Archivo de octubre, 2014

Dime qué impuestos pagas…

Por Déborah ItriagoDéborah Intriago

Una madre soltera, con dos hijos y bajos ingresos, podría estar pagando más impuestos que una familia tradicional de clase media con un solo hijo. Esto es lo que puede que esté pasando en muchos países de América Latina, donde el diseño del sistema tributario no tiene en cuenta la situación de miles de mujeres que, por mucho que nos duela, siguen siendo víctimas de salarios bajos y empleos precarios e inestables, escasas oportunidades, techos de cristal y serias limitaciones a la representación sindical.

Muchas de las políticas fiscales modernas (impuestos y gasto público) siguen estando profundamente influidas por la vieja concepción que el hombre es el único proveedor del hogar, y por ello es el sujeto que interactúa económicamente con el mercado y el Estado. El problema es que si las políticas fiscales no reconocen los condicionamientos impuestos al colectivo femenino se amplían las diferencias entre hombres y mujeres, en lugar de disminuirlas. En Bolivia, por ejemplo, no existen beneficios fiscales asociados a circunstancias personales (como por ejemplo las cargas familiares, el número de hijos e hijas, la jefatura única de hogar o el grado de minusvalía de una persona).

Esto, junto con los déficits de políticas robustas en materia de cuidado infantil y atención a la tercera edad, supone una carga particularmente negativa para el creciente número de hogares monoparentales en la región latinoamericana encabezados por mujeres que afrontan solas la doble tarea de la supervivencia económica y el cuidado de sus familiares e hijas e hijos.

(c) Percy Ramírez / Oxfam Intermón

En América Latina, muchos hogares están encabezados por madres que afrontan solas la doble tarea de garantizar la supervivencia económica y el cuidado de la familia (c) Percy Ramírez / Oxfam Intermón

La política tributaria puede ser más injusta para las mujeres que para los hombres dados sus diferentes patrones de consumo, las actividades económicas que suelen emprender o debido al rol de “cuidadoras” que por defecto les ha sido atribuido. Si a eso le unimos un gasto público escaso que dificulta, por ejemplo, que puedan llevar a los bebés a la guardería o a las personas dependientes a centros de día, lo que tendremos será un sistema fiscal que es un obstáculo más en el camino hacia la autonomía de las mujeres. Frente a políticas públicas ignorantes, ellas se verán obligadas a elegir trabajos informales, medias jornadas y, en consecuencia, escasos derechos. Por el contrario, un sistema fiscal sensible al género puede ser una herramienta potente para superar las desigualdades. En Canadá, por ejemplo, un estudio señala que la decisión de crear un régimen individualizado para el impuesto sobre la renta en la década de 1980 contribuyó significativamente a incrementar la participación de las mujeres en el mercado laboral.

“No solo en lo social se juega lo social”, dijo la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena. Y es que todavía falta mucho para que terrenos tradicionalmente “masculinos” como la economía o la fiscalidad, se analicen desde una perspectiva de género superadora. El informe que acaba de sacar Oxfam intenta aportar un grano de arena a este tema y plantea una batería de preguntas que ayuden a explicitar los déficits ocultos de las políticas fiscales que son un obstáculo para el máximo aprovechamiento del potencial de las mujeres y, en definitiva, para reducir las brechas entre hombres y mujeres.

 

Déborah Itriago es investigadora en Oxfam y coautora del informe “Ajustar la lente: Fiscalidad desde un enfoque de género”.

 

Pizarras en el baño

Por Belén de la Banda @bdelabanda

Hace un par de semanas fueron los mensajes de Boa Mistura en los pasos de peatones de Madrid. Hace un par de días, unos pequeños  carteles de pizarra pegados en las paredes, los espejos y las puertas de un baño público, que llamaban la atención sobre datos estadísticos. Estas pequeñas pizarras generaron a las puertas del servicio un pequeño baño-fórum (si es que esta combinación de palabras puede existir) sobre el alcance real de las cifras, las distintas posibilidades de autoría de la obra de arte, y la necesidad de publicitar datos como éstos también en el servicio de caballeros (donde al parecer sí había otras pizarras que no tuve ocasión de ver).

