Archivo de junio, 2014

¿Impuestos justos para todo el mundo?

Por Isabel Ortigosa isabel Ortigosa

La política fiscal, más allá de los debates técnicos, tiene profundas implicaciones en nuestra vida diaria, y condiciona a largo plazo el modelo de sociedad en que vivimos. También en el Sur. No se trata sólo de que desde los países “desarrollados” debamos prestar asistencia técnica para fortalecer las agencias tributarias de países “en desarrollo”. Se trata de que juntos debemos encontrar la manera de garantizar que la política fiscal que se aplica localmente sea justa y promueva la equidad y la redistribución.

Pensemos por ejemplo en las mujeres, que constituyen, como indica el nombre de este blog, más de la mitad de la población mundial. En ese Sur Global del que hablamos las organizaciones de la sociedad civil hay un claro desequilibrio entre la contribución que realizan las mujeres a sus sociedades, tanto con trabajos remunerados como con los que no lo están, y el hecho de que generalmente la equidad de género sea un aspecto muy poco contemplado en las políticas fiscales de los países en los que viven.

 

IRPF. Imagen de TrasTando

IRPF. Imagen de TrasTando

Los impuestos directos impactan de manera diferente en las mujeres que en los hombres: ellas ganan menos (en el caso de países en desarrollo, mucho menos), tienden a entrar y salir del mercado laboral en varios momentos de sus vidas, y sacan adelante trabajos no pagados tanto a nivel de cuidados en los hogares, como en negocios familiares o en iniciativas comunitarias. No recibir remuneración afecta a la posibilidad de pagar impuestos y de beneficiarse de prestaciones sociales y servicios públicos, haciendo a muchas mujeres totalmente dependientes de los “proveedores” del hogar. ¿Qué ocurre con ellas cuándo la figura del proveedor, por distintas razones, desaparece?

En algunos de estos países, siguiendo el ejemplo de experiencias como por ejemplo la de España, existen beneficios fiscales para hogares con miembros financieramente dependientes que aportan trabajo no remunerado. Podría parecer un avance, pero sería un avance con ciertas aristas: este tipo de prestaciones favorecen a hogares basados en un modelo de hombre proveedor / mujer cuidadora, en contraste con un modelo más equitativo basado en una doble fuente de ingresos y una doble responsabilidad en los cuidados.  Estos subsidios suponen un pago por mano de obra no remunerada, pero es un pago que no cobra la mujer que trabaja, sino su cónyuge, y que acentúa por lo tanto su poder y su capacidad de control en la familia. Por otra parte, estas desgravaciones sólo son disfrutadas por familias con trabajos formales y con ingresos relativamente altos. Por lo tanto, los hogares más pobres quedan automáticamente excluidos de estos posibles beneficios, y se acentúa aún más la desigualdad.

Para reducir esta desigualdad, en América Latina se han propuesto programas de transferencias monetarias  condicionadas, como Bolsa Familia en Brasil y Progresa en México, que han sido evaluados positivamente por sus resultados en la mejora de la nutrición, la asistencia a la escuela de los niños y el bienestar general de las familias. Sin embargo, la historia se repite: estos programas son controvertidos desde una perspectiva de género, ya que refuerzan el papel de las madres como únicas cuidadoras y responsables del bienestar familiar.

¿Y qué decir de los impuestos al consumo? En los países en desarrollo los ingresos recaudados a través del IVA suponen una parte sustancial del total de la recaudación fiscal, alrededor de un cuarto de la misma. Es un impuesto eficiente, relativamente fácil de administrar y que genera ingresos significativos a las arcas del Estado. Pero se aplica por igual a todos, independientemente de sus ingresos, y es por lo tanto un impuesto claramente regresivo: los pobres gastan una mayor proporción de sus ingresos en el consumo, y por lo tanto su carga es injustamente más alta.

Además, este tipo de impuestos afectan a mujeres y hombres de manera diferente. Las mujeres tienden a gastar un mayor porcentaje de sus ingresos en la compra de artículos de primera necesidad como alimentos, ropa, artículos escolares y medicinas. Mientras en España modificar estos tipos reducidos para artículos de primera necesidad fue cuanto menos controvertido, muchos países en desarrollo ni siquiera contemplan la posibilidad de un menor gravamen bienes de primera necesidad. Sin embargo, en lugares como India y Kenia la presión de la sociedad civil ha contribuido a que se apliquen distintos umbrales y ciertas exenciones en el IVA.

¿Podría servir de algo aumentar los impuestos a productos tradicionalmente más consumidos por hombres? Por una parte, es cierto que gravando más productos como tabaco y alcohol se obtendrían ingresos que podrían derivar en beneficios para los más pobres (en Filipinas, por ejemplo, la recaudación adicional derivada de un alza en los impuestos al tabaco se destinó a la inversión en servicios sanitarios para los más vulnerables). Pero debemos tener cuidado: también pueden implicar que al final las mujeres tengan menos capacidad adquisitiva, especialmente en hogares donde el dinero es administrado por hombres.

En definitiva, es evidente que, también en el Sur, el factor género que tradicionalmente ha sido olvidado a la hora de configurar sistemas fiscales, debe convertirse en un aspecto clave en la investigación, diseño y ejecución de políticas recaudatorias.

Ni las mujeres ni la sociedad en su conjunto pueden seguir esperando: la fiscalidad debe ser justa para todos y todas, ya.

