Archivo de marzo, 2016

Sonita Alizadeh: el rap de la fuga

Por Silvia Martínez Valero Silvia Martínez Valero

Es curioso cómo el talento siempre encuentra alguna manera de salir a la superficie. No importa dónde estés ni quién seas; el arte será siempre una forma de liberación. Un buen ejemplo de ello es la joven Sonita Alizadeh. Nacida en Afganistán, su familia intentó venderla como novia a la edad de diez años. En aquel momento, como ella misma ha confesado, no sabía muy bien qué significaba aquello y tuvo la inmensa suerte de trasladarse con su familia a Irán antes de que el acuerdo se consumara. Allí se dedicó a aprender a leer y escribir por su cuenta mientras trabajaba limpiando baños y llegaron hasta sus oídos los trabajos del rapero iraní Yas y el americano Eminem.

El éxito de su rap salvó a Sonita del matrimonio forzoso. Imagen promocional de la artista.

El éxito de su rap salvó a Sonita del matrimonio forzoso. Imagen promocional de la artista.

Con estos referentes cuyas letras hablan en numerosas ocasiones de situaciones difíciles y autosuperación, Sonita decidió emprender su propio camino como cantante de rap (algo que a todas luces iba a ser costoso, dado que en Irán se prohíbe a las mujeres cantar en público). No obstante, lo consiguió. Su primer éxito fue en una competición estadounidense en la que una de sus canciones acerca de los derechos de voto del pueblo afgano fue premiada con mil dólares. Sonita envió el dinero a su madre –que volvía a vivir en Afganistán- y esta le dijo que había encontrado un nuevo hombre a quien venderla. En este momento ella tenía 16 años y sí que comprendía las implicaciones de lo que estaba a punto de ocurrirle.

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Hasta nunca: un relato sobre el iceberg de la violencia

Por Charo MárCharo Mármolmol 

Esta carta va a ser la última que te escriba, y en ella te voy a decir adiós para siempre.

Me has hecho muchísimo daño y no lo veía. Pensaba que era normal… No es normal que me pegues por cualquier cosa que no te gusta. No es normal que si yo no quiero hacer el amor contigo, tú me obligues. No es normal, que si yo estoy vestida de una manera, tú te celes y me tenga que cambiar de ropa…´’

Así comienza la carta de despedida de Julia (nombre ficticio), una de las mujeres que han pasado por el  Centro de Emergencia de la Fundación Luz Casanova. Hace unos años Amnistía Internacional publicó el Iceberg de la Violencia de Género: Arriba, a la vista, el asesinato, la agresión física, la violación, el abuso sexual, los gritos, las amenazas el insulto… Abajo, invisible a los ojos de los demás: las humillaciones, el desprecio, el chantaje emocional, la culpa…

El iceberg de la violencia de género. Infografía de Amnistía Internacional.

El iceberg de la violencia de género. Infografía de Amnistía Internacional.

Todos estos actos, sentimientos… hacen que las mujeres víctimas se sientan culpables, que pierdan su autoestima, que sigan con su agresor, que lo intenten de nuevo:

La verdad: yo te he dado todo, y yo de ti dime ¿qué he tenido? No he tenido nada, solo desprecio. No has sabido valorarme. Hasta aquí he llegado. Ya no aguanto más. Basta ya de tanto pensar en ti y vivir solo para ti. Dios me ha dado a mis hijos, que son la luna y el sol, que me iluminan y me dan calor y son la fuerza de mi corazón. Tú estabas en él, y poco a poco te has ido. Te has ido cuando me pegabas, me chillabas y abusabas de mi. Te has ido cuando no te importó que tuviera a mi hija en brazos y me atacaste con una silla. No tienes sentimientos”.

