Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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¿Cebrián «echa» a Polanco o Polanco «deja» a Cebrián?

Si hablamos de un empleo, «echar» no es lo mismo que «dejar«.

Sin embargo, El Mundo y El País usan estos verbos, de significación tan distinta, para titular la misma noticia. Lo curioso del caso es que Pedro Jota le dedica más espacio a Javier Díez de Polanco, ex directivo de Prisa (sobrino del fallecido Jesús de Polanco) que el mismo diario de Prisa. Casi el doble.

Entre quienes no siguen de cerca las luchas por el poder, en las guerras empresariales de sucesión, ha podido sorprender la noticia de la salida (voluntaria o forzada) del llamado «sobrinísimo» de Jesús de Polanco. Dentro del grupo Prisa no ha debido producir sorpresa alguna. Estaba cantado que, tras la muerte del fundador, un hombre poderoso, muy singular, y con las ideas de negocio muy claras, Cebrián (nº 2 por méritos propios) y Díez de Polanco (nº 3 por lazos familiares) serían incompatibles. El choque se ha producido y el sobrinísimo ha salido disparado. El ejecutivo nº 3 del grupo Prisa es ahora Manuel Polanco, hijo del fundador y hermano del presidente no ejecutivo Ignacio Polanco).

Pese a haber dedicado muchos años de mi vida profesional al grupo Prisa, me confundí en mis pronósticos sucesorios. Siempre pensé que Jesús de Polanco era monárquico de sí mismo, es decir, que a su muerte le sucedería con todos los poderes su hijo primogénito, Ignacio Polanco. Y que, a tal fin, lo dejaría todo atado y bien atado. O sea, el rey ha muerto, viva el rey.

Sin embargo, no ha sido así. Muerto el gran Polanco, su hijo y heredero ha dado un paso atrás y ha cedido todos sus poderes a Juan Luis Cebrián, en calidad de valido.

Atención al próximo capítulo de la saga de los Polanco:

¿Dinastía o Falcon Crest?

La actual crisis económica puede provocar algunos terremotos empresariales. Y torres más altas han caido.

Nunca olvidaré el instinto profético del buen Sancho Panza (¿o fue mi admirado Don Quijote?) cuando sentenció:

«Padres comerciantes, hijos caballeros, nietos pordioseros»

Así es la vida.

Resultados de Prisa publicados en El País, diario de Prisa (1-05-09):

Resultados de Prisa publicados en El Mundo, competidor del diario de Prisa (1-05-09):

¿Crisis? Pesimista en un diario, confiado en otro

Cuando Bernanke, el amo del dólar, presidente de la Reserva Federal de los EE.UU. -equivalente al banco emisor norteamericano- estornuda, los europeos nos prepraramos para hacer frente a una pulmonía.

Ayer habló y hoy los oráculos interpretan, con lupa, cada una de sus palabras. Es el hombre que abre o cierra el grifo del dinero para el área del dólar, o sea, indirectamente, para todo el mundo. En su mano está subir o bajar los tipos de interés en EE.UU. con lo que mueve nubes de dinero en busca de rentabilidad y o seguridad en el refugio del dólar, el euro, el oro, el petróleo, etc. Pero, sobretodo, Bernanke es el enemigo natural de la inflación ya que su principal obligación es mantener la estabilidad de los precios.

Con estos antecedentes, ¿cual de estos dos titulares de hoy corresponde a El Mundo y cual, a El País?

¿Quien confunde más sus deseos con la realidad, a la hora de titular una noticia sobre las mismas declaraciones del mismo sujeto?

Para El Mundo,a dos columnas:

Bernanke pinta un escenario pesimista

En El País, a una columna:

Bernanke habla de incertidumbre, pero confía en más creciemiento

No esperen encontrar, por mucho que busquen, la noticia anterior sobre la guerra del futbol en los diarios El País o Público. Y no es porque no interese a sus lectores, con el sesgo que hoy le da El Mundo, a toda página y con fotos de los generales de ambos ejércitos mediáticos. La noticia la da El Mundo, por todo lo alto, porque afecta a sus dos competidores: Mediapro (dueño de Público) y Prisa (dueño de El País). Lo raro es que El Mundo se haya enterado de auto de la Audiencia antes que las partes.

¿Se habrán enterado también las partes del conflicto, por sus respectivos abogados y procuradores, pero han ocultado el auto a sus periodistas y a sus lectores?

No quiero ser mal pensado…

Polanco gana una batalla después de muerto

Prisa compra el 16,79% de Sogecable a Telefónica y (al concluir la OPA) logra controlar el 95% del capital de la plataforma de televisión.

Como el Cid Campeador, Jesus de Polanco ha ganado una batalla después de muerto. Cuando he leído esta mañana la noticia (conocida ayer por Internet y por la radio) me ha dado un ataque de nostalgia docente e investigadora.

Como profesor universitario de Economía Aplicada (alejado del Periodismo por la fuerza de un despido ilegal), pasé las vacaciones de Navidad de 1997 y de Reyes de 1998 escribiendo, a toda prisa, un libro sobre la guerra descomunal que había estallado en 1996 (al llegar Aznar a La Moncloa) entre las dos grandes palataformas digitales de televisión. El título era:

«Jaque a Polanco»

Y el subtitulo:

La guerra digital: un enfrentamiento en las trincheras de la política, el dinero y la prensa

Ayer se cerró un capítulo importante -quizás definitivo- de aquella guerra. Y hoy, como es natural, cada diario arrima el ascua a su sardina y elige el sujeto que más le gusta (o mejor sirve a sus intereses corporativos) para el titular de la noticia.