Isabel Ortigosa es responsable de Incidencia y Comunicación de Inspiraction

Madre de acogida: entre el miedo y la ilusión

Por María Araúz de Robles María Araúz de Robles

Acoger, recibir, cobijar, abrazar, en definitiva, abrir la puerta a una experiencia nueva,  a una vida que irrumpe con fuerza y lo cambia todo.  Formo parte de una comunidad de madres que han decidido, en algún momento de la historia de la familia, acoger a un niño o una niña que por algún motivo lo necesita.

Niñas y niños junto a un arroyo. Imagen de Óscar García Montes.

Niñas y niños junto a un arroyo. Imagen de Óscar García Montes.

¿Cómo se toma una decisión así? Pues seguramente hay personas que sin pensárselo demasiado, otras analizando minuciosamente pros y contras; algunas lo persiguen con voluntad y tesón, a otras la Vida, con mayúsculas, sencillamente les sale al encuentro sin haberlo buscado, y se rinden al destino, a la necesidad, a la ternura…. cada uno lo llama como lo siente y lo vive con su manera particular y única de afrontar el mundo.

Pero creo que no me equivoco si digo que todas las personas que dan el paso de abrirle la puerta de su hogar a un niño, lo hacen con una alta dosis de ilusión, y también con una cierta dosis de miedo. Miedo a lo que se van a encontrar -¿tendrá dos años o cuatro, será un niño de color, una niña de ojos claros, habrá sufrido, se adaptará a su nueva vida, me llamará mamá, encajará con sus hermanos?…..- miedo a no estar a la altura –¿le querré como a un hijo, seré capaz de respetar sus vínculos, de aceptar su pasado y su relación con quienes no se pueden hacer cargo de él, echará de menos su vida anterior…?-, miedo a la incertidumbre –¿volverá con su familia biológica, se quedará para siempre, cómo  será su llegada a casa, cómo afrontaremos su partida…?

Son los miedos inevitables de quien, desde la madurez, valora a la persona, a ese niño o niña que algún día será hombre o mujer, como el mejor regalo, el tesoro más grande y la responsabilidad más seria y hermosa que se le puede encomendar. Y por encima de esos miedos, mitigando la incertidumbre y la ansiedad, se alza la intuición de que merece la pena, la ilusión tremenda de un futuro que se abre, el deseo de amar y ser amado.

Y de pronto, una mañana, esa ilusión llega a casa, y se acaba el tiempo de soñar y comienza un día a día cargado de sorpresas, expectativas, decepciones, sonrisas, y poco a poco, “sin sentir”, como dicen en el sur, se van tejiendo los hilos invisibles del cariño, de la necesidad, de la ternura, del respeto, de la seguridad, esos hilos que envuelven y cierran vínculos, que ayudan a crecer a los que acogen y a los que son
acogidos.

Y pasa el tiempo, y al mirar hacia atrás unos piensan que a veces no fue fácil, otros que ha sido la decisión más acertada y crucial de su vida, algunos que no sabían dónde se metían y que la ignorancia es insensata…. pero probablemente todos, si pudieran dar marcha atrás, volverían a coger de la mano a un niño, a una niña, para dejarse llevar por el incierto y fascinante sendero del acogimiento.

 

María Araúz de Robles forma parte de Adamcam, Asociación de Acogedores de Menores de la Comunidad de Madrid.

Olvidar a un sinvergüenza

Por Flor de Torres Flor de Torres + nueva

Hace unos días, la escritora Ángela Becerra me invitó a ‘desvestir a un sinvergüenza’ en la presentación en Sevilla –precisamente la ciudad donde transcurre la obra- de su más reciente novela: ‘Memorias de un sinvergüenza de siete suelas’. Es una obra que invita a reflexionar seriamente. El hilo conductor es el adiós a un casanova de nuestro tiempo. Transcurre en la teatralidad del entierro de Francisco,  el sinvergüenza del título, entre dos mujeres que acuden a su último adiós: Alma y Morgana.

 

Portada del libro 'Memorias de un sinvergüenza de siete suelas'.

Portada del libro ‘Memorias de un sinvergüenza de siete suelas’.

Hay en la novela una trama de personas y vidas que han decidido ser fronterizos  en sus propios sentimientos y a la vez en sus antagónicos: amor y odio, venganza y perdón, dependencia y deseo de libertad… Los personajes van y regresan por una Sevilla de contrastes, de magia, de belleza, de excesos. Donde transitan libremente los límites del ser humano.

Y son esas  las ansias liberadoras de los corsés sociales, de las  trampas del amor y el correlativo odio, las que  llevarán a la frustración a estas dos mujeres presas por el amor y el odio  del sinvergüenza. La muerte de Francisco es para  ellas una liberación, pues Francisco  ’por no ser no es de nadie, ni siquiera de él mismo’.

Y ante su cadáver,  Alma se sabe mujer cosificada: ‘No cuestionarse, no mirar, no dudar, no buscar, no soñar. Obedecer, asentir, saludar, hablar de lo que hablan los demás. Callar. Simple y llanamente hacer lo que se espera de ti, sin saltarse ni una sola regla, porque si te la saltas, si haces lo que el mundo no aprueba y da por normal, podrían calificarte de loca … el que está loco apesta’

Morgana  quema en el mismo escenario del entierro su pasado con Francisco: ’A ver si de una vez por todas me libero, estoy en mi derecho… De tristezas, de odios, de frustraciones, y rabias, del maltrato sufrido’.