Cuando las mujeres llegan al Centro de Emergencia acaban de romper con su maltratador, han tenido que abandonar su hogar y sus relaciones familiares, Están en un proceso de ruptura difícil pues aunque ha habido violencia, la dependencia emocional existe y ellas se mueven mucho en torno al sentimiento de pena. Pero la mayoría de ellas, con el apoyo que reciben, ponen nombre a lo que han vivido y recomponen sus vidas

Julia termina su carta así:

“Ahora voy a empezar a luchar por mis hijos y por mí. Tú ya no estás en mi vida. Hasta aquí he llegado. Se acabaron todas tus mentiras, tus palabras que están vacías, que sí, son muy bonitas, pero no hay nada hecho. El único “te quiero” o “te amo” ahora es el de mis hijos, y es puro y sincero, no como el tuyo, que es dañino. Nunca más quiero estar contigo. Quiero ser feliz con mis hijos, que es lo más grande que tengo, y lo voy a lograr. Te voy  a sacar de mi ser, y mis hijos y toda la gente que me quieren, me van a ayudar. Tú no vales nada. Yo valgo más que tú. Tú no tienes sentimientos ni escrúpulos. Eres un animal. Adiós. Hasta nunca”

Charo Mármol es comunicadora, feminista, militante de causas perdidas y autora del blog La mecedora violeta.

Margarita Álvarez: talento versus mediocridad

Por Nuria Coronado 

Hay personas que pasan por el mundo sin pena ni gloria. Llevan a cuestas una mochila cargada de un NuriaCoronadopeso pasado, presente y futuro marcado por la palabra amargura. Son quienes, no es que de vez en cuando vean el vaso medio lleno, es que lo ven día tras día, más seco que un pantano en época de sequía.

Del otro lado están las personas con chispa, las que te conquistan sin haber hablado ni una sola palabra con ellas, las que van dando botes por la vida impulsadas por el muelle de la pasión porque lo llevan integrado de serie. Son seres mágicos capaces de impactar, innovar y hacer de este mundo cambiante un sitito lleno de gozo y cuyo suelo, techo y paredes están decorados de alegría constante (a pesar de las dificultades) y de sonrisas capaces de iluminar a otros. Son quienes, como un buen amigo o un familiar querido, te dan ese abrazo o golpe mudo en la espalda cuando las cosas no van todo lo bien que deberían y en susurros te dicen: ¡ánimo que tú puedes!

Margarita Álvarez, directiva de Adecco.

Margarita Álvarez, directiva de Adecco.

A esta segunda y maravillosa especie pertenece Margarita Álvarez, directora de Marketing y Comunicación de Adecco. Una mujer a la que le habría venido como anillo al dedo llamarse Felicidad pero que brilla y es única al igual que el significado de su nombre de origen griego (Margarites): ‘la que es como una perla‘. Ella reluce como una avanzada y adalid de algo tan necesario como poco practicado en este país: conseguir la felicidad en el trabajo.

Margarita, Marga como le llaman los más cercanos, se pone el mundo por montera y se empeña, día sí y día también, en un cambio de cultura empresarial cuyo epicentro comienza en ella misma. Para predicar hay que dar ejemplo: ‘cada jornada mi vida está marcada con un fin: que la felicidad sea la meta de todos en todos los ámbitos de la vida’, dice con su eterna sonrisa. ‘Las empresas tienen que entender las cosas que les hacen vibrar, que cada persona tenga un ámbito de decisión y de influencia. No es lo mismo que yo llegue a una empresa y me digan lo que tengo que hacer, lo cumpla y me vaya a mi casa a que me den algo y yo aporte valor añadido, deje una huella en ese trabajo. Eso tiene un efecto vital, te vas a casa con una sensación increíble‘, añade.

Y es que esta abogada, madre de tres hijos que le han salido tanto o más “happy” que ella misma, tiene claro que los trabajadores son algo más que un simple contrato con nombre y apellidos. Son la materia prima a la que hay que cuidar y mimar como oro en paño porque en el trabajo se pasa más de un tercio de la vida y si no estamos bien, la cosa acaba siendo como la crónica de una muerte anunciada. Es de las mujeres que además consideran que hay que cambiar el verbo preocuparse por el de ocuparse de ellos. ‘Esa, y no otra, es la manera más inteligente y sencilla de retener su talento’, comenta.

