Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Obama y McCain entierran el hacha de guerra

Esta es una bonita costumbre que envidio de los yanquis. Al día siguiente de las elecciones en Estados Unidos (el miércoles 5 de noviembre), los adversarios políticos se abrazan en público y entierran el hacha de guerra.

Y lo repiten, desde mediados del siglo XIX, cada miércoles después del primer martes que sigue al primer lunes de noviembre en año electoral. Anteayer, el vicepresidente electo, el senador demócrata Joe Biden, acudió a la ciudad de Georgetown, capital del condado de Susex (Delaware) para enterrar el hacha de guerra junto con sus contricantes políticos del partido republicano.

¡Qué bien nos hubiera sentado a los españoles una ceremonia como ésta, al día siguiente de cada una de las elecciones generales?

La foto, publicada ayer en un diario de Delaware y por toda Norteamérica, muestra la ceremonia de enterrar el hacha en el día en que se conocieron los resultados de la contienda electoral. Lo llaman el «Return Day» o «Día de los Resultados«.

¿Se imaginan a José María Aznar o a Mariano Rajoy enterrando el hacha de guerra y abranzándose a Felipe Gonzalez o a Zapatero al día siguiente de la jornada electoral?

Nos queda mucho trecho para que podamos elegir en España a un presidente hispano-marroquí, hispano-americano o sencillamente mitad payo y mitad gitano.

Para eso, deberíamos enterrar antes muchas hachas de las muchas guerras fraticidas. Ya lo pintó el maestro Goya para definir la maldición de las dos Españas con su «Duelo a garrotazos«.

Y don Antonio Machado con su verso claro:

«…una de las dos españas/ ha de helarte el corazón»

¿Quien fuera yanqui, al menos por un día, ese día en el que todos entierran el hacha de guerra?

Sana envidia, amigos.

Obama da las gracias por Internet

Acabo de recibir este mensaje en mi correo electrónico:

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Subject: Mensaje de Barack Obama:

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Estoy a punto de salir para Grant Park para hablarle a todos los que allí se han reunido, pero me gustaría escribiros a vosotros primero.

Acabamos de hacer historia.

Y no quiero que os olvidéis de como lo conseguimos.

Vosotros hicisteis historia cada día durante esta campaña –- cada día que llamasteis a las puertas, hicisteis una donación o hablasteis con vuestra familia, amigos y vecinos sobre por qué creíais que era la hora del cambio.

Quiero daros las gracias a todos los que habéis dado vuestro tiempo, talento y pasión a esta campaña. Tenemos mucho trabajo que hacer para volver a poner nuestro país en su sitio, y yo me pondré en contacto pronto para contaros cual es el siguiente paso.

Pero hay algo que quiero dejar muy claro…

Todo esto ha sucedido gracias a vosotros.

Gracias,

Barack

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I’m about to head to Grant Park to talk to everyone gathered there, but I wanted to write to you first.

We just made history.

And I don’t want you to forget how we did it.

You made history every single day during this campaign — every day you knocked on doors, made a donation, or talked to your family, friends, and neighbors about why you believe it’s time for change.

I want to thank all of you who gave your time, talent, and passion to this campaign. We have a lot of work to do to get our country back on track, and I’ll be in touch soon about what comes next.

But I want to be very clear about one thing…

All of this happened because of you.

Thank you,

Barack

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(To reply to this message, follow the link below:

https://www.facebook.com/n/?inbox/readmessage.php&t=32774579867)

Mi hija Andrea me envía el enlace del discurso de Obama a través de youtube.

Es impresionante.

Este es su mensaje:

«Ahí va el speech de Obama! Increíble! Se te ponen los pelos de punta!

Yeah Obama!

http://ie.youtube.com/watch?v=FrXkBuWNx88&feature=bz302

http://ie.youtube.com/watch?v=02BV5Zah1Tw&feature=related

http://ie.youtube.com/watch?v=69JeattgAqI&feature=related

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¡Obama somos todos! ¡Aleluya!