Voces de mujeres  prisioneras como Alma: ‘Mi existencia hubiera podido ser absolutamente diferente si desde el comienzo hubiera podido coger las riendas de mi vida y no se las hubiera dejado a nadie’. Eso tan cotizado para algunos, llamado autoestima o seguridad en uno mismo, eso que te van robando… solo logras recuperarla el día menos pensado… cuando algo muy fuerte te sacude las entrañas’.

Alma me recuerda a tantas mujeres desmoronadas: sin autoestima, sin libertad, calladas porque les han arrebatado la voz de forma sutil, invisible. Cuando me acerco a ellas ya no tienen fuerzas para seguir hablando y callan.

Y pasan invisibles delante de nosotras y apenas las vemos porque apenas sabemos comprender sus silencios. Y las prejuzgamos sin juzgarlas y usamos nuestros tiempos para medirlas y observarlas en los tribunales sin saber que nuestros tiempos nos son los suyos y nunca los serán. Ese es nuestro reto: acompasarlos. Que esa vergüenza de un sinvergüenza como Francisco quede al descubierto, desenmascarada y desvestida pues el problema puede estar en nuestras hijas y en nuestras madres, o en las hijas,  las madres o a las esposas de nuestros amigos.

Hay al  final una única decisión. La de  tomar las riendas de su propia vida, la que les  llevará a salir o no de la violencia,  a seguir la ruta de Alma en busca de su libertad: ’Del odio se aprende mucho y rápido. Quienes lo sentimos quedamos condenados al infierno… Por eso decido que no haría participe a nadie de mi odio a Francisco’.

Ángela Becerra fue Premio Planeta en 2009, y es la creadora del Idealismo mágico. Grande, comprometida y visible  por los derechos de  la mujer, muestra en su novela esa violencia de género que pasa de puntillas, que está en el ambiente y en el escenario, enmascarado en el patriarcado, en el concepto de amor romántico, en el de la cosificación de la mujer, en la desigualdad, en el donjuanismo. Y por ello este libro además de ser una delicia para la persona que lo lee, presenta un mensaje y un encuadre que nos ayudan a romper cadenas y a buscar nuestro lado, nuestro peso como mujeres en la balanza de la igualdad.

Podemos ver y sentir como las mujeres maltratadas, conocer su idioma y comunicarnos con ellas. Seguir acudiendo  en su ayuda cuando nos necesiten,  cuando un Francisco las haya envuelto como un Giacomo Casanova. Y sobre todo les demostraremos que hay una nueva vida detrás de la violencia de género.

Es una forma de literatura magistral. Pintando sentimientos desde el alma del ser humano dirigida  al alma del lector.

En la voz del amor, la de  Alma, se pide que nunca más ‘…A ninguna mujer su debilidad y su educación sean más fuertes que ella y si eso ocurre, que acepte esa debilidad como forma de valentía.’

‘Al final lo que queda dentro de ti es tu propia Paz. La que has fabricado con lo que tienes’

Por lo demás allí estaremos las demás. Nosotras, las otras para acudir en su ayuda y los sinvergüenzas de siete suelas dejarlos ‘solos con sus frustraciones y sus complejos, sus ansias y sus agujeros negros’

Muchas gracias, Ángela Becerra, maestra de la literatura en la voz de la mujer. Inmensa.

 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminacion sexual.

Alma Obregón: mucho más que magdalenas

Por Beatriz Pozo Bea Pozo

Alma Obregón no deja de repetir que está un poco loca y si te cuenta cómo se fue al Sahara a correr 100 kilómetros, lo normal es que tu también empieces a creerlo. Pero quizás ese punto de locura sea necesario para hacer lo que ha hecho ella. Porque Alma Obregón tiene un blog de cupcakes que acumula ya más de 32 millones de visitas: ‘Objetivo:  Cupcake Perfecto’.

Alma Obregón en su taller de cupcakes. Imagen de Ekaitz Cancela / Oxfam Intermón

Alma Obregón en su taller de cupcakes. Imagen de Ekaitz Cancela / Oxfam Intermón

Hace cuatro años, cuando lo creó, Alma era una estudiante de doctorado en Alemania. En un viaje a Inglaterra descubrió los cupcakes, que ella describe como una especie de tartas en forma de magdalena. Le entusiasmaron y probó a hacerlos. De esta forma, el blog nació como una libreta virtual en la que Alma contaba sus intentos de hacer cupcakes. Hoy tiene varios diplomas de las mejores escuelas de repostería en la pared, y ella es la que enseña a cocinarlos a través de sus talleres. Además, tiene un programa de televisión en Canal Cocina, una tienda y un taller especializados en Madrid y varios libros publicados y muy vendidos sobre repostería.

Alma ha conseguido así poder vivir de lo que en un principio no parecía más que una afición, y ser su propia jefa. Ella dice que tuvo suerte, porque comenzó con los cupcakes justo antes de que se pusieran de moda en España, pero lo cierto es que no hay más que ojear un poco su blog para ver que tiene algo especial. Sus recetas no son solo una lista de ingredientes y pasos a seguir, sino que están hechas desde un punto de vista muy personal que te permite empatizar con la propia Alma y con las mil y una cosas de su vida que decide contar, desde su obsesión por la Nutella al cumpleaños de su gato.