De ella una no se cansa de escuchar y resonar con frases que acaban siendo verdades como puños: “las personas no se van de las empresas, se van de los jefes” o “quien no contrata talento, contrata mediocridad”. Además es una gran defensora de la igualdad entre hombres y mujeres. Y esa defensa la hace en su propia casa: “si alguno de mis hijos enferma no me tienen porque llamar a mí”, recalca.

Margarita además pertenece a otro mundo que marca la diferencia, el de los knowmads (nómadas del conocimiento). En ese planeta uno no para de aprender para enseñar y compartir. No ceja en el empeño de creer, actuar y activar. ‘Actuar, dando pasos pequeños, uno tras otro, que construyan un camino. Y activar una inercia a nuestro alrededor que amplifique nuestras acciones, que supongan un cambio mayor’. Su curriculum nos hace pensar en tantas y tantas Avanzadoras, en nuestro país y en el mundo. Desde aquí Margarita, mi gratitud y la de tantas miles de personas, que cada vez que te escuchamos, crecemos y nos inoculamos con el maravilloso virus de la felicidad.

Nuria Coronado es periodista, editora en www.lideditorial.com  y responsable de Comunicación de Juan Merodio.

La estadística invertida

Por Maribel MasMaribel Maseda 2eda 

Después de muchos años de trabajo en relación con la violencia de género, a finales del año pasado me decidí a presentar lo que he denominado «Estadística Invertida¨, mi perspectiva sobre la agresión del hombre violento hacia la mujer.

Estadística invertida. Imagen de TrasTando.

Estadística invertida. Imagen de TrasTando.

‘Estadística Invertida’ define la percepción errónea y generalizada que se tiene de la violencia que ejerce el violento sobre la mujer, como resultado de una igualmente confusa identificación de víctimas y verdugos. La estadística invertida se ha generado por la aceptación de premisas erróneas como éstas:

  •  Que se identifique la violencia que ejerce el violento sobre la mujer con el número de mujeres agredidas y no con el número de hombres que agreden.
  •  Que se haya trasladado el foco de atención y así el foco de crítica sobre la actitud de la víctima y no sobre la personalidad agresiva y reiterada del violento.
  • Que se designe un perfil para la mujer maltratada de manera que esta pueda ser reconocible,  en  lugar  de designar al hombre violento un perfil y pueda así ser reconocido por la sociedad en general. Por otra parte, estos perfiles se dan a confusión por que se presenta el perfil de la mujer susceptible de ser maltratada, cuando en realidad se está describiendo el que queda dibujado tras sufrir su síndrome de mujer maltratada.
  • Que refiriéndose siempre a la mujer, la gran mayoría se pregunten ¿porqué no se va?, ¿porqué permanece allí?  ¿porqué no acude a terapia? En lugar de dirigir las preguntas al agresor que es quien debe responderlas.

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Violencia sexual: ¿La culpa es de la víctima, señor juez?

Por Tania Sordo Tania-blogRuz 

Si ya de por sí es grave tener conocimiento de casos de violencia sexual hacia mujeres y niñas en todo el mundo, resulta devastador escuchar comentarios que justifican estas agresiones culpándolas a ellas, ya sea por su forma “provocadora” de vestir, por su conducta “poco apropiada”, por salir de noche, o por beber, entre otras presuntas ‘razones’. Estas afirmaciones que se comete en su contra, mientras justifican las agresiones y a los agresores (cuando el único responsable es quien comete el crimen y las autoridades deben investigar y sancionar los delitos).

Pintada en un muro en Berlín. Imagen de Women's link Worldwide.

Pintada en un muro en Berlín. Imagen de Women’s link Worldwide.

Asimismo, es indignante cuando nos enteramos de que ellas acuden al sistema judicial buscando protección, justicia y reparación y lo que se encuentran son decisiones judiciales basadas en prejuicios, mitos y estereotipos que les trasladan la responsabilidad de lo sucedido. Esto continúa sucediendo en distintos países del mundo, ya que sin importar los diversos sistemas políticos o tradiciones, seguimos teniendo conocimiento de decisiones judiciales que en lugar de proteger los derechos de las mujeres, van en contra de ellos.

