Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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¿Cebrián «echa» a Polanco o Polanco «deja» a Cebrián?

Si hablamos de un empleo, «echar» no es lo mismo que «dejar«.

Sin embargo, El Mundo y El País usan estos verbos, de significación tan distinta, para titular la misma noticia. Lo curioso del caso es que Pedro Jota le dedica más espacio a Javier Díez de Polanco, ex directivo de Prisa (sobrino del fallecido Jesús de Polanco) que el mismo diario de Prisa. Casi el doble.

Entre quienes no siguen de cerca las luchas por el poder, en las guerras empresariales de sucesión, ha podido sorprender la noticia de la salida (voluntaria o forzada) del llamado «sobrinísimo» de Jesús de Polanco. Dentro del grupo Prisa no ha debido producir sorpresa alguna. Estaba cantado que, tras la muerte del fundador, un hombre poderoso, muy singular, y con las ideas de negocio muy claras, Cebrián (nº 2 por méritos propios) y Díez de Polanco (nº 3 por lazos familiares) serían incompatibles. El choque se ha producido y el sobrinísimo ha salido disparado. El ejecutivo nº 3 del grupo Prisa es ahora Manuel Polanco, hijo del fundador y hermano del presidente no ejecutivo Ignacio Polanco).

Pese a haber dedicado muchos años de mi vida profesional al grupo Prisa, me confundí en mis pronósticos sucesorios. Siempre pensé que Jesús de Polanco era monárquico de sí mismo, es decir, que a su muerte le sucedería con todos los poderes su hijo primogénito, Ignacio Polanco. Y que, a tal fin, lo dejaría todo atado y bien atado. O sea, el rey ha muerto, viva el rey.

Sin embargo, no ha sido así. Muerto el gran Polanco, su hijo y heredero ha dado un paso atrás y ha cedido todos sus poderes a Juan Luis Cebrián, en calidad de valido.

Atención al próximo capítulo de la saga de los Polanco:

¿Dinastía o Falcon Crest?

La actual crisis económica puede provocar algunos terremotos empresariales. Y torres más altas han caido.

Nunca olvidaré el instinto profético del buen Sancho Panza (¿o fue mi admirado Don Quijote?) cuando sentenció:

«Padres comerciantes, hijos caballeros, nietos pordioseros»

Así es la vida.

Resultados de Prisa publicados en El País, diario de Prisa (1-05-09):

Resultados de Prisa publicados en El Mundo, competidor del diario de Prisa (1-05-09):

Juez prevaricador; diario engañoso

Polanco gana una batalla después de muerto

Prisa compra el 16,79% de Sogecable a Telefónica y (al concluir la OPA) logra controlar el 95% del capital de la plataforma de televisión.

Como el Cid Campeador, Jesus de Polanco ha ganado una batalla después de muerto. Cuando he leído esta mañana la noticia (conocida ayer por Internet y por la radio) me ha dado un ataque de nostalgia docente e investigadora.

Como profesor universitario de Economía Aplicada (alejado del Periodismo por la fuerza de un despido ilegal), pasé las vacaciones de Navidad de 1997 y de Reyes de 1998 escribiendo, a toda prisa, un libro sobre la guerra descomunal que había estallado en 1996 (al llegar Aznar a La Moncloa) entre las dos grandes palataformas digitales de televisión. El título era:

«Jaque a Polanco»

Y el subtitulo:

La guerra digital: un enfrentamiento en las trincheras de la política, el dinero y la prensa

Ayer se cerró un capítulo importante -quizás definitivo- de aquella guerra. Y hoy, como es natural, cada diario arrima el ascua a su sardina y elige el sujeto que más le gusta (o mejor sirve a sus intereses corporativos) para el titular de la noticia.

El País se decide por PRISA como sujeto principal.

PRISA logra más del 95% del capital de Sogecable…

A nadie le extrañará esta pasión informativa ya que Prisa es propietaria de Sogecable y, a la vez, de El País.

En cambio, para informarnos de la misma operación, tanto El Mundo (desde la derecha) como Público (desde la izquierda) han preferido elegir como sujeto principal para titular esa noticia a Telefónica. Tampoco coinciden en el verbo con el diario de PRISA.

El País dice en un sumario:

Telefónica, segundo accionista, acudió…

Sin embargo, los otros dos periódicos coinciden (cosa rara, si no fuera por los derechos televisivos del fútbol, por Mediapro y la Sexta) no solo con el mismo sujeto sino también con el mismo verbo en el titular:

Telefónica se va de Sogecable…

El diario Público, de Mediapro, va un poco más allá que El Mundo e interpreta las razones por las que Telefóncia «se va» de Sogecable:

«… por las dudas sobre su futuro»

He encontrado en mi sótano un ejemplar del libro «Jaque a Polanco» y, después de sacudirle el polvo y quitarle algunas telarañas he caido en la tentación («vanidad de vanidades«, dice el Koelet) de leer la últimas página del «Epílogo» y las primeras del «Prólogo«. En ese orden.

