Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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La prueba del algodón: ¡Que vuelva Garzón!

Antes de dimitir, Rajoy debería indultar al juez Garzón para que vuelva a llevar el caso Gurtel. Sería la prueba del algodón. Ya lleva 500 indultos en un año. ¿Por qué no uno más? ¿Alguien duda hoy de las razones que llevaron a ciertos jueces del Tribunal Supremo, que presidía Divar, el marbellí, a expulsar a Baltasar Garzón de la investigación de caso Gurtel? Otros jueces hicieron lo mismo que Garzón y sigen ejerciendo tan ricamente.

El juez Garzón habló en la SER

El juez Garzón habló en la SER

Hace unos días, el ex juez de la Audiencia Nacional que descubrió esta trama delictiva ligada al Partido Popular rompió su silencio y habló de los «papeles secretos de Bárcenas» .

Las palabras del juez Garzón fueron medidas de manera exquisita. Pero su mensaje fue muy claro: dijo que había indicios suficientes para que los papeles de Bárcenas los investigara un juez (capacitado para ordenar registros, pulseras, retirada del pasaporte y otras acciones) en lugar de que lo haga, como ocurre ahora, un fiscal.

El Gobierno de Mariano Rajoy acaba de indultar (nadie sabe por qué) «a un conductor kamikaze que mató a un hombre en su demencial carrera», según Javier Marías, quien se escandaliza -y con razón- de los 17.059 indultos de la Democracia.

Nuestros gobiernos democráticos han repartido sus indultos con manga ancha y sin necesidad de justificiación alguna: 410 Suárez, 878 Calvo Sotelo, 5.944 Felipe González, 5.948 Aznar, 3.378 Zapatero y 501 Rajoy. En total: 17.059 indultos. Ya me dirán si no está más justificado hoy el indulto urgente al juez Garzón -con la falta que nos hace- que al kamikaze homicida.

Sobre Baltasar Garzón, me han llamado la atención estos titulares de la columna dominical del Luis María Anson:

El Mundo, 3 de febrero de 2013, pag. 21:

 

Bárcenas: la sombra de Garzón es alargada

El Mundo, 10 de febrero de 2013:

En el entorno de Garzón se especula con los recibís

Podemos decir muchas cosas de Anson, pero, debido a su acreditada especialización, no podemos decir que esté mal informado en asuntos conspiratorios.

En Estados Unidos, por lo que vemos en las series de la tele y por mi experiencia como corresponsal allí, no es de extrañar que el acusado pueda llegar a acuerdos con el fiscal y el juez instructor, declarándose culpable y aportando pruebas incriminatorias contra terceros, a cambio de ver aliviada su condena. En España no es así. Por eso, me llama la atención este párrafo de Anson dirigido a Rajoy:

«Querido presidente: ¿Le entregó el sinuoso Bárcenas a Baltasar Garzón la documentación que El País ha hecho pública? ¿Quiso el tesorero felón ganarse el favor del juez entonces estrella, hoy estrellado? ¿Dejó en manos de Garzón además de lo ya publicado los recibís que pondrían en marcha la caravana de dimisiones?»

Garzón negó en la SER haber tenido acceso a estos papeles de Bárcenas cuando él instruía el caso Gurtel. Dijo que, de haber sido así, por los «indicios evidentes» de delito que se aprecian, los habría incorporado a la causa y habría obrado en consecuencia. «Dicen incluso que yo estoy detrás», afirmó Garzón. «Ojalá hubiera tenido la posibilidad de denunciar los hechos en su momento».

Ahora que el PP ha aprendido a rectificar, a Rajoy se le presenta otra oportunidad de oro -la prueba del algodón- para convencernos de que no tiene nada que ver con los presuntos «sobrecogedores»: Indultar al juez Garzón y dejarle seguir investigando el caso Gurtel. Así de fácil. Nos taparía la boca a todos los que sospechamos, no sin razón, de que aquí hay sobre encerrado.

Mientras tanto, recomiendo la lectura, siempre provechosa, de un articulo muy clarito (estremecedor pero edificante) del magistrado emérito del Supremo José Antonio Martín Pallín, publicado anteayer en El Pais (Pag. 29). Copio y pego:

 

El color del dinero

Lo peor de la amnistía fiscal es la catadura moral de los beneficiarios

Al ciudadano español Luis Bárcenas le han descubierto una cuenta en un banco suizo por la que se han movido a sus anchas 22 millones de euros. El dato no sería noticia si el mencionado ciudadano no hubiese desempeñado durante 20 años los cargos de gerente y de tesorero del Partido Popular. La buena nueva ha desencadenado el correspondiente escándalo, como si, a estas alturas, alguien pudiera extrañarse de cuales son las fórmulas y artificios utilizados para la financiación de algunos partidos políticos.