Por ejemplo, a finales de 2015 en Reino Unido, un tribunal exculpó a un hombre multimillonario de la violación de una mujer joven admitiendo el argumento de que él no la violó, sino que se tropezó y la penetró “accidentalmente”. Por las mismas fechas, en España, el Tribunal Supremo absolvió a un hombre acusado de abusar sexualmente de una joven de origen peruano sosteniendo que los abusos no se podían comprobar a “ciencia cierta” y que además podía haber una motivación económica en la denuncia ya que “al tipo de cambio en su país de origen” significaría un “inesperado ingreso de dinero” para ella. En Canadá, en un caso de violencia sexual hacia una mujer que vivía en la calle, el juez le preguntó ¿por qué no pudiste mantener las rodillas juntas? Y absolvió al acusado, al que le dio consejos de cómo “tratar gentilmente a las mujeres” (posteriormente un tribunal superior ordenó un nuevo juicio para este caso por los estereotipos utilizados por el juez).

Todos estos casos tienen en común el uso de mitos sobre la violencia sexual, estereotipos sobre las víctimas de esta violencia y prejuicios de género contrarios a los derechos humanos en el razonamiento de las juezas y los jueces, quienes como personas que viven en sociedades que históricamente han discriminado a las mujeres por ser mujeres, no se encuentran exentas de tener ideas preconcebidas de lo que significa ser una mujer en la sociedad y el comportamiento que consideran que ellas deben tener. Estas decisiones justifican a los agresores y culpan a las víctimas de esta violencia.

Las autoridades y los sistemas de justicia no pueden trasladar la responsabilidad a las víctimas y sobrevivientes de las distintas manifestaciones de las violencias machistas, ya que esto se traduce en impunidad y la impunidad genera más violencia. Es necesario que las personas que intervienen en estos casos tengan una formación adecuada en donde la clave estará en aplicar una perspectiva de género y en poder detectar las ideas preconcebidas sobre cómo se cree que debe ser una víctima ideal, para desmontar los mitos, estereotipos y prejuicios que impiden el acceso de las mujeres a la justicia.

También es importante que como sociedad tomemos conciencia de lo que ocasionan las ideas que culpan a las víctimas y justifican a los agresores, ya que estas no deben ser minimizadas, no son simples palabras o ideas, sino que tienen consecuencias brutales y generan un imaginario social negativo que impide que avancemos hacia la igualdad de género. De manera especial, cuando estas ideas y mitos se encuentran en decisiones judiciales, es necesario hacerlas visibles debido al impacto tremendo que tienen en la vida de las mujeres, y con ellas, de toda la sociedad de la cual son más de la mitad.

Si conoces decisiones judiciales de cualquier país del mundo igual de indignantes y discriminatorias que éstas, las puedes nominar a los Premios Género y Justicia al Descubierto 2016 hasta el 18 de abril aquí.

Tania Sordo Ruz es abogada de Women’s Link Worldwide 

Del techo de cristal al techo de cemento (y más allá)

Por Nuria Coronado NuriaCoronado

Escalar puestos de responsabilidad en el mundo empresarial cuando quien lo hace es una mujer es como subir un 8 mil… al día. Si además se trata de lugares circunscritos al poder de las corbatas como el IBEX35, el ascenso puede provocar como mínimo mal de altura y de ahí a la muerte súbita, solo hay un paso.

No hay más que mirar la foto de cualquier Consejo de Administración de este restringido círculo para constatar la escasa presencia femenina. Las órbitas donde se manda y decide llevan por los siglos de los siglos rodeados de concertinas que claman un mensaje: vetados a quienes no lleven cromosoma Y. El mismo ex presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Julio Segura Sánchez, reconocía en su día que “la calidad de estas mujeres en éstos órganos debe ser más alta que los hombres porque han sufrido más filtros”. Es decir, se lo ponen bien difícil para que no lleguen ahí.

