Comprar sexo no es deporte

Por  Carolina García y Asunción Miura  amiuraCArolina García AxS

El balón ha echado a rodar en Brasil, pero en las calles continúan las protestas. La semana pasada miles de mujeres salieron a la calle convocadas por la Marcha Mundial de las Mujeres para exigir al gobierno brasileño que dé un paso adelante por los derechos de las mujeres. Y especialmente por una de las cuestiones que están ahora sobre la mesa como es la trata de personas y la explotación sexual, que se incrementa de forma espectacular durante el Mundial.

Imagen de la campaña 'Comprar sexo no es deporte', puesta en marcha por varias organizaciones durante el Mundial de Brasil.

Imagen de la campaña ‘Comprar sexo no es deporte’, puesta en marcha por varias organizaciones durante el Mundial de Brasil.

Existen claros vínculos entre el aumento de la demanda, la creciente explotación de mujeres, niñas y niños en el comercio sexual y los grandes eventos deportivos, donde proxenetas y tratantes se lucran proveyendo a los compradores de sexo con una oferta de seres humanos vulnerables. Pasó durante el Mundial de Sudáfrica y está pasando en Brasil, es uno de los países, con el índice de turismo sexual más alto junto con República Dominicana, Costa Rica, Venezuela y Puerto Rico. Esto no es ningún secreto, pero los organizadores prefieren mirar hacia otro lado.

Ante esta flagrante vulneración de derechos, varias organizaciones españolas (Alianza por la Solidaridad, Médicos del Mundo, Comisión de investigación contra los malos tratos, Plataforma por la abolición de la prostitución, Federación de Planificación Familiar Estatal, Federación de ONGD de Madrid, Iniciativas de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Foro de Turismo Responsable, Paz y Desarrollo, Tertulia Feminista Alternativas Insólitas), junto con la Coalición Internacional contra el tráfico de mujeres, niñas y niños (CATW) hemos lanzado en redes la campaña #ComprarSexoNoEsDeporte para pedir a España, a la Federación Española de Fútbol y a los jugadores de la selección que se comprometan para poner fin a la  trata y a la explotación sexual.

El Gobierno de Brasil ha tomado medidas para prevenir la trata sexual en el país, especialmente la infantil, invirtiendo 4 millones de dólares para asistir víctimas, campañas de concienciación e incluso prohibiendo la entrada en el país de personas con antecedentes por este tipo de delitos. Sin embargo, esta cifra no es comparable con los 10.000 millones de dólares, según datos del gobierno brasileño, invertidos en estadios, infraestructuras, movilidad, seguridad, etc. La realidad es que el gobierno brasileño está más preocupado por contentar a la FIFA que a su ciudadanía.

A pesar de las protestas, la cuestión está lejos de ser solucionada, más bien al contrario. En 2002, Brasil incluyó la prostitución en la lista de profesiones autorizadas para cualquier persona mayor de 18 años y en la actualidad se está debatiendo un proyecto de ley para regularizar esta práctica; que no está diseñado ni para garantizar los derechos de las mujeres, ni para resolver la situación de estas mujeres. El proyecto, pretende separar la prostitución “por elección” de la explotación sexual, lo que supone de facto legitimar el trabajo sexual ignorando la pobreza, discriminación y violencia de género que promueven la comercialización de millones de niñas y mujeres en Brasil.

Sin embargo esta problemática traspasa fronteras y el resto de los países deberían también luchar contra la explotación sexual. 159 países han ratificado el Protocolo de Palermo de la ONU para para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente mujeres, niñas y niños.

La explotación sexual es delito. Legitimar esta práctica, sin cuestionar el papel de los hombres, del capital y del Estado, es una trampa cuya consecuencia es el refuerzo de la opresión de las mujeres, convertidas en moneda de cambio para el beneficio de mafias y el divertimento de individuos, cómplices de una pesadilla que convierte seres humanos en mercancías.

Puedes unirte al manifiesto firmando aquí y compartiéndolo en las redes sociales con el HT #ComprarSexoNoEsDeporte

 

Carolina García es activista por los derechos de las Mujeres en Alianza por la Solidaridad y Asunción Miura es Enlace en España de la Coalición Internacional contra el tráfico de mujeres, niñas y niños.

13 comentarios

  1. Dice ser Sierra_1

    No tengo pensado usar los servicios de ninguna meretriz, sencillamente porque le quita toda la magia y toda la pasion… pero solo dire:.