La Constitución proclama que los partidos políticos son instrumentos fundamentales para la participación democrática, por lo que están justificadas determinadas subvenciones con fondos públicos. Los responsables de su funcionamiento nunca quisieron encontrar una fórmula aceptable para sufragar sus gastos. Regularon la financiación desde el año 1987 pero siempre dejaron abiertos dos agujeros negros por los que se introducía el virus de la corrupción: las donaciones anónimas y el funcionamiento del Tribunal de Cuentas. Las primeras se corrigieron en el año 2007, después de muchas reticencias por parte del Partido Popular. El Tribunal de Cuentas continúa con la misma agilidad que en los tiempos del Conde Duque de Olivares.

La financiación de los partidos políticos se consigue, como es lógico, a través de las aportaciones de sus afiliados, cantidad que no alcanza cifras significativas, por lo que ha tenido que ser complementada con subvenciones públicas. Cuando los ingresos se consideraban insuficientes para el funcionamiento de las sedes de los partidos y para hacer frente a las campañas electorales, algunos decidieron acudir a la picaresca, incluso a conductas delictivas para ingresar un dinero extra. Quizá pensaron que la cuota de poder que le asignaban los ciudadanos les permitía toda clase de irregularidades.

Una vez instalados en los centros decisorios de los Ayuntamientos, Diputaciones, Comunidades Autónomas o en el aparato del Estado decidieron utilizarlos para aumentar las asignaciones. Las concesiones de obras y servicios y las licencias urbanísticas se convirtieron en una fuente inagotable de recursos ilícitos.

Los reguladores de la financiación de partidos dejaron dos agujeros negros: las donaciones y el Tribunal de Cuentas 

El tesorero de un partido político contabiliza las cantidades que entran en la caja. Si las sumas son ilícitas, negras o delictivas hay que buscarles algún refugio seguro para que no se descubra su verdadero origen. No se necesita demasiada inteligencia financiera para envolverlas bajo donaciones anónimas. Cuando se les puso un tope, el dinero ilícito comenzó a desbordar los cauces previstos y era necesario buscar otras guaridas. Suiza, especialista en ensombrecer el color del dinero, era el lugar indicado. Desde el 17 de enero del presente año los helvéticos han levantado el secreto bancario en los casos de investigaciones judiciales.

Según denuncias no desmentidas, algunos dirigentes decidieron adjudicarse remuneraciones generosas por los servicios prestados al partido. Situados ante este espejo, los señalados tienen la ineludible obligación de comparecer voluntariamente ante la opinión pública y negar tajantemente los hechos. No pueden refugiarse en evasivas y agravios. En una democracia la responsabilidad ética y política del dirigente ante los ciudadanos les obliga a responder sin ambages a las imputaciones.

El color del dinero es variopinto. Lo que importa es su procedencia. Las cantidades procedentes del pago de comisiones por concesiones de obras o servicios son beneficios generados por cohechos delictivos. Estas cantidades se consignaban como donaciones anónimas lo cual a su vez constituye un delito de falsedad contable. Esta prestidigitación contable transformaba el dinero ilícito en un en asiento aparentemente lícito.

El principal artífice de todo este entramado era incuestionablemente el tesorero Luis Bárcenas, porque sin él todas estas maniobras no se habrían materializado. Tampoco sin la cooperación o el asentimiento y, ¿por qué no?, la inducción de los dirigentes del partido político, si esto se puede llegar a demostrar. Por ello el dinero de la cuenta suiza no es un dinero opaco que se sustrae al fisco sino un dinero procedente de actividades ilícitas que al ser retornado a España a través de la amnistía fiscal se convierte no en dinero lícito, sino en una maniobra delictiva de blanqueo de capitales.

La amnistía fiscal rompe todos los principios admisibles en el campo del derecho penal para despenalizar conductas delictivas. Solo puede hacerse por vía de ley orgánica y nunca por real decreto-ley. Pero lo más grave no es el vicio legal sino la catadura moral de las personas a las que se aplica. Se trata de ciudadanos que han ocultado o evadido sus capitales sustrayéndolos al sostenimiento de los servicios públicos esenciales en tiempos de gravísimas carencias sociales. El Estado no puede tolerar ni excusar la insolidaridad y discriminar a otros delincuentes.