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Por si este techo de cristal fuera poco se suma otro más duro si cabe. Es el denominado “techo de cemento”, un límite que tal y como explica Núria Chinchilla, profesora del IESE, directora del International Center for Work and Family (ICWF) y responsable junto ATREVIA del IV Informe Las Mujeres en los Consejos de Administración de las compañías del Ibex 35,  “se autoimponen las mujeres por tener que ser las mejores de los mejores”. Un perfeccionismo que pesa, aplasta y provoca que “cuando hay un nuevo puesto de trabajo y dicen que hacen falta cuatro competencias, la mujer no se presenta porque solo tiene tres y el hombre lo hace aunque solo tenga dos”, comenta.  Así se explica que solamente 10 empresas tengan un 30% o más de mujeres en su consejo de administración.

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Cajita a cajita

Por Beatriz PozoBea Pozo

Cuando tenía 10 u 11 años me pusieron un sobresaliente en una redacción. Me habían dado el primer párrafo de un cuento, una historia que trataba sobre la llegada de tres cajas misteriosas, y yo había escrito el resto del relato. Mi profesora me dijo que lo que más le había gustado era cómo había resuelto el misterio de las cajas. Había hecho que el personaje principal las fuera abriendo de manera progresiva. Primero la más pequeña, luego la mediana y finalmente la más grande. La clave estaba en que para obtener lo que había en la última, primero era necesario abrir las otras dos.

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Amina Ahmed en su tienda de ropa. (c) Pablo Tosco/ Oxfam Intermón

La historia de Amina Ahmed, de 44 años, me recuerda un poco a ese cuento que escribí de pequeña. Amina es vicepresidenta de la cooperativa Fatah de Pastoralist Concern, una organización que desde 1995 trabaja con Oxfam Intermón en apoyo a las mujeres de Etiopía. Sin embargo, para llegar hasta allí, Amina ha tenido que andar un largo camino. El cargo de Amina no nos dice demasiado. Lo que realmente nos da una idea de su fuerza, su iniciativa y su capacidad para mejorar la vida de aquellos que la rodean; son esos pasos intermedios que ha ido dando, esas cajas cada vez más grandes que, poco a poco, ha ido abriendo.

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Avanzadoras 2016: un premio a la libertad y la dignidad

Por Belén de la Ba@bdelabandanda 

«Vivo mi voluntariado con la conciencia de que es y debe ser  una intervención responsable que no puedo transferir, ni delegar. Es una realidad que necesita presencia y respuesta».

Son las palabras de María Pîlar d’Errico, Premio Avanzadoras 2016 de 20 minutos y Oxfam Intermón. Su trayectoria de 30 años colaborando como voluntaria con mujeres en prisión sirvió para que sus compañeras de organización se animaran a presentarla al premio. Dicen que es ‘el alma’ de ACOPE, Asociación de Colaboradores con las Mujeres Presas, un grupo de voluntarias y voluntarios que entran en las cárceles para ayudar: porque las presas, sin justificar ningún delito, son seres humanos con derechos. Mariú ha pasado en estos últimos años por Yeserías, Brieva, Carabanchel, Alcalá-Meco y Albacete, y aún no ha podido responder a algunas de las preguntas que le remueven, por el sufrimiento que ve cada día en las mujeres a las que acompaña con su voluntariado.

'Transforma en lucha tu dolor', pintada en una calle de Madrid. Imagen de Belén de la Banda.

‘Transforma en lucha el dolor’, pintada en una calle de Madrid. Imagen de Belén de la Banda.

Todos los años, por estas fechas, hay cuatro mujeres que lo pasan al mismo tiempo bien y mal. Son el jurado del premio Avanzadoras, que cada año lo tiene francamente difícil. Este año, además de Mariu, habíamos recibido por lo menos treinta propuestas bien documentadas, de causas sumamente valiadas y valiosas.

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Aliadas: treinta años de trabajo con y por las mujeres

Rosa M. Tristán Rosa Tristán

Mujeres luchadoras, mujeres que caminan juntas, mujeres que pedalean con bicicletas con ruedas cuadradas, mujeres a las que se cierra la boca, que hablan al mundo, que callan la violencia que sufren, que vuelan o que hacen equilibrismo en el vacío. Son algunas de las imágenes expresadas en 60 obras de arte que estarán dentro de tres días en el centro de Madrid. Cada una nos retrata en una de esas facetas que nos convierten, en conjunto, en un caleidoscopio. Cada una es un espejo en el que podemos mirarnos, y reconocernos y aliarnos con la que está al otro lado. No se puede elegir porque somos todas.

