Cuatro motivos por los cuales cuidar a tu abuela es una cuestión de desigualdad internacional

 Por Almudena Díaz Pagés Almudena Díaz Pagés

Uno: la feminización de la migración. A pesar de que en las últimas décadas las migraciones internacionales han aumentado notablemente (según datos recientes de Naciones Unidas, 200 millones de personas el 2013), se dice que se han “feminizado”, no porque se haya acentuado el número de mujeres que emigran, sino porque en la actualidad, éstas que lo hacen de manera autónoma, solas, dejando a familiares dependientes en su país de origen, por razones económicas y no de reagrupación familiar: se convierten así en migrantes económicas y las nuevas cabezas de familia.

'Las trabajadoras del hogar son trabajadoras, no esclavas'. Imagen de www.cam111.com

‘Las trabajadoras del hogar son trabajadoras, no esclavas’. Imagen de www.cam111.com

En España, como en muchos otros países del Norte, esta feminización de las migraciones está relacionada con las transformaciones del mercado de trabajo de las últimas décadas y con una de sus consecuencias, la llamada crisis del cuidado: “ante una sociedad cada vez más envejecida, una población femenina que, tradicionalmente encargada de las tareas reproductivas y del hogar, deja de lado este rol y se centra en su carrera profesional, y un Estado del Bienestar mermado que relega esta necesidad social a la esfera privada; cada vez es mayor la demanda de mano de obra en estos llamados trabajos del cuidado”.

Dos: la transferencia de las tareas del cuidado. Dado que el trabajo reproductivo desarrollado en los hogares está falto de mano de obra en los países del Norte, son las mujeres migradas las que, ante las escasa oportunidades laborales en sus países de origen, asumen  este trabajo mal remunerado y despreciado socialmente. Surgen así las llamadas cadenas del cuidado: “una transferencia de los cuidados de unos hogares a otros realizada de una manera que ahonda en las desigualdades entre familias del Norte y el Sur, y refuerza el pacto social sexista sosteniendo el reparto desigual de compromisos y tareas entre hombres y mujeres


Tres: la precariedad laboral en los países receptores. De acuerdo a un reciente estudio, la situación laboral de las mujeres migrantes en España viene marcada por condiciones precarias en términos de tipo de ocupación, sobre-cualificación, inestabilidad etc. Pero sobre todo, por la nacionalidad: “la demanda de empleo en determinados sectores que la población       autóctona no cubre en España, se convierte en nicho de ocupación para personas extranjeras procedentes de países con inferiores o escasas oportunidades laborales, y un peso singular de la concentración sectorial en el empleo de estas mujeres lo acapara precisamente el sector del cuidado y servicio doméstico”.   

De hecho, tal y como denuncia el último informe de ONU Mujeres sobre cadenas globales del cuidado en España: “el reglamento del empleo del hogar, la ley de dependencia y las políticas de igualdad y extranjería son aspectos clave ya que limitan el acceso a la   igualdad de género de las mujeres migrantes (por ejemplo, las mujeres inmigradas son más vulnerables a la discriminación laboral, el acoso y la violencia y no son consideradas beneficiarias de la Ley de Igualdad en caso de estar en situación irregular), y son una causa de la organización social desigual de los cuidados actualmente.”

y cuatro: la desigualdad de género y social. A pesar de que el aumento de la fuerza de trabajo inmigrante femenino en España pueda confundirse con una mejora en el reparto de la carga de tareas domésticas para las mujeres autóctonas; y que la ocupación (aunque precaria) pueda implicar un efecto emancipatorio sobre las trabajadoras inmigradas la realidad es que las mujeres siguen siendo las principales responsables de las tareas del cuidado. Invisibilizar este hecho no sólo es obviar la realidad social de la desigualdad de género que a día de hoy continua caracterizando el mercado laboral español, sino que es además ahondar en las desigualdades sociales que sufre uno de los colectivos más vulnerables: el de los trabajadores inmigrados.

Hay que seguir sensibilizando sobre la importancia social de los trabajos del cuidado, además de seguir luchando por la redistribución igualitaria de las tareas domésticas en el hogar y la mejora de la eficacia de las políticas de conciliación entre la vida laboral y familiar; y hay que acabar con la discriminación  asociada a la condición de migrante y promover de forma activa la movilidad laboral de estas mujeres hacia otros sectores laborales. Y para ello, entre otras muchas cosas, hay que incluir el análisis de género en las políticas de extranjería.