Nuestro país tiene muchas carencias, culturales, sociales, éticas y democráticas. Demasiados ciudadanos se han hecho partícipes y alentadores de estas conductas votando de forma abrumadora a personas implicadas en tramas de corrupción. Las multitudes padecen el síndrome de Barrabás, prefieren a los golfos en lugar de a los justos. Me resisto a caer en el desaliento y la melancolía. Estoy convencido de que la mayor parte de la sociedad española está indignada y desmoralizada. Es vital para la democracia recuperar la fuerza política de la moral pública en estos momentos difíciles.

José Antonio Martín Pallín es abogado, magistrado emérito del Tribunal Supremo y comisionado de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra)

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El hacha del PP contra Juan Ramón Lucas

El PP de Fraga/Aznar/Rajoy vuelve a las andadas: saca el hacha fratricida de León Felipe. Y quita de enmedio al conductor más ecuánime de Radio Nacional de España. Otra vez el hacha. Y otra oportunidad perdida para la elegancia y la pedagogía  democráticas. No aprendemos.

Juan Ramón Lucas, en un encuentro con los lectores de 20minutos.es

Entiendo que cuando cambia el Gobierno, éste quiera sustituir a los cargos políticos de libre designación del Gobierno anterior. Así ocurrió con la peleona María Antonia Iglesias (nombrada por Felipe González) o con el zombi Alfredo Urdaci (nombrado por José María Aznar). Ambos eran directores de los servicios informativos de TVE conectados directamente con La Moncloa. O con los directores de Informativos de RNE que son cargos de confianza enchufados al poder político de turno.

Juan Ramón Lucas es un periodista sin cargo político alguno, un currante contratado por Radio Nacional para conducir y presentar «En días como hoy», un programa informativo de la mañana que ha sumado grandes éxitos de audiencia (1,4 millones de oyentes) y de credibilidad.  Le quedaba pendiente un año más de contrato. Podían haber esperado solo un año para quedar como demócratas respetuosos con la libertad de expresión.

Debo decir que apenas conozco personalmente a Lucas. Le he visto en un par de encuentros multitudinarios. Pero he seguido con atención e interés personal y profesional el fruto de sus obras. Al poco tiempo de ser contratado por RNE para presentar el programa de la mañana, y privado ya de Iñaki Gabilondo en la mañana de la SER (cada día más sesgada), me pasé de vez en cuando a RNE. El programa de Juan Ramón Lucas nos cautivó a todos en casa y quedamos enganchados a RNE hasta hoy. Tal como estábamos ya enganchados los fines de semana  a «No es un día cualquiera» como fieles escuchantes de Pepa Fernández. Espero que el golpe antiprofesional contra Lucas sirva, al menos, de vacuna o cortafuegos para que no se carguen también a Pepa Fernández.

¿Qué prisa tenía o qué tipo de presiones fratricidas recibía este tal González-Echenique, nueve jefe de la RTVE del PP, para aplicar la guillotina laboral contra Lucas?

Por más que busco por los rincones más recónditos del razonamiento, no encuentro razones que justifiquen el cese de Lucas. Estas reacciones del PP de siempre solo puedo entenderlas desde el análisis frío de sus vísceras, de su ADN, de los más bajos instintos de personas miserables que deberían estar inhabilitadas para la política democrática.

Los Fabra del PP de Castellón. Cacique e hija

Ese es el caso, por ejemplo, de la todavía diputada del PP, Andrea Fabra, fiel sucesora de su padre, el cacique de Castellón. Su grito de guerra parlamentaria («¡Que se jodan!») contra los parados en el momento en que Rajoy les aplicaba el hacha de los recortes es una prueba inequívoca de la inmundicia moral de extrema derecha (del viejo parque jurásico) que aún subsiste en el seno del Partido Popular. La hija del cacique dice ahora que aquel «¡Que se jodan!» (que fue gritado por ella al anunciar Rajoy el recorte a los parados) no iba dirigido a los parados sino a los diputados socialistas que estaban sentados en la bancada de enfrente. No sé que es peor. La mierda, cuanto mas remueve, más huele.

¿Habrá asesorado esta desvergonzada Andrea Fabra (o alguien de su cuadra) a González-Echenique para que echara a Juan Ramón Lucas de su programa al grito de «¡Que se joda!»?

