Por Flor de Torres
Decir ‘violencia de género’ es hablar de tragedias personales y a la vez familiares. Es hablar de una tragedia que arrastra víctimas de todos tipos: un dolor que va mucho mas allá de un asesinato. Tragedias que se multiplican entre familiares y que se arrastrarán de por vida y en generaciones posteriores.
Siempre me preocupa mucho pensar cómo se puede sobrevivir siendo madre de una victima de violencia de género. O siendo el hijo de una mujer asesinada por tu padre. Para darme una respuesta está a mi lado Luva Petrova, madre de Irina y abuela de Sergio, asesinados por la violencia de género de su pareja y padre respectivamente. Sergio apenas tenia 8 meses y estaba siendo amamantado por Irina, su madre, en su casa de Málaga. Hablo mucho con Pilar Gallardo, que intenta sobrevivir sin su hija Leonor asesinada por su padre en el régimen de visitas en Campillos (Málaga): una víctima de la violencia de genero cuando apenas había cumplido 7 años. Siento la tragedia de la familia de Ana Padilla: cuando Ana fue asesinada por su pareja, toda la familia -su madre, sus hermanas y sus dos hijos- se volcó en el activismo contra la violencia.
Son casos sentenciados, y los asesinos cumplen sentencias firmes. Pero marcaron caminos y vidas para siempre. Quedan personas que se han convertido en los otros sobrevivientes de la violencia de género. Los familiares, amigos y seres queridos que han de continuar sin Irina, Sergio, Leonor, Ana… Personas que conocí en el sentido inverso al de sus propias existencias tras ser asesinadas. Vidas presentes entre cada historia, cada caso, entre familias que les lloran y piden justicia.
Pero en ese camino del proceso compartí recuerdos, abrazos y sentimientos con sus seres queridos, además de los juicios que nos llevaron a sus sentencias. Es en estas familias rotas donde encuentro respuestas. En esos ejemplos de entereza y de unión frente a la tragedia es donde recibo lecciones de dignidad.
Sus Juicios ya finalizaron, pero sus vidas transcurren en el recuerdo. Sin olvido. Porque no hay olvido para ninguna de las victimas ni para el recuerdo de sus seres queridos que les lloran y añoran.
Tampoco se que qué ocurrirá entre los días en que escribo estas reflexiones y su publicación. Ignoro si cuando se publique habrán sumado mas mujeres al contador de las víctimas de la desigualdad. De las víctimas mortales que son asesinadas pero también de esos sobrevivientes que serán sus hijos, sus padres, sus hermanos. Qué historias y qué vidas encerrarán esas nuevas cifras. Y que inmensa tragedia social que forme parte de nuestra vida cotidiana el recuento de mujeres asesinadas.
Mientras reflexiono con ustedes, me vienen a la mente las palabras de Leila Guerriero en un magnífico artículo sobre de nuestra actitud contra la violencia de género:
«Ayer mientras cenaba con el hombre con quien vivo –una cena más en mi vida de mujer a la que nadie ha tocado un pelo- pensé que en el mismo momento, la mujer sangrante podría estar hundiéndose bajo una lluvia de golpes o viviendo sus últimos minutos. Que esa noche fuera la misma noche para las dos (la misma luna, el mismo país, el mismo cielo) me pareció de pronto inmoral, insoportable.’
Hoy, una madre que espera que sea juzgado el presunto autor del asesinato de su hija me ha abrazado, y me ha dicho que hablar conmigo le daba mucha paz. Y siento emocionada cuánta falta les hacemos a estas familias. Cuánto nos enseñan estos supervivientes. Estos héroes anónimos de la violencia de genero.
¿Hasta cuándo?
¿Hasta cuántas?
Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.
Soy una superviviente del maltrato machista. Mi ex me maltrató, me humilló, me anuló… durante 20 años. LLevo 13 años separada y hace 6 años también obtuve el divorcio ( en el año en el que me armé de valor para denunciar y separarme no existía el divorcio directo, había que pasar primero por una separación judicial). Tuve 2 órdenes de alejamiento, juicio por agresiones físicas,…
Después de todo este tiempo, hoy sigo teniendo miedo, pesadillas, ataques de ansiedad, depresión,… y no puedo olvidar.
Estaré marcada para siempre.
19 abril 2016 | 19:06
Esta frase me ha dejado ko.,..
«Hoy, una madre a la espera del juicio por el presunto asesinato de su hija me ha abrazado, y me ha dicho que hablar conmigo le daba mucha paz. Y siento emocionada …»
Ya no se si se refiere a una mujer que perdió a su hija a manos de su pareja, o a una mujer que causo la muerte de su hija.
Al fin y al cabo, las mujeres siguen siendo las que mas infanticidios cometen.
Un saludo.
20 abril 2016 | 13:52
Bravo, la vida de los que ahora están viviendo en el dolor, sean víctimas directas o entorno sufriente se merecen este artículo. Ojalá pronto nos encontremos con todas las herramientas puestas en marcha impedir que siga sucediendo.
20 abril 2016 | 14:03
Comentarios como el de Antonio son los típicos que quieren tener protagonismo aún cuando sus comentarios carecen de argumentos lógicos y objetivos y su forma de proyectar su propia rabia y frustración ponen en evidencia su incapacidad para llevar una buena conversación. Debes llevar una existencia muy frustrante a juzgar por como son tus comentarios en todas las entradas en las que quieres dejar patente tu amargura.
El artículo es genial,enhorabuena. Me gustaría más leer comentarios que aporten algo, estén de acuerdo o no con las entradas.
22 abril 2016 | 12:12
Para evitar la confusión que parece ver Antonio, editamos ligeramente la frase para que su sentido sea inequívoco. Respecto al resto del comentario, ni la autora ni las personas encargadas de la edición compartimos su contenido.
22 abril 2016 | 15:08