Obama hace milagros. A los doce años de ser despedido, hoy he vuelto a pisar, por primera vez, Televisión Española. Y me lo he pasado bomba con Pepa Bueno , en «Los desayunos de la 1» y con un puñado de antiguos compañeros (Molina, Sandra, etc.) del Buenos Días (1986), de los telediarios de la 1ª (1984-85, 1993-96), de la 2ª cadena (1990-93), etc.

Voy a intentar copiar y pegar el enlace de la web de rtve.es en el blog. Pero eso será después de almorzar. Voy a celebrar la victoria de Obama y de los demócratas del mundo entero con unos amigos que trabajaron en la Casa Blanca con el equipo de John F. Kennedy.

Como deciamos anteayer… un negro gobernará el mundo

El mundo, desde hoy, ya no es lo que era.

¡Enhorabuena, Obama!

Hasta luego.

Intentaré pegar aquí el enlace con «Los desayunos de la 1» de esta mañana donde estuve invitado para hablar sobre el triunfo de Obama

Un negro gobernará el mundo. ¡Aleluya!

La Casa Blanca será ocupada por un presidente negro. La verdad es increible. Tiene que ocurrir algo muy extraño (otra vez, trampas de Bush en Florida , un atentado mortal o el terror de un Ben Laden) para que Obama no sea mañana el presidente electo de los Estados Unidos de América.

Vivir para ver: un negro tranquilo y educado gobernará el mundo.

Y no sólo eso. Veremos esfumarse, sucio y con vergüenza, a George Bush, el segundo peor presidente de la historia norteamericana. Dicen los historiadores que el peor de todos fue J. Buchanan, que -como Franco aquí- llevó a su país a la guerra civil.

Ya se han esfumado del poder -y con mala nota- el ex premier británico, Tony Blair, (dejando a su partido hecho unos zorros) y el presidente Aznar (el segundo peor mandatario español de los siglos XX y XXI), que destrozó el futuro del PP con sus mentiras masivas sobre ETA en el 11-M. Mañana -parece mentira- saldrá Bush , arrastrándose, por la gatera de la historia.

Sólo estoy seguro de una cosa: el mundo será más seguro (y quizás, más justo) sin los tres tenebrosos mandatarios de la foto de Las Azores, que nos llevaron a la invasión ilegal de Irak y llevan sobre sus conciencias tantos miles de muertos innecesarios y, lo que es peor, inocentes.

También estoy seguro de otra cosa. Pasado mañana, cuando conozcamos el resultado oficial de las elecciones norteamericanas, agotaremos las existencias de este papel higiénico (tan socorrido) que aún tengo sobre la mesa de mi despacho.

¡Aleluya!

Acabo de ver los datos de las últimas encuestas publicadas por el New York Times. Si las matemáticas -y la intención escondida de voto racista del 4-5%- no fallan, la victoria de Obama está prácticamente cantada. Tiene ya 196 votos electorales asegurados, con ventaja enorme, imposible de superar para los conservadores.

Si los demócratas pueden sumar mañana los votos electorales de otros Estados en los que Obama ya tiene sólo ligera ventaja sobre McCain, entonces llegarían a los 290 votos. Obama necesita 270 votos para ser presidente electo. Incluso en la mayoría de los Estados «indecisos» (Ohio, Pensilvania, Misouri y Carolina del Norte) Obama también aventaja, aunque por muy poco, a McCain , quien parece tener asegurado el Estado tramposo de Florida donde el gobernador Jeff Bush (hermano del ominoso George W.) le dio una dudosa victoria al que ha sido -en mi opinión- el segundo peor presidente de la historia de EE.UU.

Nuestros dos grandes diarios de pago dan un tratamiento desigual al magno acontecimiento que el mundo entero -lo queramos o no- vivirá mañana.