El Epílogo lo escribí yo en enero de 1998, en mi despacho de la Universidad de Almería, y el Prólogo lo escribió en la misma fecha mi colega y, sin embargo, amigo, David White (corresponsal entonces del Financial Times de Londres).

Como es sábado y está lloviendo, me he entretenido en copiar y pegar aquí esas páginas escritas proféticamente hace más de 10 años.

No debería decirlo, no es de buena educación, debería estar prohibido -lo se- pero es un placer sublime eso de poder presumir de profeta y decir:

«Ya te lo dije yo…»

Y eso que, como profetas, los economistas sólo sirven para predecir el pasado…

Al concluir la vieja guerra digital, el Prólogo de David White tiene aún vigencia y recomiendo su lectura.

De mi «Epílogo Abierto» lo único que quiero resaltar es que, hace 10 años, anuncié cuatro escenarios posibles para concluir aquella «guerra digital«. Primero, se cumplió el Escenario C:

Escenario C: ¿Se fusionarán Canal Satélite Digital y Vía Digital y serán felices?

Y ayer se cumplió el Escenario B, aunque sin que Prisa tuviera necesidad de alianzas internacionales:

Escenario B: ¿Se aliará Prisa con un gigante internacional como la ATT, o algo así, para comerse a Vía Digital?

Escenario C: Prisa y Telefónica se casaron y fueron felices en Sogecable hasta ayer mismo.

Escenario B: Prisa se comió ayer la parte de Telefónica en Sogecable

Pego a continuación las cuatro páginas finales de libro:

Así terminó aquel libro (más periodístico que académico) y que pasó por algunas pocas librerías sin pena ni gloria. (A la derecha está la primera página de aquella ingenua aventura editorial).

Jamás fue citada la existencia de este libro en ningún diario del Grupo Prisa ni del entorno del presidente Aznar. Solo salió una crítica (y entrevista con mi foto de profe) en La Voz de Almería . Gracias, de nuevo, colegas y paisanos almerienses.

La editorial Temas de Hoy (del poderoso Grupo Planeta se asustó cuando El País prohibió la publicidad y le devolvió la orden de insertar un anuncio suyo de pago sobre este libro. Planeta anuló inmediatamente la campaña, retiró los ejemplares distribuidos, se disculpó y me pagó como si la edición se hubiera agotado completamente. Una buena pasta para un profesor.

Prisa también tiene editoriales de libros y un gran suplemento «Babelia» que ayuda a vender libros también de otras editoriales.

Ya se sabe: Entre bomberos no se pisan la manguera.

Si yo hubiera trabajado como periodista, en aquellos años que siguieron a mi despido improcedente como corresponsal de Televisión Española en Nueva York, nunca hubiera escrito ese libro. Ustedes lo comprenderán si les digo que tengo tres hijos.

Pero me había refugiado en el sagrado académico -era profesor titular de Universidad– y me sentí libre para escribir sobre los grupos de comunicación en conflicto. Debo reconocer que, pese a que lo hice muy deprisa y mal, fue un placer inolvidable haber escrito esas 300 páginas como si fuera libre.

Los escasos ejemplares que circulan de «Jaque a Polanco» tienen ya el valor de los libros malditos del Indice. Todo un piropo, según la tesis de David White.

Menos mal que, con el dinero de la indemnización que nos dio TVE, la televisión de Aznar, por sentencia del juez, pudimos poner en marcha uan pequeña empresa familiar Multiprensa y Más S.L., con sede fundacional en el sótano de mi casa. Esa empresa creció después, gracias a 7 Cajas de Ahorro y al grupo noruego Schibsted y, desde ella, editamos 20 minutos, el periódico con más lectores diarios (2,6 millones) de la historia de España, así como la revista mensual Calle20 y www.20minutos.es, el tercer diario on line de información general , que alberga a este blog.

Todo empezó gracias a aquella indemnización judicial que mis hijos definieron como la «beca Aznar«.

Sorpresas te da la vida…

Denuncia, convoca y acapara. Cada diario con su verbo

En apenas una semana, ya podemos ver la posición aproximada del nuevo diario «Público«. No hay que ser muy fino para concluir que está escorado un poco a la izquierda de El País o que, al menos en las formas, es más cañero y radical.

También lo veo muy lejos de El Mundo, casi en sus antípodas. Por tanto, El País se nos va quedando en el centro del espectro de los diarios nacionales de pago, lo que no se si eso -a veces, en tierra de nadie- es bueno para su cuenta de resultados.

Pedro Jota – con las pecaminosas bendiciones episcopales de la COPE– cada día está más agresivo con ABC y La Razón a quienes pretende arrebatar el lector de derechas y/o de extrema derecha.

Sin ningún recato, El Mundo le hace (¿gratis?) la campaña electoral al PP. Está en su derecho. Cada día nos recuerda, con menor o mayor intensidad, los males que cree que nos aquejan o amenazan, naturalmente, y a su juicio, por culpa de Zapatero.