Aquí una representación de estos mensajes:

collage

Textos de denuncia encontrados en un baño público de Madrid. Collage de Anasara Lafuente.

Muchas veces las estadísticas me dejan fría. Y especialmente las que no me afectan directamente. Pero las pizarras me han dado mucho que pensar. En contadísimas mujeres poderosas codeándose con la élite mundial en Davos cada año. En miles y miles de madres, tías, abuelas, hermanas, que trabajan en todo el mundo cuidando de otros sin remuneración. En una compañera periodista que de repente se enteró un día de que su compañero de al lado en el periódico, que hacía lo mismo, ganaba más que ella.  En casos concretos, cercanos y lejanos, que al parecer son prototipos universales.

Por eso se agradecen estas pequeñas llamadas de atención. Y la sensibilidad de darles formas llamativas y colocarlas en lugares que no son los que esperaríamos, lugares no publicitarios que mantienen intactas todas sus propiedades comunicativas.

Porque no deberíamos cansarnos de escucharlo mientras no esté resuelto. Que existen en nuestro mundo intolerables desigualdades (riqueza extrema y pobreza extrema) es no sólo una realidad demostrada, sino uno de los principales obstáculos para el desarrollo y la vida digna de millones de personas. Quienes cuentan con el poder consiguen que las reglas del juego se escriban a su favor. Quienes más tienen siempre reciben más. Son muchos los estudios que así lo demuestran, entre ellos el informe IGUALES que hoy publica Oxfam Intermón en todo el mundo, y que será objeto de debate esta tarde. Una de las preguntas que se hará en este debate es cómo es posible que sólo 85 personas tengan tanta riqueza como la mitad de la poblacion mundial.

Esta desigualdad es evitable. La que separa a los ‘milmillonarios’ de las personas de a pie. La que separa a quienes deciden de quienes sobreviven. Como dice la pizarra en forma de estrella, muy pocas de las que deciden son mujeres. Por eso es más fácil que las reglas no se adapten a sus necesidades, ni sus sueldos al equilibrio imprescindible. Por eso su trabajo tiene más posibilidades de ser peor pagado, o no remunerado en absoluto, como dicen las otras dos pizarras.

Conocer y pensar los datos es un buen primer paso para mejorar la realidad. Gracias a esa mano anónima repartidora de golpes de conciencia en forma de inocentes pizarras.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón

El pasado irrepetible

Por Mariana Vidal Mariana Vidal

La última novela de Nativel Preciado, ‘Canta sólo para mí’, cuenta una historia protagonizada por una fotógrafa en un mundo de hombres, al final de la dictadura franquista. En sus páginas no sólo se lee una historia de ficción basada en un contexto que existió y que evidentemente la autora conoce bien. También se intuyen muchas de las realidades que, en muy pocos años en España, han cambiado. Y, tristemente, se comprueba que el enorme esfuerzo de las mujeres por conquistar derechos en la época de la dictadura franquista y en la transición no es suficientemente reconocido ni valorado en nuestro tiempo.

Portada de la novela 'Canta sólo para mí' de Nativel Preciado.

Portada de la novela ‘Canta sólo para mí’ de Nativel Preciado.

Probablemente el peor defecto de la novela de Nativel Preciado es que es demasiado corta. Porque hay muchas situaciones en las que sería imprescindible tirar de todos los posibles hilos para entender el entorno real de los personajes, especialmente el de la protagonista. Rodeada por su trabajo de todos los estereotipos del machismo, mantiene una cierta libertad personal, que se ve puesta en cuestión sólo por una dependencia afectiva.

Cuánto se podría decir sobre las limitaciones de la educación de mujeres como esta fotógrafa jovencísima en la época del franquismo, de las relaciones con sus jefes en el trabajo, con sus compañeros. Con las imposiciones del entorno familiar, la educación, el régimen totalitario… Y al mismo tiempo, cuánta apertura, cuánta presencia de ánimo y sensatez en mujeres como ella, contraprotagonistas de la Transición porque esa historia también la escribieron hombres.

Las mujeres reales de la resistencia antifranquista y de la primera transición no fueron personajes decorativos. Y muchas de ellas están aquí para contarlo. Más conocimiento real sobre ellas, y también más ficción donde desarrollar nuestra educación sentimental, nos llevarían a entender mejor, y no repetir, ese pasado irrepetible.