El País lo da mandando en su portada, arriba a cuatro columnas, por encima del cumple de la Reina.

Obama pelea …

El Mundo, en cambio, manda con el cumple de la Reina por todo lo alto y da lo de Obama por abajo a tres columnas:

Obama dice…

Ambos coinciden con el mismo sujeto, pero (¡ay!) difieren un pelín en el verbo: «Pelea» y «Dice«

¡Qué le vamos a hacer!

Cada uno sirve a sus feligreses.

He vivido en Estados Unidos durante tres campañas electorales presidenciales: la de Jimmy Carter (1976) como Nieman Fellow desde la Universidad de Harvard, la de Bush padre (1988) como corresponsal del Grupo Prisa en Nueva York y la segunda de Clinton (1996) como corresponsal de Televisión Española en Nueva York hasta que fui despedido por el equipo de Aznar.Todas esas campañas electores, que viví muy de cerca, fueron muy interesantes y enriquecedoras desde el punto de vista profesional. Sin embargo, nunguna de ellas me dio la impresión de que estaba presenciando un hecho histórico mundial de la magnitud del que vamos a vivir mañana con la vistoria casi segura del señor Barack Hussein Obama, el primer presidente negro de los Estados Unidos de América.

Pasado mañana, dia 5 de noviembre de 2008, el mundo entero ya no será el mismo. No se trata -por lo que yo conozco de EE.UU– de otro cambio de guardia en el Imperio sino del principio de una revolución cultural planetaria, cuyas consecuencias no podemos aún ni soñar.

Habrá muchos progresistas decepcionados cuando comprueben muy pronto que el Obama pragmático y posibilista es más conservador de lo que parecía en su campaña. Sin embargo, creo que estamos ante un cambio de ciclo imparable, un cambio generacional que pone fin -¡válgame dios!- al que iniciaron los republicanos neoconservadores de Ronald Reagan y Margaret Thatcher a principios de los años ochenta. Estas tres décadas de la avaricia neoconservadora sólo conocieron el paréntesis de compasión demócrata de Clinton entre los dos presidentes de la dinastía pija de los Bush.

Simplificando mucho: los ciclos largos de acumulación de riqueza, aumento de la desigualdad y de la polarización política suelen dar paso a ciclos largos de reparto y redistribución más igualitaria de la riqueza y de mayor paz social.

Luego, naturalmente, cuando esa generación se olvida de su historia, vuelta a empezar. El péndulo suele ir, por tanto, desde el extremo de la avaricia hasta el otro extremo de la compasión. Y viceversa.

Prepárense, pues, los avariciosos neoconservadores del Imperio para treinta años de predominio demócrata si -como espero y deseo- tenemos mañana a Estados Unidos y al mundo entero -más relajado, feliz, seguro y justo- en manos de un negro.

¿Quién podría haberlo siquiera imaginado hace tan sólo un par de años, durante el boom de las torturas en Abu Graib y en Guantánamo?

¿No creen que la verdad es increible?

La avaricia rompe el saco, dicen en mi puebo. Y es, precisamente, el propio capitalismo en crisis quien nos trae a Obama en bandeja…

¿Cuál será el próximo país capaz de llevar a cabo una gesta semejante?

¡Aupa América!

Muchos norteamericanos podrán mirar, por fin, al resto de los seres humanos con la cabeza bien alta, después de haberla mantenido agachada durante tantos años por la vergüenza de gobernantes tan impresentables y desvergonzados como George W. Bush.

Adios Bush, adiós Blair, adiós Aznar

¡Vaya trío!

El País y El Mundo, unidos por el toro

Alejado de la blogosfera por reuniones internacionales del Grupo Schibsted (cerca del Polo Norte, donde he sobrevivido a una escalada de locos en el fiordo de Geiranger) y por reorganizaciones internas de «20 minutos España«, aterrizo de nuevo en mi blog, diculpándome por tan larga ausencia.