El País se decide por PRISA como sujeto principal.

PRISA logra más del 95% del capital de Sogecable…

A nadie le extrañará esta pasión informativa ya que Prisa es propietaria de Sogecable y, a la vez, de El País.

En cambio, para informarnos de la misma operación, tanto El Mundo (desde la derecha) como Público (desde la izquierda) han preferido elegir como sujeto principal para titular esa noticia a Telefónica. Tampoco coinciden en el verbo con el diario de PRISA.

El País dice en un sumario:

Telefónica, segundo accionista, acudió…

Sin embargo, los otros dos periódicos coinciden (cosa rara, si no fuera por los derechos televisivos del fútbol, por Mediapro y la Sexta) no solo con el mismo sujeto sino también con el mismo verbo en el titular:

Telefónica se va de Sogecable…

El diario Público, de Mediapro, va un poco más allá que El Mundo e interpreta las razones por las que Telefóncia «se va» de Sogecable:

«… por las dudas sobre su futuro»

He encontrado en mi sótano un ejemplar del libro «Jaque a Polanco» y, después de sacudirle el polvo y quitarle algunas telarañas he caido en la tentación («vanidad de vanidades«, dice el Koelet) de leer la últimas página del «Epílogo» y las primeras del «Prólogo«. En ese orden.

El Epílogo lo escribí yo en enero de 1998, en mi despacho de la Universidad de Almería, y el Prólogo lo escribió en la misma fecha mi colega y, sin embargo, amigo, David White (corresponsal entonces del Financial Times de Londres).

Como es sábado y está lloviendo, me he entretenido en copiar y pegar aquí esas páginas escritas proféticamente hace más de 10 años.

No debería decirlo, no es de buena educación, debería estar prohibido -lo se- pero es un placer sublime eso de poder presumir de profeta y decir:

«Ya te lo dije yo…»

Y eso que, como profetas, los economistas sólo sirven para predecir el pasado…

Al concluir la vieja guerra digital, el Prólogo de David White tiene aún vigencia y recomiendo su lectura.

De mi «Epílogo Abierto» lo único que quiero resaltar es que, hace 10 años, anuncié cuatro escenarios posibles para concluir aquella «guerra digital«. Primero, se cumplió el Escenario C:

Escenario C: ¿Se fusionarán Canal Satélite Digital y Vía Digital y serán felices?

Y ayer se cumplió el Escenario B, aunque sin que Prisa tuviera necesidad de alianzas internacionales:

Escenario B: ¿Se aliará Prisa con un gigante internacional como la ATT, o algo así, para comerse a Vía Digital?

Escenario C: Prisa y Telefónica se casaron y fueron felices en Sogecable hasta ayer mismo.

Escenario B: Prisa se comió ayer la parte de Telefónica en Sogecable

Pego a continuación las cuatro páginas finales de libro:

Así terminó aquel libro (más periodístico que académico) y que pasó por algunas pocas librerías sin pena ni gloria. (A la derecha está la primera página de aquella ingenua aventura editorial).

Jamás fue citada la existencia de este libro en ningún diario del Grupo Prisa ni del entorno del presidente Aznar. Solo salió una crítica (y entrevista con mi foto de profe) en La Voz de Almería . Gracias, de nuevo, colegas y paisanos almerienses.

La editorial Temas de Hoy (del poderoso Grupo Planeta se asustó cuando El País prohibió la publicidad y le devolvió la orden de insertar un anuncio suyo de pago sobre este libro. Planeta anuló inmediatamente la campaña, retiró los ejemplares distribuidos, se disculpó y me pagó como si la edición se hubiera agotado completamente. Una buena pasta para un profesor.

Prisa también tiene editoriales de libros y un gran suplemento «Babelia» que ayuda a vender libros también de otras editoriales.

Ya se sabe: Entre bomberos no se pisan la manguera.

Si yo hubiera trabajado como periodista, en aquellos años que siguieron a mi despido improcedente como corresponsal de Televisión Española en Nueva York, nunca hubiera escrito ese libro. Ustedes lo comprenderán si les digo que tengo tres hijos.

Pero me había refugiado en el sagrado académico -era profesor titular de Universidad– y me sentí libre para escribir sobre los grupos de comunicación en conflicto. Debo reconocer que, pese a que lo hice muy deprisa y mal, fue un placer inolvidable haber escrito esas 300 páginas como si fuera libre.

Los escasos ejemplares que circulan de «Jaque a Polanco» tienen ya el valor de los libros malditos del Indice. Todo un piropo, según la tesis de David White.

Menos mal que, con el dinero de la indemnización que nos dio TVE, la televisión de Aznar, por sentencia del juez, pudimos poner en marcha uan pequeña empresa familiar Multiprensa y Más S.L., con sede fundacional en el sótano de mi casa. Esa empresa creció después, gracias a 7 Cajas de Ahorro y al grupo noruego Schibsted y, desde ella, editamos 20 minutos, el periódico con más lectores diarios (2,6 millones) de la historia de España, así como la revista mensual Calle20 y www.20minutos.es, el tercer diario on line de información general , que alberga a este blog.