Lo malo es que no solo joden a Lucas sino que nos joden a 1,4 millones de oyentes que celebrábamos cada mañana su islote de libertad, gracia y ecuanimidad profesional.

¿Era ese, quizás, el objetivo final? Pues lo han conseguido con RNE. Y lo van consiguiendo también con los restos de la maltrecha economía española heredada de Aznar y Zapatero. Estoy enfadado con los desmanes del hacha del PP, pero estoy más enfadado aún con la política nefasta del PSOE de Zapatero (a quien voté) que hizo posible el regreso al poder absoluto de un PP que aún alimenta en su interior huestes antidemocráticas pendientes de civilizar.

Que yo critique hoy el cese de un colega periodista (habiendo sido yo mismo despedido ilegalmente por la TVE de Aznar tras la entrevista que le hice como candidato presidencial en 1996) puede dar la impresión, y quizas con razón, de que aún tengo un hacha por afilar. No es así. Como dice un tiento: «El tiemo lo cura to». Además, las penas con pan son menos. La indemnización por despido improcedente que fijó el juez (mis hijos la llamaron «la beca Aznar«) me permitió volver a la Universidad y fundar Multiprensa y Mas S.L, editoria del diario 20 minutos y de 20minutos.es.

No obstante, alguien dirá que, como reza el título del blog, «se nos ve el plumero». Por eso, y porque en la derecha española hay gente con dos dedos de luces, quiero copiar y pegar aquí un artículo de Luis María Anson (nada sospechoso de izquierdista), que acabo de leer en la pagina 2 de El Mundo, con el que estoy de acuerdo y cuya lectura recomiendo.

Primer error de González-Echenique, de Luis María Anson en El Mundo

OPINIÓN: CANELA FINA

Luis María Ansón contra el cese de Luan Ramón Lucas

Hace pocos días, una ministra del Gobierno me hacía elogios bien fundamentados sobre la capacidad de Leopoldo González-Echenique. No se trata de un caso aislado. Son muchos los testimonios positivos que he escuchado en las últimas semanas sobre la inteligencia y la seriedad del nuevo presidente de Radio Televisión Española.

Como sería altamente calumnioso afirmar que González Echenique es un experto en radio televisión, pues la primera en la frente. La destitución, si se confirma, de Juan Ramón Lucas es un grave error. Pocos profesionales del periodismo tienen una idea tan clara de servir, desde la independencia, el derecho a la información de los ciudadanos. Escucho de forma habitual su espacio En días como hoy y, en mi opinión profesional, creo muy difícil hacer periodismo de forma más objetiva. Sin genuflexiones ni agresividades, el programa informativo de Juan Ramón Lucas ha consolidado el prestigio de Radio Nacional de España, gracias a la sagacidad periodística de su director, a su instinto para la actualidad, a su sentido del humor y a su capacidad para buscar y encontrar temas de alcance humano. Seguramente tendrá defectos el conductor de En días como hoy pero esos se quedan para que los subrayen los políticos mediocres o los periodistas cicateros.

Juan Ramón Lucas además ha sabido armonizar un excepcional equipo, demostrando su capacidad para la dirección. No se puede mantener a diario la alta calidad de En días como hoy sin la colaboración de una redacción a la que hay que saber alentar y coordinar. Lucas, por otra parte, cree sinceramente en la radio pública. Desembarazado de cualquier presión política, lleva largos años impartiendo una lección diaria de periodismo independiente. Borrar de un plumazo la fecunda comunicación con millones de oyentes es, para muchos, un grave error que ha producido general rechazo en medios profesionales.

Ah, apenas conozco a Juan Ramón Lucas. Lo he visto alguna vez en actos periodísticos multitudinarios y no tengo con él la menor relación ni personal ni profesional. Hace años me hizo una entrevista en la radio con motivo de una cuestión relacionada con la lengua. Y eso es todo. Escribo estas líneas, como he hecho tantas veces con otros compañeros, por razones de justicia y como homenaje particular a uno de los mejores profesionales que enaltecen el periodismo español.

