Archivo de abril, 2015

Cáncer de mama: nuevas formas de mirar

Por Cecilia Ramos Coronil Cecilia Ramos Delfo

Un día como otro cualquiera, allá por enero de 2014, mi trabajo me brindó uno de esos regalos que, con el paso del tiempo, valoro más y más. Aquel día supe que tenía que coordinar un proyecto para mejorar la calidad de vida de las mujeres con cáncer de mama. Sólo el nombre ya impacta, pues la palabra cáncer sigue generando inquietud y respeto solo con oírla.

Cartel para la prevención del cáncer de mama.

Cartel para la prevención del cáncer de mama.

Lo primero que pensé es ‘tiene que ser bonito y enriquecedor ese programa’, ‘un nuevo reto que abordar’, pero ¡uff!,  la pregunta era ¿será tan duro emocionalmente como parece?. Las reflexiones iniciales estaban llenas de interrogantes: ¿por qué un programa para trabajar con mujeres con cáncer de mama se aborda desde una perspectiva de género?

Tocaba ponerse al día sobre la enfermedad: ¿qué es?, ¿qué implica?, incidencia en la población, tratamientos, consecuencias etc.., es decir, conocer en profundidad para poder entender a una mujer cuando te habla de su enfermedad. Como bien saben las personas que lo padecen, todas tienen cáncer, pero cada una con apellidos diferentes.

Una vez conocidos los aspectos médicos, me centré  en el componente emocional y psicológico de la enfermedad, y ahí es donde adquirí plena conciencia de la importancia de los condicionantes de género a la hora de afrontar el cáncer de mama.
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Made in Dagenham: una huelga que hizo historia

Por Patricia AndersenPatricia Andersen

Las revoluciones de mayo de 1968 son famosas por el cambio en las políticas sociales que supusieron en toda Europa. Francia aparece a menudo como el origen de estas revueltas. Sin embargo, existe una película británica que nos muestra como un pequeño grupo de mujeres trabajadoras en la inmensa industria de Ford de Dagenham, al este de Londres, marcaron los primeros pasos para una de las luchas sociales que aún a día de hoy no ha terminado: la igualdad salarial entre hombres y mujeres.

Pago Justo. (c) ARP Sélection

Pago Justo. (c) ARP Sélection

Made in Dagenham (2010), de Nigel Cole, llegaría a España con el título Pago Justo. Las únicas 187 mujeres que trabajan en la empresa de Ford, que emplea a 55 000 operarios, se ven envueltas en las huelgas que colapsan el país. Lo que en un principio comienza como una lucha por lograr que se las considere mano de obra cualificada como a los hombres, acaba convirtiéndose en una lucha por la igualdad de salarios entre ambos sexos que llevará a este pequeño grupo de mujeres hasta el Ministerio.

Las 187 mujeres trabajaban elaborando las tapicerías de los asientos de los coches, en unas condiciones de trabajo más que mejorables y sin ser consideradas mano de obra cualificada que les permita un salario más justo y una remuneración adecuada para las horas extra por el simple hecho de ser mujeres.

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No son mercancía, son víctimas

Flor de TorresPor Flor de Torres 

El jueves pasado tuve la ocasión de asistir a un estremecedor y magnifico estreno en el Festival de cine de  Málaga que nos dejó a todos los asistentes sin palabras. El documental se llama ‘Chicas nuevas 24 horas’, y me conmovió e indignó a partes iguales. Al terminar, sólo pude abrazarme a Mabel Lozano, su directora, y darle las gracias por  compartir las historias de Yandy, Sofía, Ana Ramona o Estela. Las dos primeras son menores de edad, y todas ellas son víctimas de trata con fines de explotación sexual desde sus propios países. Un largometraje rodado en cinco países (Argentina, Paraguay, Colombia, Perú y  España) y que se  adentra en la selva del alto andino de Paraguay, que es triple frontera donde las mujeres son la misma mercancía que las drogas o las armas.

Fotograma de la película 'Chicas nuevas 24 horas' presentada por Mabel Lozano en el Festival de Málaga.

Fotograma de la película ‘Chicas nuevas 24 horas’ presentada por Mabel Lozano en el Festival de Málaga.

Cualquier víctima ha de ser oída  siempre en primera persona,  con la atención, empatía y sensibilidad que nos expresa Mabel  a través de sus voces. Son las palabras de estas cuatro supervivientes de la trata  la guía  del documental.  Mabel nos sitúa frente a frente a las víctimas invisibles de la trata de mujeres con fines de explotación sexual. Desnudas también en derechos.