Mariana Vidal es comunicadora y especialista en América Latina.

¿Acción humanitaria, acción igualitaria?

Por Raquel Ferrando Raquel Ferrando

Hace tiempo que las organizaciones humanitarias responden a las emergencias teniendo en cuenta la situación específica de las mujeres y su aporte a la resiliencia, entendida esta como la capacidad de los seres vivos de sobreponerse al dolor. Pero no se trata de seguir los pasos de una moda, sino de adaptar la forma de actuar tanto cuando hay una catástrofe (un tifón, una guerra…) como en el trabajo de prenvención previo.

Hemos leído muchos artículos y publicaciones, varias de ellas en este mismo blog, sobre cómo las mujeres están especialmente desprotegidas en situaciones de conflicto o catástrofes naturales, pero también hemos constatado la importancia de su rol para conseguir que su comunidad salga adelante tras las crisis.

(c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Las organizaciones humanitarias empiezan a tener en cuenta la situación de las mujeres en las emergencias. En la foto, cola para recoger comida en un campo de desplazados de Sudán del Sur (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Si bien existen numerosas guías y metodologías para abordar el trabajo por la igualdad en contextos críticos, lo cierto es que precisamente en esas situaciones tan complicadas e inmediatas como pueden ser las de Siria, Palestina o Sudan del Sur, entre otras, una pequeña demora puede afectar a cientos o miles de personas. Además, puede haber violaciones de Derechos Humanos generalizadas y la situación de las personas es tan dramática que cuesta ver claro el trabajo desde la igualdad entre mujeres y hombres.

Partiendo de esto la discusión está servida: ¿Es práctico y útil tomarse su tiempo para tener un plan sobre cómo actuar y planificar la acción humanitaria para no perpetuar situaciones de violencia o machismo? ¿O lo inmediato es llegar a todas las personas y luego ya iremos analizando sobre la marcha cómo hacer eso, cuando la urgencia no sea tan imperante?

Dejaré estas dos preguntas en el aire para responder a otras dos que me vienen a la mente como ejemplos: ¿Y si la ayuda internacional que aterriza en una zona es escasa o desordenada y no llegamos a todo el mundo como nos gustaría? ¿Qué pasaría? Pues que seguramente llegaríamos menos a quien más lo necesita, si no trabajamos desde una perspectiva de género y generacional. ¿Y si la crisis lleva a que las niñas y los niños se vean enormemente afectados o necesiten cuidados especiales? ¿Trabajaremos solo con las mujeres que los cuidan, dándoles más trabajo? Desde luego que no, eso sería precisamente lo que trataríamos de evitar.

No trato de dar respuestas exactas sobre lo que hacer, ya que el ser humano es inexacto. Tampoco trato de responder a todas las dudas ahora sino sacar ideas de mi mente para que sirvan a la reflexión. Yo también he pensado tras las preguntas y a la conclusión a la que llego es que tanto las sociedades en las que viven las personas afectadas por las crisis como aquellas de quienes lleguen a ayudarles deber estar sensibilizadas. Cada quien debe saber que todo lo que pasa afecta de forma diferente a cada persona. Los problemas no son los mismos para mujeres y hombres y las expectativas que pone la sociedad en cada persona, durante y después del conflicto o desastre natural no son las mismas.

La respuesta ante una crisis no debe crear situaciones de desigualdades en el acceso y disfrute de los derechos sino analizar necesidades conociendo cada situación diferenciada, para resolver verdaderamente el problema. El objeto del trabajo humanitario no es participar de la desigualdad entre sexos, sino llegar a toda la humanidad. Tampoco es fomentar problemas sino tratar de resolver los que existan, o al menos no hacerlos más grandes.

Raquel Ferrando trabaja en cooperación internacional desde 2003 con la convicción de que no se pueden cambiar las cosas sin mirar desde otro enfoque, el de la igualdad de género.

Mantay significa madre

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Hace unos días he regresado de Perú, país donde viví y trabaje hace catorce años, y que me enseñó gran parte de lo que soy como persona y profesional.