Hay una larga lista:

España se rompe, la bandera de España ignorada o pisoteada, persecución ligüística, el catalán arricona al castellano, no pintamos nada en el mundo, Bush se ríe de nosotros en la cara de Zapatero, el retrato del Rey en llamas, la Monarquía en peligro, los catalanes se lo llevan todo y no queda nada para los demás, ETA , más crecida que nunca, campa por sus respetos, el Gobierno se rinde ante ETA y el PNV, la economía en recesión, etc, etc. (Menos mal que no hay pertinaz sequía para culpar de ella a Zapatero).

Con razón o sin ella, retorciendo a veces la realidad o simplemente mintiendo, El Mundo alimenta a sus creyentes con lo que más gusta a su paladar, por amargo que sea.

Estamos en campaña electoral y ya sabemos (o, al menos, así lo creo yo) que votamos con el corazón (alguna vez, con las vísceras) y no con el cerebro ni con la cartera, como se empeña en decirnos la sabiduría convencional.

Público está en el lado opuesto a El Mundo y no pierde ripio. Hoy lleva la guerra de Irak a portada, con un gran titular tipo reportaje, para avergozar a Bush y a quienes apoyaron la invasión ilegal de ese país:

Los crímenes de los mercenarios

Y este subtítulo:

El Congreso de EEUU denuncia las atrocidades de los pistoleros de Blackwater

En consonancia con el recuerdo negro que nos trae de la guerra de Irak lo que, unido a las mentiras sobre el 11-M del «trío Pinocho«, dejó K.O. al Gobierno de Aznar, Público lleva hoy, arriba, un titular de campaña electoral que nunca veremos en El Mundo:

El PP acapara los símbolos

Pero (¡ojo!) lo que más me ha llamado la atención de su portada ha sido el antetítulo que Ignacio Escolar ha puesto, en rojo, a este titular del PP:

Patrioterismo

PAGS. 4 y 5

Se ve que estos jóvenes de Público vienen sin complejos y no les importa que se les vea el plumero desde el primer día. A mi me gustan las cosas claras. Por eso, puedo decir que en el periodismo que a mi me enseñaron mis viejos maestros no figura esa palabra tan peyorativa (patrioterismo) como parte de un título que pretende ser informativo.

Es una palabra espléndida para un comentario editorial o un artículo de opinión, pero muy inadecuada para una información sobre hechos, a menos que se le atribuya a alguien.

Los hechos son sagrados, las opiniones, libres.

Un diez a Ignacio Escolar por publicar la columna de nuestro Manuel Saco y un cero por esto del «patrioterismo» (por muy cierto que sea, en mi opinión) en un titular con aspecto tipográfico informativo.

Los navajazos tipográficos, por favor, deberían ir en cursiva.

Interesante editorial de El País sobre el «acoso real«. Lo pego aquí. Y como no me da tiempo para opinar sobre el tema, pues tengo que hacer un recado, diré que, siendo yo republicano de toda la vida, apoyo al rey Juan Carlos porque ha cumplido con un compromiso de libertad que tomó el día que fue coronado por las Cortes franquistas: la Monarquía de todos (creo que este título es mérito de Luis María Anson). Los ideales de libertad y de solidaridad de la República coinciden hoy con los ideales democráticos de la Monarquía Parlamentaria recogida por la Constitución de 1978. Cuando digo «¡Viva el Rey!» estoy diciendo, a la vez, «¡Viva la libertad»!.

Si el Rey de España se pusiera algún día al lado de un general golpista que amenazara nuestras libertades (como hizo su lamentable abuelo Alfonso XIII con el general Primo de Rivera el 23 de septiembre de 1923), entonces me tendría a mi en contra con todas mis fuerzas. Por ahora, el Rey me tiene a su favor con las mismas fuerzas.

Ahí queda eso.

Bueno, me voy corriendo que no llego.

TRIBUNA en El País: RAFAEL MATEU DE ROS

El ‘caso Sogecable’

El autor recuerda el «directo y feroz» ataque político y judicial lanzado en 1997 contra el Grupo PRISA y su presidente. RAFAEL MATEU DE ROS en El País

03/10/2007

Resulta difícil olvidar, al hilo del recuerdo del fallecido presidente del Grupo PRISA, Jesús de Polanco, los meses difíciles, inciertos, peligrosos, que le tocó vivir en primerísima persona, durante el llamado caso Sogecable. No fue una anécdota. El caso Sogecable fue un ataque directo y feroz contra los intereses del Grupo PRISA desencadenado por fuerzas políticas o sociales que pusieron todo el empeño del mundo en utilizar una excusa insignificante para organizar un proceso criminal en toda regla contra el Consejo de Administración de Sogecable.