Todo empezó gracias a aquella indemnización judicial que mis hijos definieron como la «beca Aznar«.

Sorpresas te da la vida…

Zapatero «compensa» (El País) o «remata» (El Mundo)

Fútbol: “Mediapro incumple”; “Roures critica”

En la guerra del futbol en televisión, comprobamos cada día, al comparar los titulares, que El País defiende a Sogecable (¡faltaría más! pues, aunque no lo dice, es del mismo Grupo PRISA) y El Mundo, en cambio, defiende a Mediapro frente a Sogecable.

¿Por qué? Quizás por puro maquiavelismo: los enemigos de mis enemigos son mis amigos.

Hay que ver las vueltas que da la vida. Jaime Roures, presidente de Mediapro (socio de la Sexta) y competidor del Grupo PRISA, no tiene aún periódico que le defienda. Tiene entre manos el proyecto de editar este año un nuevo diario (que será conocido como “El Público”) y que, por el target que parece buscar, podría competir con El País más que con El Mundo. Ya veremos.

Es la única explicación que encuentro a los titulares de hoy sobre la confusísima guerra del fútbol. Basta con leer los sujetos y los verbos de cada diario para percatarnos de quién apoya a quién.

El País, a cuatro columnas:

Mediapro incumple…

El Mundo, a cuatro columnas:

Roures critica…

Las portadas de hoy son especiales: hablan de países y de mundos diferentes. Las seis/siete noticias de cada diario son completamente distintas.

Sólo coinciden, a una columna y en letra pequeña, en el conflicto de Rosa Regàs con el nuevo ministro de Cultura aunque, naturalmente, cada diario hace de portavoz de un sujeto distinto al que atribuyen verbos diferentes:

El Mundo:

Regás alega que el ministro de Cultura manipuló…

El País:

El ministro critica a la dimitida Rosa Regás

En cuanto a la salida de Rosa Díez del PSOE, ambos difieren en el tamaño y en la cobertura gráfica:

Y sobre el entierro de Francisco Umbral, se mantiene la desproporción del espacio dedicado en ambos diarios a la cobertura informativa y de opinión.

Ayer, El Mundo dedicó más de 30 páginas a la muerte de su columnista, mientras que El País sólo le dió 2 páginas. Hoy esa relación es de 3 a 0. Algo parecido pasó con la muerte de Jesús de Polanco, dueño de El País, sólo que al revés.

Bueno, en realidad, El País no le dedica cero espacio al entierro de su ex columnista Umbral sino casi cero: apenas un centímetro en un pie de foto a una columna.

Hay un pequeña foto de Gallardón, Rajoy y Aguirre, a una columna (tipo sello) en la portada de El País, para ilustrar una información sobre el liderazgo de Rajoy en el PP, que fue tomada “ayer en el entierro de Francisco Umbral”. Eso es todo. Es la única alusión informativa a Umbral en El País de hoy, junto a una carta de un lector en las páginas de Opinión.

En el International Herald Tribune han dado amplia cobertura informativa (media página tamaño sábana con foto) sobre la muerte de Antonio Puerta, el futbolista del Sevilla, pero no he visto ni una línea sobre la muerte del columnista de El Mundo, Francisco Umbral.

Desde luego, cada diario publica lo que cree que interesa más a sus lectores, a sus fuentes y, en ocasiones, a sus anunciantes.

La prensa es un negocio. ¿O no?

Polanco «ató» (en El Mundo); Polanco «comunica» (en El País)

Como de costumbre (profiláctica, incluso en vacaciones), he leído primero El País y luego El Mundo.

En ambos he visto, también como de costumbre, interpretaciones con matices distintos sobre los mismos hechos. Por eso, afortunadamente, hay varios diarios y no uno sólo.

En el fondo, los dos están de acuerdo en que el recientemente fallecido Jesús de Polanco quiso dar «garantía de estabilidad accionarial a PRISA», aunque El Mundo lo diga con palabras más gruesas como «ató el control de Prisa a su familia» .

(Obsérvese, como curiosidad, que PRISA va en mayúsculas en El País -como hacían los romanos al hablar de sí mismos- y Prisa va, en cambio, en minúsculas en El Mundo)

Al leer el contenido del comunicado de la familia Polanco a la CNMV no he podido evitar interpretarlo en dos direcciones opuestas:

1.- La familia Polanco no quiere vender sus acciones en PRISA hasta que pasen, al menos, 10 años.

2.- La familia Polanco comunica a los cuatro vientos que está dispuesta a vender sus acciones en Prisa en cualquier momento, a partir de hoy, y que tiene poder para ello según el acuerdo firmado con Jesús de Polanco en diciembre de 2003.

Este es el texto que da pie a la segunda interpretación:

«Como excepción, se establece el acuerdo unánime de todos los hermanos Polanco Moreno, en cuyo caso sí sería posible la transmisión antes de esos 10 años».

Me ha hecho gracia, una vez leidos los diarios de papel, encontrarme en el blog «Que paren las máquinas» de Arsenio Escolar (en nuestra web www.20minutos.es) una interpretación semejante a la que acabo de escribir aquí: «Cómo comprar Prisa».

A esto le llamo yo telepatía entre colegas, a muchos kilómetros de distancia. O bien, quizás responde al hecho de que ambos hemos trabajado y dejado de trabajar varias veces para Jesús de Polanco (eso sí, siempre con afecto) y que conocemos el percal.