Y lo hace con la perspectiva de un negocio mundial que mueve 32 millones de dólares al año, de los cuales una buena parte se inyecta con la connivencia de Europa, sólo por publicitar y ofrecer víctimas bajo títulos como el de la película que inspiró a su directora: “Chicas nuevas 24 horas”, recogido precisamente de las ofertas publicitarias. Y es que España tiene el vergonzoso honor de ser el tercer país consumidor  de este producto, precedido solo por  Tailandia y Puerto Rico.

Las dos terceras partes de víctimas de trata en el mundo son mujeres y de ellas el 79% lo son o lo serán con fin de explotación sexual. Son datos oficiales de Naciones Unidas. Por ello la trata es un crimen contra la mujer y con marcado componente de género. Exige un compromiso de los Estados de llevar la protección de las mujeres tratadas a todos sus extremos, al igual que se hace hoy ya  con las víctimas de violencia de género.
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Condiciones increíbles

@bdelabanda

Por Belén de la Banda 

Imagínate que en tu trabajo no te dejan ir al baño. Tampoco te dejan beber agua durante la jornada laboral: es para que no tengas que perder tiempo por ir al baño. No puedes parar de trabajar ni salir del edificio hasta que los encargados digan que has terminado tu jornada. Eso puede ocurrir después de doce horas, o de veinticuatro. Sólo te dejan diez minutos para comer, y tienes que hacerlo sin moverte de tu puesto. No puedes hablar con los compañeros. Nada de seguridad social, seguro médico, cotización ni derecho a asociarte a un sindicato.

Cartel de la campaña 'Se buscan fashion victims. Condiciones increíbles'

Cartel de la campaña ‘Se buscan fashion victims. Condiciones increíbles’

Son las ‘condiciones de trabajo increíbles’ que se plantean en una falsa oferta de empleo publicada esta semana por una campaña de sensibilización. Pero responden exactamente a las condiciones reales de trabajo que se ofrecen en las maquilas de Centroamérica, según documenta en un exhaustivo informe la investigadora Deborah Itriago. Las afectadas son mujeres en su abrumadora mayoría. Tienen su parte en el problema las leyes de los países, las políticas de las empresas, las condiciones de pobreza. Nada nuevo bajo un sol que ve lo mismo ocurrir en otras zonas del mundo. Pero también tenemos nuestra parte quienes compramos esa ropa.

Probablemente toda, o gran parte, de la ropa que llevas puesta ahora mismo la han fabricado mujeres que trabajan con estas ‘condiciones increíbles’, y que son las verdaderas víctimas de la moda. Hoy se cumplen dos años del hundimiento del edificio Rana Plaza, en Bangladesh, ocho pisos de talleres de sufrimiento que colapsaron causando 1127 muertes. Es difícil no sentir el hilo que nos relaciona con esas situaciones.

La campaña no sólo denuncia la situación, sino que ofrece una clarísima y viable alternativa. Es posible dar trabajo en la confección a miles de mujeres de forma digna, con las propuestas de comercio justo. Para muchas mujeres, éstas sí son condiciones increíbles de trabajo: un salario digno e igual para mujeres y hombres, una organización cooperativa donde se reparten y reinvierten los beneficios, la seguridad de que se permite la asociación laboral y de que no se produce explotación infantil… Hay ya muchas iniciativas internacionales y locales que garantizan todo esto.

A pesar de lo que nos digan, es posible vestirse con conciencia. Es importante buscar la información y la ropa que ofrece a las trabajadoras condiciones increíblemente dignas.

Más información en la página de la campaña ‘Se buscan Fashion Victims‘ y en el Fashion Revolution Day que se celebra hoy en varias ciudades del mundo.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Discriminación por maternidad

Por Dori Fernández Dori Fernández

Unos días atrás escribí sobre lo que significa una vida entregada a cuidar (gratis) de los demás y las consecuencias nefastas que ello tiene para estas personas (en su mayoría mujeres) y para toda la comunidad. Con este sistema que responsabiliza del cuidado a las familias (en su mayoría mujeres), se va configurando cada día una sociedad profundamente injusta y desequilibrada: hombres sustentadores frente a mujeres cuidadoras y reproductoras, eternamente dependientes económicamente de los primeros. ¿Así es como queremos que sea? Les adelanto que los datos del CIS apuntan a que no.