A ciertos dirigentes del PP les chiflan los periódicos alfombra; a otros, los periódicos momia. Y además les encanta entonar la predicción de Ortega y Gasset: «Ya no hay protagonistas; solo hay coro». Pero eso en periodismo es arar en el agua. Juan Ramón Lucas lo sabe muy bien. En el PP hay políticos y periodistas que harían un tambor con la piel de su propia madre para redoblar sobre ella las alabanzas a Rajoy y a Soraya. Hace unos días me decía en la Academia un prestigiado intelectual que el instrumento que toca Rajoy es un stradivarius; el de Zapatero, una zambomba. La comparación no me parece disparatada. Lo alarmante es que algunos pretenden transformar ahora, ya en el poder, el violín exigente en atolondrada zambomba.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.

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Gracias, Luis María. Este artículo te honra como defensor de la libertad de expresión.

No es la primera vez que el conservador Luis María Anson sale en defensa de periodistas agredidos por el Poder y en defensa de la libertad de expresión, un derecho de los ciudadanos y no sólo de los periodistas.

Tengo dos recuerdos personales. Cuando era director del semanario Doblón, fui secuestrado, torturado y sometido a una ejecución simulada en las postrimerías de la dictadura franquista. Luis María Ansón publicó un comentario editorial en Gaceta Ilustrada (revista que él dirigía entonces) condenando tales hechos. También publicó un artículo semejante el semanario Triunfo, creo recordar que salido de la pluma de mi querido y recordado Eduardo Haro Tecglen.  Al cabo de unos meses, y casi recuperado de las heridas y quemaduras, envié ambos artículos (uno de un medio de derechas y otro de izquierdas) a la Universidad de Harvard junto con mi candidatura a la Nieman Foundation for Journalism. Estoy seguro de que ambos artículos (que algún día encontraré en mi sótano) contribuyeron a que me concedieran el honor de ser el primer hispanohablante galardonado con la Nieman Fellowship de Harvard.

Cuando era corresponsal de Televisión Española en Nueva York y fui despedido (cuando aún me quedaban dos años pendientes en mi contrato laboral), tras la entrevista preelectoral que hice a José María Aznar como candidato presidencial en 1996 y su victoria, Luis María Ansón publicó otro comentario editorial, esta vez en el diario ABC (que él dirigía) contra tal despido y en defensa de la libertad de expresión. Se titulaba «Pluralismo y Democracia».

Anti-Gore III: Falso consenso. Los científicos disienten

He visto lo que hoy publica la prensa española y mundial sobre la lucha contra el CO2 y contra «las fatales consecuencias del cambio climático» y me he echado a temblar.

Cientos de científicos no creen ni en las causas ni en las consecuencias del calentamiento global defendidas por el mal llamado «consenso científico». Hay otras causas (radiaciones solares, radiaciones cósmicas, explosiones galácticas… y muy distintas del CO2) y otras consecuencias, no sólo no alarmistas sino incluso beneficiosas para el ser humano. Las iré exponiendo en sucesivos posts, con sus enlaces, datos y gráficos correspondientes, así como el análisis de los mitos y articulos de fe que chocan con la razón científica.

A mi juicio, esto ya está pasando de castaño oscuro. Creo que los científicos disidentes afectados por este falso consenso deberían perder el miedo -bastante comprensible- a disentir públicamente y empezar a hablar con más claridad.

El consenso científico del que nos habla Al Gore sobre el papel relevante del hombre en el calentamiento global no existe. Es totalmente falso. Al Gore miente y él lo sabe.

¿Dónde están los límites de la cordura científica y de la manipulación política, mediática o pseudocientífica?

¿Hasta dónde vamos a llegar antes de decir, sin miedo a la hoguera, ¡basta ya! de engaños interesados y de moralinas perversas, que desvían la atención del ser humano de los problemas reales y verdaderamente urgentes como el SIDA, el hambre, la malaria, la desigualdad, la injusticia, la contaminación auténtica que daña la salud, la belleza del planeta, el despilfarro de recursos naturales, etc.?

Y no sólo me preocupa hoy lo que dice la prensa, y que presenta como «sabiduría convencional«, dando por resueltas cuestiones que están a años luz de nuestro conocimiento científico actual. Me empieza a preocupar mucho más que la llamada «corriente principal» (amparada en el dudoso burladero de un polémico informe de funcionarios la ONU) engañe a jóvenes de buena fe, con el pretexto falso de que los científicos están de acuerdo con esa presunta posición «oficial».

Entre esos jóvenes están mis propios hijos. Desde el debate que siguíó a la boda en Cabo de Gata de un colega, profesor de la Universidad de Almería, tengo a mi familia dividida con este cada día más turbio asunto del papel del hombre en el calentamiento de la Tierra. Los padres estamos en un lado, y los hijos, en el otro.