Alma tiene también una faceta personal muy marcada por la acción solidaria. En sus dos últimos años de carrera fue voluntaria en Oxfam Intermón y, más adelante, ha aprovechado su éxito para colaborar profesionalmente en diversas actividades. Así, por ejemplo, ha contribuido con sus recetas de cupcakes a popularizar los ingredientes de comercio justo, y  con frecuencia realiza talleres solidarios.

Su otra gran afición es participar en carreras de larga distancia, como la del Sáhara. Dejando de lado el propio mérito que supone correr tantos kilómetros, Alma también usa estas carreras como un modo de ayudar a la gente que más lo necesita. De esta forma, ha participado en un programa en el que por cada kilómetro que corría, se donaba un kilo al Banco de Alimentos. Y el próximo 5 de julio tomará la salida, junto con varios equipos formados por sus amigos bajo el nombre de ‘Cañas y Tapias’, en la carrera solidaria Oxfam Intermón Trailwalker, (100km, una causa) que se celebrará por primera vez en la sierra madrileña.

Alma ha sido capaz de prácticamente inventarse una profesión de aquello que le gustaba, y disfruta enormemente de todo lo que hace. Una chica con una sonrisa permanente en la cara y con muchas ganas de comerse el mundo. Quizás esté un poco loca, pero dado lo bien que le ha ido, creo que a todos nosotros nos convendría estar así de locos.

 

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora como voluntaria con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Una periodista comprometida en la guerra contra el narcotráfico

Por Laura Martínez ValeroLaura Martínez Valero

Me pasó como a muchos estudiantes de periodismo. En el primer año de carrera perdí la ilusión. El periodismo no era lo que yo creía. Nada de visibilizar las historias humanas. Todo eran intereses, poder, política y cifras. Recientemente conocí el Periodismo Comprometido y a periodistas como Marcela Turati, que me devolvieron la ilusión.

En México existe un término para nombrar al número de muertos diarios que causa la guerra contra el narcotráfico. Lo llaman el ‘ejecutómetro’. Es muy útil para redactar noticias, pero no aporta profundidad ni contexto. No explica cómo se ha llegado a esa situación. ‘Uno ve a unos tipos colgados de un puente y se pregunta: ¿quiénes eran? ¿En qué soñaban? ¿Cuál fue su vida? ¿Qué sufrimiento hay detrás?’, reflexiona Marcela. Para ella, este pensamiento  se convirtió en una prioridad. Y para mí esto es lo que caracteriza a una periodista comprometida, preguntarse: ‘¿por qué?’.

Marcela era una reportera que se dedicaba al periodismo social, un tema de mujeres que no interesa a los periodistas varones, más centrados en política o economía. Preocupada por aportar un enfoque humano y porque la pobreza no era un tema que apareciera en las portadas, formó junto con sus compañeras la red de ‘Periodistas de a pie’. Y de la noche a la mañana se vieron haciendo capacitación para cubrir las muertes del narcotráfico. ‘Yo era una reportera que cubría pobreza y de repente estaba cubriendo una masacre en un pueblo’, explica Marcela. ‘Cada semana recibía familias nuevas con hijos desaparecidos’. Fieles a sus principios, no quisieron quedarse en el cadáver, sino profundizar en lo que había alrededor. Lo que encontraron era algo que el gobierno no está interesado en mostrar. Muchos jóvenes se había criado en la calle, sin escuelas ni acceso a educación y habían acabado en pandillas. El narcotráfico se convirtió entonces en un caramelo muy dulce, con sabor a poder y dinero. ‘No se invirtió en las zonas donde se tendría que haber invertido. Podría haber sido mucho más barato que andar comprando armamento para matar a esos jóvenes’, denuncia Marcela. Además, están las víctimas que no tenían relación con el narcotráfico, lo que el gobierno llama ‘daños colaterales’ y que se cuentan por miles.

Marcela Turati durante su reciente visita a la sede de Oxfam Intermón en Barcelona. (C) Júlia Serramitjana / Oxfam Intermón

Marcela Turati durante su reciente visita a la sede de Oxfam Intermón en Barcelona. (C) Júlia Serramitjana / Oxfam Intermón

Después de todos estos años, si hay algo que aún conmueve a Marcela es el papel de las mujeres, especialmente de las madres, en este contexto de violencia. Cómo se han organizado y cómo algunas de ellas salen cada 10 de mayo a pedir justicia a gritos en DF. Mujeres ‘normales’, madres de familia, que se han capacitado y ahora hablan ante la ONU, reclamando que encuentren a sus hijos desaparecidos o al culpable de sus muertes.

Otras veces ya hemos hablado de lo difícil que es ser mujer y periodista en México. Por ello, en la red de ‘Periodistas de a pie’ están trabajando en el ‘autocuidado personal’. ‘Tenemos que cubrir esto sin que te quite la alegría de vivir’, afirma Marcela. De momento a ella no se la han quitado y, como le gusta compartir su experiencia, estará en Madrid a principios de julio en el marco del proyecto de Periodismo Comprometido para explicar cómo es posible hacer periodismo de calidad en situaciones difíciles.

Laura Martínez Valero es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

Una carta, una vida

Por Maribel Maseda Maribel Maseda 2

Conozco a María Ramírez desde hace tiempo, sus pasos son silenciosos, habla casi en susurros y es extremadamente discreta. Nadie conoce en realidad su historia; pasea por la noche sola, sin miedo, como si al dormir el mundo, ella pudiera recuperar todas las sensaciones que se obtienen cuando se sabe poseedor de él. Siempre me admiró su bondad y ella se ruboriza cuando se lo digo. Nunca pierde la esperanza, las ganas de vivir, la alegría de ser y estar.