Entre los encuentros que me sentía emocionalmente implicada en hacer era visitar la Casa de Acogida Mantay, que se encuentra a las afueras de la ciudad del Cuzco. Conocí el proyecto cuando ya llevaba meses en Perú y trabajaba en una Defensoría de la Mujer,  Niño y Adolescente. Me acabé enganchando… Eran tantas las posibilidades en las que implicarse que no podía taparme los ojos a esa realidad, así que comencé a colaborar en el acompañamiento psicológico eventual para las madres adolescentes.

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Mantay significa madre. Imágenes de la Casa de Acogida Mantay.

Mantay, que fue fundado por personas españolas y peruanas hace ya casi 15 años, se dedica a dar respuesta a las situaciones dramáticas que vive una adolescente cuando se queda embarazada y está en una situación de riesgo o desprotección grave, o no tiene medios para afrontar la llegada de un bebé. Estamos hablando de historias profundamente dolorosas y traumáticas, en las que generalmente no existe ninguna protección y apoyo desde el ámbito familiar. Además el aborto en Perú es ilegal; excepto en casos donde la salud de la madre peligre.También de situaciones donde no hay sustento material y emocional para hacer frente a la maternidad.  Así que desde los juzgados se favorece el ingreso a un espacio de protección.

Como Jovita que con doce años fue agredida por su padrastro. Supimos del caso por la escuela, cuando ya estaba de cinco meses de gestación. La madre le culpabilizo y maltrató física y emocionalmente por lo sucedido, mientras señalaba que no iba a separarse de su pareja porque éste era el que mayormente traía ingresos a la casa. Desde las instituciones tuvimos que solicitar una tutela urgente y Jovita entró en Mantay.

Estas menores se ven obligadas a asumir una responsabilidad para la que en absoluto están preparadas. Tienen un bebe, por el que frecuentemente no sienten ningún tipo de vínculo emocional, ya que todavía están digiriendo sus propias heridas de abandono y violencia.

La Casa de Acogida Mantay persigue luchar por los derechos de estas jóvenes mujeres para que su vida no quede truncada y puedan seguir siendo adolescentes y asumiendo su maternidad. Así les proporciona un espacio seguro de acogida fuera del ámbito familiar donde poder ir aprendiendo a vincularse afectivamente con su bebe, su familia y con las parejas que puedan tener en el futuro. Les enseñan y apoyan en su promoción tanto formativa como laboral, y posibilitan una guardería cuando estas mamás trabajan. Además Mantay se financia con donaciones de particulares y con la venta de la artesanía que realizan las propias chicas y que luego se venden a través de la web o en tiendas del lugar, por lo que mantiene una independencia que le dota de más estabilidad al proyecto.

No pude ver a Jovita el día que fui, pero sí a su hijo; un pre adolescente lleno de vida, respetuoso y con gran sentido del humor. Su madre, que ya tiene veintiséis años, alquila una vivienda para ella y su hijo, trabaja y está terminando enfermería. Ha podido salir adelante por ella misma gracias al apoyo que durante todos estos años le han ofrecido las personas que forman parte de Mantay.

Por desgracia hay muchas historias como la de Jovita, que no se llegan a conocer y detectar cayendo en una espiral de marginación, inestabilidad y violencia. Estos proyectos favorecen la resiliencia y son sumamente valiosos en su esencia.
Raquel, la directora de la Casa de Acogida Mantay, nos decía estos días que diariamente se juntaban en el comedor 51 personas para almorzar entre madres adolescentes actuales, bebes de estas, hijos de las que lo fueron en su día, etc.

Y es que Mantay es toda una comunidad de apoyo y generosidad.

Alejandra Luengo. Psicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel.

No abandonemos a Yerbabuena

Por Andrea Diez Andrea Díez 70px

Imaginen un país sudamericano, allá por el año 2000.

Imaginen un crack económico en ese país: en menos de un día, una bolsa de azúcar o media docena de huevos pasó a costar cinco veces más.

Ahora imaginen que en ese país y en ese contexto una organización liderada por mujeres ayuda a organizarse a cientos de mujeres – que se han vuelto más pobres y más vulnerabilizadas en ese supuesto crack económico – para que puedan sobrevivir junto a las miles de personas que quedaron en la calle.

