Cáncer de mama: nuevas formas de mirar

Por Cecilia Ramos Coronil Cecilia Ramos Delfo

Un día como otro cualquiera, allá por enero de 2014, mi trabajo me brindó uno de esos regalos que, con el paso del tiempo, valoro más y más. Aquel día supe que tenía que coordinar un proyecto para mejorar la calidad de vida de las mujeres con cáncer de mama. Sólo el nombre ya impacta, pues la palabra cáncer sigue generando inquietud y respeto solo con oírla.

Cartel para la prevención del cáncer de mama.

Cartel para la prevención del cáncer de mama.

Lo primero que pensé es ‘tiene que ser bonito y enriquecedor ese programa’, ‘un nuevo reto que abordar’, pero ¡uff!,  la pregunta era ¿será tan duro emocionalmente como parece?. Las reflexiones iniciales estaban llenas de interrogantes: ¿por qué un programa para trabajar con mujeres con cáncer de mama se aborda desde una perspectiva de género?

Tocaba ponerse al día sobre la enfermedad: ¿qué es?, ¿qué implica?, incidencia en la población, tratamientos, consecuencias etc.., es decir, conocer en profundidad para poder entender a una mujer cuando te habla de su enfermedad. Como bien saben las personas que lo padecen, todas tienen cáncer, pero cada una con apellidos diferentes.

Una vez conocidos los aspectos médicos, me centré  en el componente emocional y psicológico de la enfermedad, y ahí es donde adquirí plena conciencia de la importancia de los condicionantes de género a la hora de afrontar el cáncer de mama.

Una primera muestra de ello es la presencia, casi de forma generalizada, de un sentimiento de malestar emocional en todas las mujeres de los grupos producido por un cambio de papel al pasar de ser cuidadoras principales en su entorno a ser cuidadas en determinados momentos de la enfermedad. Los mandatos de género que tenemos asumidos como algo natural, nos dificultan que podamos desarrollar respuestas de afrontamiento sanas ante la enfermedad, pues, una vez más, la sombra de la culpa nos acecha cuando no cumplimos con nuestro rol aprendido como mujeres.

Son continuas las manifestaciones de esta culpa, por ejemplo, cuando las mujeres exponen los sobreesfuerzos que realizan para aparentar que todo sigue dentro de la normalidad, que nada ha cambiado y que tienen fuerza y entusiasmo para ocuparse de las cosas como lo hacían antes de la enfermedad, ya sean labores de cuidados, o el simple hecho de mantenerse activas sexualmente cuando no les apetece.

Siempre me ha fascinado la fuerza que un grupo de mujeres es capaz de generar como motor de crecimiento personal. En los grupos de mujeres con cáncer de mama el proceso personal realizado durante el trabajo grupal es un cuestionamiento de género que lleva a las mujeres participantes a un replanteamiento vital. Este es un trabajo largo, duro y en el que la fuerza grupal supone un elemento primordial, ya que se producen cambios personales que no siempre van acompañados de comprensión por parte del entorno.

Vivimos en una sociedad donde la enfermedad no es asumida como parte de la vida, y todos los esfuerzos se centran en superarla desde el punto de vista físico. El paso por el cáncer de mama, supone un tiempo en el que, obviamente, cada mujer se centra en su recuperación física, pero, a la vez, se produce un impás en la vida emocional, un pararse a pensar cómo he construido mi vida hasta este momento y cómo quiero que sea a partir de ahora. De ahí esa convicción profundamente expresada:  “hay un antes y un después de la enfermedad”. Y es en el “durante”, donde el trabajo que realizamos desde el programa ayuda a cada mujer a “situarse” y a “pensarse”. Cambian las prioridades y cambia la forma de situarse como mujeres en el mundo.

Es llamativo cómo en este camino cada mujer se coloca unas gafas violetas y deja de cargar a sus espaldas con los mandatos y estereotipos de género que han condicionado su vida, lo que lleva, en muchas ocasiones, a una reconciliación consigo misma, a un empezar a quererse tal y como se es, a reconciliarse con el cuerpo… Y, es por ello, que escuchamos frases como: “ahora miro por mi”, “ahora sé lo que realmente quiero”, “ahora soy más feliz”, o un simple “ahora me gusta mi pelo”.

Como profesional sólo puedo estar eternamente agradecida por todo lo que sigo aprendiendo con cada grupo de mujeres que  me  ayudan a tener una perspectiva diferente de la vida,  sin duda, más enriquecedora. Por ello, solo puedo decir GRACIAS.

manos con telefono-sin logos

Aquellas mujeres interesadas en participar en este programa pueden llamar al teléfono 608 53 42 27

Cecilia Ramos Coronil es coordinadora de proyectos de igualdad e inteligencia emocional de Delfo, S.L.

3 comentarios

  1. Dice ser antonio larrosa

    La personas que luchan por eliminar la enfermedad sea cancer o lo que sea sois admirables y todo lo que haceis no tiene precio en este mundo de egoísmos y odios.

    Clica sobre mi nombre

    30 abril 2015 | 20:30

  2. Dice ser Aran Romàn

    Hola Cecilia, me ha encantado tu artículo y creo k puede arrojar mucha luz sobre todo a la gente k se situa a tu lado en plena batalla o simplemente k les ha pillado el fuego cruzado. Creo k otra de las situaciones principales k marcan este camino tan inóspito es, sin duda la situación personal en la k te encuentres en el momento del diagnóstico y por último, decirte k en mi caso lo peor, aunke suene inkietante, esta siendo la curación, me explico, tengo secuelas de tal embergadura k me condicionan mi día a día hasta tal punto de no poder ejercer mi profesión, soy enfermera y eso está siendo lo más duro. Me encantaría k también investigaras sobre el «después», kizá así, alguien le diera más importancia y lo incluyeran como parte de un todo. Un saludo y abrazo. Aran.

    01 mayo 2015 | 11:32

  3. Dice ser Cecilia Ramos

    Aran Román, muchas gracias por tu comentario. Lo que dices, es algo que trabajamos cuando hacemos sesiones de seguimiento con los grupos. Por un lado, la importancia de mantener los hábitos saludables después de la enfermedad, y no dejarnos llevar por las rutinas anteriores, y por otro lado aprender a vivir con las secuelas y a veces las limitaciones físicas que nos deja el paso por la enfermedad,y como no, las emocionales. Comprendo perfectamente lo que dices, la mayoría de las veces nos centramos en el proceso de curación sin atender el cambio vital una vez superada la enfermedad y hay que volver a la cotidianidad. Es importante que no te centres en todas aquellas cosas que antes podías hacer y ahora no, y si dar una oportunidad a todo aquello que nunca hiciste por falta de tiempo, estrés etc y ahora puedas retomar…..

    04 mayo 2015 | 15:31

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