Deberíamos saber algún día quiénes movieron las cuerdas del guiñol en ese oscurísimo episodio

Fue un aciago ejemplo de instrumentalización de la justicia para la satisfacción de intereses particulares, algo en lo que algunos accionistas no ya minoritarios sino marginales de determinadas sociedades cotizados se han convertido en especialistas, como un conocido y obsesivo abogado recientemente fallecido. Se ha dicho siempre -y nunca se ha desmentido- que la instrucción penal -con toda la parafernalia de un Juzgado Central de Instrucción de la Audiencia Nacional- fue incitada o dirigida desde el Gobierno en el poder o -más bien- desde algún núcleo concreto de ese Gobierno o del partido que lo sustentaba. No lo sé. Lo cierto es que alguna fuerza poderosa movía los resortes de aquel desdichado juez, de aquel fiscal imprevisible -que por sistema se oponía a todas las solicitudes de sobreseimiento- y de aquellos extravagantes y marginales abogados que tuvieron en vilo, durante meses, a todos los consejeros de Sogecable, incluidos no sólo los altos directivos de PRISA, sino también los representantes en el consejo de accionistas como Grupo March, BBVA y Bankinter. Aquel incidente rompió para muchos, quizás de manera irremediable, la credibilidad del partido político de referencia o -mejor dicho- la de quienes entonces estaban al frente del mismo. En los saraos de algunos amigos muy próximos al entonces presidente del Gobierno, encumbrados por él a la presidencia de grandes empresas todavía entonces públicas, el juez Gómez de Liaño era jaleado como un héroe.

Tengo a la vista, cuando escribo estas líneas, la querella firmada por el procurador de Jesús Cacho Cortés, el 29 de abril de 1997, a la que luego se adhirieron otros, «al tener noticia de la incoación» por el Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional de las diligencias previas número 54/97-10 referentes a «idénticos o semejantes hechos». ¿Quién instó esas diligencias? ¿La denuncia de Jaime Campmany como hecho aislado? ¿Quién concitó la voluntad del instructor, la del fiscal y la de la parte querellante?

La excusa era nimia: la «supuesta apropiación» de los depósitos entregados en concepto de fianza por los suscriptores de Canal + al alquilar los descodificadores. Según los querellantes esos depósitos debían de haberse contabilizado de manera diferente a como lo hizo la empresa y deberían haber quedado inmovilizados. Sobre tan peregrina argumentación, desmentida por auditores y asesores y por los propios clientes de la plataforma, se montó una querella de chiste por «delitos de apropiación indebida, estafa y delito societario de falsedad» que, increíblemente, fue admitida a trámite por el juez Gómez de Liaño, alentada por el Ministerio Fiscal y que provocó multitud de sesiones en la Audiencia Nacional -en la mayoría de las cuales estuve presente-, recursos y apelaciones, para finalizar en la condena firme del juez por parte del Tribunal Supremo por delito de prevaricación y el vergonzante indulto que posteriormente le concedió el Gobierno.

Antes de que todo esto sucediera, Jesús de Polanco, Carlos March y varios administradores más de Sogecable tuvieron que soportar durísimos interrogatorios en los que Liaño y el fiscal intervenían apostillando y endureciendo en muchos casos las preguntas de las acusaciones particulares e imponiendo a diestro y siniestro medidas cautelares notoriamente desproporcionados, todas las cuales la Sala de la Audiencia Nacional anulaba con posterioridad. Recuerdo perfectamente cuando decidió retener el pasaporte del señor March y la habilidad con la que Juan Luis Cebrián a través de un incidente de recusación más que justificado, consiguió evitar declarar ante el juez que -se dijo entonces- estuvo a punto de decretar su prisión cautelar. No llegó a tanto el entonces juez, pero sí extendió todo lo que pudo el alcance de las medidas económicas y el efecto sorpresa con el que pretendía tener bajo presión en todo momento a los imputados.

El 20 de junio de 1997, después de toda una mañana de interrogatorio y declaración, en la que Polanco hizo gala de un temple y un aplomo extraordinarios, y frisando ya el fin de la mañana de ese viernes, la secretaría del juzgado notificó la imposición al declarante de un aval de 200 millones de pesetas que debería ser depositado en el Juzgado a la mayor brevedad posible. Algunas acusaciones pretendieron elevar el aval a 4.000 millones de pesetas. Eran más de las dos y media de la tarde y todo el mundo en el juzgado daba por hecho que el aval no podía ser constituido hasta el siguiente lunes por la mañana, lo que suponía para el interesado el grave riesgo de ser detenido cautelarmente en cualquier momento. No hubo lugar. Ante la sorpresa del secretario, 15 minutos después de ser notificado el auto y antes de que la Secretaría del Juzgado cerrara a las tres de la tarde, el aval de Bankinter -autorizado y preparado de antemano con la cifra en blanco- fue firmado y entregado por mí al secretario, que no tuvo más remedio que aceptarlo y dar por constituida la garantía, no sin antes requerirme para que le justificara el carácter solidario de mi poder de representación y la suficiencia de límite, requisitos que obviamente se cumplían. No sé quéhubiera sucedido en otro caso. A Polanco se le impuso además la obligación de comparecer en el juzgado los días 1 y 15 de cada mes, estar en todo momento a disponibilidad del mismo y no ausentarse del territorio nacional sin autorización del juez, que, al menos en una ocasión, le fue denegada.