Me parece a mí, leído el comunicado oficial, que el verbo «atar», utilizado por El Mundo, no es el más correcto para titular. Y si no, al tiempo.

Polanco era mucho Polanco: era capaz de «atar» con una mano y de «desatar» con la otra. Un artista. Si lo sabré yo…

Retrato de un editor en serio

TOMÁS ELOY MARTÍNEZ en El País 15/08/2007

Jesús de Polanco era ya una leyenda cuando lo conocí en Madrid, a mediados de 1998. Entonces yo formaba parte del jurado que debía otorgar el primero de los premios Alfaguara de Novela, al que se habían presentado más de 600 obras.

Durante los largos días de relecturas y discusiones no logramos inclinar la balanza hacia ninguna de las dos que, desde el principio, sobresalían con claridad del conjunto: Margarita, está linda la mar, del escritor nicaragüense Sergio Ramírez, y Caracol Beach, del autor cubano Eliseo Alberto. Lo único que sentíamos con absoluta unanimidad era la injusticia de premiar a una sola de las dos.

Alguna vez he contado ya los tormentos de conciencia con que nos despedíamos cada noche y la desazón con que seguíamos mirándonos a la mañana siguiente. Las bases prohibían dividir el premio. A la vez, eliminar una cualquiera de las dos novelas nos parecía una traición a la buena literatura, en cuyo nombre habíamos sido convocados. Por fin el escritor mexicano Carlos Fuentes, quien presidía el jurado, advirtió de que, si bien estaba prohibido dividir la recompensa, ninguna cláusula impedía duplicarla.

No creo que a Polanco le haya gustado aceptar una decisión que lo obligaba a pagar dos veces una suma que ya era considerable la primera vez, y a multiplicar el esfuerzo de edición y difusión. Si en el silencio de su corazón pensó que los jurados estábamos locos, nunca lo dijo. Por lo contrario, elogió nuestra locura. Aceptó nuestro fallo doble con el arrojo bien razonado que siempre fue la señal de su espíritu.

Quedan pocos empresarios así. En vez de adaptarse a las mudanzas de las costumbres y de los tiempos, Polanco se les adelantaba, señalaba el camino. No perdía de vista las sombras, pero se ponía del lado de la luz.

Aunque se sabía desde hace meses que estaba enfermo, su muerte, el 21 de julio, dejó una herida de sorpresa en quienes lo creíamos incapaz de morir. Siempre había estado en todas partes. ¿Cómo, de pronto, iba a estar en ninguna?

Después de aquel invierno de 1998, vi a Polanco una o dos veces por año, en las reuniones del Foro Iberoamérica o en mis ocasionales visitas a Madrid. Lo había conocido como un editor de raza, pero su mirada se desplazaba más allá de los libros y de los periódicos, hacia el abanico entero de todos los lenguajes de la comunicación.

Aunque se ha llevado consigo el secreto de sus éxitos constantes, hubo uno que estuvo todo el tiempo a la vista: su manera casi invisible de mandar. Daba órdenes sin darlas. Estaba tan seguro de su capacidad para crear que dejaba libres a sus colaboradores para que crearan. Sus hijos y Juan Luis Cebrián (director fundador de EL PAÍS) entendían a la perfección lo que decía cuando callaba.

Quizá Polanco pase a la historia como el visionario que dio vida a EL PAÍS, el gran diario de la modernidad española. Es su obra mayor, pero yo prefiero al editor de libros que rompió de un año para el otro las vallas feudales del franquismo y le mostró a sus compatriotas la riqueza europea de la que habían sido privados durante cuatro décadas de aislamiento, a la vez que le abría las puertas a las efervescencias culturales de América Latina.

Cuando en 2002 me sorprendió con una llamada telefónica en la que me anunciaba el premio de novela de Alfaguara, la emoción y la sorpresa me indujeron a responderle con un chiste fuera de lugar: «Es un premio muy bueno», le dije. «Pero el que más va a ganar con él eres tú, como todos los editores».

Rápido para las réplicas, me respondió con un chiste mejor: «Claro que sí. La plusvalía es siempre mía».

Polanco era así, llano y directo. Nadie como él encarnó la imagen del gran editor tal como la retrató el escritor y filósofo Walter Benjamin: un lector que es a la vez autor, «alguien que describe y que prescribe». Y a la vez siempre, según Benjamin, alguien de «extremo coraje», capaz de repetirse a sí mismo cada mañana: «Voy a saber y voy a transformar».

Los que vivimos en la orilla americana del océano le debemos a Polanco el relanzamiento de muchos de nuestros grandes escritores en volúmenes que se dejan llevar de un lado a otro, permitiendo que una obra entera se alce otra vez a la primera mirada: así hemos recuperado al autor argentino Julio Cortázar, al escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, a la periodista-novelista brasileña Clarice Lispector, al escritor brasileño Rubem Fonseca, tal como lo he visto en los autobuses de Bogotá, en los subterráneos de Buenos Aires, de Madrid y de México, y en los carritos por puesto de Caracas.

Cierta vez le dije a Polanco que esa red de vasos comunicantes era más eficaz para entendernos y mucho más democrática que todas las enseñanzas de los economistas, de los sociólogos y de los políticos. Como siempre hacía, le atribuyó su mérito a los otros. Aceptó la parte de luz que le tocaba cuando la Feria del Libro de Guadalajara le concedió, en 2004, el premio al editor del año. Allí fueron enumeradas sus hazañas: la creación de EL PAÍS, de la cadena radial SER y del grupo editorial Santillana, lo que le convertía en uno de los empresarios culturales más poderosos de Europa.