Imaginemos que esa misma organización, en esa época, recibía fondos de cooperación. Que contaba con un plantel estable de más de 14 personas que trabajaban, para y con más de 600 mujeres de sectores urbanos y populares, mujeres que no habían terminado la escuela primaria, trabajadoras de la economía informal, mujeres, al fin, que luchaban por cambiar sus vidas y las de otras personas.

Los programas de derechos de las mujeres en América Latina han sufrido grandes recortes. (c) Giselle Viteri Cevallos

Marcha de las Mujeres Invisibles contra el Maltrato y la Explotación Laboral en Guayaquil (Ecuador) el pasado 8 de marzo. (c) Giselle Viteri Cevallos

Ahora, abramos los ojos.

El país es Ecuador. La organización es Yerbabuena. La ciudad en que organizaron a las mujeres populares en resistencia para soportar la crisis que dejó a miles de familias en la calle, es Guayaquil.

Y miremos.

Porque esa misma organización hoy se está por quedarse con 4 personas de su plantel. Porque trabaja con mas de 30 organizaciones de la costa ecuatoriana cuyas mujeres, sin los fondos de hace una década, se quedan sin poder movilizarse, sin escuelas de formación, sin semillas para microempresas, sin asesoramiento legal, sin bancos comunitarios de ahorro y crédito.

Abramos los ojos.

Creer que en los países sudamericanos con economías florecientes o indicadores macroeconómicos positivos se han terminado las desigualdades es un error. Con ese argumento, millones de euros de la cooperación internacional se han retirado en los últimos años de América Latina, y han sido las organizaciones de mujeres una de las variables de ajuste de este drástico retiro (según el informe sombra de la CEDAW el Gobierno español no cumple con el compromiso de destinar el 15% del presupuesto total a programas de derechos de las mujeres). Total, las mujeres siempre se las han arreglado para sobrevivir y ayudar a vivir a los demás, parece ser la lógica dominante.

Abramos los ojos. Por cada euro que estamos quitando a las organizaciones de mujeres, abandonamos a cientos de ellas que están luchando contra las injusticias y las desigualdades. Mujeres que seguirán haciéndolo, pero con el doble de esfuerzo y el triple de soledad.

 

Andrea Diez es Responsable Regional de Programas de Derechos de las Mujeres para América del Sur en Oxfam Intermon, feminista y licenciada en Comunicación Social.

Iguales en la desigualdad

Por Flor de Torres Porras Flor de Torres

‘¡No hay derecho¡ ¿A qué? A que el débil sea despreciado, explotado y aplastado por el fuerte. Para corregir eso y evitarlo se justifica que exista el Derecho.’ Elías Díaz, Catedrático de Filosofía del Derecho

Lo que Elias Díaz nos está diciendo es que hay un concepto plural y polisémico de la víctima.

Reducir las víctimas de violencia de género a mujeres agredidas por sus parejas  es dejar impunes la mayoría de las conductas de la violencia de género.

Y es que la víctima está visible en la Justicia del  Siglo XXI, en un nuevo sistema de justicia. Un sistema que  pone como eje la protección  a todas las víctimas y en esa categoría están sin duda las víctimas de violencia de género. Incluso aquellas que no saben ni siquiera que lo son y para ello  se trabaja en su detección y prevención.

La justicia del Siglo XXI tiene que proteger incluso a las víctimas que no saben que lo son. Imagen: TrasTando.

La justicia del Siglo XXI tiene que proteger incluso a las víctimas que no saben que lo son. Imagen: TrasTando.

Hablamos de personas como Almudena y Susana -nombres supuestos para proteger su intimidad-, víctimas de una situación real con sentencia firme-. Ambas sufrieron durante 18 años brutales agresiones  por parte de un mismo agresor, su marido y padre,  respectivamente. A Almudena  en una ocasión la agredió y le rompió el tímpano. A Susana, por entregarle tarde las notas, la cogió del cuello para asfixiarla. Su madre se interpuso para evitar males mayores y recibió un puñetazo que le partió la nariz. Alguien alertó a la Policía, pero nadie abrió la puerta. Madre e hija tenían demasiado miedo a las represalias después de años de amenazas.