María sostiene en su mano una foto de su juventud. Imagen: Maribel Maseda.

María sostiene en su mano una foto de su juventud. Imagen: Maribel Maseda.

Y un día sentadas juntas en un viejo banco, puntual a la cita que concertó conmigo, vestida con un pantalón azul, luciendo con orgullo su bonito bolso del mismo color, me regaló su historia, comprendiendo entonces el porqué de su aceptación en una vida que sin duda se le ha presentado dura y difícil.

Toda su infancia la pasó entre orfanatos y casas de familiares diversos que la acogían mientras esperaba anhelante que llegara el día de poder estar con su madre para siempre. Las veces que intentaban reunirse de nuevo, las vivía con la ilusión de que esa vez fuera la definitiva, apenas unos días en los que de nuevo, ante la carencia absoluta de recursos para cuidar de ella, la madre debía buscar un hogar donde alojarla. Recuerda como lloraban ambas con cada nueva separación. Hasta los 16 años, pedía cada día y cada noche que la vida cambiara para ellas. Y cuando pudo trabajar comenzaron por fin su vida juntas.

María, en una imagen antigua. Imagen: archivo personal.

María, en una imagen antigua. Imagen: archivo personal.

María se enamoró. Tardó en hacerlo, recuerda ella, pero lo hizo desde el alma. Tras 7 meses en España, su novio hubo de regresar a su país. Él le pide que regrese con él pero María no quiere dejar aquí a su madre. La pide en matrimonio y acepta. Durante 9 años no vuelven a verse nunca, ni una sola vez y se relacionan por cartas en las que van proyectando su boda. Los fines de semana los pasa entre sus  promesas, su  amor y su madre. Era absolutamente feliz.

Se acerca el momento de la boda y María cuida y elige su ajuar con la ilusión y la felicidad de quien solo es capaz de ver bondad y sinceridad porque su propio corazón está hecho de lo mismo. Y en medio de las calles y veredas que su imaginación dibuja sobre el país en el que vivirá en poco tiempo, de los planes de futuro entregada a la familia que siempre deseaba tener, entre el amor que hizo más llevadera la espera tantos años, se cuela una carta en su puerta de una mujer que le cuenta como allá en aquel país que María creía ya conocer tan bien, descubre  en su casa escondidas las fotos y cartas de María y entiende que no sabe que aquel hombre al que María llama novio, se casó con ella y nunca se lo dijo.

María lloró durante meses. Y nunca nadie pudo volver a ocupar su corazón.

En ese banco, escuchándola, creo ver todavía amor. Y cuando me mira con sus ojos claros, y me dice: ‘pero aquellos años no fueron baldíos. Pude estar con mi madre cada minuto de su vida. Tanto lo pedí, y me lo dieron. Y para mí fue la felicidad más grande durante sus 101 años, estar a su lado como quería cuando era niña’, entonces entiendo que María posee un don, el de su propia capacidad de sentir amor.

Ahora, cuando la veo pasear sola, veo su corazón lleno.  No llora la pérdida. Siente que el universo le regaló una oportunidad y cada día lo ha vivido como tal. Nunca más respondió las cartas de aquel hombre, pero el deseo cumplido de poder estar al lado de su madre y darle todo su amor  llenó demasiado hueco en su vida como para que quepa el más mínimo rastro de rencor. Hoy tiene 81 años, y continua incapaz de sentir rencor ante los regalos que siente que la vida le ha dado; ni siquiera cuando un vecino, amparado en el anonimato, le disparó hace unos días, porque sí. Y me pregunta en voz bajita, que porqué les molesta tanto su presencia, si ella solo tiene cariño para dar.

La vejez hace por sí misma una revisión de vida en la que sin ser del todo consciente, reorganiza las prioridades, recupera los recuerdos y les concede una valía diferente a la que le había otorgado en la juventud y en la madurez. Los objetivos alcanzados generan una satisfacción añadida, claro, sin embargo, regresan a algún punto de  la infancia donde no se podía desligar el instante de vida de la certeza de que estaba ahí para ser vivido. La vejez no es una involución, sino una recuperación de lo que hemos ido perdiendo por el camino. Hay una gran sabiduría en el anciano, al igual que en el niño. Pero mientras los adultos no dudamos en acercarnos a los pequeños, dudamos en hacerlo cuando se trata de los mayores. Claramente no sabemos comunicarnos con ellos. Y con esta idea, decidimos crear el movimiento #1vida1carta, en el que al conocer las historias del mayor, aparecen ante nosotros personas con entidad propia, identidad única, que sin querer habíamos invisibilizado al relegarlos al grupo de ‘ancianos’ en el que nadie es ya diferente.

Cerca de la última etapa de la vida, muchos de los mayores valoran sus vidas no por la cantidad de objetivos conseguidos, sino por la calidad de los afectos que han dado y recibido. Y de ellos se nutren, aunque sean amores y afectos pasados, como si  finalmente solo tuviese la capacidad de acompañarles  aquello que es capaz de vivirse desde el corazón.

Te hacen pensar: ¿cuanta porción de corazón podrías llenar mañana con lo que has conseguido cosechar a día de hoy?

Antes de despedirnos, pregunto:

–          ‘María, ¿eres feliz?