Hace un par de semanas, reaccioné impulsivamente a una carta de Coca Cola y a un discurso de George Bush. Ambos tomaban la dirección de Gore: «Juntos podemos luchar contra el cambio climático». Esa rara conjunción de intereses me hizo sospechar y escribí este post. ¿Estamos calentado la Tierra: no te lo creas ni borracho»

Recibí como regalo de un amable lector el DVD de Al Gore y, nada más verlo, escribí, el 3 de julio, este otro post: «Anti-Gore II: ¿Calentamos la Tierra? Ni borrachos»».

El colmo de los colmos ha sido recibir ahora en mi blog (4-7-07) un comentario de mi hijo mayor Erik (licenciado en Económicas y en Literatura y guionista de TV en Hollywood) en el que muestra públicamente su posición pro-Gore y se identifica personalmente con su pagina web.

Mi hijo Erik me dice lo siguiente:

«Tampoco soy científico, pero sí he estudiado economía ambiental.

Aparentemente dudas de que el ser humano sea capaz de alterar su entorno de tal manera que afecte el clima. Niegas la evidencia. Por ejemplo: la deforestación reduce la lluvia y desertiza. Esto es A + B = C.

Digo yo, que cuando uno va al médico ha de fiarse de la preparación de un profesional y asumir un diagnóstico. Siempre se puede pedir una segunda opinión. Sería ridículo que una persona que no ha estudiado medicina intente contradecir a un doctor en diagnóstico y remedio.

Igualmente, si la comunidad científica está de acuerdo en sus conclusiones, ¿no resulta pretencioso descartar este criterio?

Me recuerda al amigo que iba al doctor a decirle lo que él creía tener.

lo dijo Erik Martínez Westley · 4 Julio 2007 | 12:08 AM»

Ante tamaña provocación filial, no tengo más remedio que cotestar a Erik y a los demás seguidores de Al Gore, con la ayuda inestimable -eso sí- de la ex periodista Ana Westley, la madre de Erik, que sabe mucho más que yo de todo esto.

El comentario Anti-Gore (II) ha merecido tantas críticas en este blog (además de la mi hijo) que me he sentido obligado a informarme un poco mejor acerca de lo que, con cierta osadía, dije, por intuición y casi de oídas, en el capitulo I (“¿Estamos calentando la Tierra? No te lo creas ni borracho?).

Para ello, he recurrido a dos fuentes maravillosas: mi mujer y Google (en este orden). Debo reconocer que tanto mi mujer como yo éramos creyentes convencidos -y mal informados- del papel fundamental del hombre en el cambio climático. Éramos pro-Gore, antes de ver su laureado DVD. Pero aún no somos conversos disidentes sino, más bien, escépticos caminando cautelosamente hacia la arriesgada disidencia.

Lo que más me intriga y subyuga, a la vez, es cómo hemos podido llegar hasta aquí, creyendo que hay consenso entre la comunidad científica acerca de la influencia del hombre en el calentamiento global del planeta. Como digo, yo mismo llegué a creerlo. Era fácil y cómodo seguir a la corriente principal y eso me creaba pocos o ningún problema.

Sin embargo, después de hurgar un poco en las heridas del debate mundial, compruebo que tal consenso científico no existe. Todo lo contrario. Es una pura mentira, eso sí, muy bien construida y con el viento de los grandes intereses corporativos a su favor.

Me he sentido engañado por personas que yo tenía por respetables, ente ellos, por el propio Al Gore, a quien conocí personalmente hace años y de quien solía decir que era “uno de los nuestros”, si es que esto significa algo hoy día.

Un miembro del Jurado del Premio Príncipe de Asturias me ha declarado, naturalmente en privado, que Al Gore merecía el premio a la Comunicación o al Marketing pero, en ningún caso, el de la Cooperación Internacional que le habían concedido. ¿Por qué?

Mejor informado sobre los términos del debate, he vuelto a ver el DVD Una verdad incómoda/Una advertencia mundial”, que le ha merecido al ex vicepresidente Gore un Oscar, así como numerosos premios y aplausos de jóvenes comprometidos con su causa por todo el mundo. Ayer mismo, le oí hablar en la cadena SER, con Angels Barceló, sobre el cambio climático y el terrorismo, ambos relacionados por él con los intereses del petróleo. Me he quedado de piedra. Si, lo que se dice de piedra. Y me he dicho ¡Basta ya!