La lesión de Almudena fue a peor y finalmente tuvo que ir a urgencias. El parte médico redactado por los profesionales del hospital fue el que delató al maltratador. Éste siguió amenazándolas de muerte. No quería que declararan en el  Juzgado. Violó a Almudena y la despertaba de madrugada con fuertes golpes.

Francisca -tampoco es su nombre real, pero sí los hechos que relatamos aquí, ya que su caso está sentenciado en el Tribunal Supremo- desde el inicio de la convivencia tuvo problemas. Su pareja manifestaba unos celos irracionales, la acusaba una y otra vez de tener un amante. Ella vivía con miedo  a llegar tarde, procuraba que sus salidas del domicilio fueran lo más breves posibles, y siempre temía que cualquier cosa que hiciese no estuviera a gusto de su esposo. Él la insultaba y la llamaba inútil cada vez que se enfadaba. La amenazaba con matarla de forma violenta. En numerosas ocasiones y por cualquier motivo le propinaba golpes, la cogía por el cuello, le daba patadas o puñetazos. También lanzaba objetos de la casa, o los rompía, o tiraba la comida revoleándola por la estancia. Francisca, por miedo, nunca fue al médico a curarse de sus lesiones. Cayó enferma y con cada crisis de su enfermedad él se burlaba de ella. 

Rosa -de nuevo nombre ficticio para hechos reales que han propiciado una condena firme- tuvo dos años de relación de pareja.  Pasados los primeros seis meses, empezó a sufrir humillaciones y vejaciones. El le repetía que no valía para nada, la insultaba. Le prohibió salir con sus amigas e incluso con sus hermanas, le impidió vestir prendas que él consideraba demasiado atrevidas. Muchas veces la conminaba a deja el trabajo. Si ella no se sometía rápidamente, la golpeaba y le mordía. Rosa decidió cesar su relación con él. Pero su maltratador no aceptaba su voluntad. La buscó cuando estaba con un amigo común, la sacó de su coche tirándole del brazo, descalza, y la llevó a un descampado a empujones, golpes y mordiscos. La amenazó  con un cuchillo y con un destornillador, y la agredió tratando de comprobar si había tenido relaciones sexuales con ese amigo.

¿Qué tienen en común Almudena, Susana, Francisca y Rosa? Pues que toleraron los comportamientos que son auténticos obstáculos y resistencias a la igualdad  de las mujeres en su vida cotidiana. Con su silencio,  fruto del miedo y el poder que se ejercía sobre ellas, favorecieron la dominación oculta de sus parejas. Fueron forzadas  en  diversos aspectos ‘domésticos y cuidadores’ del comportamiento femenino tradicional, para aprovecharse de ellas por medio de la fuerza física y psíquica. Y permanecieron  siempre en el ‘statu quo desigualitario’. Fueron aisladas de un entorno familiar y social  para seguir siendo violentadas y atemorizadas por  sus parejas como única forma de control y poder.

Eran iguales en la desigualdad.

Todas ellas fueron abusadas en esa desigualdad previamente construida por el maltratador  a través de la  fuerza (psicológica o moral)  y  después agredidas en el cuerpo y en el alma. Conductas todas ellas Juzgadas en Sentencias firmes a sus autores. Hoy maltratadores condenados.

Es matemática pura. Solo hay que darse cuenta.  Hay que observarlo y no tolerarlo.

En los tres casos la detección del problema y las denuncias posteriores les salvaron la vida.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Juntas para parar la violencia

Por Carolina García CArolina García AxS

A pesar de los esfuerzos, hasta ahora no lo hemos podido parar’. Con estas demoledoras palabras Angélica Valenzuela, guatemalteca y directora de la organización de defensa de derechos de las mujeres CICAM, ponía de manifiesto que los avances para que las mujeres puedan disfrutar de una vida libre de violencia han sido escasos y, en todo caso, poco efectivos.

Edna Cali y María Morales durante el Seminario

María Morales y Edna Cali, participantes guatemaltecas en el II Seminario Internacional sobre Feminicidio. Imagen: Ana Sara Lafuente / Oxfam Intermón.