–          ‘Mucho, Maribel. Disfruté de lo que pedí cada día de mi vida. Y eso la llenó por completo. No necesito más para ser feliz’.

 

Maribel Maseda es Diplomada Universitaria en Enfermería, especialista en psiquiatría y experta en técnicas de autoconocimiento. Autora de obras como HáblameEl tablero iniciático, y La zona segura. Recientemente ha iniciado el movimiento #1carta1vida para dar valor a las vidas de las personas mayores.

Ésta no es mi guerra. Historias de refugiadas

Por Belén de la Banda  @bdelabanda

No es ella quien empezó la guerra. Ni siquiera sabe a ciencia cierta en qué momento ha empezado, ni quiénes son los responsables. Ésta no es su guerra, pero por obra y gracia de ella, ya su casa no es su casa, ni su familia es su familia tal como la conocía, el terreno donde sembraba y cosechaba su comida ya no está a su alcance, y su vida ha quedado absolutamente destrozada. Esta guerra no es su guerra, pero esta vida ya tampoco es su vida.

Niñas y mujeres cogen agua de las cisternas instaladas por Oxfam en el campamento de refugiados de Za'atari en Jordania. Imagen: Caroline Gluck/Oxfam

Niñas y mujeres refugiadas de origen sirio cogen agua de las cisternas instaladas por Oxfam en el campamento de refugiados de Za’atari en Jordania. Imagen: Caroline Gluck/Oxfam

Ésta es la historia de la mayoría de las mujeres que han tenido que huir de un conflicto y ahora se encuentran en un campo de de refugiados. Hace pocos días, mi compañera Júlia hablaba de cómo en Sudán de Sur las mujesres llevan la peor parte. Cuando pierden a parte de su familia, su responsabilidad se multiplica, su trabajo tradicional -cuidar de la familia, de los niños, de los ancianos, conseguir agua, preparar la comida, buscar techo…- se multiplica.

Es la realidad de mujeres sirias como  Lekaa, una refugiada siria  que mis compañeros conocieron en el campamento de Za’atari, en Jordania, una mujer de clase media en su país, que  nunca pensó que algún día se vería en esta situación. ‘Todas las mañanas lloro. Echo de menos mi país, mi familia, mis amigos. El trabajo de las mujeres, aquí es más duro, lo pasamos peor. Tengo miedo de dar a luz en este sitio. Estaré muy cansada, y sin mi madre y mis hermanas…

El miedo de Lekaa lo ha vivido Mari, una mujer dinka refugiada en el campo de Mingkaman, en  Sudán del Sur:  parió a su tercer hijo bajo una lona de plástico, y fue un parto tan difícil que enfermó. Por suerte, tiene con ella a su familia: ‘A pesar de que mi marido está conmigo, no puede hacer nada para mantenernos. Dependemos de las agencias humanitarias. Lo perdimos todo cuando vinimos: las cabras, las vacas y nuestras pertenencias‘.

La vida en el campo es difícil, pero lo peor de todo es que no tiene futuro. Knyah huyó hace 4 meses de su casa en Juba, cuando empezaron los ataques, con su marido y sus 5 hijos.  Se refugiaron en el recinto de Naciones Unidas en la ciudad ‘Nos dieron esterillas, mantas y plásticos para construirnos una vivienda. Pero yo no quiero vivir aquí siempre. Nuestros hijos serán una generación perdida‘. Para ella, la falta de libertad, no poder regresar a su casa, ni salir del campo por el riesgo de que la maten, es lo más duro.

El riesgo es siempre una posibilidad cercana. Nyawer perdió a uno de sus tres hijos durante los ataques en Juba: ‘Primero oímos disparos, luego bombas. Teníamos mucho miedo. Entonces, un tanque pasó por encima de nuestra casa y mató a uno de mis hijos‘. En su barrio entraron grupos de soldados dinka a matar a los nuer, etnia a la que pertenece.  Aunque logró escapar con su marido y sus otros dos hijos, buscar refugio fue difícil:  ‘la gente nos decía que en el recinto de la ONU estaríamos seguros, pero tardamos días en encontrarlo. Cuando llegamos fue un alivio, pero ahora ya no nos sentimos seguros aquí tampoco‘. Su marido salió del campo a buscar carbón para cocinar y lo mataron también.

Pero además, en las situaciones de conflicto, las mujeres son usadas como arma de guerra, víctimas de asesinatos, violaciones, y todo tipo de humillaciones. Sus cuerpos forman parte del botín, de la relación de poder o se convierten en una forma de hacer daño al enemigo. Y muchas veces también son víctimas de agresiones en los campos donde han buscado acogida.

Hoy se conmemora el Día del Refugiado, para atraer la mirada de la sociedad mundial sobre la realidad de millones de personas que lo han perdido todo huyendo de los conflictos. Es el momento de comprometernos a ayudar a estas familias, y de hacer todo lo posible para que situaciones como las que viven no vuelvan a ocurrir. Para que terminen esas guerras que no son suyas, y recuperen las vidas que sí lo son.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

Comprar sexo no es deporte

Por  Carolina García y Asunción Miura  amiuraCArolina García AxS

El balón ha echado a rodar en Brasil, pero en las calles continúan las protestas. La semana pasada miles de mujeres salieron a la calle convocadas por la Marcha Mundial de las Mujeres para exigir al gobierno brasileño que dé un paso adelante por los derechos de las mujeres. Y especialmente por una de las cuestiones que están ahora sobre la mesa como es la trata de personas y la explotación sexual, que se incrementa de forma espectacular durante el Mundial.