Al cabo de casi un mes de «novillos» (pellas, campana, pirola o rabona, según la región donde me lean), ayer descargué las portadas de los dos principales diarios de pago y me encontré con que, verdaderamente, «España no hay más que una».

«Si hubiera dos -como dice el chiste- estaríamos en la otra».

Lo primero que me llamó ayer la atención fue la llamativa coincidencia de El País y El Mundo al ilustrar sus sendas portadas con una enorme foto torera ( a cuatro columnas) del apoteósico triunfo de José Tomás en Las Ventas.

¿Qué pensarán mis noruegos -los dueños de 20 minutos- de estas portadas?

Menos mal que muchos no hablan castellano y no podrán entender lo que ambos diarios dicen en letra impresa de «San José Tomás«, canonizado por Lucía Méndez en su columna de El Mundo de hoy (de la que corto y pego un trozo aquí al lado). Incluso el New York Times llena de elogios a José Tomas.La verdad es que, aún hoy, no se habla de otra cosa. Bueno, a excepción de la gran victoria de Vivi y Anabel ayer en la final de dobles del Roland Garros, o de la final individual de mañana entre Nadal y Federer, o de la eurocopa de pasado mañana…

En nuestro diario, ya se sabe, no se habla de toros. Por decisión polémica y, quizás, sabia de nuestro director editorial, Arsenio Escolar, y a petición de miles de lectores, hace años que se desterraron las crónicas taurinas de las páginas de 20 minutos.

La mitad de mi familia (sobretodo la parte bostoniana) aplaudió la medida con entusiasmo. La otra mitad sigue callada, porque en mi casa hace muchos años que tenemos prohibido, por consenso prematrimonial, hablar de toros (a favor, se entiende) delante de los hijos.

Al revés que en 20 minutos (con 2,7 millones de lectores diarios, el diario más leído de la Historia de España, sobretodo por jóvenes de ambos sexos), los diarios de pago (leídos mayoritariamente, según EGM, por hombres y de edad madura) siguen alardeando sin pudor en sus portadas de las esencias patrias taurinas.

Cuando empecé a escribir este blog (en septiembre cumpliré tres años de abuelo cebolleta de la blogosfera), Arsenio me dijo que podía escribir como si fuera libre. Por eso, me atrevo hoy a confesar que lamento mucho no haber podido estar la otra tarde en Las Ventas para gozar y sufrir (con el corazón y el cerebros partidos) las dos faenas orgásmicas de José Tomás, que le valieron las cuatro orejas.

(Aunque mi mujer no lo sabe, yo vi torear a José Tomás en la Plaza Toros de Almería en una gran tarde de Feria. Luego le dimos el «capote de oro» y otros trofeos merecidísimos en la Peña El Taranto.

Cuando me preguntan en el extranjero mi opinión sobre las corridas de toros, procuro cambiar de tema (sobretodo si hablo con clientes potenciales) y tirar balones fuera. Hace mucho que no voy a los toros, pero cuando he ido he seguido la corrida con más corazón que cerebro. Mi razón lo rechaza como algo bárbaro y cruel, pero mi corazón ama el espectáculo emocionante entre el hombre y la bestia, entre la vida y la muerte.

No se cómo explicarlo, pero el toreo tiene una estética tan sublime como temeraria. Puede ser, una vez más, «la razón de la sinrazón» cervantina, tan española. O, simplemente, puede ser fruto de nuestra educación/tradición esa exótica facilidad que tenemos la mitad de los españoles para encontrar gotas de belleza entre chorros de sangre. No se.