Ninguno de sus discursos de gratitud aludió a una sola de esas grandezas. Sus únicos temas fueron los libros y el destino de nuestros países. Había empeñado todas sus energías en fortalecer la democracia de España y estaba seguro de que la América Latina convertida a la democracia tendría una prosperidad nunca vista apenas dejara atrás lastres ancestrales como el caudillismo, la corrupción, las prebendas, del mismo modo que la democracia había salvado a España de la cerrazón franquista.

Como a todo hombre de poder, también a Polanco le cayeron encima las calumnias y las injusticias. Pero seguía adelante y dejaba atrás los rencores. Al otro lado del Atlántico es difícil imaginarlo muerto.

Para quienes sólo lo conocieron en infatigable estado de actividad es preferible suponer que se ha replegado hacia el rincón más sigiloso de sus depósitos editoriales, donde está leyendo ahora las obras maestras que todos vamos a leer mañana, con la ingenua sensación de que estamos descubriéndolas.

Tomás Eloy Martínez es escritor y periodista argentino, y autor, entre otros libros, de El vuelo de la reina, premio Alfaguara de Novela 2002. Distribuido por The New York Times Syndicate.

Suicidio de Xirinacs.

Los más fanáticos nacionalistas catalanistas, vasquistas y españolistas se han lanzado sobre su cadáver, con tal oportunismo político (rozando la glorificación o el ensañamiento) y con tanta desverguenza personal, que he agradecido hoy la lectura de este obituario que mi colega Bonifacio de la Cuadra (casi de mi edad) hace del pacifista Xirinacs, quien se suicidó hace unos dias en Cataluña.

Conocí muy poco al padre Xirinacs, en la lucha contra la Dictadura, y siempre le respeté por valiente y coherente, aunque le consideré equivocado cuando tratábamos el punto principal de su obsesión: su exacerbado nacionalismo catalanista, que me recuerda hoy al vasquista de Arzalluz o al españolista de Aznar.

Nunca me gustaron los extremismos. Ni siquiera para alabar a mi tierra almeriense, que tanto quiero y por la que suspiro. Xirinacs fue un enamorado de su tierra catalana y fue fiel a sus ideas hasta el minuto que precedió a su muerte. Su memoria merece respeto. Gracias, Boni.

Polanco adelantó la democracia en España.

La triste noticia, temida desde la última vez que estuve con él, hace apenas un mes en una entrega de premios, me ha impactado más de lo que podía haber imaginado.

Polanco pertenecía a mi familia profesional y, desde que le conocí, hace más de 30 años, le he profesado afecto y admiración, pese a que, desde la fundación de El País, me marché voluntariamente de su inmenso grupo de comunicación en cuatro ocasiones.

Con la muerte de Jesús de Polanco somos muchos los amantes de la libertad de expresión y de la meritocracia que nos sentimos un poco más huérfanos. Le echaremos de menos y le recordaremos con cariño y -cómo no- con gratitud.

De una manera o de otra, la vida de numerosos periodistas y lectores -yo diría de muchísimos demócratas- ha estado marcada por la voluntad de superación y de éxito de Polanco. Entre ellas, la mía.

Cuando alguien muere, existe la costumbre razonable de resaltar sus bondades y de silenciar sus defectos. Nunca me he privado de comentar y criticar, en vida, errores y/o defectos del creador del mayor imperio de comunicación de la historia libre de España.

Pero este obituario no es lugar apropiado para recordar sus fallos -que los tuvo- ni para hacer cobardemente leña del árbol caído cuando ya no puede responder.

Por el privilegio personal de haberle conocido y querido, y por el lujo profesional de haber trabajado tantos años cerca de él, hoy me toca destacar su excelencia empresarial y sus cualidades humanas. Miro hacia atrás y reconozco, con orgullo y gratitud, cuánto me ha influido su ejemplo.

Hace apenas unos meses, Jesús de Polanco, que nunca ha tenido pelos en la lengua, puso al PP en su sitio. Don Jesús «del Gran Poder» -como le llamábamos incluso dentro de El País– era valiente y arriesgado, casi temerario. Nadie puede negarle esta cualidad. Ni corto ni perezoso, en pleno ataque de crispación de la parte más extremista de la derecha española dijo que «es muy difícil ser neutral» cuando «el PP desea volver a la Guerra Civil«.

Sus palabras enfurecieron, seguramente con razón, a las huestes derechistas (El Mundo, la COPE, el PP, etc.) que le replicaron de lo lindo. Siguiendo sus costumbres represoras, los líderes del PP se pasaron de la raya. Entre otras reacciones desaforadas, Mariano Rajoydecretó un boicot total (incluido el de los anuncios, lo que más duele) a los medios de comunicación del Grupo PRISA (El País, la SER, Cuatro, Canal Plus, Canal Satélite Digital, Cinco Días, AS, etc.).

Creo que puede ser edificante repasar los titulares de prensa de aquellos idus de marzo, que yo reuní en este blog bajo el título «Jaque a Polanco (II)».