    Que yo vendo mi cerebro y mi cuerpo a mi empleador cada dia.

    Si en Brasil es una practica legalizada, porque una mujer liberada no puede dedicarse a eso, es abiertamente machista restringir el uso que da una mujer a su cuerpo sencillamente porque a las demás os de envida u os lo prohíba la moral cristiana.

    18 junio 2014 | 10:40

  2. Dice ser Kiwi-khun

    «El proyecto, pretende separar la prostitución “por elección” de la explotación sexual»

    Y parte del feminismo y la mayor parte de la clase política parecéis empeñados en querer que la gente piense que prostitución=explotación sexual cuando se parecen tanto como la esclavitud y un contrato de trabajo.

    18 junio 2014 | 10:52

  3. Dice ser avestruz

    Sólo escribía para que me censuráseis el comentario, como siempre…

    18 junio 2014 | 10:57

  4. Dice ser Kiwi-khun

    Me quedo flipado. Escribo un comentario sin faltas de respeto y que tiene que ver con el tema y me lo borráis por no estar de acuerdo con vuestra «visión» de la prostitución.

    Vuelvo a repetir ya que no he vulnerado ninguna norma de comentarios.

    No se porque parte del feminismo y gran parte de la clase política os empeñáis en hacernos creer que explotación sexual=prostitución cuando se parecen tanto como la esclavitud a un contrato de trabajo.

    18 junio 2014 | 11:11

  5. Dice ser Anónimo

    Falaz. No pasa nada por adquirir un servicio sexual; no toda la prostitución es explotación. Hay moralina cristiana detrás de esta campaña, por lo que no la apoyaré.

    18 junio 2014 | 11:14

  6. Dice ser Elena Suárez

    Qué duro. Es triste y lamentable que la ola del Mundial lo tape todo, y que bajo su atractivo se consienta y permita todo. Especialmente la explotación sexual masiva de mujeres y niñas.

    Son finos y elegantes ciertos comentarios: ‘adquirir un servicio sexual’, ‘vendo mi cuerpo a mi empleador’ ‘prostitución no es explotación’. Si detrás de esta realidad no hubiera miles de mujeres violadas masivamente por dinero, (no para ellas sino para la mafia que las destroza), sería estupendo. Pero sabemos que hay mujeres violadas y explotadas sexualmente, y que son muchas.

    No queda claro cómo antes de ‘adquirir un servicio’ los que os confesáis clientes comprobáis que esas mujeres que ‘tan profesionalmente’ lo prestan no están ahí obligadas, secuestradas, amenazadas. ¿les preguntáis a ellas? ¿al proxeneta? ¿pedís un certificado al establecimiento?

    En el precio que pagáis, ¿hay factura con IVA, comprobáis que se retiene el IRPF, o que la persona cotiza a la seguridad social? Si no, no se trata de un trabajo como otro cualquiera, ¿verdad?

    Y por cierto, ¿por qué no decís vuestro nombre, si todo es tan justificable, profesional y comercial, si no tiene nada de malo?

    Veo que es muy cómodo ser machista si al mismo tiempo puedes permitirte ser hipócrita. Seguramente no es bueno ahondar en la propia conciencia, cuando podemos vivir sin conflictos y seguir manteniendo la prioridad sobre nuestras necesidades, y no sobre los derechos de otras.

    Así que entiendo mejor a las tendencias que piden una ley que penalice al cliente. Porque el cliente parece muy satisfecho de sí mismo, y sin escrúpulos irá a ‘adquirir el servicio’ aunque sea lo mismo que cometer una violación.

    18 junio 2014 | 17:35

  7. Dice ser Kiwi-khun

    A Elena Suárez:

    Nunca he sido cliente de una prostituta, quién sabe quizá algún día lo sea y no me avergonzare de ello.

    Y tú cuando compras ropa, ¿Te preguntas si ha sido fabricada por niños o por esclavos en un taller ilegal?¿Como sabes que la empresa paga todos sus impuestos?

    El tema de los impuestos tiene fácil solución, legalización de la prostitución, y si una prostituta no esta dada de alta y no paga sus impuestos multazo al canto.

    Y el tema de la explotación sexual, muchas veces son los mismos clientes los que denuncian a alguna asociación o a la policía si ven cosas raras y si estuviera legalizada seria mas fácil detectar esos casos.