Yo nací y crecí en Almería, entre el Quemadero y la Plaza Toros y, en las tardes de toros, oía los olés y los pasodobles desde mi cuarto. Mi vecina de enfrente, en la Calle Juan del Olmo, era la esposa de «El Ciervanas«, banderillero de la cuadrilla de Manolete, cuyas hazañas toreras oía yo con la boca abierta, desde muy pequeño, tomando el fresquito a la puerta de su casa o de la mía. En esas tertulias callejeras, sobre sillas costureras, la mujer de «El Ciervanas» me cosió un traje de luces que pude lucir antes de vestir pantalón largo. Naturalmente, más de una vez me pisoteó una vaquilla.

Otro vecino mío era practicante y me colaba gratis en la Plaza Toros por la puerta de la enfermería. De modo que, cada vez que veo a un maestro dando capotazos para sentar cátedra, se me remueven las tripas y los recuerdos infantiles. Sólo un siquiatra, especialista en contradiciones, podría descifrar lo que, de verdad, siento y/o pienso sobre la Fiesta (¿Nacional o del Estado Español?) de los toros.

La prensa de ayer me ha recordado aquella otra famosa (y triste) tarde del 1898, cuando España perdió sus últimas colonias ultramarinas en la Guerra hispano-norteamericana.

El Congreso de los Diputados tenía casi todos sus escaños vacíos, la España oficial de Silvela estaba «sin pulso». Los diputados liberales y conservadores del declive español estaban, esa tarde, en la Plaza de Toros, llena hasta la bandera.

Perdimos toda la Armada, con Cuba y Filipinas, pero la España real (también, entonces, de charanga y pandereta) se lo pasó bomba con el triunfo de un matador de renombre. que cortó orejas en aquella tarde de toros.

El Congreso se quedó vacío, sencillamente, porque (quiero recordar) toreaba el gran Marcial Lalanda, el José Tomás de aquel final de siglo. Ahí es nada.

El Mundo y El País coinciden, como digo, en la foto torera de portada. pero, fuera de los toros, difieren en todo lo demás. Las dos Españas, unidas tan sólo por y para los toros. Ya es algo.

Lo que para El País es noticia de primera a cuatro columnas (la victoria de Obama) para El Mundo es apenas una «no noticia» y merece tan sólo un minúsculo sumario sin derecho siquiera a titular.

Todo lo contrario ocurre con el estravagante y escandaloso asunto de esa dudosa jueza que se salta la Constitución a la torera, para perseguir -no sabemos con qué intención- a la presidenta del Tribunal Constitucional.

Para El Mundo y para el PP (como se ve en páginas interiores), eso es cosa primera página y a cuatro columnas. Sin embargo, para El País, el archivo del caso apenas merece un titular a una una columna y un párrafo de texto.

Público no saca en primera ni toros ni Obama ni jueces del Constitucional. Se lanza a degüello contra las mentiras utilizadas por el Presidente Bush para invadir Irak , confirmadas por el informe final de Senado de Estados Unidos.

No puedo evitar copiar y pegar aquí (pues es fin de semana y hay tiempo libre para leer) el artículo de Javier Pérez Royo . Siempre vigilante de las garantías constitucionales, el catedrático Pérez Royo le atiza de lo lindo a esa extraña jueza -por lo que se ve, poco escrupulosa- que, sin antender a lo que manda la Ley, ha estado a punto de desequilibrar ante la opinión pública (ya que no ante el Supremo) al propio Tribunal Constitucional.

El título de su artículo es bastante explícito:

Una canallada

JAVIER PÉREZ ROYO en El País 07/06/2008

Cuando un juez ordena la interceptación de las comunicaciones de un determinado individuo, lo tiene que hacer indicando de manera precisa cuál es el delito para cuya investigación resulta indispensable la interceptación de dichas comunicaciones. Todas las comunicaciones interceptadas que no sean relevantes para la investigación del delito expresamente identificado en el auto del juez deben ser destruidas por orden del propio juez.

¿Por qué en lugar de ordenar la destrucción de la cinta fue elevada al Tribunal Supremo?