Por cierto, nunca me encontré en las reuniones con Polanco al magnate prepotente que describen sus adversarios. Más bien, todo lo contrario: Jesús era un señor amable, un pasiego inteligentísimo, campechano, divertido y franco, que, por citar un ejemplo, nos firmó enseguida las contragarantías bancarias de rigor como cualquier cliente de a pie.

Hay otra anécdota del caso que no me resisto a dejar de comentar. En aquellos días vino a visitarme a mi despacho de Bankinter, por otro asunto, un familiar muy íntimo del juez. Al hacerle partícipe yo de nuestra preocupación por la probable comparecencia en la Audiencia Nacional del representante del banco en el consejo de Sogecable -también imputado como todos los demás- me llamó al poco tiempo para decirme que estuviéramos tranquilos, que nuestro representante nunca iba a ser llamado a declarar -lo que así sucedió por rara excepción- y que el asunto no iba contra nuestros intereses. Desde luego que no.

A Jesús de Polanco este episodio, tan arbitrario, le amargó profundamente durante un tiempo. No debería caer el silencio sobre el atropello tan grave que sufrieron los consejeros de Sogecable. Deberíamos saber algún día quiénes movieron las cuerdas del guiñol en ese oscurísimo episodio de nuestro reciente pasado. Mi recuerdo y mi respeto también para dos de los abogados que formaron parte del equipo de abogados y que ya no están con nosotros: el incombustible y eficaz Diego Córdoba y mi inolvidable amigo Santiago Ilundain, que defendía, con su proverbial maestría en lo mercantil y en lo fiscal, a los auditores igualmente imputados.

Rafael Mateu de Ros es abogado.

Zapatero «compensa» (El País) o «remata» (El Mundo)

“Fuego amigo” entre Felipe y Zapatero

El ex presidente Felipe González se comunica con el presidente Zapatero en la plaza pública, a través de los periódicos.

Los titulares coincidentes de El Mundo y El País no dejan lugar a dudas.

Espero tener tiempo este fin de semana para meditar sobre este tremendo choque de trenes editoriales.

El panorama de los diarios de pago se pone la mar de interesante.

A partir de la próxima semana, no voy a tener más remedio que comparar aquí los titulares de mi viejo El Pais con los del nuevo diario Público que saldrá el miércoles a la calle bajo la dirección de Ignacio Escolar. No lo veré hasta que regrese de Estocolmo.

Aunque, por otra parte, me dará pena dejar de comparar los titulares de El País con los de El Mundo (dos diarios del siglo pasado), tal como he venido haciendo desde que nació este blog hace ya dos años (¡dos años!).

Claro que si, Juan Luis Cebrián se está «pedrojoteando» -como dicen algunos maliciosamente- con un Pedro Jota tengo bastante. No se si quedarme con el original o con la copia.

Lo más interesante va a ser comprobar a qué diario del siglo pasado le va a quitar más lectores el nuevo Público.

¿Apuestas?

¿»Un partido de izquierda»… que «perjudicará al PP»? La gallina

El País despacha hoy la marcha de Rosa Díez del PSOE con un pequeño sumario a una columna.

El sujeto no es la socialista dimisionaria sino el PSOE:

El PSOE afirma que el nuevo partido de Rosa Díez perjudicará sobre todo al PP

La cobertura de El Mundo es muy distinta.

La noticia manda en la portada, arriba, con foto de Rosa Díez (mirando de reojo hacia la derecha: «patata, patata», decíamos en la tele) a tres columnas y con dos titulares:

Un partido de izquierda que mira de reojo a la derecha

Rosa Díez: «Me voy del PSOE para defender el socialismo en libertad»

Los portadistas de El País tampoco se han roto el cerebro a la hora de titular la gran foto de Rajoy con la que mandan en primera. Le tienen mirando por una cámara y el titular es también («patata, patata«) de «veo, veo»:

Rajoy: «Veo mi sucesión muy lejos»

Parece que el calentamiento global (por cierto: que agosto tan frío) les ha reducido el ingenio. Rosa Díez «mira de reojo» y Rajoy mira por la cámara y «ve» lejos su sucesión es un poco simplón e infantil.

A mi, al menos, nunca me gustó esa forma de titular una imagen. Es como esos cuadros donde aparece un gallo pintado y el nombre del cuadro es «Gallo».

La guerra del fútbol sigue alineando a El País a favor de Sogecable (son del mismo grupo, aunque no lo dicen) y en contra de Mediapro y de la Sexta.

El Mundo mantiene su línea en este asunto a favor de los competidores de PRISA.

