación económica mejorara. Actualmente, los hombres cuentan con 4 semanas de permiso por paternidad.

Asociados con el nacimiento, la adopción, el acogimiento o la guarda con fines legales, existen unos derechos de conciliación cuya finalidad es mejorar la conciliación familiar y laboral. Pero, ¿quién asume estos derechos? Como ejemplo, según datos del Instituto Nacional de Estadística, 33.779 mujeres se acogieron a la excedencia por cuidado de hijos menores de 3 años frente a los 2.416 hombres.

Esta gran diferencia es debida, entre otras, a dos principales razones: las mujeres siguen ganando menos que los hombres, por lo que cuando alguien de la pareja tiene que dejar de trabajar por cuidar a sus hijos, se elige a la persona con menor salario. El segundo motivo es cultural y está asociado a los roles de género. Con la división sexual del trabajo, la mujer era la encargada del cuidado de los hijos y del hogar, mientras que el hombre era el que se dedica a trabajar para mantener a su familia. ¿Estos valores siguen prevaleciendo en la sociedad actual?

Para responder a esta pregunta, me gustaría que me ayudaseis.

Mi nombre es Beatriz Peinador Gárgoles. Soy alumna del doble grado en Sociología, Relaciones Laborales y Recursos Humanos de la Universidad Rey Juan Carlos. Para la realización del trabajo final del doble grado, estoy analizando la distribución del cuidado de la población de la Comunidad de Madrid y su incidencia sobre los derechos de conciliación que existen actualmente en la legislación española. La población de estudio es la Comunidad de Madrid, ya que debido a que es un trabajo académico, no dispongo de los recursos temporales y económicos para realizarla nacionalmente.

Por lo que, os pido, si tenéis 5 minutos y vivís en la Comunidad de Madrid, que me ayudéis a conocer y analizar este tema, tan sólo rellenando el cuestionario que podéis encontrar en este enlace. Todos los datos van a ser utilizados únicamente para uso académico y es totalmente anónimo.

Muchas gracias por vuestra colaboración.

Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras

Por Damaris Ruiz

Soy nicaragüense, con casi 40 años y al menos en esta etapa de mi vida me acompaña y acompaño a una niña. Una niña que quiero ver crecer en un mundo donde las mujeres tengamos derechos sin tener que pelearlos diariamente, donde podamos caminar o hablar sin temor, donde hagamos y no pidamos permiso, donde asumamos que lo correcto lo definen nuestros valores. Además, es muy importante decir que tengo varios trabajos, pero solamente uno de ellos se corresponde con aquellos en los que solemos pensar cuando mencionamos la palabra trabajo.

Manifestación del Paro de Mujeres 2017 #NosotrasParamos en Nicaragua. Imagen de Milagros Guadalupe.

Salgo con cierta frecuencia fuera de mi país y muy a menudo otras mujeres me preguntan: ¿cómo lo haces? ¿cómo quedó tu niña? Pensándolo bien, creo que los dedos de una mano me bastarían para contar cuántos hombres me hacen la misma pregunta. Son múltiples las alternativas que vamos construyendo las mujeres para poder estar donde queremos estar, la tenacidad y el diálogo con otras nos van dando las fuerzas necesarias. Y sí a veces me pregunto ¿lo estoy haciendo bien? Pero también me toca escuchar de manera recurrente ¿y no has considerado un trabajo donde tengas que viajar menos y estar más en casa?

Cuando digo que nuestros trabajos son múltiples es porque si me pongo a sacar cuentas, por un lado uno de mis trabajos me demanda entre 8 y 10 horas diarias, pero por otro lado, mientras hago este trabajo estoy pensando y conectada con la escuela, la alimentación, los pagos y en su caso, las medicinas. Por supuesto antes de salir de casa, toca hacer todo lo que ya sabemos y al regresar también. A todo esto debemos sumar el tiempo para la interacción con las personas que cuidamos, su educación y la afectividad, que es algo tan fundamental para la vida de cualquier ser humano. Todos estos son trabajos y sentimos que a veces los tiempos no dan y eso que en mi caso, el papá de mi hija asume una buena parte de lo que corresponde.

La dicotomía entre presencia y ausencia física en mi caso particular, y que estoy segura les ocurre a muchas mujeres,  la resuelvo o al menos encuentro alternativas en la solidaridad que vamos tejiendo entre las propias mujeres. Nuestras madres, hermanas y amigas, terminan siendo parte de las redes de cuidados que construimos alrededor de aquellas personas que más importan en nuestras vidas.