Según el Barómetro del CIS de Marzo de 2010, dedicado a la igualdad de género, el 94,8% de los hombres y el 95,0% de las mujeres se muestra a favor de la igualdad total entre hombres y mujeres. En concreto, el 68,9% de los hombres y el 74,8% de las mujeres declara que su familia ideal es aquella “en la que los dos miembros de la pareja tienen un trabajo remunerado con parecida dedicación y ambos se reparten las tareas del hogar y el cuidado de los/as hijos/as, si los hay”

La lentitud de los avances sociales. Imagen de Dori Fernández.

La lentitud de algunas conquistas sociales. Imagen de Dori Fernández.

Además de esa reflexión que dejo al tiempo que cada cual le quiera dedicar, hoy voy a ir un paso más allá en este nuevo intento de hacer entender a quienes tengan la deferencia de pararse a leer, que si hombres y mujeres no nos ponemos codo a codo en el cuidado de nuestras criaturas, personas mayores y personas dependientes, no avanzaremos como civilización y no terminaremos con la injusticia más sangrante que sufren todas las mujeres del planeta, cimiento –por cierto- de la violencia machista: la discriminación por maternidad, esa que tuvo nombre y apellidos en la prensa gracias a la Sra. de Oriol.

Precisamente, estos días en la plataforma PPiiNA estamos de campaña contra la #DiscriminaciónPorMaternidad (pongo el hashtag para que la sigan en twitter si lo desean), un problema que afecta solo y exclusivamente a las mujeres que son madres, a las que quieren serlo y –ATENCIÓN-a todas las mujeres en general. 
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Mujeres sobre la Tierra

Por Cecilia Carballo CeciliaCarballo

Hoy es el día de la Tierra y me gustaría reflexionar sobre las implicaciones de las mujeres en el desarrollo sostenible. Especialmente, en un mundo que transita hacia modelos «deseablemente» mejores y más equitativos. Las mujeres debemos ser parte de las transformaciones económicas, sociales y políticas de las transiciones hacia nuevos modelos productivos. Modelos productivos que cambien la matriz energética de la que dependen y que «venden» una idea falsa de progreso. El cambio y la transición no tiene sentido sin visibilizar y preconizar el rol de las mujeres en la configuración de estos nuevos procesos de desarrollo.

Una mujer trabaja la tierra en Guinea Bissau. Imagen: Alianza por la Solidaridad.

Una mujer trabaja la tierra en Guinea Bissau. Imagen: Alianza por la Solidaridad.

Esto pasa por mejorar no sólo nuestras capacidades, sino por permitirnos participar como agentes del cambio. Las mujeres innovamos, diseñamos, educamos y somos capaces de formular la transición con un alto valor añadido. No somos sólo receptoras de los cambios que vivimos, somos partícipes y en muchos sitios, incluso de manera invisible -lideramos estos cambios.

En el día de Tierra es necesario recordar también, que las mujeres somos más vulnerables a los efectos nocivos del cambio climático y, seguimos excluidas en muchos lugares del desarrollo tecnológico. Contamos con habilidades únicas y específicas para afrontar y combatir el cambio climático, sobre todo el conocimiento de los ecosistemas locales, la agricultura y el manejo de recursos naturales. Somos emprendedoras en tecnología limpia y empresas que hablan de otra economía, de una economía más colaborativa y con baja huella de carbono.

Pese a que la brecha de género en la industria de las energías limpias habla de una mayor integración laboral, aún estamos sólo en el 25 % del conjunto de la mano de obra empleada por el sector. Sin embargo, es evidente que la integración de las mujeres en todos los niveles de la cadena de valor de la energía dará lugar a iniciativas más eficaces de energía limpia. Es evidente que con nuestra integración, habrá mayor retorno de las inversiones, aumentando su sostenibilidad y ampliando las oportunidades de reducción de emisiones.

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El arte resiliente femenino: otra manera de mirar hacia Oriente Medio

Por Almudena Díaz PagésAlmudena Díaz Pagés

El Instituto de Culturas del Islam de Paris ofrece desde ahora y hasta finales de julio la exposición ‘Cherchez l’erreur’, una muestra sobre cómo la guerra y las revoluciones árabes en Oriente Medio han impactado sobre la creación artística. ¿La particularidad?: todas las artistas expuestas son mujeres, y sus testimonios, ofrecen una mirada muy distinta de la habitual sobre la guerra en Oriente Medio. Una llamada al sentido común sobre qué significa sobrevivir bajo conflicto más allá de lo que cubren tradicionalmente los medios.