Imagen de la campaña 'Comprar sexo no es deporte', puesta en marcha por varias organizaciones durante el Mundial de Brasil.

Imagen de la campaña ‘Comprar sexo no es deporte’, puesta en marcha por varias organizaciones durante el Mundial de Brasil.

Existen claros vínculos entre el aumento de la demanda, la creciente explotación de mujeres, niñas y niños en el comercio sexual y los grandes eventos deportivos, donde proxenetas y tratantes se lucran proveyendo a los compradores de sexo con una oferta de seres humanos vulnerables. Pasó durante el Mundial de Sudáfrica y está pasando en Brasil, es uno de los países, con el índice de turismo sexual más alto junto con República Dominicana, Costa Rica, Venezuela y Puerto Rico. Esto no es ningún secreto, pero los organizadores prefieren mirar hacia otro lado.

Ante esta flagrante vulneración de derechos, varias organizaciones españolas (Alianza por la Solidaridad, Médicos del Mundo, Comisión de investigación contra los malos tratos, Plataforma por la abolición de la prostitución, Federación de Planificación Familiar Estatal, Federación de ONGD de Madrid, Iniciativas de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Foro de Turismo Responsable, Paz y Desarrollo, Tertulia Feminista Alternativas Insólitas), junto con la Coalición Internacional contra el tráfico de mujeres, niñas y niños (CATW) hemos lanzado en redes la campaña #ComprarSexoNoEsDeporte para pedir a España, a la Federación Española de Fútbol y a los jugadores de la selección que se comprometan para poner fin a la  trata y a la explotación sexual.

El Gobierno de Brasil ha tomado medidas para prevenir la trata sexual en el país, especialmente la infantil, invirtiendo 4 millones de dólares para asistir víctimas, campañas de concienciación e incluso prohibiendo la entrada en el país de personas con antecedentes por este tipo de delitos. Sin embargo, esta cifra no es comparable con los 10.000 millones de dólares, según datos del gobierno brasileño, invertidos en estadios, infraestructuras, movilidad, seguridad, etc. La realidad es que el gobierno brasileño está más preocupado por contentar a la FIFA que a su ciudadanía.

A pesar de las protestas, la cuestión está lejos de ser solucionada, más bien al contrario. En 2002, Brasil incluyó la prostitución en la lista de profesiones autorizadas para cualquier persona mayor de 18 años y en la actualidad se está debatiendo un proyecto de ley para regularizar esta práctica; que no está diseñado ni para garantizar los derechos de las mujeres, ni para resolver la situación de estas mujeres. El proyecto, pretende separar la prostitución “por elección” de la explotación sexual, lo que supone de facto legitimar el trabajo sexual ignorando la pobreza, discriminación y violencia de género que promueven la comercialización de millones de niñas y mujeres en Brasil.

Sin embargo esta problemática traspasa fronteras y el resto de los países deberían también luchar contra la explotación sexual. 159 países han ratificado el Protocolo de Palermo de la ONU para para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente mujeres, niñas y niños.

La explotación sexual es delito. Legitimar esta práctica, sin cuestionar el papel de los hombres, del capital y del Estado, es una trampa cuya consecuencia es el refuerzo de la opresión de las mujeres, convertidas en moneda de cambio para el beneficio de mafias y el divertimento de individuos, cómplices de una pesadilla que convierte seres humanos en mercancías.

Puedes unirte al manifiesto firmando aquí y compartiéndolo en las redes sociales con el HT #ComprarSexoNoEsDeporte

 

Carolina García es activista por los derechos de las Mujeres en Alianza por la Solidaridad y Asunción Miura es Enlace en España de la Coalición Internacional contra el tráfico de mujeres, niñas y niños.

Rachel Carson: una pionera del ecologismo

Por María Aurora Esteban María Aurora Esteban

Siempre he sentido un gran amor hacia los animales y las plantas. Me recuerdo de niña persiguiendo a los perros por la calle para acariciarlos o poniéndole nombre a las flores que tenía mi madre en el balcón, por no hablar de la lagartija que pasó una semana en la pared del baño de mi tía Eli y a la que llamé Isabel. Siempre he pensado que debía cuidarlos y protegerlos. Creo que tengo eso que se llama conciencia ecológica y, tal vez sin saberlo, deba agradecérselo a Rachel Louise Carson.

Rachel Carson ante su máquina de escribir Imagen de TrasTando

Rachel Carson ante su máquina de escribir.  Imagen de TrasTando

El pasado 27 de mayo se celebró el 107º aniversario de su nacimiento. Fue una bióloga marina estadounidense que contribuyó a la puesta en marcha de la moderna conciencia medioambiental. Nació en Springdale, Pensilvania. Pasó su infancia explorando las 26 hectáreas de la granja familiar. Le encantaba leer. El tema común de su literatura favorita era el mundo natural, en particular el océano.

Aunque inicialmente estudió Literatura inglesa, cambió la especialidad de sus estudios por la Biología. Continuó estudiando un máster en Zoología y en 1935 comenzó a trabajar en la Administración de Pesca y Vida Salvaje donde ejerció como autora de textos divulgativos. Publicó numerosos artículos sobre temas marinos que tuvieron un notable éxito entre los críticos y el público en general. En 1941 publicó el libro ‘Bajo el viento del mar‘ donde hablaba sobre la lucha por la supervivencia que se da en el fondo marino.