    Y fíjate por donde, a mí tu actitud me parece bastante mas casposa y machista que la mía, ¿Quién eres tú para decirle a ninguna mujer lo que tiene que hacer o dejar de hacer con su cuerpo?¿Quién eres tú para imponer tu moralina sobre los demás?

    Y vuelvo a repetir, prostitución no es lo mismo que explotación sexual o que esclavitud, es contra eso contra lo que hay que luchar y no contra la elección de alguien de hacer con su cuerpo lo que quiera y trabajar en lo que quiera.

    Y por último muchas gracias a quien haya decidido reponer los comentarios anteriores eliminados.

    19 junio 2014 | 01:07

  8. Dice ser Álvaro

    A Elena Suárez:

    Nunca he sido cliente de una prostituta, quién sabe quizá algún día lo sea y no me avergonzare de ello.

    Y tú cuando compras ropa, ¿Te preguntas si ha sido fabricada por niños o por esclavos en un taller ilegal?¿Como sabes que la empresa paga todos sus impuestos?

    El tema de los impuestos tiene fácil solución, legalización de la prostitución, y si una prostituta no esta dada de alta y no paga sus impuestos multazo al canto.

    Y el tema de la explotación sexual, muchas veces son los mismos clientes los que denuncian a alguna asociación o a la policía si ven cosas raras y si estuviera legalizada seria mas fácil detectar esos casos.

    Y fíjate por donde, a mí tu actitud me parece bastante mas casposa y machista que la mía, ¿Quién eres tú para decirle a ninguna mujer lo que tiene que hacer o dejar de hacer con su cuerpo?¿Quién eres tú para imponer tu moralina sobre los demás?

    Y vuelvo a repetir, prostitución no es lo mismo que explotación sexual o que esclavitud, es contra eso contra lo que hay que luchar y no contra la elección de alguien de hacer con su cuerpo lo que quiera y trabajar en lo que quiera.

    19 junio 2014 | 02:38

  9. Dice ser Marcos

    La explotación sexual es una lacra y hay que erradicarla, pero no hay que olvidar que la prostitución es el oficio mas antiguo del mundo, se puede ejercer siempre y cuando sea por propia voluntad y sin ser obligadas por supuesto, pero no podemos esconder una necesidad de la sociedad que demanda estos servicios y que hay muchas personas que la ejercen por voluntad propia sin que nadie les obligue.

    19 junio 2014 | 11:55

  10. Dice ser Carolina

    Menuda vergüenza…

    19 junio 2014 | 13:40

  11. Dice ser Sergio

    Si la vendedora (el femenino es de persona, no de mujer) está de acuerdo, comprar sexo es algo totalmente legítimo. Prostitución legal desde ya, que coticen y que se incremente el PIB. No veo más que ventajas.

    19 junio 2014 | 15:29

  12. «La ideología tiene mala fama. Hay mucha gente que afirma convencidísima no tener “de eso”, con el mismo gesto que pondría para decir que no tiene piojos o tratos con la mafia. Pues bien: si está usted entre esas personas, sepa que en realidad sí tiene ideología, por poco articulada que esté y por escaso que sea el tiempo que dedique a pensar en ella. La tiene usted y la tiene todo el mundo. ¿Por qué? Porque todos contamos con una escala de valores, una noción de cómo deberían ser las cosas y unos planteamientos más o menos elaborados sobre la sociedad en la que vivimos. Este conglomerado nos orienta a la hora de opinar y, aunque sea en un sentido muy básico, tiene contenido político.

    Además de este concepto difuso de ideología, existe otro más concreto, que se refiere al conjunto de principios, valores e ideas que estructuran la visión del mundo de una determinada corriente política y ordenan el comportamiento y decisiones de los actores –partidos, representantes, militantes y simpatizantes- que se identifican con esa corriente. No se trata, como algunos sostienen, de una forma vulgarizada de filosofía, sino de una herramienta distinta, que posee un cuerpo doctrinal y una orientación esencialmente práctica, que evoluciona a través de su acción sobre la realidad en una interacción constante, y en la cual juegan un papel no despreciable los marcos narrativos y las emociones.