El Women on Walls es un festival femenino de graffitis, en las paredes de Egipto y Jordania

El Women on Walls es un festival femenino de graffitis, en Egipto y Jordania

De acuerdo a la comisaria de la exposición ‘Cherchez l’erreur’, Michket Krifa, ‘la expresión artística femenina difiere de la masculina en gran medida porque las guerras y las revoluciones en la región, han supuesto una reconfiguración de la escena artística’. Las artistas de Oriente Medio, expuestas a la cotidianeidad de la violencia y a cómo ésta les afecta especialmente por su condición de género, buscan convertirse así en altavoces de la resistencia de la sociedad civil al horror de la guerra. Para la comisaria, dos factores determinan esta manera de mirar hacia Oriente Medio: ‘Las mujeres toman menos las armas, y por ello sus obras están más ancladas en lo cotidiano’. Además, ‘para estas artistas la creación subversiva es una manera de luchar por la defensa de sus derechos en un contexto en el que, el aumento de la violencia y la guerra implican como es habitual, una gran amenaza para su estatus quo como mujeres’.

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Las más buscadas

Por Susana ArroyoSusana Arroyo

A Betina Cruz la persiguen por defender los derechos humanos de los pueblos indígenas en México. A Teresa Muñoz se le busca por proteger los recursos naturales y enfrentarse a la Minera San Rafael, en Guatemala. A su compatriota Yolanda Olequí, lideresa del movimiento pacífico de San José del Golfo y San Pedro Ayampic, se le acusa de secuestro, coerción y amenaza en contra de los trabajadores de la minera EXMIGUA. Hace tres años intentaron matarla.

En América Latina hay cientos de Betinas, Teresas y Yolandas. Mujeres defensoras de derechos cuyas luchas son convertidas en delitos con un propósito claro: amedrentarlas. Su lucha por la libertad, la vida digna y el derecho al agua y la tierra, incomoda. Ellas contravienen los intereses de los sectores de poder y a ellos eso les arde.

Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en este lado del mundo, las amenazas, asesinatos y ejecuciones extrajudiciales de defensoras y defensores de derechos no sólo son frecuentes, sino que reportan un aumento en los últimos años. Sí, es tan increíble como intolerable.

Las mujeres que exigen el derecho a la igualdad y luchan para acceder a la propiedad de la tierra son con frecuencia víctimas de presiones y amenazas. Habitualmente se les restringe su libertad de asociación, se las detiene arbitrariamente y son expuestas a procesos penales infinitos y fuera de la legalidad. En síntesis: las convierten en criminales, como le pasó a Rocío, como le pasó a Máxima.

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Maxima Acuña, lideresa campesina amenazada por enfrentarse a un proyecto minero en Perú. (C) Mauro Rojas

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En ninguna parte

Angelica Guzmán

Por Angélica Guzmán

Recientemente, mientras leía una noticia sobre la situación de los inmigrantes que intentan llegar a España recordé unas jornadas a las que tuve la oportunidad de asistir hace algunos años. Me resultó especialmente llamativa una de las ponencias en las que se destacaba cómo a menudo las mujeres que emigran tienen que enfrentarse a la doble discriminación: ser mujeres e inmigrantes. ¿También hay diferencias en este aspecto? ¿Acaso no afecta igual a hombres que a mujeres? Sin duda, un proceso migratorio siempre es difícil, cuanto menos, pero efectivamente, también aquí se observan diferencias en las dificultades a las que tienen que hacer frente hombres y mujeres.

Imagen del Centro Pueblos Unidos

No hay proceso migratorio fácil. Imagen del Centro Pueblos Unidos

En primer lugar, el proceso migratorio en sí, que en función del país de origen se torna aún más peligroso y tortuoso, si cabe, en el caso de ser mujer. Tristemente ya nos hemos acostumbrado a las historias de inmigrantes que llegan (en el mejor de los casos) a nuestras costas, pero esa es  sólo la parte visible (y no siempre) de un camino. Un camino que para muchas mujeres africanas que intentan llegar a Europa, supone un periodo de más de dos años en los que fácilmente son víctimas de agresiones sexuales, y a menudo son obligadas a “vivir” bajo los designios de un hombre mientras esperan poder continuar su camino; designios que en este caso bien podría ser un eufemismo de prostitución.

Aunque no todos los procesos migratorios suponen pasar por este tipo de situaciones ¡Menos mal! No hay proceso migratorio fácil. Siempre supone afrontar una fase de duelo al abandonar el país de origen, la propia cultura, el entorno, la familia, lo que a menudo incluye pareja, hijos/as y seres queridos. Ya de por sí no es una puesta en marcha sencilla, pero esto no ha hecho más que empezar.  A continuación llega el “aterrizaje” en un país diferente, en principio con mayores oportunidades pero habitualmente con asentados prejuicios.

