Nos tragamos nuestros problemas como fufu

Por Marijke DeleMarijke Deleu pq

Cuando nos planteamos investigar la protección a civiles en la República Democrática del Congo este año, vimos la necesidad de poner el foco en las mujeres. Esto ha significado priorizar su participación en nuestra investigación y planificar su inclusión en cada paso del proceso que llevaría a la publicación.  Nos planteamos cómo reclutar y entrenar a las asistentes de investigación, cómo recoger los datos (las preguntas que se formulan, la selección de participantes y el contexto en el que se recogen), cómo analizar los datos y cómo escribir.

Las mujeres del Este de la República Democrática del Congo se exponen al peligro durante sus desplazamientos al campo. Imagen de Oxfam.

Las mujeres del Este de la República Democrática del Congo se exponen al peligro durante sus desplazamientos al campo. Imagen de Oxfam.

El proceso comenzó con la búsqueda de investigadoras. Queríamos que fueran al menos el 50%: animamos a las mujeres a presentarse a los puestos de investigación, y aplicando criterios de discriminación positiva aceptamos para la entrevista a todas las mujeres que cumplían los criterios básicos. Muchas mujeres se presentaron, pero cuando se dieron cuenta de que el trabajo de campo sería prolongado (entre 14 y 21 días) muchas nos dijeron que no podrían dejar sus casas tanto tiempo. Al final, el equipo de investigación se compuso de 7 mujeres y 15 hombres. Las mujeres fueron el 32% del equipo, una representación aceptable pero que no llegaba a los estándares que nos habíamos propuesto.

Durante la formación inicial de los investigadores nos aseguramos de que el género se incluía como prioridad. Pero enseguida nos dimos cuenta de que teníamos mucho por hacer: durante la cena, después de un largo día de formación, tuvimos una conversación sobre los roles de hombres y mujeres en el hogar. Uno de nuestros asistentes de investigación declaró: ‘Yo nunca podría lavar la ropa interior de mi mujer’. Mi colega Florentin, el supervisor de investigación de Kivu Norte, lo retó en términos expeditivos: ‘Yo lavo la ropa interior de mi mujer’. A medida que la conversación avanzaba, me sentía orgullosa de ver cómo un compañero discutía apasionadamente en favor de la igualdad en casa, una discusión que había comenzado por la ropa interior de su esposa.

Un grupo de mujeres comparte sus preocupaciones sobre la seguridad en un grupo focal. Imagen de Oxfam.

Un grupo de mujeres comparte sus preocupaciones sobre la seguridad en un grupo focal. Imagen de Oxfam.

Ya en el terreno, comenzamos a organizar grupos focales sólo de mujeres. Ellas compartían: compartían mucho, y lo que decían nos abría los ojos. Nos decían que son ellas quienes trabajan en el campo y se ponen en riesgo tanto en las largas caminatas y durante las horas que pasan en los campos, además de cargar el peso del trabajo doméstico también. Nos dijeron cómo,  a pesar del hecho de que sufren más amenazas  para su seguriad, no se les invita a las reuniones sobre justicia o protección. Nos contaron que no pueden hablar con las autoridades cuando tienen un problema y que es frustrante ver que sus preocupaciones no se toman en serio. Hablaron de la escala y variedad de retos a los que se enfrentan las mujeres: grupos armados, violaciones, abuso doméstico, la necesidad de huir de sus casas, y la incapacidad para ahorrar o gestionar su propio dinero.

Una de las mujeres con las que hablamos resumía su experiencia diciendo: ‘nos tragamos nuestros problemas como fufu‘, (un alimento básico local que se come como pasta). La expresión comunicaba un fuerte sentido de que las mujeres se tienen que guardar los problemas para ellas mismas, que no pueden compartirlos con nadie. Es una metáfora que ha permanecido en nuestro equipo de investigación mucho después de que terminara el trabajo de campo.

Las historias compartidas en los grupos focales rompían el corazón, pero aún había mucho más. Sólo cuando nuestra responsable de medios, Passy, habló con las mujeres de una en una nos dimos cuenta de que, a pesar de que se estaba compartiendo mucho sufrimiento, estas mujeres no estaban contando lo peor. Una mujer le contó que una niña de 12 años de su pueblo se había suicidado después de que le dijeran que tendría que casarse con su violador. Otra mujer dijo que las violaciones son tan comunes que ella siempre lleva condones: si un hombre intenta violarla, ella le dice que es seropositiva y le pide que use un condón.

Una mujer asiste a una reunión con su bebé. Imagen de Oxfam.

Una mujer asiste a una reunión con su bebé. Imagen de Oxfam.

Nuestro informe no iba a ser sobre mujeres, aunque teníamos intenciñon de integrar una perspectiva de género. Pero las experiencias de las mujeres terminaron ocupando un espacio mucho más importante una vez que nos dimos cuenta de lo que están sufriendo las mujeres en la zona Este de la República Democrática del Congo, tanto dentro como fuera de sus casas.

Las voces de las mujeres surgen con fuerza para denunciar la situación de seguridad. Sus voces influyen en nuestra forma de enmarcar nuestras recomendaciones: pedimos que las mujeres tengan más acceso a los recursos, que asuman roles de toma de decisión en las estructuras estatales y tradicionales, para que puedan renacer y para que la desigualdad que lastra a la sociedad de esta región pueda traducirse en derechos.

Marijke Deleu es asesora de políticas de protección en el programa de Oxfam en la República Democrática del Congo.  

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