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"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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«A la huelga la llamaremos huelga», Fdz.-Sordo

Ha muerto el penúltimo censor de la Dictadura franquista. Alejandro Fernández Sordo. Me castigó a menudo, pero era un buen hombre. En la hora de su muerte, y con un recuerdo afectuoso -dentro de lo que cabe, por su viejo oficio- copio y pego a continuación unos párrafos de un post antiguo, publicado en este blog, sobre Fernández-Sordo en el que recuerdo anécdotas de cuando fundamos el semanario Cambio 16. Desde que nació en el otoño de 1971, Sordo mandaba secuestrar nuestra revista casi una vez al mes.

Cada vez que hablamos de conquistar la libertad “palabra a palabra”, suelo recordar una anécdota que me ocurrió en 1972 o 1973, siendo redactor-jefe y director en funciones del semanario de Economía y Sociedad “Cambio 16”, cargos que ejercí desde su fundación en 1971 hasta la primavera de 1974. Habíamos fundado el semanario el 22 de septiembre de 1971 –yo procedía del diario Arriba, donde trabajé en los últimos meses de la mili- y al principio no nos tomaron muy en serio.

Del número 1 de Cambio 16 imprimimos 2.000 ejemplares y vendimos 800. Todo un éxito. Solo teníamos permiso para escribir de economía, y nada de política. Pero los conflictos laborales ya emergentes tenían contenidos económicos.

Por eso, en una información sobre una huelga relevante y sonada (creo que fue la de Motor Ibérica, tras el despido de Marcelino Camacho), nos atrevimos a titular en las páginas del pliego central con la palabra “huelga”. Aquel osado ejemplar no pasó la censura. La policía secuestró la tirada completa y precintó las planchas en la imprenta Altamira. El Gobierno inició los trámites para un expediente contra mí, como responsable editorial máximo, y contra la empresa editora.

En cuanto tuve noticia del secuestro –algo bastante frecuente en aquellos años, casi uno al mes- telefoneé al director general de Prensa y jefe máximo de la censura franquista, Alejandro Fernández Sordo. Por cierto, Sordo -¡qué gran apellido para un censor!-, en cuanto se puso al teléfono, me echó una bronca, en tono paternalista, recordándome que la palabra “huelga” no se podía utilizar en la prensa española, sencillamente porque en España no había huelgas, ya que estaban prohibidas por ley.

Le pregunté:

-¿Cómo le llamo entonces a lo que está ocurriendo esta semana en Motor Ibérica?,

El jefe de la censura me replicó:

“Cualquier cosa menos huelga”, “Llámale “paro”, como otras veces, o “cese temporal de producción” o mejor “paro técnico”.

No pude convencerle. La palabra “huelga” no pasó el filtro de la censura. Seguía en la lista de palabras tabú del Ministerio de Información. Y nosotros dimos un paso atrás. Tuve que retirar el pliego central, donde estaba aquella información, con una especie de “desencuadernadora manual” muy ingeniosa, y sustituirlo por otro pliego sin la palabra huelga. Solo así pudimos distribuir la revista con el retraso y el extra coste correspondiente.

Recuerdo muy bien esta anécdota porque unos años más tarde, muy poco después de la muerte del dictador, Fernández Sordo fue nombrado ministro de Sindicatos (creo que fue en el Gobierno Arias). Una de sus primeras declaraciones como ministro fue realizada por el diario Pueblo (propiedad del sindicato vertical franquista) con grandes caracteres tipográficos. Este fue el titular del diario Pueblo, casi a toda página, que me hizo sonreír:

Fernández Sordo: “A partir de ahora, a la huelga la llamaremos huelga”

Hubo palabras y expresiones que, una vez que superada la censura, pasaban a engrosar el diccionario legal de los periodistas. Se trataba de aplicar el procedimiento de “prueba y error” bastante aceptado en todo proceso científico.

Descanse el censor en paz.

El último secuestro policial de un semanario dirigido por mí (Doblón) lo sufrí al dia siguiente de la muerte del dictador. El entonces Príncipe de España nos echó una mano.