Obra de la artista Carmen García Huerta para la exposición Aliadas.

Obra de la artista Carmen García Huerta para la exposición Aliadas.

No voy a mencionar a cada una y cada uno de los artistas que participan en esta muestras con la que Alianza por la Solidaridad conmemora 30 años de trabajo. Si diré que son 59 grandes, en realidad 60 si añadimos al comisario, que también lo es. Son demasiados como para no tener que dejar fuera a alguien cuyo nombre y trabajo se ha aliado solidariamente por una causa tan justa y tan necesaria como la igualdad de derechos entre las mujeres y los hombres en todos los ámbitos de la vida y todos los rincones del mundo. Los hay muy famosos y los hay que podrían llegar a serlo en el futuro.

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Las mujeres que leen son peligrosas

Por Flor de Torres flor de torres nueva recortada

Marzo. Mes que nos regala un día festivo, de igualdad y de conquistas. De luchas y derechos.  De  historias de mujeres. Un tiempo de homenaje a todas las mujeres que nos han hecho ser más mujeres. Como las escritoras que nos regalan historias diferentes de mujeres y conquistas. La Literatura describe y combate la desigualdad. Dignidades en la sombra de sus propios relatos de vida.  Derechos invisibles de mujeres que están dormidos y que las palabras logran despertar.

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Portada del libro ‘Las mujeres que leen son peligrosas», de Stefan Bellman. Imagen: Editorial Maeva.

Despertamos como Clarisa Pinkola Stés en ‘Mujeres que corren con Lobos’ nos enseñó: ‘El Despertar de la Mujer adquiere connotación de rebelión, supremo acto de valor que convertirá la oruga en mariposa. Fíjate con qué facilidad se desplaza la luciérnaga en la noche! En tiempos como estos estamos destinados a vestirnos de Luz, a eso hemos venido. El Amor comienza más allá del temor. Mientras tenemos miedo estamos paralizados. Es preciso avanzar en dirección a nuestros peores miedos, es urgente enfrentar nuestros peores monstruos, para descubrir que los tigres son de papel, es preciso prepararse para tener la forma del agua, tan fuerte que perfora la roca y tan flexible que tiene todas las formas sin dejar de ser agua… Ser mujer en esta época es una iniciación…’

Ellas son las mujeres que me hicieron. En ellas están reflejadas las inmensas palabras de Marcela Serrano en ‘Antigua vida mía’  cuya novela es una lucha  contra la desigualdad enredada en la violencia de género. ‘Una mujer es la historia de sus actos y pensamientos, de sus células y neuronas, de sus heridas y  entusiasmos, de sus amores y desamores. Una mujer es inevitablemente la historia de su vientre, de las semillas que en él fecundaron, o no lo hicieron, o dejaron de hacerlo, y del momento aquél, el único en que se es diosa. Una mujer es la historia de lo pequeño, lo trivial, lo cotidiano, la suma de lo callado. Una mujer es siempre la historia de muchos hombres. Una mujer es la historia de su pueblo y de su raza. Y es la historia de sus raíces y de su origen, de cada mujer que fue alimentada por la anterior, para que ella naciera: una mujer es la historia de su sangre. Pero también es la historia de una conciencia y de sus luchas interiores. También una mujer es la historia de su utopía.’ Y solo la  unión de Violeta y Josefa logra la fuerza  de la liberación .

Son  sus voces las que se agregan a  las de ‘nosotras, las otras’ (madres, abuelas, bisabuelas), como testigos de esa experiencia femenina a través de las generaciones.  Voces y palabras que son regalos constantes. Como los que recibimos de  la comprometida y maravillosa escritora Ángela Becerra, Premio Planeta y creadora del Idealismo Mágico. Una reconocida escritora contemporánea cuyo firme compromiso contra la violencia de género atraviesa sus libros y su vida.