¿Y los hombres? ¿Y las empresas y los Estados? Sin pretender generalizar, al menos en mis entornos más cercanos algo se está moviendo. El ejercicio de la masculinidad centrada en el padre-salvador-proveedor de ciertos hombres esté cambiando, aunque aún es insuficiente. Los trabajos que sostienen la vida y que sostienen las economías no deben seguir siendo única responsabilidad de las mujeres y los hombres no pueden seguir sintiéndose como actores secundarios o que “ayudan” a las mujeres.

Por supuesto, aunque es fundamental, no es suficiente con que los hombres participen de manera plena en la corresponsabilidad de estos trabajos. Las empresas se benefician con un sistema de cuidados que exonera a los hombres de sus responsabilidades familiares: esto garantiza que una parte importante de sus tiempos sean exclusivos para el mercado. Para revertirlo, las empresas deben pagar los impuestos necesarios y asegurar condiciones para que hombres y mujeres puedan participar en igualdad de condiciones en los mercados remunerados. Los Estados que se ahorran presupuesto al dejar en manos de las mujeres y familias todas las responsabilidades de cuidados deben invertir en políticas de protección social de calidad, en la región de América Latina y el Caribe tiene deudas enormes.

Una de las consignas feministas más fuerte del Paro Internacional de Mujeres fue “Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”, da para mucha reflexión y un mensaje directo para el sistema actual es un ¡Basta! Exigimos que todo sea pensado con nosotras. Es profundamente desigual que seamos siendo las mujeres las principales responsables de los trabajos de cuidados.  #NosotrasParamos #DigamosBasta

Damaris Ruiz es Coordinadora Regional de Derechos de las Mujeres para Oxfam en América Latina y el Caribe 

Mauritania: negar la tierra es un acto de violencia contra la mujer

 Por Carmen Suárez

Wane Depha se define a sí misma como una mujer rural. Pero en Mauritania, su país, ser mujer y trabajar en el campo es una tarea difícil y complicada, con el agravante de que, para  muchas de ellas, el trabajo en el campo es la única herramienta que tienen para luchar contra la pobreza.

Wane Depha durante una entrevista en Barcelona el pasado octubre. Imagen: Oxfam Intermón.

Desgraciadamente, la mayoría de las  mujeres no pueden acceder a la propiedad de la tierra, no controlan su tierra. Por eso su trabajo es casi nulo, porque no tienen posibilidad de decisión sobre lo que quieren cultivar. En muchas ocasiones trabajan en tierras de arroz que son muy difíciles de cultivar y, si no lo hacen, el propietario de las tierras se las quita’, explica. Y, claro, al no ser propietarias ‘no pueden acceder a los créditos de los bancos para  obtener ayuda para los cultivos. Por eso es importante que estas mujeres consigan ayuda financiera para poder acceder a las tierras y tengan así el poder y la libertad para explotarlas como quieran’

Ante esta situación, este círculo vicioso que parecía imposible de romper, Wane Depha y otras mujeres como ella no se resignaron y pasaron a la acción. En su caso,  trabajando como  secretaria de alimentación  de una entidad denominada  Comité de Solidaridad con las víctimas de la violación de derechos del hombre, que pertenece a ROSA, un colectivo de ONG que lucha para garantizar la seguridad alimentaria.

“Mi trabajo –explica- consiste en movilizar a las mujeres rurales sobre la importancia de poder tener control sobre la tierra”. En opinión de Depha, estas mujeres “sufren violencia porque consideramos que el tener no acceso a la tierra, que es fuente de vida,  es una clase de violencia  contra  ellas”.   Pero no es la única situación de  violencia que padecen las mujeres en su país y nos menciona otras, como por ejemplo la derivada  del divorcio, “si  el hombre se divorcia, se va y deja a la mujer y a los hijos sin ningún tipo de soporte, sin nada. También es violencia, por ejemplo, el matrimonio precoz.”

