Activismo contra la violencia de género

Flor de Torres

Cada vez que me llega una nueva noticia, desgarradora, del presunto asesinato de una mujer, recuerdo las palabras del maestro Eduardo Galeano, que nos dejó el testimonio  de su inmensa coherencia y compromiso contra la violencia de género en reflexiones tan contundentes como esta:

‘Hay criminales que proclaman tan campantes: “la maté porque era mía”. Así nomás, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de toda propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer.

Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar: “La maté por miedo”, porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo’

2017 ya comienza a formar parte de esta dolorosa estadística de violencia hacia las mujeres. Y todo esto cuando aún no nos hemos recuperado de las imágenes de los últimos meses. Como las que hemos visto en la historia de  Esther al  volver a su casa de Alicante: vil y cobardemente esperada por su  maltratador  en el ascensor. Golpeada, arrastrada, empujada, humillada, masacrada, cosificada, maltratada y denigrada. Víctima de golpes directos y certeros que se dirigían contra su integridad física y de la misma forma contra su integridad moral.

Protesta contra los feminicidios. Imagen de J. C.

Esa imagen de la violencia de género a la  que Esther puso rostro, con esas imágenes grabadas en el portal de su casa, es la historia que  normalmente no se ve,  pero que es tan real y trágica como la de cada una de  las mujeres asesinadas.

Son historias que alimentan los números de la violencia de género. Cifras de la vergüenza  que conocimos a través de los datos del Tercer Trimestre de 2016 del Observatorio de Violencia de Género. Su presidenta, Dª Ángeles Carmona, confirma  el ascenso de  un 14% de denuncias de violencia hacia las mujeres  y de un 3% de órdenes  de protección. Ante la pregunta que está fallando se requiere una respuesta fulminante:

Fallan los maltratadores y fallan los que con su silencio se convierten en cómplices de la tragedia de esta masacre con nombres de mujer. Con estos datos ya en nuestra sociedad no  se puede concebir  a nadie sin  un compromiso activo contra la violencia de género. No es suficiente condenarla. Hay que  ser beligerantes contra cualquiera de sus manifestaciones. Tengamos el compromiso en nuestras agendas. Que esté presente siempre en  las escuelas, colegios, institutos, discursos,  casas, oficinas, conversaciones. Llevemos este activismo  a nuestras vidas. Saquemos  la violencia de género del discurso y  convirtámonos  en ciudadanos  y ciudadanas de primera: activos contra la violencia de género.

Neguemos la convivencia con maltratadores que  ejercen la violencia  como forma de relación de pareja. Que matan y denigran en  todos sus derechos fundamentales a sus mujeres. No consintamos en nuestra sociedad a maltratadores que además no se arrepienten, no confiesan y no  piden perdón. Exijamos su rehabilitación  como mandato constitucional y débito  social.

No toleremos más a  los maltratadores como auténticos malabaristas de  sentimientos, que dominan como nadie el círculo de la violencia de género y a través de ello a sus víctimas. Seamos intransigentes en el camino seguro que lleva al maltratador a mantener  a su víctima  en la culpabilización de los actos cometidos a su persona.

Y llevemos ese activismo  a nuestras vidas.

Un  maltratador  actuará psicopáticamente en su forma de relación. No entenderá el inmenso significado de la empatía. No reconocerá su culpa. Convertirá a la mujer en su objeto. Moldeará su aislamiento. Reconstruirá otra mujer sólo para él sobre insultos, desvalorizaciones, miedos, controles, desprecios, intimidaciones, amenazas, agresiones. Practicará con ella el terror ambiental, el miedo a vivir. Sabrá que esa máquina de la manipulación del sentimiento se hace  desde la arrogancia, la inestabilidad emocional,  el sentimiento de estar por muy por encima de las normas, el control, el narcisismo, la sobrevaloración de la autoestima, la agresividad, el poder, la ausencia de sentimientos de igualdad.

Y sobre ello  siempre dominará la palabra  y la actitud clave: la ausencia de la empatía. Algo esencial para reconocer su conducta delictiva y promover el cambio.

Los culpables de la  violencia de género son los maltratadores. Los únicos responsables. No busquemos atribuciones  causales externas.  Y con ellos  es hora de culpabilizar a quienes la escritora Rosa Montero señala: Los tibios de corazón. Los que ignoran, cuestionan y no beligeran contra la violencia a la mujer. Con esas actitudes insolidarias  fomentamos la complicidad contra un crimen  que puede afectar a más de la mitad de la sociedad. Porque  4 cuatro de cada 10 asesinatos en el mundo lo es o va a ser por violencia de género según la OMS. Un tercio de las mujeres ha sufrido o sufrirá esta violencia en su vida de pareja. En la misma proporción han sido o serán agredidas sexualmente. Además, tendrán un 1,5% más de posibilidades de adquirir enfermedades de transmisión sexual o VIH y de presentar un aborto si son agredidas en el embarazo por su pareja. La violencia a la mujer afecta a la mitad de la humanidad, avergüenza a sus Estados, deja en absoluta indefensión a la mujer cuando no está protegida y se desarrolla en todos los países.

