Por Susanna Oliver
Siempre digo que soy una privilegiada. No sólo me dedico a lo que me gusta y para lo que (creo) sirvo, la cooperación al desarrollo, sino que además lo hago en una organización que me ha permitido conocer distintos países, culturas, proyectos y, sobre todo, a gente fabulosa. En mi último viaje, a Ghana, hace sólo unas semanas, estuve visitando las comunidades del distrito de Zabzugu, en el Norte del país, donde contrastan los preciosos paisajes de la sabana con las duras condiciones de vida para sus habitantes. Allí conocí (¡por fin en persona!) a los 5 grupos de ayuda de madre a madre que hemos ayudado a organizar y que hemos formado en nutrición, higiene y cuidado de la salud. Me impresionó especialmente el grupo de Chasindo, una de las comunidades más alejadas, en que tanto las líderes del grupo como el resto de sus miembros quisieron explicar lo que habían aprendido y cómo había mejorado la salud de los niños gracias al proyecto. Por eso me encantó saber que vamos a poder seguirles apoyando con otro proyecto: un grupo de ahorro que, si todo va bien, en unos meses será también de microcrédito.
De hecho, estoy convencida de que todo irá bien. Por un lado, el grupo lleva un año formado y las mujeres se han conocido y apoyado con un objetivo común, que es la base fundamental para poder llevar a cabo este tipo de proyectos. Además, confían en el personal de World Vision porque han visto los resultados de lo que les han enseñado hasta ahora ¡Y lo han visto en la salud de sus propios hijos!, de modo que están ansiosas por aprender más. Y, claro está (si no, no tendría sentido), desean ahorrar y poder acceder a fondos para empezar pequeños negocios o diversificar sus cultivos. Con todo esto hecho, sólo falta darles tiempo y formación para que demuestren su capacidad de ahorrar y gestionar fondos, y darles el asesoramiento que necesiten para planificar bien cómo van a invertir el dinero que reciban y cómo van a organizarse, incluido redactar sus normas de funcionamiento (a qué plazo se van a prestar los fondos, a qué tipo de interés, etc.).
Seguro que pronto los compañeros de World Vision Ghana nos contarán historias sobre los éxitos de estas mujeres, similares a las que nos han llegado de otras comunidades. Una de mis favoritas es la de Atta Potir, una madre soltera de 7 hijos, que produce aceite de coco. Aprendió el oficio que de su madre, quien, a su vez, lo aprendió de la suya, y ésta es su única fuente de ingresos. Atta veía que lo que más dificultades le causaba era la escasez de cocos y su aumento del precio en la estación seca, de modo que cuando se incorporó a uno de los proyectos de microcrédito de World Vision decidió pedir un préstamo para plantar y cultivar sus propios cocos. Tenía las cosas muy claras y diseñó un plan de negocio que le permitiera almacenar el excedente y así seguir obteniendo sus pequeños beneficios en todas las estaciones. Tres años y tres préstamos más tarde, ha sido capaz de aumentar su producción y de almacenar el excedente para los tiempos de mayor escasez. Pero si preguntas a Atta cuál es su mayor logro, no tiene ninguna duda: “He sido capaz de enviar a mis dos hijos mayores a la universidad. World Vision ha tenido un enorme impacto en nuestras vidas«.
Con mujeres así, qué duda cabe de que nuestros proyectos van a tener éxito.
Susanna Oliver es economista y trabaja como responsable de proyectos en la Fundación World Vision
Pues como hablemos de la VERGÜENZA de los microcréditos que se dan en españa…
Que si «vivus», que si «que bueno»… que si ostias enlatadas en vinagre.
Es vergonzoso que estas empresas vayan por ahí cobrando alegremente intereses DEL 20% SEMANAL y el gobierno se quede tranquilamente de brazos cruzados viendo como «sus amigotes», REDISFRAZADOS de «buenos samaritanos» ACABAN DE LIMPIAR LOS BOLSILLOS DE LOS POBRES CIUDADANOS; Y TODO ÉLLO DE FORMA IMPUNE.
25 junio 2015 | 08:39
Vaya vaya… parece que por ahí hay «alguien» con muchos intereses en que no se descubra la «estafa» de las empresas de microcrédito que pululan en EspPañistan.
Seguid así, majos. SEguid así. Cuando lleguen LAS BOFETADAS no podreis decir: NOS LO ADVIRTIERON.
Tú; sí, tú, el que me has eliminado el comentario. Preséntate y déjate caer por los alrededores de algún miembro de la bienllamada «casta». SERÁS BIENVENIDO.
¿NO OS DA VERGÜENZA SEGUIR TAPANDO LA VERDAD DE ESTA MANERA?
Digo lo que me sale de los cojones (a sabiendas que es verdad) porque se que me vais a fulminar el comentario al instante.
25 junio 2015 | 10:34
Hola Susanna
Me han pasado tu artículo. En nuestra fundación familiar Inversión y Cooperación nos dedicamos a promover el ahorro en la base de la pirámide.
Podría valer la pena que compartamos nuestra experiencia con World Vision por si hubiera alguna oportunidad de colaboración.
Ya colaboramos con Codespa, Ayuda en Acción, PLAN, Cesal, …
Un saludo
Jorge
25 junio 2015 | 17:38
Enhorabuena a estas mujeres extraordinarias de África que sacan adelante sus familias, que educan a sus hijos, que pasan su sabiduria a las siguientes generaciones, que colaboran con otras mujeres en los procesos y les facilitan los recursos…y a las mujeres cooperantes que las asesoran y ponen su esfuerzo y corazón en esta tarea.
25 junio 2015 | 19:33
Los microcréditos son únos préstamos pequeños que se dan para ayudar a las personas pobres a iniciar o mejorar una actividad económica.
No deben confundirse con los créditos rápidos que se comercializan es España bajo el nombre de microcréditos. No tienen nada que ver con los anteriores: no tienen una finalidad definida y sus condiciones de reembolso son a menudo abusivas.
Más información en mi blog: http://blog.francoiseclementi.com/2013/creditos-rapidos-y-microcreditos-3/
26 junio 2015 | 10:45
¡Gracias Jorge Bolívar!
Si te parece, puedes escribirme a comunicacion@wvi.org y vemos opciones de colaboración.
Juan Antonio, 1.000.000 de gracias por tu comentario, que nos anima a seguir adelante 🙂
Un abrazo,
Susanna
26 junio 2015 | 11:27