Don Jesús era un hombre persistente, orgulloso y sagaz. Nunca se daba por vencido y -como su amigo Felipe González– se crecía ante el castigo. Por eso, fue admirable su supervivencia en libertad, casi milagrosa, frente a los ataques impúdicos de todo el aparato del Estado, bajo control del rencoroso Aznar.

El presidente del Grupo PRISA libró una larga y descomunal batalla contra la persecución ilegítima (por no decir ilegal, delictiva) del Gobierno de José María Aznar . En aquel acoso y derribo inmisericorde de Polanco participaron, de buen grado, periódicos amarillos como El Mundo y hasta jueces prevaricadores como Javier Gómez de Liaño, felizmente condenado por el Supremo y expulsado de la carrera judicial.

Un año antes de esta guerra por el control político de la prensa, fui alejado forzosamente del periodismo activo, por haber sido despedido como corresponsal en Nueva York por la TVE de Aznar, tras la entrevista que le hice en 1996 como candidato del PP a la presidencia del Gobierno.

Salí del paro provocado por aquel despido improcedente (con una sabrosa indemnización que mis hijos dieron el chistoso nombre de «beca Aznar») para refugiarme en la docencia universitaria, como profesor titular de Economía Aplicada.

Fue en aquel tiempo cuando más paseé y conversé a solas con Polanco. Me preocupó personalmente y me interesó mucho profesionalmente la persecución que, salvando las distancias, sufría Jesús de Polanco por parte de los mismos que me habían expulsado de la tele y de la prensa. De aquellas conversaciones, junto al Retiro, surgió mi decisión de aceptar el encargo de Planeta para escribir un libro sobre la guerra digital entre Polanco y Aznar.

Bajo el fuego graneado, y caótico, del Gobierno Aznar, me encontré con un «Jesús del Gran Poder» menos poderoso e influyente de lo que la prensa y la sabiduría convencional le atribuía.

En ocasiones, le noté impotente, cansado y abatido (sin pasaporte y al borde de ingresar en prisión) frente al aparato del Estado en las manos voraces de un político tan vengativo y un hombre tan miserable como el presidente Aznar. Sentí cierta solidaridad por aquel hombre herido en su orgullo y en su amor propio y, en aquellos paseos, no tan poderoso como todo el mundo imaginaba.

Polanco me preguntaba, intrigado y sorprendido, como había podido construir yo sólo mi defensa jurídica y mediática, frente a la persecución del Gobierno Aznar, para haber conseguido una cobertura en la prensa de prestigio del mundo occidental (Financial Times, New York Times, Herald Tribune, etc.) tan impresionante y el éxito en el juicio contra la TVE del Gobierno.

Le conté toda mi estrategia. El aparecía como un hombre poderoso que no precisaba ayuda externa alguna de otros medios. Imbuido de cierta soberbia, propia de los triunfadores, tampoco había construido una malla de seguridad con sus amigos. Noté muy vivamente que el gran Polanco se sintió sólo, muy sólo, incluso frágil, muy frágil, en aquellos meses de infierno político e incertidumbre judicial, que le estaban quitando el sueño y amenazaban con quitarle su buen nombre, grabado ya en la historia del periodismo europeo y latinoamericano.

Yo estaba entonces saliendo del agujero, tranformando el odio destructor en fría técnica, preparando nuevos proyectos de prensa (como Multiprensa, editora de 20 minutos) y escibiendo un libro sobre su caso.

Le conté que la Moncloa había hecho saber a los principales grupos de comunicación de España que mi contratación sería interpretada como un acto hostil contra el Gobierno. Ni agua ni sal. (Perdono todo, pero no olvido nada. Para que no se repita.)

Y le di todos los detalles de mi defensa, que luego publiqué en este blog (en marzo del 2006). Polanco no podía entender que la cobertura casi mundial de mi insignificante despido no obedecía a ninguna campaña organizada por mi ni por mi mujer. Simplemente, le insistí, mi historia tenía un buen lead, un buen comienzo para cualquier periodista que se precie. Todos los reportajes, en multitud de lenguas, comparaban lo que me ocurría durante la Dictadura de Franco, por criticar al gobierno, (secuestro, torturas, etc.) con lo que me estaba ocurriendo entonces con la joven y frágil democracia española, bajo el Gobierno de Aznar. Un comentario editorial del prestigioso diario conservador Financial Times resumió así una de las claves del éxito mediático de mi despido de TVE:

«…poco después de la muerte de General Franco, como un joven director de una revista, fue secuestrado, torturado y sujeto a una ejecución simulada, tras escribir un artículo sobre la paramilitar Guardia Civil. Esta vez solamente le han despedido de su trabajo como corresponsal. Esto es progreso.»

A mediodía, he recibido la noticia de la muerte de Polanco, por las llamadas del director de 20 minutos, Arsenio Escolar, y del vicepresidente de 20 minutos España S.A., Eduardo Díez-Hochleitner, que fue director general de PRISA. Luego he leído en Internet y oído en la radio y en la televisión nuevos detalles de la muerte de quien ha sido calificado, casi unánimemente, como «uno de los hombres más poderosos e influyentes de España».

Toda la tarde estoy recordando, con afecto y gratitud, a Jesús de Polanco, no como a ese poderoso y soberbio empresario que pintan los medios de comunicación sino tal como lo ví y lo sentí durante nuestras últimas reuniones y paseos a finales de los años noventa: un personaje muy singular, hecho a sí mismo, que construyó el mayor imperio de medios de comunicación de la historia de España, a partir de la nada, y que conoció de cerca la humillación y la persecución de un poder político indigno que estuvo a punto de llevarle injustamente a la cárcel.