Depha considera que “es muy importante realizar una labor de sensibilización,  y poner a la disposición de esas mujeres leyes y textos de leyes que recogen sus derechos y alentarles  a luchar por ellos. Por eso les animamos  a asistir reuniones, cursos  etc.  para enseñarles lo que pueden hacer  para luchar por sus derechos y por su autonomía financiera”

Poco a poco en Mauritania va cobrando fuerza el liderazgo femenino. Es un movimiento muy combativo y que consigue logros sólidos: “Si hoy existen  mujeres parlamentarias que acceden a puestos de decisión, mujeres senadoras, médicos…  es gracias a estas líderes que se han organizado y coordinado  por los derechos de las mujer y  que trabajan para que se pueda obtener su cota de 20% de participación en el proceso electoral. Es un trabajo de colaboración y participación que se ha hecho por todas estas mujeres”.

Durante toda esta semana, continuamos con actividades y contenidos para promover los derechos de las mujeres. A las 17:00 puedes seguir en streaming el programa especial de Carne Cruda  «Mujeres al borde de un ataque de medios», realizado en colaboración con Oxfam Intermón en el Congreso de Periodismo Digital de Huesca.

Carmen Suarez es periodista y colabora con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Ana López Navajas: contra la ignorancia que nos paraliza

Por Belén de la Banda

Confieso que hace un par de días tuve una conversación en la que me sentí al mismo tiempo muy emocionada y terriblemente ignorante. Hablaba con Ana López Navajas porque el jurado del Premio Avanzadoras la ha reconocido como merecedora de este galardón. 20minutos y OxfamIntermón tienen esta forma de celebrar conjuntamente el Día Internacional de la Mujer: buscar y homenajear a las Avanzadoras que aportan a nuestra sociedad, y que habitualmente no son tan conocidas ni tan reconocidas como deberían.

Ana López Navajas, ganadora del Concurso Avanzadoras 2017 organizado por 20minutos y Oxfam Intermón. Imagen de la premiada.

Fue una conversación doblemente emocionante. Por una parte porque para ella recibir este premio era una sorpresa increíble, y yo no me había visto antes en una situación como esta. Pero lo más impresionante fue que Ana, como la cosa más normal, empezó a citar con total precisión de nombres, fechas y especialidades a investigadoras y creadoras de las que yo nunca he oído hablar, que hicieron descubrimientos o aportaciones impresionantes a lo largo de la Historia, y que me parece alucinante no ser capaz de recordar ahora. Me quedé con una idea para buscar en internet: una precursora que hizo el primer descubrimiento de lo que recientemente  se ha convertido en el último grito de la nanotecnología: el grafeno. No logré quedarme con el nombre, y se confirma la tragedia: no hay forma de dar con ella ni con su nombre buscando en internet. ¿Alguien sabe de quién se trata? Tengo que seguir buscando.

Por eso, reconocer el trabajo que hace y coordina nuestra Avanzadora, Ana López Navajas, me parece tan urgente como vital. Porque uno de sus frutos es una base de datos donde docentes de secundaria y universidad  pueden incluir, o buscar, toda esa mitad de la información que nos falta para entender la historia de la ciencia y la cultura en el mundo. Sólo si se reconocen las contribuciones de las mujeres la ciencia y la cultura podrán avanzar como deben.

Como buena docente de éxito, Ana pasa su vida entre investigaciones, publicaciones, congresos y todo tipo de actividades para luchar contra esta ignorancia. Pero lo que ella hace exige el compromiso de no bajar nunca la guardia, y no conformarse nunca con lo establecido. Después de hablar con ella y leer sus trabajos, siento que hay un agujero negro del tamaño de la mitad del universo en lo que la ciencia nos aporta.

Las dos finalistas del premio de este año son también dos Avanzadoras significativas. En el ámbito de la comunicación, Isabel Mastrodomenico ha sido reconocida por la solidez de su contribución a la visibilidad de los derechos de las mujeres y la lucha contra la violencia, en los que existen tantos hábitos y estereotipos que cambiar. Y la investigadora María José Castaño Reyero, junto con su equipo de la Universidad Pontificia Comillas, contribuye mediante investigaciones rigurosas a la comprensión de los fenómenos tan contemporáneos como la migración, las leyes de asilo y refugio, y la trata de mujeres y menores.

Desde aquí, en lo personal y en lo profesional, les envío un enorme abrazo, un enorme agradecimiento y una gran enhorabuena, por lo que hacen y por todo lo bueno que puede salir de ello. No son temas fáciles, pero son necesarios e imprescindibles.