El éxito cosechado por estas obras le permitió dedicarse enteramente a la literatura. Profundizó entonces en sus reflexiones sobre las relaciones que mantenemos los seres humanos con nuestro entorno natural. Habiéndose mudado por razones familiares al campo de Maryland, empezó a observar los devastadores efectos producidos por los pesticidas, en especial el DDT, sobre la vida silvestre. Se preguntó sobre las consecuencias de la utilización y la diseminación de partículas químicas en la naturaleza y de sus efectos sobre el ser humano.

Es entonces cuando inicia la elaboración de su obra más influyente, Primavera silenciosa, que vería la luz cuatro años más tarde, en 1962. Con ella puso en evidencia los peligros de los pesticidas, cuya larga vida amenaza al planeta con un envenenamiento progresivo. El libro provocó una intensa polémica, incluso antes de su publicación, por parte de las autoridades y de la industria, ya que tocaba importantes cuestiones económicas sobre la producción agrícola y señalaba el abandono de los responsables políticos, que no sólo no reflexionaban sobre estas cuestiones antes de autorizar el uso de los pesticidas, sino que tampoco eran capaces de actuar a posteriori.

Rachel debió hacer frente a críticas excesivas principalmente relacionadas con su condición de mujer. A pesar de todo, el libro tuvo una gran influencia y ayudó a cristalizar el movimiento ecologista. El debate generado contribuyó a la creación de una Agencia para la protección del medio ambiente por parte del gobierno americano y a la adopción de las primeras grandes leyes antipolución.

Carson falleció en 1964, a los 56 años de un cáncer de mama. Su obra marca el momento en el que la sociedad comprende que la naturaleza es un todo complejo, que todo está interconectado y que las consecuencias de cualquier acción, incluso sobre la salud humana, son difíciles de predecir. En palabras de la propia Rachel:

El ser humano es parte de la naturaleza y su guerra contra la naturaleza es, inevitablemente, una guerra contra sí mismo

 

María Aurora Esteban es profesora de Matemáticas y autora del blog La campana de Gauss

Sudán del Sur: cuando las mujeres se llevan la peor parte

Por Júlia SerramitjanaJulia Serramitjana

La semana pasada tuvo lugar en Londres la cumbre contra la violencia sexual como arma de guerra organizada por Naciones Unidas, en la que se reunieron más de 100 gobiernos, los directores de ocho agencias de Naciones Unidas y casi un millar de expertos. El objetivo: sellar un compromiso internacional para que se investiguen y documenten estos crímenes; para que se persiga a los que los han cometido y se garantice asistencia a los que les han sufrido; la mayoría mujeres y niñas.

Mujeres en Sudán del Sur

Una mujer en el campo de desplazados de Mingkaman, en Sudán del Sur. Imagen: Pablo Tosco

Mientras leía la carta de conclusiones firmada por Angelina Jolie y William Hague me pregunté: ¿Servirá de algo? Debería. Al menos para visibilizar esta situación e impulsar medidas para frenarlo. Son muchos los lugares en el mundo dónde este drama sigue destrozando las vidas de millones de personas, principalmente mujeres, que tienen que convivir con la frustración de ver cómo los terribles abusos que han sufrido quedan impunes y olvidados.

Y es que la cultura de la impunidad que ampara esos crímenes es bien arrelada en muchos países como Sudán del Sur, un país que acaba de cumplir un triste aniversario: seis meses de conflicto armado. Medio año de guerra y dolor.

Cuando estuve allí, hace ya un par de meses, conocí a Edmund Yakani, director de CEPO, una organización defensora de los derechos civiles, que está documentando, entre otros temas, el impacto que tiene el conflicto entre las mujeres. Y lo hacen en un contexto realmente difícil.

Edmund me contaba que en este conflicto, como en muchos otros, las mujeres se están llevando la peor parte. En situaciones de violencia como la que está viviendo Sudán del Sud, nos contaba que son las principales víctimas de violaciones, humillaciones y asesinatos.

Yakani explicaba la razón por la cual esto es así: en las guerras las mujeres juegan un papel primordial en el cuidado de la familia, ejerciendo un rol de protección y estabilidad. Con sus maridos muertos o en el frente, muchas de ellas, ahora, solas y con varios hijos e hijas a su cargo, se encargan de mantener a toda la familia. Se encargan de buscar y preparar la comida y el agua, de garantizar un techo para resguardarse, de cuidar de las personas mayores y de los pequeños.

yakani

Edmund Yakani, director de CEPO, organización pro derechos civiles. Imagen: Pablo Tosco

Ambos bandos son conscientes del papel que juegan las mujeres en este conflicto. De cómo ellas salvaguardan la vida en un contexto dominado por la muerte, así que la forma para causar aún más dolor entre los hombres en el frente es humillando, violando y matando a sus mujeres. Es así como usan la violencia sexual como arma de guerra. Y es así como destrozan la vida, que precisamente ellas representan.

Ahora, seis meses después que empezara la guerra, recuerdo cómo me impresionó conocer a Yakani. Cómo me chocó su valentía y determinación a la hora de trabajar y denunciar la violencia sexual presente en su país en guerra en y el sentimiento de entrega, preseverancia y compromiso que transmitía a la hora de contarlo. Ojalá un día ya no deba de seguir luchando por ello.

 

Júlia Serramitjana es periodista y trabaja en Oxfam Intermón