Le recuerdo como un personaje de Shakespeare, alto y bajo, descomunal y minúsculo, soberbio y tierno, según los caprichos del destino y la fuerza imbatible de su libre albedrío.

Recuerdo a un Polanco humilde, humillado, sensible y cariñoso, un hombre muy distinto, seguramente, del que pasará a la historia de la prensa española.

Mi más sentido pésame a sus hijos y amigos. El nombre de Polanco ya está escrito, cum laude, en las páginas más gloriosas de nuestra democracia. En los momentos más dramáticos de nuestra reciente historia, le ví muy de cerca luchando por nuestras libertades.

Qué pena no haber podido agradecerle mejor, en vida, todo lo que hizo, con alto riesgo, por nuestra libertad. Una deuda impagable. Por eso, propongo este epitafio:

Adelantó la democracia en España

Yo le quería. Descanse en paz.

Recortes del domingo

:

24 paginas sobre la muerte de Polanco en El País frente a 6 en El Mundo.

Jaque a Polanco II

Parece mentira, pero han pasado ya diez años del primer «Jaque a Polanco». Lo escribió un servidor, seguramente con excesiva rapidez (pues estaba recién salido del paro), en forma de libro/reportaje de poco o ningún éxito.

Aquí al lado he pegado la portada de aquel querido libro que tuvo la mala suerte (o la fortuna, ¿quien sabe?) de desagradar a las dos trincheras casi por igual. Apenas fue distribuido por la editorial y lo entiendo. Tuvo miedo. Y el miedo es libre.

La editorial «Temas de Hoy», del poderoso Grupo Planeta, inició la campaña de publicidad enviando una orden de inserción para un primer anuncio de pago que contenía una foto de la portada del «Jaque a Polanco«. La orden fue devuelta inmediatamente por el diario con una nota en la que rechazaba la publicación del anuncio de mi libro en El País.

El entonces responsable de «Temas de Hoy» me invitó a comer en un sitio fino, me contó lo ocurrido, me pagó lo convenido, como si se hubiera agotado, y me dijo que mi libro sería una especie de incunable clandestino. Sentí un extraño orgullo por haber engrosado las listas de un nuevo «indice».

Mi editor reconoció compungido que jamás, en toda su larga vida de editor, le habían prohibido la publicación del anuncio de un libro. Me convertí en pionero. Y eso que el libro era -al menos, eso pensaba yo al escribirlo- a favor de Polanco y en contra de Aznar.

La editorial no sabía qué hacer con tantos miles de ejemplares que temía anunciar y mucho más distribuir. Por eso, al cabo de una semana, apenas pude encontrarlo en las librerías. Como masoquista que soy, pregunté en varias librerías «Crisol» (propiedad e Polanco) y jamás pudieron darme noticia de mi libro.

¿Se habrá agotado tan pronto?, llegué a pensar, hinchado de vanidad, antes de conocer lo ocurrido con la prohibición de los anuncios en El País.

Antes de que tantos ejemplares fueran destruidos por la guillotina, pedí que me los enviaran a casa. Ocuparon medio sótano.

Los empleados y amigos de 20 minutos conocen muy bien mi pesada pasión por regalar esos libros, al igual que regalamos los ejemplares de nuestro diario. Los puse por cientos en la recepción de 20 minutos, en el Palacio de la Prensa de Madrid, y pronto se agotaron. Aún me quedan en el sótano unos pocos ejemplares de aquel incunable prohibido que pasó sin pena ni gloria.

Lo que más me sorprendió es que, bien o mal escrito, tratándose del tema que más miles de páginas había ocupado, sin ninguna duda, en El País y en El Mundo, en los últimos dos años, ningún diario español (a excepción de mi querido periódico «La Voz de Almería») hiciera jamás mención alguna de la existencia de este libro impreso, no anunciado y retirado convenientemente con destino a mi sótano. ¡Qué le vamos a hacer!

Mi maestro me felicitó por el trabajo y eso me llenó de satisfacción. Pero me advirtió que yo había pecado -a mi edad- de ingenuo. Le dije que no entendía la prohibición de la campaña de publicidad por parte de El País, teniendo en cuenta de que el saldo final del libro era favorable a Polanco. Me respondió como suelen hacer los maestros. Me dijo:

«Se te nota escaso fervor en el aplauso»

El País manda hoy a tres columnas con el segundo asalto del PP contra Polanco con este titular:

El PP promueve el boicot contra todos los medios del Grupo PRISA

Sumarios:

El partido de Rajoy exige a Jesús de Polanco una rectificación pública

La medida intenta coaccionar a «accionistas, anunciantes y clientes»

También anuncia en portada este editorial:

Ante el chantaje, el deber de informar

Para El Mundo este asunto es una «no noticia» y no lleva ni una línea en su portada, aunque le dedica un pequeño editorial y media página interior de información. Olvidé decir, quizás por innecesario, que la foto de Polanco con el dedo índice amenazador corresponde naturalmente a El Mundo.

El País le dedica un largo editorial y cinco páginas interiores de información.