La exigencia de que el levantamiento del secreto de las comunicaciones sea dictada para la investigación de un delito concreto deriva de la propia naturaleza del conjunto de derechos fundamentales reconocidos en la Constitución en general y en el artículo 18 en particular. Puesto que una vez que se levanta el secreto de las comunicaciones con autorización judicial, la policía judicial primero y el juez inmediatamente después tienen acceso a todas las comunicaciones de la persona respecto de la cual se levanta el secreto, es indispensable que solamente puedan ser tomadas en consideración aquellas que son relevantes para la investigación del delito respecto del que existen indicios de criminalidad en la conducta de la persona investigada. El levantamiento del secreto de las comunicaciones no puede ser un instrumento para sacar a la luz nuevas actividades delictivas, sino para investigar una concreta actividad delictiva de la que existen sólidos indicios. La información obtenida mediante el levantamiento del secreto de las comunicaciones no relativa a esa actividad delictiva se ha obtenido porque no puede no obtenerse, porque el levantamiento del secreto no puede ser selectivo, pero no debería haberse obtenido y el juez debe tratarla como si no se hubiera obtenido, es decir, debe ordenar su inmediata destrucción. Si no se hace así, la garantía del secreto de las comunicaciones, que es simultáneamente un derecho autónomo y un derecho instrumental para la protección de todos los demás derechos fundamentales sin excepción, pierde todo su sentido. Un levantamiento generalizado del secreto de las comunicaciones respecto de cualquier individuo no puede tener cobertura constitucional nunca. En mi opinión, ni siquiera mediante una reforma de la Constitución se podría introducir tal medida, porque chocaría con todo lo que la Constitución significa como instrumento de protección de los derechos fundamentales.

Viene a cuento esta introducción de la remisión por la juez de Valdemoro al Tribunal Supremo de una conversación grabada por la Guardia Civil a la abogada María Dolores Martín Pozo con la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas. ¿Qué tiene que ver esa conversación con el delito que se está investigando y para cuya investigación se ordenó levantar el secreto de las comunicaciones? Esto es lo que la juez de Valdemoro tendría que haber justificado en su auto de remisión de la conversación al Tribunal Supremo, porque si no puede justificar eso, la cinta tendría que haber sido destruida de manera inmediata. ¿Por qué, en lugar de ordenar la destrucción de la cinta, fue elevada al Tribunal Supremo para que determinara si la presidenta del Tribunal Constitucional había cometido «el delito de actos prohibidos»? Ella sabrá por qué lo hizo, pero desde luego no lo hizo en el ejercicio de la función jurisdiccional.

Lo que se le ha hecho a la presidenta del Tribunal Constitucional es una canallada. La presidenta no debe dar explicaciones de ningún tipo sobre un acto que se ha conocido de manera inequívocamente anticonstitucional. La conversación no ha tenido lugar o, mejor dicho, ha tenido lugar, pero nadie debería haberse enterado nunca de que ha tenido lugar. Si hemos tenido conocimiento de ella ha sido porque una juez ha hecho un uso desviado de la función que tiene constitucionalmente encomendada. En consecuencia, entrar a debatir sobre si la conducta de la presidenta ha sido propia o impropia me parece fuera de lugar. Es sobre la conducta de la juez de Valdemoro sobre la que hay que reflexionar. ¿Cómo es posible que haya jueces que puedan cometer una barbaridad como la que esta señora ha cometido? ¿Es que no sabe que el juez es el «guardián natural» de los derechos de todos los ciudadanos, incluidos los de la presidenta del Tribunal Constitucional?

Por último, que sea Federico Trillo, después de lo que estamos sabiendo sobre su conducta en el accidente del Yak-42, el que afirme que la conducta de María Emilia Casas resulta reprobable desde un punto de vista político y estético, no deja de resultar sarcástico. Como reza el estribillo de una de las canciones más conocidas de La Lupe, «siempre el que menos tiene que decir, es el que más dice».

FIN