Todas las mujeres asesinadas compartieron sus vidas con maltratadores. Hombres que sí poseían  el miedo a la mujer sin miedo que nos expresaba tan magistralmente el maestro Galeano. Y por ello también  fueron asesinadas. En todas sus historias hay más, mucho más, que el asesinato de una mujer. Se asesinaron sus derechos. Con ellas fueron esos derechos inmensos que nombran a la libertad y la igualdad.

Seamos intransigentes  e intolerantes contra la violencia de género. Practiquemos el activismo frente a este denigrante delito. Porque solo así podremos contribuir a la igualdad y a la reinserción del delincuente de género como la única apuesta segura contra la violencia a la mujer. Este es el único camino de la paz social. No existirá paz social como valor constitucional mientras una sola mujer sea asesinada o denigrada en  su libertad y seguridad. Y eso ocurrirá mientras siga fallando la reinserción del maltratador y mantengamos silencio frente a estos atropellos de derechos que sufren las mujeres asesinadas y  maltratadas por actos de violencia de género.

Por ello no seamos cómplices ni tibios de  corazón contra cualquiera de las violencias que se puedan proyectar a la mujer por el hecho de serlo. Ya no es hora de callar. Porque detrás de estas mujeres, sus vidas, sus historias, sus hijos y sus familias siempre quedará un maltratador  que siente un inmenso miedo a la mujer sin miedo.

En la literatura y la música tenemos grandes ejemplos de esa imprescindible intolerancia contra la violencia a la mujer. Como escribía el maestro de la paz y de la música John Lennon en los años 70:

‘La mujer es el negro del mundo. Sí, lo es, piensa en ello… haz algo al respecto. La obligamos a pintarse la cara y bailar. Si no es nuestra esclava decimos que no nos ama. Si es realista decimos que trata de ser hombre. Al ponerla debajo hacemos ver que está encima de nosotros’

Seamos cada uno en nuestra vida beligerantes contra la violencia de género. Intolerantes y Activistas contra esta tragedia social que vivimos. Ese es el camino de la paz social y el antídoto directo de la violencia de género porque es el sendero  que nos conduce a la igualdad.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

2 comentarios

  1. Dice ser Juan Antonio

    Yo me pregunto cuantas veces se tienen que repetir una cosa sin éxito, para darse cuenta de que no funciona.

    La violencia de género es un problema mucho más importante y grave que el que se intenta dibujar desde la dirección gubernamental establecida. No es un problema único de las mujeres, sino que es un problema social. Y el mal diagnóstico de su origen y el pésimo desarrollo desfocalizando los veraderos motivos para concentrarlos en un único culpable, no solo crea más víctimas, sino que a las que ya lo son las hacen más injustamente desgraciadas.

    Esto es como cuando alguien comete una injusticia en nombre de una víctima, y da por satisfecha la justicia moral con sus actos, mientras que la víctima no encuentra ni alivio, ni consuelo y no cesa su dolencia, pero para su mayor sufrimiento la sociedad ya no la considera tal víctima, porque se está haciendo «justicia».

    Ustedes han levantado un muro entre la sociedad y las víctimas, y han decidido que solo hay una única forma de luchar contra este problema: el que ustedes han elegido. Y lo peor de todo es que, si alguien pide un debate o una explicación razonada, se le convierte en parte del problema. Están alimentando un demonio mayor, si cabe, del que utilizan como excusa para llevar adelante estas políticas concentradas en un único culpable.

    Me pregunto cuanto tiempo tiene que pasar sin observar resultados, para que alguien admita que este tipo de políticas están equivocadas.

    11 enero 2017 | 22:41

  2. Dice ser clase media

    Si la fiscala hace apología del activismo en vez de ejercer su función, no me extraña que todo siga igual. Del activismo intransigente al fundamentalismo hay un pequeño paso, del fundamentalismo a la violencia otro pequeño paso.
    Lo primero es identificar la causa, la causa es la sociedad en si misma, que no es una sociedad madura, y la sociedad también está formada por fiscalas, luego también son causa y efecto las mujeres, tanto como los hombres, las mujeres también son educadoras. La educación de un futuro maltratador o de una futura maltratadora es responsabilidad de personas, o sea de hombres y mujeres.
    Lo mismo pasa con la educación de un perro, si muerde es problema de la persona que lo educó, no supo educarlo.
    Por desgracia habrá más víctimas de la violencia, personas violentas educadas por hombres y mujeres seguirán alimentando la llama del activismo, y nadie querrá identificar el problema.

    Según el INE las estadísticas de muertes violentas de 2014 producidas por asesinatos, «violencia de género», suicidios y accidentes (las últimas que presenta en su web) son las siguientes: 30 hombres asesinados por mujeres, 51 mujeres asesinadas por hombres, 959 mujeres se suicidaron, 2911 hombres se suicidaron, 1131 muertos en accidentes de coche.

    Fuente: http://www.ine.es/jaxiT3/Datos.htm?t=7947

    11 enero 2017 | 23:49

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