Como lo son las causas que se han presentado en un enorme conjunto de propuestas que cada año recibimos en el Concurso Avanzadoras. A quienes habéis estado en la lista, y a quienes os habéis animado a presentar una candidata, un millón de gracias. Este premio sólo tiene sentido con todos vosotros.

Hace unos días pensaba que lo que no se reconoce no existe. Ahora, con el ejemplo de estas Avanzadoras, creo que es un compromiso y una obligación conocer más para remar en la dirección correcta. Seguiremos contando cosas de ellas.

Un enorme abrazo a todas las Avanzadoras en este Día Internacional de la Mujer. #NosotrasParamos y #Avanzadoras8M son buenas referencias para seguir la conversación e impulsar a quienes lo merecen.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de  Oxfam Intermón, que junto con 20minutos promueve cada año el Concurso Avanzadoras.

No son estadísticas, son vidas

Por Lula Gómezlula-sobre-mc3ad

2017 se está convirtiendo en España en el año de una masacre. Nos están matando y nos hacemos caso. Pasamos a otro tema, como si molestase o fuera poco importante. 21, hasta el 3 de marzo, dos a la semana. ¿Han oído bien, dos a la semana? No quiero comparar con otros muertos por otras causas, porque me duele. El terrorífico número 21 esconde que la violencia machista la seguimos viendo como un suceso y un tema doméstico (ay, la semántica).

Yo paro. Imagen de Jeremy Bishop.

Sí, porque los medios siguen hablando de sucesos y de “mujeres”, siglas y nombres que no nos llegan. Quiero ver el mismo tratamiento que se da a la muerte de los que parece que sí importan. Exijamos el mismo enfoque y profesionalidad que esperamos de periodistas y políticos cuando mata el terrorismo islámico, el de Eta o cualquier. Busco las páginas y páginas, ediciones especiales y horas de visibilización del horror. Porque el día que en España empecemos a contar que nos matan con la contundencia que hicimos cuando el asesino era ETA (en una segunda fase), empezaremos a entender el drama.

‘Aquí tienen que aplicarse políticas muy serias, el Estado y los violentos deben reconocer lo que le han hecho a las mujeres. Se debe saber que la violencia es una arma. Y hay que poner nombre a quienes lo permitieron y no lo evitaron. ¿Por qué se violenta a las mujeres? Es fácil: porque no se las reconoce como individuas, ni como grupo, ni como sociedad (…). Si nosotras permitimos que se piense así, que no haya políticas para enmendar esa realidad, que no se diga la verdad, que la sociedad no esté dispuesta a cambiar… pues no hemos hecho nada’, grita Patricia Guerrero en su discurso vital. Lo repite también en Mujeres al frente (libro y documental) y se refiere a Colombia, pero aplica igualmente a España.

Porque sí, señora ministra, hacen falta recursos y en este punto es importante recordad que el presupuesto para la prevención contra la violencia de género ha sufrido un tijeretazo del 26%. Y sí, además, hace falta coordinación, educación y un Pacto de Estado YA para que sepamos quién eran esas mujeres que se esconden bajo ese nombre de Matilde, peruana, B.E.M.A, Virginia, mujer en silla de ruedas… Es mucha la educación que hace falta para que no volvamos a escuchar en boca de Interior que los crímenes machistas están relacionados con la decisión de las mujeres de separarse rápido.

Y mientras se da la inacción por parte de las autoridades, un grupo de mujeres en la madrileña Puerta del Sol se han plantado para molestar, para desde el kilómetro cero de la capital, recordad que el patriarcado mata. No comen desde el pasado 9 febrero y reclaman ese Pacto de Estado contra la violencia machista.

Mañana acudirán al Senado para exponer sus propuestas contra esta lacra. Solo queda apoyarlas, en cuerpo y alma. Y una forma clara es la huelga a la que estamos invitadas todas las mujeres el próximo 8 de marzo, un paro de empleo, cuidados y consumo de media hora que comenzará a las 12,00, una iniciativa mundial convocada por el movimiento argentino Ni Una Menos. Yo paro.

Lula Gómez, escritora y periodista todoterreno. Actualmente dirige su propia agencia desde la que propone contenidos, edita, crea y ejecuta ideas de comunicación. Ha escrito el libro, en proceso de publicación mediante crowdfunding, y dirigido el documental Mujeres al frente, la ley de las más nobles, sobre siete protagonistas de la historia reciente de Colombia.