Los indicadores de la coyuntura económica van estupendamente en El País.

La inflación resiste…

…y

…los tipos de interés llevan dos años subiendo

No hay nada en sus páginas que nos haga pensar en que se avecina una crisis económica o, con un nombre más técnico pero no menos temible, un «cambio de ciclo».

Sin embargo, El Mundo aprovecha varios indicadores económicos para armar cuatro páginas seguidas coronadas todas ellas por un cintillo común que las relaciona y que lleva por títuto «CAMBIO DE CICLO».

A fuerza de decirlo, hasta que algún día gane el PP las elecciones, Pedro Jota acabará acertando alguna vez con el anuncio aguafiestas del cambio de ciclo.

Los economistas apenas se atreven a hablar del cambio de ciclo -sólo de ligeros síntomas de enfriamiento-, pero El Mundo ya lo da por hecho y a cuatro páginas. Viene fuerte Pedro Jota.

La desaceleración del crecimiento del PIB en España ha sido de una décima en el úlitmo trimestre, y seguimos creciendo al 4%. Ojalá siga así (entre el 3 y el 4%) ya que es el más alto de la Unión Europea.

Fútbol: “Mediapro incumple”; “Roures critica”

En la guerra del futbol en televisión, comprobamos cada día, al comparar los titulares, que El País defiende a Sogecable (¡faltaría más! pues, aunque no lo dice, es del mismo Grupo PRISA) y El Mundo, en cambio, defiende a Mediapro frente a Sogecable.

¿Por qué? Quizás por puro maquiavelismo: los enemigos de mis enemigos son mis amigos.

Hay que ver las vueltas que da la vida. Jaime Roures, presidente de Mediapro (socio de la Sexta) y competidor del Grupo PRISA, no tiene aún periódico que le defienda. Tiene entre manos el proyecto de editar este año un nuevo diario (que será conocido como “El Público”) y que, por el target que parece buscar, podría competir con El País más que con El Mundo. Ya veremos.

Es la única explicación que encuentro a los titulares de hoy sobre la confusísima guerra del fútbol. Basta con leer los sujetos y los verbos de cada diario para percatarnos de quién apoya a quién.

El País, a cuatro columnas:

Mediapro incumple…

El Mundo, a cuatro columnas:

Roures critica…

Las portadas de hoy son especiales: hablan de países y de mundos diferentes. Las seis/siete noticias de cada diario son completamente distintas.

Sólo coinciden, a una columna y en letra pequeña, en el conflicto de Rosa Regàs con el nuevo ministro de Cultura aunque, naturalmente, cada diario hace de portavoz de un sujeto distinto al que atribuyen verbos diferentes:

El Mundo:

Regás alega que el ministro de Cultura manipuló…

El País:

El ministro critica a la dimitida Rosa Regás

En cuanto a la salida de Rosa Díez del PSOE, ambos difieren en el tamaño y en la cobertura gráfica:

Y sobre el entierro de Francisco Umbral, se mantiene la desproporción del espacio dedicado en ambos diarios a la cobertura informativa y de opinión.

Ayer, El Mundo dedicó más de 30 páginas a la muerte de su columnista, mientras que El País sólo le dió 2 páginas. Hoy esa relación es de 3 a 0. Algo parecido pasó con la muerte de Jesús de Polanco, dueño de El País, sólo que al revés.

Bueno, en realidad, El País no le dedica cero espacio al entierro de su ex columnista Umbral sino casi cero: apenas un centímetro en un pie de foto a una columna.

Hay un pequeña foto de Gallardón, Rajoy y Aguirre, a una columna (tipo sello) en la portada de El País, para ilustrar una información sobre el liderazgo de Rajoy en el PP, que fue tomada “ayer en el entierro de Francisco Umbral”. Eso es todo. Es la única alusión informativa a Umbral en El País de hoy, junto a una carta de un lector en las páginas de Opinión.

En el International Herald Tribune han dado amplia cobertura informativa (media página tamaño sábana con foto) sobre la muerte de Antonio Puerta, el futbolista del Sevilla, pero no he visto ni una línea sobre la muerte del columnista de El Mundo, Francisco Umbral.

Desde luego, cada diario publica lo que cree que interesa más a sus lectores, a sus fuentes y, en ocasiones, a sus anunciantes.

La prensa es un negocio. ¿O no?

Zapatero «garantiza»; Rajoy «no logra»

A falta de noticias nacionales, los verbos también hacen su agosto. El regreso de Zapatero, Rajoy, Gallardón, etc., a las primeras páginas de la prensa es una señal de que las vacaciones se van acabando. Por eso, quizás, cada periódico afila sus verbos sin disimulo como entrenamiento para el nuevo curso político.

Las portadas de hoy, en ese sentido, son antológicas.

El Mundo manda con el PP y apuesta por «dar por hecho» a cuatro columnas para el segundo de Gallardón.