El II Seminario Internacional sobre Feminicidio se clausuró la semana pasada en Madrid  mañana con el compromiso de más de 30 organizaciones europeas y latinoamericanas de redoblar los esfuerzos para que la violencia contra las mujeres y su forma más extrema, el feminicidio, formen parte de una verdadera agenda política, además de la mediática. Se necesitan leyes efectivas, con presupuesto, pero además un verdadero compromiso más allá de las palabras bonitas.

Las cifras que nos llegan del otro lado del Atlántico son aterradoras: Entre una y tres mujeres mueren cada día en Centroamérica; en Perú “10 mujeres al mes son asesinadas, sólo por el hecho de ser mujeres» contaba Liz Meléndez de la organización peruana Flora Tristán. Pero aquí la cosa no está mejor; los datos del último informe del Instituto Europeo para la Igualdad de Género (EIGE) demuestra que Europa no es un continente ajeno a la violencia contra las mujeres: Una de cada cuatro europeas ha sufrido violencia doméstica. Carmen Martínez del Lobby Europeo de Mujeres reivindicaba un paso adelante por parte de la UE para hacer frente al problema “En Europa se ha legislado hasta las etiquetas de las tabletas de chocolate, no se entiende como no existe un instrumento común para luchar contra la violencia contra las mujeres”. En España la reciente presentación del Informe Sombra sobre la situación española respecto al cumplimiento de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres (CEDAW) demuestra el desmantelamiento de las políticas de género, lo que ha implicado menos recursos para la lucha contra la violencia hacia las mujeres y un repunte de la violencia machista.

Durante el Seminario las organizaciones convocantes, hicieron un llamado a la UE para que incluya la lucha contra el feminicidio y el fin de su impunidad como prioridad en el marco de la cooperación al desarrollo y el diálogo político bilateral y regional, en particular, las medidas para la prevención, el acceso a justicia efectiva, la reparación del daño, y las garantías de no repetición.

La próxima cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (UE-CELAC), que tendrá lugar en junio de 2015 en Bruselas es una nueva oportunidad de posicionar este tema y que el compromiso de los estados vaya más allá de la mera firma en un papel. Las organizaciones y movimientos de mujeres no se van a quedar quietas y ya organizan la ofensiva política conjunta para hacer frente a un problema que nos afecta a todas las sociedades por igual. Porque juntas somos más fuertes.

Carolina García es activista por los derechos de las mujeres en Alianza por la Solidaridad

¿Por qué el ébola mata más a las mujeres en África?

Julia SerramitjanaPor Júlia Serramitjana  

Esta semana llegó la buena noticia de que Teresa ha vencido el virus del ébola , algo que no debería desviar la atención puesta en los miles de personas que siguen luchando contra esta enfermedad.

Como llevamos advirtiendo desde organizaciones como Oxfam Intermón, el foco de esta tragedia sigue estando en África Occidental, dónde la epidemia se ha cobrado más de 4.500 vidas. Y sigue aumentando exponencialmente, ya que el número de casos se duplica aproximadamente cada 20 días.

Leyendo sobre Teresa esta semana, me pregunté cuantas mujeres como ella debe de haber ahora mismo en países como Guinea, Sierra Leona o Liberia. Cuántas de ellas se están debatiendo entre la vida y la muerte.

El efecto la epidemia está teniendo sobre ellas es devastador. En Sierra Leona más de la mitad de la población es femenina y más del 60% de las muertes han sido mujeres. En Liberia esta cifra alcanza el 75% del total, según datos de Naciones Unidas.

Organizaciones como Oxfam Intermón emiten mensajes sobre cómo evitar el contagio a través de la radio.

Pero, ¿por qué el virus se está cebando en ellas? Por una razón muy sencilla, que nada tiene que ver con la biología, sino con los roles sociales. En la sociedad patriarcal de Sierra Leona, las mujeres son las cuidadoras tanto en el hogar como en la comunidad. Se encargan de cuidar a los enfermos de la familia y ejercen de enfermeras de forma desinteresada para los familiares infectados por esta enfermedad. Sin darse cuenta, han puesto su salud en riesgo.

Cuando sus familiares mueren, son ellas las que llevan a cabo los rituales funerarios, que implican tocar el cadáver altamente infeccioso. En Guinea, las prácticas funerarias están vinculadas al 60% de los casos de ébola. La cifra es similar en Sierra Leona,

Como llevan advirtiendo las organizaciones estos días, los rumores y falta de información acerca del virus y de cómo se transmite han contribuido enormemente a propagarlos.