    La ideología –difusa y concreta- es consustancial a la política. Por eso resulta chocante la recurrencia con la que muchos representantes públicos tachan de “ideológica” una determinada acción o afirmación, abonando así la idea de que la ideología es per se una cosa rechazable. Es cierto que a menudo los motivos técnicos o económicos esgrimidos para defender ciertas decisiones son simples accesorios, concebidos para adornar lo que en realidad es fruto directo de un posicionamiento ideológico. La cuestión es que quien denuncia algo por ideológico, lanza su denuncia también desde una ideología, de signo contrario o como mínimo discrepante en ese punto. En lugar de calificar algo de ideológico sin más, sería clarificador señalar que lo que se agazapa tras ese algo es la ideología fulanita o menganita, con sus nombres y apellidos; que al denunciante esa ideología no le convence ni le gusta y por qué. Es cierto que estas clarificaciones se omiten por mor de la brevedad o porque se consideran obvias, pero cada vez resulta más necesario especificar lo obvio, no sea que se nos olvide.

    Expresar las propias convicciones nunca es baladí, menos aún en un contexto donde proliferan opinadores, representantes públicos y hasta partidos que se postulan como “no ideológicos” y dicen no ser “ni de derechas ni de izquierdas”, credencial con la cual parecen querer situarse por encima del bien y del mal. Esta tendencia se da en España y fuera de España; no es una rareza patria. Los portavoces de la misma a menudo insisten en proclamar la superioridad de la técnica sobre la política –o de los técnicos sobre los políticos- y en presentarse como adalides de la racionalidad y el sentido común. Esta última pretensión denota una cierta altanería; es como si insinuaran que todos aquellos que se autoubican abiertamente en la derecha o en la izquierda son unos descerebrados. Sin embargo, en realidad quien se posiciona con nitidez en el espectro político hace un servicio a la transparencia, y a los demás nos ahorra el esfuerzo de ubicarle a base de hermenéutica. Tampoco sobra recordar, por cierto, que quienes dicen estar por encima de las ideologías suelen mostrar una persistente tendencia a alinearse con posiciones propias de una de ellas: la derecha.

    La fascinación por la política “no ideológica” –es decir, “no política”, si tal cosa es posible- florece con singular exuberancia en ese populismo que navega cómodamente de babor a estribor según sople el viento, presumiendo incluso de apoyarse en la objetividad de los datos. Sin embargo, la selección misma de los datos implica ya una preferencia, y tras cada preferencia hay un juicio de valor, una visión del ser y el deber ser que nunca es ideológicamente neutra. Los ladrillos de este populismo new age son tan ideológicos como los del más vetusto de los partidos tradicionales, sólo que resulta más arduo verlos bajo las luces de neón y el decorado de diseño.

    Para mucha gente, vacunada por las historias de terror que el fanatismo escribió durante el siglo XX, la palabra ideología se asocia automáticamente con sectarismo e intransigencia. Esa experiencia lúgubre ha ocultado, sin embargo, que en esos mismos cien años y también en nombre de ideologías, miles de hombres y mujeres lograron con gran esfuerzo romper las cadenas que les ataban o ataban a otras personas, ampliar los derechos humanos, civiles y políticos, poner en marcha el motor del progreso y el bienestar en muchos países. Claro que se puede tener ideología de forma consciente, convencida y activa sin ser un descerebrado, un fanático o un sectario, y mucho menos un criminal; lo que resulta cada vez más difícil es tenerla y no verse en la obligación de explicarse y justificarse todo el rato.

    Entre otras razones porque, para terminar de emborronar el panorama, el siglo XX se cerró con la eufórica proclama del fin de las ideologías por parte de una derecha que veía en la caída del muro de Berlín la demostración de su triunfo definitivo sobre cualquier otra interpretación del mundo. No es que estuviera en lo cierto, pero en la práctica tampoco parece que le saliera del todo mal la jugada. A fin de cuentas, las ideologías han acabado bastante desprestigiadas y el marcador de la valoración ciudadana se aproxima al política 0, tecnocracia 1. Un tablero de resultados que perjudica especialmente a la izquierda, porque a la derecha no le disgusta el escenario tecnocrático postpolítico. Pero ojo: el partido no ha terminado, y el marcador puede darse la vuelta si los jugadores -es decir, los ciudadanos- no abandonamos el terreno de juego».

    por Trinidad Noguera
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    19/10/2013 Agenda Pública

    19 junio 2014 | 21:41

  13. Dice ser Pepe

    ….alguno de los que aprovechàis para hacer campaña habéis leído lo de la explotación sexual de niños y niñas y esas minucias que parecen no importaros.???…..

    23 junio 2014 | 13:53

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