El Pais se suelta el pelo y adorna a Zapatero con un abanico de verbos que no tendrían precio en vísperas electorales:

Zapatero «garantiza», «defiende» «respalda» y «asegura» (…) en primera página a cuatro columnas.

Y le dedica una columna de salida a Rajoy pero con otro tipo de verbos:

Rajoy «no logra» y «fue incapaz» (…)

En la pelea de PRISA (Sogecable) y MEDIAPRO (La Sexta) ninguno de los dos diarios coincide con el nombre de los sujetos de la noticia, pese a que ambos hablan de lo mismo.

El Mundo titula con «La Sexta dice…»

El País titula con «Audiovisual Sport suspende…»

A petición de Pericles, copio y pego ahora mismo un sabio artículo de Fernando Savater, publicado ayer en El País. Se me escapó porque sólo ví las portadas on line de los diarios y, en estos días, no tengo los de papel. Lo siento. Como puede ser de pago, y el enlace a veces no funciona bien para todos, lo copio y pego. Gracias, Pericles. No suelo perderme ningún artículo de nuestro filósofo de cabecera. ¡Que aproveche!.

Instruir educando

FERNANDO SAVATER en El País 23/08/2007

Creo que fue Azorín quien dijo que «vivir es ver volver». Razón no le faltaba, al menos en cuestiones de debate intelectual. Yo estoy tan escarmentado de la manía de suponer que ciertos conceptos periclitan o que algunas polémicas han sido definitivamente superadas que no me extrañaría mañana encontrarme con defensores de la doctrina del éter, del flogisto o de la infalibilidad del Papa. Cuestión de paciencia, nada más. Aun así, me ha sobresaltado un poco tropezar de nuevo con la oposición irreductible entre instrucción y educación, suscitada en un artículo de Sánchez Ferlosio («Educar e instruir», EL PAÍS, 29-VII-07) y prolongada después en otro de Xavier Pericay («Educación, instrucción y ciudadanía», Abc, 14-VIII-07). Como telón de fondo y pretexto ocasional está la polémica en torno a la Educación para la Ciudadanía, que no parecía en sí misma muy estimulante -en los términos truculentos en que se ha planteado- pero que quizá vaya a tener la inesperada virtud de traer a primer plano cuestiones importantes sobre la educación en general. Si es así, bendita sea.

En principio, la instrucción -que describe y explica hechos- y la educación, que pretende desarrollar capacidades y potenciar valores, son formas de transmisión cultural distintas pero complementarias, es decir, en modo alguno opuestas ni mutuamente excluyentes. Por poner un ejemplo: dar cuenta objetiva de ciertos sucesos y procesos es instructivo; verificar así lo valioso de la objetividad para el conocimiento humano es educativo. Otro: constatar la reprobación casi universal del asesinato dentro de las comunidades humanas es instructivo; deducir de ello el notable valor de la vida del prójimo (aunque no así, ay, el de los menos próximos) para los hombres resulta educativo. Etcétera… Perdónenme la obviedad, mañana les prometo volver a ser ingenioso. La instrucción promueve el conocimiento de lo que hay, la educación se basa en ella para conseguir destrezas y hábitos que nos permitan habérnoslas lo mejor posible con lo que hay. Pero ello no implica que la instrucción carezca de propósito referente a cómo vivir ni que la educación tenga licencia para convertirse en mero voluntarismo contrafáctico. A mí no me parece tan difícil de entender, pero quizá sea yo demasiado simplón.

La contraposición instrucción-educación es semejante en más de un aspecto a la que en periodismo se establece entre información y opinión. Sostiene la sana doctrina que nunca debe confundirse en un medio de comunicación la una con la otra: la información de lo que sucede no debe contaminarse con la opinión que interpreta y valora lo que sucede. Pero todos sabemos que incluso la información más objetiva implica elementos opinativos, sea en la forma de redactarse, en la selección de lo relevante frente a lo negligible o en la importancia que se concede a unos hechos sobre otros similares, que no siempre coincidirá con lo que preferiría la subjetividad de cada cual: si el mismo día muere mi padre y fallece el Rey (q. D. g.), los medios de comunicación primarán el segundo acontecimiento sobre el primero, aunque para mí el impacto de ambos sucesos sea inverso. De modo paralelo, los artículos de opinión y los comentarios más fiables serán -o creo yo en mi simpleza optimista que deberían ser- los que se apoyen en una información mejor documentada, sin la cual las opiniones son meros caprichos o exabruptos. Por tanto, distinguir y presentar separadamente información y opinión dentro de lo posible es muy aconsejable, pero ello en modo alguno comporta que la información nunca opine o que la opinión deba estar desinformada. Pues bien, la distinción (y la vinculación necesaria) entre instrucción y educación es de un corte bastante parecido.