La falta de contención del virus en Liberia y Sierra Leona – principalmente debido a la falta de unidades de aislamiento y centros de tratamiento, hace que muchas de las personas infectadas sean enviadas a casa, dónde las personas que les cuidarán serán, en su mayoría, mujeres.

Por eso es tan necesaria la labor de concienciación, información y sensibilización que se está llevando a cabo para que las mujeres no pongan en riesgo su salud y su vida. Actuar ahora es vital.

Júlia Serramitjana es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

Facebook, Apple, y los beneficios de la congelación

Por María Pazos Morán María Pazos

Facebook y Apple han anunciado un original beneficio para sus empleadas: congelarles los óvulos para que puedan ser madres cuando se queden sin trabajo. Gran consuelo: despedidas, sin sueldo pero con óvulos congelados a los 50 años. Cuando ya solo quedaban rescoldos de la hoguera en la que se ha quemado a Mónica de Oriol, esta noticia aviva la llama.

¿Beneficio laboral? Imagen de TrasTando.

¿Beneficio laboral? Imagen de TrasTando.

Está muy bien que estos acontecimientos provoquen alarma social; la discriminación de las mujeres en el empleo es insostenible. Pero ¿Qué haremos ahora? Podemos escandalizarnos una vez más, con razón, pero eso seguirá sin arreglar el problema que está sobre la mesa: las empresas perciben la maternidad como un riesgo y ello repercute negativamente sobre el empleo de todas las mujeres.

La situación es absurdamente interesante. La semana pasada pregunté a un empresario del metal qué le parecían las declaraciones de Mónica de Oriol. Su respuesta literal fue: “Ah, ¿te refieres a esa que ha hablado demasiado?” Ese mismo empresario me recordó que es perfectamente legal tener una plantilla masculina al 100%. En ese caso, ni siquiera hay obligación de tener las instalaciones que  sí exige la normativa cuando la plantilla es de ambos sexos (ya saben, las mujeres no pueden pisar vestuarios masculinos). Eso se llama segmentación ocupacional.

Naturalmente que también hay muchas empresas con plantillas mayoritariamente femeninas (entre otras la de Mónica de Oriol, según ella declara). De hecho, se señala con razón, ellas trabajan mucho y bien. Es cierto: a igualdad de remuneración las mujeres son más productivas. Eso se llama brecha salarial.

En medio de todos estos escándalos, el Gobierno sigue desaparecido. ¿Cómo es posible que la única reacción de la Ministra de Trabajo haya sido negar el problema? Sin embargo, el problema existe y la solución es única: cambiar la organización de los cuidados. Si los hombres tuvieran el mismo permiso de paternidad que actualmente tienen las mujeres, como propone la PPIINA, ellas no se verían obligadas a reducir sus jornadas o a tomar excedencias. Las empresas que ahora contratan mujeres agradecerían que sus empleadas tuvieran al lado a otra persona que asumiera la mitad del cuidado infantil. Por su parte, las empresas que ahora contratan solo hombres abrirían sus puertas a las mujeres con mucha más facilidad.

Claro que también hay que cambiar los horarios de trabajo, pero eso es muy fácil: la ley de las 35 horas semanales ha funcionado en Francia. Y por supuesto que los servicios públicos son cruciales: hay que universalizar el derecho a la educación infantil y a la atención a la dependencia.

Mientras los poderes públicos no hagan su trabajo, la realidad continuará siendo la misma por mucho que nos duela.  Así pues, dirijamos la vista a esos gobiernos y a los parlamentos que deben legislar. ¿Qué modelo de sociedad queremos y qué medidas son necesarias para alcanzarla? Para contestar a estas preguntas, la PPIINA ha convocado un debate público el 25 de octubre. Al día siguiente, 26 de octubre, saldremos a la calle para exigir los permisos iguales, intransferibles y pagados al 100%.  ¡Todas las personas están invitadas!

María Pazos Morán es Investigadora del Instituto de Estudios Fiscales y activista de la PPIINA(Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción). Autora del libro Desiguales Por Ley.