En el lugar equivalente a la noticia de El País sobre el boicot del PP a Polanco, El Mundo lleva, arriba, de salida, con foto a todo color, a una columna, esta otra noticia blanda y bastante doméstica:

Ágatha Ruiz de la Prada: «Sólo puedes ser feliz si superas todos los complejos»

Y este sumario:

MODA: La sofitiscación vuelve a los armarios para vestir a una mujer nueva y poderosa

Hay otra desmesura en ambos diarios. El Mundo lleva arriba a toda pastilla este titular:

Los tres jueces dicen que había pruebas para condenar a Otegui pero que la Fiscalía lo impidió

El País despacha este asunto a una columna:

La absolución de Otegui desata un choque frontal entre fiscales y jueces de la Audiencia Nacional

Sumario:

El Gobierno ve defectos en la composición de la sala del Supremo que juzga a Batasuna

En lugar equivalente, El Mundo titula con mi admirado Fernando Savater, junto a su foto enun acto de protesta contra el Gobierno:

Savater denuncia la «negociación oculta» con ETA

Curiosamente, El País, diario en el que habitualmente publica sus artículos este filósofo, no da ni una línea de este acto en su portada. Su foto de primera -bonita, por cierto- es mucho más relajada: la natación sincronizada de nuestras heroínas Gemma y Paola.

¿Halaga El Mundo a Zapatero?

¿Hay algo peor que un halago? Sí, un halago crítico. Y esto es lo que, a mi juicio, ha hecho Pedro Jota con la foto dedicada a Zapatero en portada con el título:

El presidente, un hincha de Segunda

Esta noche salí de 20 minutos a toda prisa (tenía dos cenas a la vez) y apenas tuve tiempo para analizar, como de costumbre, los titulares de portada.

Corté y pegué los artículos que me habían llamado la atención pero ni siquiera me fijé en las fotos de portada.

Un lector (Joseph Ringo) me acaba de abrir los ojos, al llegar a casa, con este comentario:

¿Y no comentas nada de la foto de portada de El Mundo?

«Zapatero, presidente de segunda» 😀

lo dijo Joseph Ringo · 26 Febrero 2007 | 10:16 PM

Llevo algún tiempo con la mosca tras la oreja.

1.- Tengo la impresión de que Pedro Jota ve agotadas sus fuentes (o charcos) sobre ETA en el 11-M.

2.- Ve cada día más lejos una eventual victoria electoral de su protegido Mariano Rajoy y más lejos aún un regreso triunfal de su protector José María Aznar.

3.- Ha observado algunos recientes titulares y editoriales de El País nada cariñosos ni entregados (como solían) a Zapatero e incluso a Rubalcaba. ¿Quién lo hubiera dicho?

4.- Los éxitos de la Sexta, nueva cadena de TV concedida por el Gobierno Zapatero a sus presuntos amigos de Globomedia y Mediapro, no le están haciendo ninguna gracia a Prisa, El País, Sogecable, La Cuatro, etc. y otras empresas de Jesús de Polanco.

5.- El Mundo es la nave capitana del nuevo imperio de prensa de Rizzoli en España, tras haber comprado recientemente el Grupo Recoletos (Marca, Expansión, etc.). Pedro Jota Ramírez podría liderar este nuevo grupo en construcción para equipararse al de El País.

6.- Alianzas tácticas entre Rizzoli y La Sexta no serían de extrañar, para enfado de El País.

7.- Nuevos guiños cariñosos de José Blanco y de Zapatero hacia El Mundo (de hecho no se pierden ninguno de sus saraos) podrían prodigarse antes de las elecciones, provocando nuevos celos o pelusilla en el grupo Prisa, más amigo de Felipe González que de Zapatero.

Decía Maquiavelo -creo recordar, aunque no textualmente- que:

«los enemigos de mis enemigos son mis amigos».

En este contexto de cambios sutiles y zigzageantes en la escena mediatica, el respetable puede salir temporalmente confundido. Claro que siempre se puede ir marcha atrás, tras un bombazo informativo, o el simple aviso del mismo, del Grupo Prisa. Quizás, por eso, me ha llamado la atención el comentario afilado de Joseph Ringo sobre la foto de primera página de El Mundo.

A primera vista, por su titular, parece una foto crítica. Pero esa foto es muy halagadora: Zapatero, en su salsa, con los de su pueblo, con amplia sonrisa, y rodeado de rostros extraordinariamente complacientes y alegres. Se nota que allí le quieren. ¿Y quién no está gusto en su pueblo?

La foto, definitivamente tan humana, creo que es muy positiva para Zapatero.

Más aún, una lectura atenta del texto, bastante educado y mesurado para las prácticas habituales de Pedro Jota, nos indica la carga de apoyo que encierra a favor del presidente:

«…no es un presidente como los demás…»

«…fiel a su tierra…»

«…dió suerte a su equipo…»

etc. etc.

Y debajo de la foto-noticia, el titular, a dos columnas, arranca con un:

Zapatero aprecia…

Ese verbo («aprecia«) creo que es la primera vez que se atribuye en El Mundo al sujeto Zapatero ,.

Lo dicho: aquí pasa algo.

Atentos.

Zapatero no debe olvidar que «el halago debilita«. Felipe González lo olvidó y le salió caro. El presidente debería contratar -como hizo Julio César– a un crítico profesional para que le susurrara permanentemente al oído que no es un ser divino sino que es un ser mortal, que es hombre.

Y aún así debería andarse con cuidado con los halagos envenenados de Pedro Jota. No presagian nada bueno. Y si no, al tiempo.