Me parece que enfrentar la instrucción y la educación, incluso llegando a valorar una como recomendable y la otra como manipuladora, resulta absurdo cuando se considera en su conjunto el sentido de la transmisión cultural. Ambas responden a la necesidad de proporcionar a los jóvenes los elementos que consideramos más útiles para que su vida y la armonía social tengan esperanza de prosperidad. Según este cri-terio, tan importante es que el neófito conozca el dato objetivo de que la carne humana es comestible como la pauta moral que recomienda enérgicamente otro tipo de dieta. Y así llegamos a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que parece destinada a nacer bajo el sol melancólico de Saturno, devorador de sus propios hijos.

Entre los adversarios que ya tiene la neonata, los menos virulentos admiten que debería centrarse solamente en la enseñanza de los Derechos Humanos y de la Constitución, pero sin pretender referirse a cuestiones éticas (que por lo visto son atribución exclusiva de los padres y no pueden ser generalizadas gubernamentalmente sin incurrir en totalitarismo). La primera pregunta que se me ocurre ante este asombroso planteamiento es: ¿cómo puede instruirse a nadie sobre tales derechos y tal ley fundamental sin mencionar las implicaciones morales de que están llenos y los principios éticos en que se basa? Si un alumno pregunta por qué debe respetar tal legislación… ¿qué habrá que contestarle? ¿Que si no cumple con lo que mandan las autoridades irá a la cárcel y sanseacabó? Al hablar de los Derechos Humanos, ¿podrá contarse su historia, las luchas de que provienen contra poderes y tradiciones, sus enemigos seculares… el primero de los cuales por cierto fue el papado? Al instruir sobre la Constitución, ¿cabrá mencionar que ampara libertades y garantías que fueron negadas por la pasada dictadura y por otras actuales? ¿Podrá subrayarse su carácter de acuerdo histórico y que como tal puede ser modificada si parece conveniente a la mayoría, para reforzar los valores que pretende establecer? ¿O tales explicaciones deben ser cuidadosamente omitidas para no caer en lo tendencioso?

Aún hay duros de mollera que se escandalizan al escuchar que ciertas disposiciones éticas responden a las exigencias mayoritarias de convivencia y no a la conciencia de cada cual. Pues sin embargo así es, al menos en las democracias del siglo XXI. Por eso también la Educación para la Ciudadanía no puede ni debe confundirse sin más con la formación moral. Hay una dimensión ética que corresponde a las convicciones de cada cual y en la que ninguna autoridad académica puede intervenir: nadie debe imponerme la obligación moral de considerar aceptable la homosexualidad o el aborto, si mis creencias o mi razón me dictan otro criterio. Pero es necesario que conozca el valor moral de tolerar cívicamente aquellos comportamientos que no apruebo o incluso que detesto, siempre que no transgredan la legalidad y en nombre de la armonía social pluralista. Aún más: debo comprender la valía ética -estrictamente ética- de las normas instituidas que permiten el pluralismo de convicciones y actitudes dentro de un marco común de respeto a las personas. Y eso delimita una frontera entre lo que puede y no puede aceptarse también a nivel personal: tengo derecho a considerar vicio nefando la homosexualidad pero no a hostilizar o proscribir las parejas homosexuales. Puedo tener personalmente por importantísimas las raíces cristianas de Europa, pero no puedo considerar mal europeo a quien no sea cristiano ni mal español a quien no sea católico. Y puedo tener la íntima convicción de que muchos malvados merecen la pena de muerte, pero no debo ocultar a los jóvenes que la sociedad democrática en que vivimos ha adoptado como norma la abolición del castigo capital por sus implicaciones deshumanizadoras. Es decir: debe haber una asignatura de ética que reflexione sobre el origen, fundamento y necesidad de los valores humanos en general y una asignatura de Educación para la Ciudadanía que transmita la exigencia moral de tener valores comunes instituidos legalmente, que sirvan de directrices al comportamiento social aunque no puedan serlo siempre de la conciencia personal.

Es preciso instruir y es preciso educar. Lo que no es aconsejable es el puro «adoctrinar», o sea, presentar lo que es un resultado de debates y acontecimientos históricos como algo inamovible, llovido directamente de la eternidad. Dar a entender que todos los profesores de la nueva asignatura son dóciles marionetas al servicio de los intereses gubernamentales es una majadería calumniosa que no merece más comentario. Pero no es imposible que entre ellos aparezca algún iluminado de esos que bloquean el aprendizaje crítico de los alumnos a fuerza de consignas incendiarias y de empeñarse en subvertir lo que aún ni se ha molestado en enseñar (tal como explicó Hannah Arendt). Y es de temer que aún más frecuentes sean los enseñantes que se refugien en la corrección perogrullesca y tímida, en vista del jaleo organizado en torno a este asunto. Es preciso no dejar solos a quienes creen en la oportunidad de la asignatura y están dispuestos a esforzarse entre lógicos tanteos por darle la mejor realidad posible, con prudencia pero también con cierta audacia. De modo que los demás no tendremos más remedio que seguir polemizando en defensa de lo obvio, con la pereza que da…

Fernando Savater es catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.