Esta semana hemos celebrado un buen Consejo de Administración de “20 minutos España S.A”, la empresa no va mal –gracias, por supuesto, a los lectores y al equipo humano de oro que tenemos- y el verano se acerca. Presumo que voy a tener algún tiempo libre para volver a estudiar en vacaciones. A mi me gusta estudiar; incluso investigar. Y este debate, por sus componentes mediáticos, me interesa. A muchos predicadores del “Apocalipsis climático” se les empieza a ver el plumero. Al Gore dice en su DVD:

“La ciencia ha hablado…”

Sólo le faltó decir:

“Palabra de Dios”

Más de un lector, como hace mi propio hijo, se preguntará, y no sin razón:

¿Quien eres tú para dudar de la palabra de Gore?

Antes no dudé del mensaje Gore y de la corriente principal porque no tuve acceso a los disidentes. Ni siquiera sabía que existían serios disidentes. Admití injustamente que serían lacayos o mamporreros de Bush o de la Exxon. Tal ha sido la eficacia del montaje mediático del mito del calentamiento global causado por el hombre que me lo tragué, como también hicieron otros muchos colegas de buena fe.

El mito/realidad del calentamiento global me está intrigando como algo más que una serpiente de verano. Por ello, invito y reto a los comentaristas y lectores habituales del blog a que aporten razones, creencias, fuentes, reflexiones, preguntas, incluso respuestas -si se atreven-, datos, fantasías, etc., sobre este debate apasionante para ver si, antes de los exámenes de septiembre, nos aclaramos entre todos acerca del mito o la realidad del papel, relevante o inexistente, del hombre en el calentamiento o enfriamiento global de la madre Tierra.

He observado un cierto acuerdo, bastante generalizado entre científicos de prestigio, en torno a dos fenómenos:

1.- Esta subiendo, aunque muy lentamente, la temperatura del planeta: Menos de 1 grado centígrado real en los últimos cien años

2.- Está subiendo, también, el CO2 (dióxido de carbono o anhídrido carbónico): entre un 20 y un 30 % en cien años. De esta cantidad, el 70% ocurrió antes de 1940, es decir, antes del boom industrial de la portguerra mundial.

La primera duda que surge –y para la que aún no he encontrado respuesta convincente- es si el calentamiento global aumenta el CO2 o es el aumento del CO2 lo que provoca el calentamiento de la Tierra. Volvemos al eterno dilema:

¿Qué va primero: el huevo o la gallina?

¿Qué pinta el hombre en todo esto?

El político Al Gore, en el papel de telepredicador, casi profeta del desastre planetario, dice en su documental que hace unos años encontró consenso sobre el calentamiento global en 928 artículos publicados en revistas científicas y ningún disidente y que, ahora, (636 frente a 50) sólo hay un pequeño grupo de científicos escépticos, en general ligados a intereses del petróleo.

Dice Al Gore:

“Ya sabemos todo lo que tenemos que saber… una cuestión moral…el tiempo del debate se acabó… ha llegado el momento de levantarnos…”

Ningún científico serio o aspirante a científico se atrevería a decir jamás semejantes barbaridades. Esto son cosas de políticos, predicadores o periodistas, pero no forman parte del lenguaje de la ciencia, siempre más precavido y menos tajante y con conclusiones somentidas a permanente verificación y/refutación. El proceso científico nunca puede estar cerrado.

¿Qué le ha pasado a nuestro Al Gore, desde que perdió o le robaron las elecciones a la Casa Blanca, para hacerse fundamentalista de una dudosa causa muy de moda pero en declive?

He buscado algunos artículos de ese “pequeño grupo” de valientes y arriesgados científicos disidentes (que ya son una legión de “herejes”, que no están vendidos a las petroleras, tal como les acusan los calumniadores habituales). Sus argumentos científicos me han parecido apabullantes. Intentaré desmenuzarlos, poco a poco, a partir de ahora, y sobretodo en vacaciones, con el mayor respeto por los creyentes pro-Gore que aún piensan como yo pensaba antes.

Mi primera conclusión es que no hay tal cosa como consenso entre los científicos. Ni siquiera entre los firmantes del Informe IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) de los funcionarios de la ONU hay consenso sobre el alarmismo climático, y mucho menos sobre el poder del hombre para cambiar el clima.