Su libro ‘Memorias de un sinvergüenza de siete suelas’ es el cauce de su autora para alumbrar la violencia de género que esta ejercida  por  un  casanova de nuestro tiempo, un auténtico sinvergüenza. Una historia de vidas rotas y reconstruidas en las voces de Alma y Morgana  donde se encierran  realidades de  mujeres y conquista de sus libertades. La de Morgana: ‘A ver si de una vez por todas me libero, estoy en mi derecho… De tristezas, de odios, de frustraciones, y rabias, del maltrato sufrido… No cuestionarse, no mirar, no dudar, no buscar, no soñar. Obedecer, asentir, saludar, hablar de lo que hablan los demás. Callar. Simple y llanamente hacer lo que se espera de ti, sin saltarse ni una sola regla…’

O la de Alma: ‘Mi existencia hubiera podido ser absolutamente diferente si desde el comienzo hubiera podido coger las riendas de mi vida y no se las hubiera dejado a nadie’. 

Cuando leemos estas historias no podemos evitar evocar las vidas de nuestras madres, abuelas y bisabuelas. Ellas no vieron la luz de la igualdad, ni siquiera tuvieron la oportunidad de cuestionársela tal  y como  describe Ángeles Caso en ‘Contra el viento’‘Mi madre llevaba la tristeza encima, igual que la piel, resignada y brillante. Pero yo la veía moverse de un lado para otro, revolver los pucheros, pelar las patatas, planchar cuidadosamente las camisas de mi padre y la ropa de mis hermanos y la mía, y aquella normalidad, aquel latido apaciguado de la vida, la propia melancolía que emanaba de ella, me hacían sentir algo que se parecía mucho a la felicidad. Allí, a su lado, en medio de las cosas comunes y luminosas, estaba a salvo.’

Esa tristeza y esa nostalgia está también en las mujeres enclaustradas de la Maestra Carmen Martin Gaite, que miran la vida a través del cristal en ‘De tu ventana a la mía’:

Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos. En todos los claustros, cocinas, estrados y gabinetes de la literatura universal donde viven mujeres existe una ventana fundamental para la narración … Basta con eso para que se produzca a veces el prodigio: la mujer que leía una carta o que estaba guisando o hablando con una amiga mira de soslayo hacia los cristales, levanta una persiana o un visillo, y de sus ojos entumecidos empiezan a salir enloquecidos, rumbo al horizonte, pájaros en bandada que ningún ornitólogo podrá clasificar, cazar ningún arquero ni acariciar ningún enamorado y que levantan vuelo hacia el reino inconcreto del que sólo se sabe que está lejos. ’

Nos hicieron lúcidas a fuerza de leerlas, pero también decididamente irreverentes. De esa forma bella y combativa  que refleja Martha Rivera-Garrido  en su fragmento de ‘Los Amantes de Inbox de Papel’:

‘No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe… No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma. No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música. No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y vertigue un inmenso horror por las injusticias. Una a la que le gusten los juegos de fútbol y de pelota y no le guste para nada ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo. No te enamores de una mujer intensa, lúdica y lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, JAMÁS se regresa’.

Leamos a nuestras maestras de la literatura porque en ellas y  en las mujeres que nos han descrito, en sus palabras, nos señalan el verdadero  camino de la igualdad. Nos ayudan a entender nuestra propia historia, así como las de nuestras madres, nuestras abuelas y nuestras bisabuelas. Mujeres grandes y desnudas de derechos.  Resignadas, brillantes y supervivientes de la desigualdad que vivieron enjauladas en  los claustros de sus cocinas y fueron también viajeras infatigables por las ventanas de sueños (los que nadie les pudo prohibir).  Y gracias a  Marcela Serrano, Ángela Becerra, Carmen Martin Gaite o Martha Rivera-Garrido, entre otras,  se  nos han descrito nuestra propia historia como mujeres en lucha  constante por la conquista de nuestros  derechos. Porque como dice uno de los personajes de Ángela Becerra: ‘Al final lo que queda dentro de ti es tu propia paz. La que has fabricado con lo que tienes’.

Y ahí estaremos nosotras, las otras, en alerta para acudir en la ayuda de las que nos necesiten  para liberarlas  y enseñarles el camino común de nuestra ansiada y necesaria igualdad.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.