Almudena Díaz Pagés es politóloga y especialista en Relaciones Internacionales. Editora de Género de la plataforma United ExplanationsEsta entrada es una adaptación del artículo ‘La mujer trabajadora inmigrada: principal víctima de la precariedad laboral, publicado originalmente por el Proyecto Proxi.’

8 comentarios

  1. Dice ser petunia

    Estoy totalmente de acuerdo… pero ¿quien de nosotros dejaría el cuidado de nuestros hij@s y mayores a cargo de un hombre desconocido?
    Yo no digo nada y lo digo todo….

    16 marzo 2015 | 08:47

  2. Dice ser Vanessa

    Un tema interesante sobre el que informarse. Lamentablemente el artículo está mal escrito y el argumento que plantea pobremente expuesto, por lo que resulta tedioso de leer e inconsecuente.

    16 marzo 2015 | 10:32

  3. Dice ser petunia

    que guay… me han censurado mi comentario…. bueno pues ahora pregunto a la redactora… ¿acaso lo que he dicho no es un motivo para que el cuidado de los mayores/pequeños recaiga en las mujeres?
    ¿y si pregunta a sus conocidos… creen que responderán con un sí o un no a lo que yo he dicho??

    16 marzo 2015 | 15:28

  4. Dice ser Tapón de vino

    Igual esto sucede porque es el hombre el que trabaja fuera de casa 12 horas diarias y no dispone de tiempo para realizar tareas de cuidado, mientras la postura cómoda de algunas mujeres es estar en casa haciendo labores del hogar (que no se tardan tanto en hacer, yo trabajo y llevo mi casa solo).

    Suena arcaico pero es la realidad, guste o no a núcleos feministas.

    Eso por una parte y por otra, yo siempre he dicho que una sociedad determina su nivel de ética y moral por como trata a sus mayores, en España por ejemplo, es el país de «aparcar» al abuelo/a en la residencia en cuanto no puede valerse por sí mismo y ya nos molesta (aunque sea mínimamente) para poder seguir con nuestra vida normal, o directamente hacemos como dice el post y contratamos una cuidadora extranjera a la que apenas conocemos para que se pase las 24h con el anciano y ahí le dejamos a su suerte.

    Cuando nuestros padres y abuelos nos cuidaban a nosotros no parecía tan duro ¿Verdad? ¿No merecen que hagamos lo mismo por ellos? Y no 20 años como hicieron con nosotros, el anciano dependiente sabemos todos que a mucho alargar vivirá 10 años más. Además la excusa de falta de tiempo por trabajo o lo que sea no es excusa y menos en núcleo familiares con varios adultos, porque bien que hay familias monoparentales y ahí no parece haber problemas de tiempo para cuidar hijos.

    El 99% de españoles no tenemos ni idea de lo que es el sacrificio.

    16 marzo 2015 | 16:27

  5. Dice ser Tapón de vino

    Censurando se consigue perder credibilidad.

    Por cierto, el post, basura.

    16 marzo 2015 | 16:36

  6. Dice ser Elena h

    Unos de los temas clave donde incidir: reconocimiento y valoración de las tareas del cuidado a las personas.

    16 marzo 2015 | 18:54

  7. Dice ser Paz

    El meollo de la cuestión es la valoración y el prestigio de estos trabajos.
    El cuidado de personas es como otro trabajo, igual de bien o mal pagado.

    Efectivamente, luego entra cada familia a tomar la decisión que mejor les convenga, que no tiene por qué coincidir con el interés del que es cuidado.

    En esta vida todo es cuestión de incentivos.

    17 marzo 2015 | 10:52

  8. Dice ser ana

    Estara mejor o peor redactado, pero los links que incluye son para quien de verdad quiere entendernos y profundizar, quien tiene el atrevimiento de hablar por l@s demas ( me refiero a los comentarios) por lo menos que se informe, me parece que mucho se basa en prejuicios y dudo que algun@ de vosotr@s haya estado en la piel de una mujer, migrante.

    21 marzo 2015 | 11:28

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