Algunos firmantes del documento de la ONU han pedido que retiren su firma (incluso mediante pleito) y otros científicos disidentes de la corriente principal están perdiendo empleos y fondos y ganando calumnias y difamaciones, como si fueran lacayos de George Bush o de las petroleras. John Christy y Richard Lindzen, firmantes del Informe de la ONU, son claros disidentes y sus nombres no ha sido aún borrados de la lista del «consenso».

La caza de brujas está en marcha y las técnicas de la Santa Inquisición ofrecen a la corriente principal del calentamiento global buenos manuales contra herejes y “traidores”.

Por tanto, quien diga hoy que hay consenso en la comunidad científica mundial, simplemente, miente.

¿Qué diría el profesor Roger Revelle, el maestro que inspiró a Al Gore en Harvard, si levantara la cabeza y oyera hoy las homilías alarmistas de su polémico y aprovechado discípulo? Roger Revelle nunca creyó en el alarmismo del cambio climático y siempre pidió mucha precaución contra acciones precipitadas.

Por lo que he leído hasta hoy, el doctor Revelle, renegaría de Al Gore como de un falso profeta. Revelle pensó que la subida del CO2 traería más beneficios que pérdidas y advirtió del peligro de tomar medidas precipitadas contra el C02, que perjudicarían sobretodo al Tercer Mundo.

En los años noventa, Al Gore acusó a su maestro Revelle de sufrir los efectos de la senilidad y a otros profesores de Harvard de haberlo engañado, por lo que ya tuvo un pleito por difamación. El asesor principal de Gore, como cabeza de turco, tuvo que pedir disculpas públicas por tal difamación.

Las emociones y las creencias fundamentalistas están sustituyendo, desgraciadamente, a la razón y frenando la investigación científica. Y, lo que es peor, los más fanáticos están pidiendo actitudes morales y acciones que pueden ser contraproducentes para el progreso y el bienestar del ser humano sobre la Tierra.

Algunas de esas acciones “morales” pueden ser malas, muy malas, desde luego, para sacar al Tercer Mundo del subdesarrollo y luchar contra el hambre y la pobreza. Son buenas, eso sí, para dar un equivocado baño de virtud a las clases medias, sobretodo a las medias altas, y a algunos intelectuales del Primer Mundo, poco respetuosos con las tradiciones científicas y que tienen muchas otras razones, ajenas al CO2, para sentirse culpables.

¡Qué lástima!

Voy a dar una primera entrega de los científicos, líderes en su campo, entrevistados por el Financial Post, de Canadá, que lo están pasando muy mal por decir lo que piensan en contra de la corriente principal.

Esquema de tabajo:

No hay consenso sobre las causas del calentamiento global:

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1.- El aumento del CO2 puede ser bueno, malo o indiferente.

¿Es producido por el hombre o es un reflejo del clima de la Edad Media que nos llega con 800 años de retraso?

¿Que fiabilidad tienen las mediciones del CO2 en el pasado?

¿Está manipulado el gráfico de Gore que muestra la evolución de la temperatura como un palo de hockey, muy plano y que de pronto sube de forma alarmante?

2.- Hay otras muchas causas del calentamiento global (radiación solar, campo magnético del Sol, radiaciones cósmicas, ciclos climáticos moderados por variaciones orbitales, variaciones de ejes, tambaleos, explosiones de estrellas lejanas, etc.)

Tampoco hay consenso sobre las consecuencias del calentamiento global:

Para unos pueden ser apocalípticas y para otros, por el contrario, pueden ser muy beneficiosas para el ser humano.

Hay muchos mitos falsos:

1.- Los glaciales se derriten

2.- Los mares inundarán las zonas bajas de los continentes

3.- Aumentarán los huracanes

4.- Aparecerán graves enfermedades como la peste…

5.- Grandes hambrunas

6.- Se extinguirán muchas especies de plantas y animales

7.- Entraremos en una nueva Edad Glacial

Me quedo, para empezar, con estos siete jinetes del Apocalipsis y los iré analizando uno a uno, con datos y citas científicas, siempre que el trabajo, el tiempo y mis jefes lo permitan.

Coletilla para cada capítulo, mientras no se demuestre lo contrario:

El consenso científico sobre las causas humanas y las consecuencias terribles del calentamiento global no existe. Es falso.

(Continuará con numerosas pruebas científicas aportadas por los disidentes, y que abundan ya en Internet…)

No me quiero perder a Nadal