En el caso de las mujeres, además de luchar contra los prejuicios culturales, a menudo también han de hacerlo contra estereotipos sexistas. Mujeres que en ocasiones sufren en silencio situaciones de violencia ante el miedo a denunciar por no “tener papeles”. Mujeres que escuchan frases como “¿A quién van a creer? ¿A ti que eres una …. o a mí que soy español?”. Mujeres que a menudo vienen con una arraigada cultura machista en la que se les ha enseñado a aguantar cualquier situación, cualquier agresión. Mujeres que son increpadas cuando intentan ejercer sus derechos, cuando intentan protegerse en un país en el que, a pesar de las continuas muertes, hay una Ley contra la Violencia de Género.

Mujeres que tienen que justificarse por ir a denunciar, y que a menudo sienten la carga de que su denuncia suponga un problema en la tramitación de la nacionalidad de su pareja. Mujeres sobre las que siempre recae la sospecha de qué pretenderán con la ruptura, y las constantes acusaciones de beneficiarse de un sistema que “no les pertenece”. Si total… “Aquí están mejor que en su país, ¿qué más quieren?”

¿Qué más quieren? ¿Qué más querrías tú?

Angélica Guzmán es trabajadora social y psicóloga, fundadora de yomeencargo.es, y por encima de todo, fiel creyente de que otro mundo es posible.

42 años en la piel de un hombre

Por Silvia Martínez Valero Silvia Martínez Valero

Hace unos días le era entregado a Sisa Abu Dauh, una valiente mujer que había pasado los últimos cuarenta y dos años en la piel de un hombre, el premio a la madre egipcia más extraordinaria. Nacida en 1950 en un poblado de campesinos llamado Al Aqaltah, Sisa nunca pudo salir para ir a la escuela o aprender un oficio como hacían los muchachos. En lugar de aquello, hubo de quedarse en casa y contraer matrimonio con un hombre bastante mayor que ella y que falleció durante el embarazo del que sería su único descendiente. Todo lo que se esperaba de ella era formar un hogar y, sin embargo, en aquel momento Sisa se encontró con una grave dificultad; criar a su hija sola.

Sisa recibe el premio a la madre más excepcional. Imagen de girlsglobe

Sisa recibe el premio a la madre más excepcional. Imagen de girlsglobe

Su familia le denegó enseguida la propuesta de trabajar para ganar algo de dinero ya que alegaban que era inaceptable la idea de que una mujer saliera diariamente a ganarse el jornal. Lo que debía hacer, de inmediato y sin protestar, era entregar a la niña a la familia de su difunto esposo.

Así, Sisa se vio obligada a comprender que la única manera de ver crecer a su niña en un mundo de hombres, era transformarse en uno. Se afeitó completamente la cabeza, se acomodó un turbante alrededor, se camufló lo mejor que pudo y salió a buscar empleo. Trabajó en el campo, en la construcción, como limpiabotas… No le hizo ascos a nada y fue sacando la fuerza de la mirada de su pequeña cada mañana.

Nunca se preocupó demasiado por ocultar su aspecto y en ocasiones fue descubierta. Por ello, en su día a día no debía procurar solo la seguridad y bienestar de su hija, sino que además debía velar por su propia integridad física; viéndose presa de la angustia en más de una ocasión.

Era mujer, sí, pero en su vida desempeñó sus trabajos como el mejor de los varones. “Era joven y todavía tenía la fuerza de diez hombres. Me partí el lomo como el que más”. Su condición femenina era un secreto a voces, sin embargo, ella nunca se quitó su falso atuendo ni reconoció o desmintió nada. Aquella era ya su piel.

A día de hoy, cuarenta y dos años más tarde, nadie le cuestionaría a Sisa su capacidad para trabajar o criar a su hija en perfectas condiciones; nadie dudaría que puede realizar las mismas tareas que un hombre y, aún así, nadie se lo permitió. Tuvo que demostrarlo de la manera más eficaz y, en su caso, la única posible; haciéndolo. Aun ahora, es ella la que se levanta cada mañana y se deja la piel en la calle para que la familia de su hija coma porque su marido, el “hombre de la casa”, está en paro. Y lo hace vestida de varón, como toda la vida porque sabe que no puede arriesgarse a que todo lo que ha conseguido se desvanezca al quitarse el disfraz.

Ojalá llegue el día en el que una mujer pueda hacerse cargo de su familia y de su vida sin dar cuentas a nadie. Ojalá pueda hacerlo sabiendo, ella y todo el mundo, que es una mujer. Mujer en todos los sentidos.

Silvia Martínez Valero es una joven estudiante y constructora de historias.